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Feminismos
Carmela Borrego: “¿Qué horizontes tenemos? Mirarnos las unas a las otras”
Carmela Borrego Castellano (Estepa, 1983) se crió entre mujeres y olivos, ahora escribe, trabaja, descansa y vive junto a su gata Farah, unos discos antiguos de Rocío Jurado comprados en el mercado del jueves de calle feria en Sevilla y los tuppers que vienen y van entre su red de amigas de comida casera.
Esta pensaora, un apelativo que le gusta, piensa que “su mijita de apoyo mutuo hace la diferencia”, ama leer novelas, especialmente las de la escritora sevillana Elisa Victoria, sin embargo, su libro Encarnando el territorio: feminismo(s) andaluc(es), publicado por la editorial Kaótica, dentro de su colección teoría del caos, es un ensayo de teoría feminista en el que pone el cuerpo y también su intelectualidad para analizar las resistencias al patriarcado desde el territorio andaluz, en un pulso contra la academia hegemónica.
Encarnando el territorio: feminismo(s) andalu(ces), es la reescritura de un trabajo académico que no fue muy bien recibido por la institución. ¿Qué es lo que pasó?
Sucedió en la Universidad de Barcelona, pero podría haber sido en cualquier lugar del norte del Estado español o madriluña, como dice la escritora Sra. Performance. Presenté mi trabajo de fin de máster que iba sobre el feminismo andaluz. Era 2016, estaba habiendo un aumento del discurso en torno a poner el territorio andaluz en el centro de las reivindicaciones feministas, y yo quise hacer un estudio de caso sobre qué ocurría en torno a eso.
Durante la presentación, una de las profesoras que formaban parte del tribunal me dijo que no tenía rigor académico y que mi trabajo no servía para nada, lo ridiculizó bastante, siento que ya iba con la predisposición de decir que mi voz no era válida y yo creo que fue porque era una voz que estaba inserta dentro de lo que era el feminismo andaluz, es decir que yo formaba parte de eso, que no era alguien que estaba estudiando un caso concreto, estaba hablando como sujeto situado dentro de ese entramado que se estaba construyendo como feminismo andaluz.
Nos permiten que bailemos, pero no que hablemos
¿Por qué crees que se dió esta situación?
Yo creo que al señalar cierta dinámica Norte-Sur y al hacer las cosas de una manera que se escapan un poco de la lógica academicista, pues consideró que a su parecer no tenían rigor académico. En un máster de género te dicen que el feminismo es poner el cuerpo, te hablan del sujeto situado, te hablan de herramientas de análisis como la interseccionalidad, del feminismo decolonial. Te dan una serie de conceptos, pero que luego a la hora de aplicarlo como sujeto situado ya no son válidos. En realidad se habla de que lo objetivo no existe, se señala muchísimo la masculinidad en la escritura y en la forma de hacer academia, pero luego no te dejan poner el cuerpo a la hora de escribir y de hacer investigación.
También fue una cuestión de andaluzafobia, que existe, no vamos a hablar tampoco de que la andaluzafobia es la opresión más grande que existe, porque a veces eso ocurre, pero existe y hace que ciertas personas no seamos vistas como sujetos que crean conocimiento, si no somos objetos de estudio. Lo andaluz tiene que ver con que la gente viene a estudiarnos y no nosotras poder nombrarnos.
Si yo, por ejemplo, hubiera estudiado a las mujeres de Mali como blancas, hubiera tenido sentido para la academia porque hay una relación de poder. Pero como yo, como mujer andaluza, empobrecida, y migrada en Barcelona, estaba hablando sobre estos temas poniendo un lenguaje propio, creo que eso molesta muchísimo, como que haya alguien que hable por sí misma. Eso no puede ser, tiene que ser que otra gente hable por ti y que tú seas la que ponga el puntito folklórico. Nos permiten que bailemos, pero no que hablemos.
En los territorios empobrecidos no solamente se sobrevive, también se transforma
Tu investigación comienza en 2017 cuando empieza a eclosionar el feminismo andaluz ¿Qué crees que supuso la entrada de estos discursos?
Creo que el feminismo andaluz o los feminismos(s) andalu(ces), porque esto es una pluralidad y cada una habla desde un punto concreto, lo que me parece importante es que se construye desde un pensamiento de base, que también es poner en valor los feminismos populares históricos que se han dado aquí en Andalucía. Eso también es una forma de contestar a lo que está legitimado como ser feminista, a lo que está legitimado como lucha política o como propuesta de transformación y de emancipación.
Yo creo que los feminismos andaluces se empezaron a construir desde ahí, poniendo en el centro el territorio andaluz como una forma de hacer que no se tenía en cuenta a la hora de tener una legitimidad política. Creo que es un movimiento que tiene mucho poder de transformación porque si cogemos los ejes analíticos que hay, pues hay muchísimo, que tiene que ver con la precariedad, con la migración y con la racionalización.
Andalucía tiene cierta lógica que hace que tengamos que reflexionar en torno a cómo en los barrios periféricos se han construido ciertas dinámicas de transformación, no solamente de supervivencia, porque parece que en los territorios empobrecidos no solamente se sobrevive, también se transforma.
Feminismos
Feminismo y soberanía: Hacia un feminismo andaluz.
El feminismo andaluz, pone la territorialidad por delante y viene para decirnos que, más allá de un simple relato, ser andaluza es una cuestión política. Y como toda cuestión política, necesita una herramienta.
Andalucía, que viene de soberanía. Se trata de poner los puntos sobre las íes y de que se termine ya el cachondeito que rodea lo andaluz, porque mientras ellos (los de Despeñaperros parriba) se ríen, nosotras, cada día, perdemos un poco más de nuestra soberanía (si es que algo nos queda).
Tras años de desarrollo en qué punto crees que se encuentran los feminismo(s) andalu(ces). ¿Dónde estamos mirando y dónde no?
Ahora pasa una cosa que a mí me da rabia, esos discursos que tenían una gran potencia transformadora y política se han convertido en simbología, que al final sirve para hablar de lo bien que hacemos las cosas en Andalucía. Pero no hay una autocrítica, una autocrítica constructiva, no digo que haya que flagelarse. No se está haciendo un análisis de la situación, de cuáles son las potencias de transformación, se está vaciando de contenido.
Estamos cayendo también en esas lógicas de quién está más oprimido o no. Entonces está sirviendo un poco como para lavarse un poco la cara: no es que yo soy feminista, soy de Andalucía y estoy oprimida. Ya, pero también somos europeas y tenemos una responsabilidad. La gran mayoría estamos en posiciones de oprimida y de opresora y no podemos caer solamente en cuánto de oprimidas estamos, sino también cuanta opresión generamos.
El otro día vi un fanzine de Clara Malpica que decía “No me des diosas, dame trabajo, no me des folclóricas, dame trabajo” porque al final se está hablando todo el rato de la simbología de la folclórica como un elemento de transformador y de empoderamiento, pero en Andalucía ahora mismo sigue pasando la misma cosa
Una cosa que me sorprende mucho: externamente se ha cogido el feminismo andaluz y se ha cogido incluso desde el Estado español como algo que muestra otras posibilidades. Sí, Rocío Jurado es una referente, pero luego no ha servido como para que se mire, por ejemplo, a las jornaleras de Huelva o los jornaleros de Almería. En el territorio andaluz y en muchas de las feministas andaluzas hemos dicho, oye, que esto es esta lógica que se está dando en Andalucía, tienen que ver con una lógica norte-sur histórica y que ahora Andalucía es un norte dentro del sur y un sur dentro del norte.
¿Qué hacemos con esa situación?
Al capitalismo lo que le interesa es que podamos coger elementos de Andalucía para seguir explotando esa imagen, pero no lo que realmente importa. No digo que no importe, pero creo que al final es una cosa que el capitalismo hace, que tú, que quieres reconocimiento: toma tu chapa Andalucía. De hecho, ya tenemos el spot publicitario de Cruzcampo que ha cogido y ha adoptado muchas de las reivindicaciones del feminismo andaluz. Vamos a seguir siendo pobres pero con nuestra chapa de la bandera de Andalucía.
Y eso es algo que creo que nos estamos olvidando un montón a la hora de poder construir un feminismo andaluz, si es que finalmente puede ser transformador o volvemos a repetir lo mismo.
Feminismos
Gloria Anzaldúa: la frontera hecha cuerpo
El feminismo andaluz surge a la par que el movimiento neo andalucista. ¿Cómo se han retroalimentado?
Tenemos desmemoria, ya hubo un movimiento andalucista con cantaoras y cantaores que se fueron por toda Andalucía a reivindicar la identidad andaluza, la autonomía, y ahora parece que eso ya lo hemos olvidado y que otra vez tenemos que ser nosotros los protagonistas, pero que eso ya existió.
Yo creo que ahora la propuesta debería ser distinta, nosotras estamos oprimidas por el acento, nuestra abuela no tenía que comer, nosotros nos hemos tenido que emigrar también. Pero, ¿qué vamos a hacer con todo esto? Vamos a seguir diciendo andaluzas, levantáos, o cuál es la estrategia?
El andalucismo está borrando muchísimo las propuestas de emancipación del feminismo andaluz, que llegaron y dijeron, oye, que es que el andalucismo también es patriarcal y machista y oye que el capital y la estructura que hay norte-sur a nosotras nos está atravesando como mujeres dentro de un territorio empobrecido. Lo que ha hecho en parte con las nuevas estructuras, la cultura política; en muchos casos la ha convertido en cultura consumible. Quien está teniendo más visibilidad y más acogida en el neoandalucismo son tíos explotando la imagen de las mujeres andaluzas y su discurso.
Quizá una de las estrategias de responsabilidad que deberíamos tener como feministas andaluzas es una revolución contra la ley de extranjería
Como dices en tu libro, y siguiendo las palabras de tu admirada Gloria Anzaldúa, la posición de frontera, de norte dentro del sur y sur dentro del norte de Andalucía, puede ser un puente para otras realidades. ¿Cómo podemos utilizar los feminismos andaluces para tejer esos puentes?
Una cosa que pasa en los feminismos en Andalucía y en general es que a veces no nos podemos sentar las unas con la otras. Yo pienso que crear alianza, como dice Marijose Barrera, del Colectivo de Prostitutas de Sevilla, atravesar, es un horizonte a construir. ¿Qué horizontes tenemos? Mirarnos las unas a las otras. Es que al final muchas veces no nos miramos, sino que nos miramos el ombligo.
Por ejemplo, el feminismo andaluz no puede ser un feminismo local localizado en un sitio, tiene que ser un feminismo local dentro de ese entramado que estamos en este sistema-mundo patriarcal y capitalista. Si nosotros ya nos hemos dado cuenta de que estamos dentro de un sur, que hemos sido empobrecidas por la dinámica Norte-Sur, capitalista, patriarcal, racista, etc., pues vamos a mirar a la otra desde una mirada, llena de ternura, de empatía y de responsabilidad. Tú no puedes decir, yo soy sur y punto porque abajo está Marruecos.
Hemos puesto al Estado español con el feminismo andaluz un poco en tensión, yo creo que una propuesta es, pues intenta eso, tener responsabilidad, mirarnos con empatía y buscar estrategias de emancipación. Y yo qué sé, las jornaleras Huelva en lucha, están ahí y están bastante solas. Quizá una de las estrategias de responsabilidad que deberíamos tener como feministas andaluzas es una revolución contra la ley de extranjería, me imagino como propuesta.
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Aunque paradójico, sucede. La idea de unir luchas todavía cuesta. Se puede ser feminista y clasista. Se puede ser sindicalista y machista. Se puede ser ateo y machista.
Prefiero feminista a secas, pues para dar una connotación positiva o negativa, me imagino cientos de combinaciones (asesina y feminista, etc.).