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Galicia
Las cortes de Melide: cómo el miedo de la nobleza gallega trató de frenar nuevas revueltas como la Irmandiña
El 4 de diciembre de 1520, la nobleza gallega se reúne en Melide con carácter de urgencia por miedo a una nueva revuelta como la Irmandiña.
La Revuelta Irmandiña se produjo entre los años 1467 y 1469 y lo cierto es que debió ser muy dura para los nobles gallegos, pues se instaló dentro de su clase social una especie de alarma, que ante cualquier movimiento popular parecido, enseguida se comenzaban a poner nerviosos.
En el año 1520, en Castilla estalla la Revuelta de los Comuneros o Guerra de las Comunidades. Esta revuelta va a tener un carácter antiseñorial y también en contra del nuevo rey, Carlos I. Estas noticias llegan a Galicia y se produce alguna que otra protesta, pero nada que no pudieran controlar, como aconteció en la Casa de los Andrade, en Santiago y Mondoñedo.
Pero ante el miedo de que se extendiera entre el campesinado y se volviera a vivir lo que hacía pocas décadas se había vivido (derrumbamiento de castillos y pérdida de su poder), las grandes figuras de Galicia deciden reunirse en Melide en el año 1520.
Su principal motivo lo dejan por escrito: “Garantizar el orden social y evitar levantamientos en contra de los señores feudales”. Querían impedir a toda costa que el movimiento comunero de Castilla se propagara por Galicia y en caso de que vinieran revueltas se comprometían a darse ayuda mutua. El miedo era real.
En la Xunta de Melide van a aprovechar y pedirle otras cosas al rey por su fidelidad a la Corona e impedir que llegaran las revueltas al Reino de Galicia. Unas de esas peticiones fue la recuperación del voto en Cortes y una Casa de Contratación en A Coruña para el comercio, tal y como tenía Sevilla.
¿Y cuál fue la respuesta del monarca? Pues no se comprometió a nada. Les contestó que eran asuntos de suma importancia que se tratarían en un futuro y que necesitaban tiempo. La concesión de la Especiería podía molestar a Sevilla y el voto encontraba la oposición de las 18 ciudades que ya lo tenían y que no querían admitir a más en ese reducido club.
Los nobles principales o cabezas visibles debieron salir de Galicia. Fernando de Andrade a Italia y don Alonso de Fonseca III ocupará la sede de Toledo. Beatriz de Castro, condesa de Lemos, fue también obligada a marcharse del reino en la década de 1530. También se va a reforzar el papel de la Real Audiencia.