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Extrema derecha
La guerra de Ucrania y el apoyo a la Rusia de Putin dividen a la extrema derecha
La relación con Rusia ha sido uno de los temas que más ha dividido a las derechas radicales en Europa. Dentro de ella siempre ha existido una facción más proclive a entenderse con el régimen de Vladimir Putin, y otra claramente atlantista. Estas dos visiones se plasmaban en los dos grupos de ultraderecha de la legislatura pasada. Por un lado, los Conservadores y Reformistas Europeos (ECR), grupo creado en 2009 por los Tories británicos y liderado hoy por Giorgia Meloni, con un posicionamiento claramente atlantista. Y por otro, Identidad y Democracia, donde se encontraban Marine Le Pen, Matteo Salvini o el Partido de la Libertad del holandés Geert Wilders, que tenía una posición más proclive a entenderse con Putin.
La guerra de Ucrania mitigó en un primer momento estas diferencias y algunos de los principales partidarios de acercarse a Putin como Salvini o Le Pen tuvieron que desdecirse y condenar la agresión rusa. En aquel momento, parecía que ya nadie quería ser tachado de prorruso. Sin embargo, dos años después de la invasión, la situación ha cambiado mucho y estas diferencias se han vuelto a agudizar. Con la guerra bastante encallada hay quien en la extrema derecha aboga por seguir ayudando militarmente a Ucrania y quien pretende terminar con el conflicto a toda costa, aunque ello implique una paz en condiciones muy desfavorables para los ucranianos.
Vox
Extrema derecha Vox y el último paso de la deriva Buxadé
Estas dos posiciones las encarnan los líderes de los dos principales grupos de la derecha radical. Este mismo mes de julio, mientras Meloni, presidenta de ECR, reiteraba su apoyo a Ucrania en la última cumbre de la OTAN, el primer ministro húngaro y líder del grupo Patriotas, Viktor Orban, acudía al Kremlin a reunirse con Vladimir Putin. La primera busca con su pedigrí atlantista tener cada vez más poder de decisión en las actuales estructuras de la UE, y el segundo, liderar una alternativa reaccionaria a la actual Unión Europea.
La posición respecto a Rusia es hoy el gran eje que divide a las derechas radicales europeas, en parte debido a que el Partido Popular Europeo (PPE) lo ha establecido como frontera de respetabilidad
Las diferencias entre estas dos posturas han marcado y continuarán marcando el futuro del espacio político de derecha radical. A pesar de que en los meses previos a la campaña para las elecciones europeas se habló de un posible grupo unitario de la extrema derecha, finalmente la división entre atlantistas y no atlantistas ha prevalecido, y, además, ha surgido un tercer grupo aún más radical liderado por Alternativa por Alemania (AfD).
La posición respecto a Rusia es hoy el gran eje que divide a las derechas radicales europeas, en parte debido a que el Partido Popular Europeo (PPE) lo ha establecido como frontera de respetabilidad. Ser atlantista y apoyar a Ucrania es la única línea roja que establece el PPE para sentarse a negociar, por lo que este tema cobra una importancia trascendental. No solo establece la posición internacional de un partido, sino que determina su manera de relacionarse en el seno de las instituciones europeas. Por eso, los cortejos de Marine Le Pen a Giorgia Meloni durante la campaña para unir sus fuerzas en un mismo grupo parlamentario quedaron en nada. La francesa no tiene el “sello de calidad” de potencial aliado que sí tiene la primera ministra italiana, por lo que la unión habría implicado enormes costes reputacionales para Meloni.
La gran novedad de esta legislatura es que quienes son excluidos de los principales acuerdos en la UE serán la tercera fuerza de la Eurocámara. Patriotas, el grupo creado recientemente por Viktor Orban y que agrupa a la ultraderecha más pro-Putin, será el tercero más numeroso con más de 80 diputados. Dentro de este grupo se encuentra el FPÖ austriaco, que en la última campaña a las europeas utilizó un polémico cartel electoral con una imagen de Zelenski y Von der Leyen que llamaba a “detener la locura de la UE”. Está Matteo Salvini, que en el pasado admiraba abiertamente a Putin, y hoy, aunque ha rebajado su entusiasmo hacia el ruso, es contrario al envío de armas a Ucrania. Y también se encuentran Wilders o Le Pen que también se han mostrado partidarios de detener el envío de armas. Aquí es donde también se ha integrado Vox, aunque aún no se sabe si el partido español ha pasado de su tradicional atlantismo a posturas más alineadas con las de estos partidos.
La gran novedad de esta legislatura es que quienes son excluidos de los principales acuerdos en la UE serán la tercera fuerza de la Eurocámara: Patriotas, el grupo creado recientemente por Viktor Orban y que agrupa a la ultraderecha más pro-Putin
¿Cuáles serán las consecuencias de que la tercera fuerza de la cámara europea sea contraria al apoyo militar a Ucrania? Aunque la fortaleza de este grupo es motivo suficiente de alarma y preocupación, lo cierto es que probablemente su presencia no vaya a alterar la posición europea respecto a Ucrania. La gran coalición formada por populares, socialdemócratas y liberales tiene números suficientes para salir adelante, y además podrá apoyarse en ciertos momentos tanto en los verdes como en la ultraderecha atlantista de ECR. Un equilibrio complicado, sobre todo en temas como la transición ecológica, pero que tiene posibilidades de mantenerse estable en el caso ucraniano.
Solo existe una variable que podría poner patas arriba el tablero político internacional: la victoria de Donald Trump. Si el magnate norteamericano llega a la Casa Blanca las cosas sí se pueden mover mucho en materia ucraniana. Nadie sabe a ciencia cierta hasta dónde estaría dispuesto a llegar Trump, pero sí se ha mostrado partidario en repetidas ocasiones de poner fin cuanto antes a la Guerra de Ucrania. La cuestión es que, atendiendo a las declaraciones del líder republicano, parece que su objetivo sería directamente puentear a Europa y ser él quien liderara las negociaciones junto a Putin y a Zelenski.
El tono de Trump ha sido especialmente duro con los países de la Unión Europea, a quienes ha instado a aumentar notablemente el gasto militar si quieren conservar su apoyo. El expresidente llegó a decir que no se iba a preocupar de que Rusia atacara a países que no invertían lo suficiente en defensa, además de reiterar que bajo su mandato, Estados Unidos no iba a sufragar la seguridad europea. Esta es la verdadera preocupación en el tema ucraniano, y una victoria de Trump sí que podría cambiar los equilibrios en el conflicto.
La situación dependerá mucho más de lo que ocurra en Washington que en Estrasburgo. Aunque la derecha radical más putinista haya aumentado su presencia en las instituciones, su poder en la Unión Europea todavía es limitado y no tienen capacidad de imponer sus postulados. La postura de Patriotas respecto al conflicto ucraniano probablemente cambie poco la política europea hacia Ucrania, pero sí tendrá influencia sobre otros ámbitos.
El panorama podría cambiar con una victoria de Trump: sus posiciones lo acercan al eurogrupo de extrema derecha Patriotas, que podría convertirse en el nuevo interlocutor privilegiado de la derecha de EE UU en Europa
El primero es que haya un cambio de interlocutores entre la derecha europea y estadounidense. El ala más dura de los republicanos siempre fue más cercana a ECR por su atlantismo y fue muy recelosa de Le Pen, Salvini y compañía por sus simpatías hacia Putin. Pero en este nuevo Partido Republicano tomado por el trumpismo las cosas podrían cambiar. Actualmente, las posiciones de Trump se alinean mucho más con la de Viktor Orban que con las de Meloni o las del PPE, por lo que quizás Patriotas se convierta en el nuevo interlocutor privilegiado de la derecha de EE UU en Europa.
Y el segundo es que quizás aumente la distancia entre ECR y Patriotas. En el actual contexto, donde la estrategia de ECR pasa por erigirse como un socio fiable y entrar poco a poco en los salones de decisión de Bruselas, la posición y el tono de Patriotas son difíciles de digerir para el grupo presidido por Meloni. Con el apoyo a Ucrania convertido por el PPE en condición necesaria para no ser excluido de cualquier acuerdo político, cuanto más se acerque Patriotas a Vladimir Putin más se alejará del resto de fuerzas europeas, incluida ECR.
Mientras ECR barajaba votar a favor de Von der Leyen, aunque al final lo hiciera en contra, en Patriotas figuras como Salvini tachaban la elección de la presidenta de la Comisión Europea de “golpe de Estado de los burócratas de Bruselas”. Y mientras Meloni reafirmaba su atlantismo en la cumbre del G7 del pasado mes de junio, Orban acudía un par de semanas más tarde a reunirse con Putin en el Kremlin. El contraste no puede ser más agudo entre dos familias políticas con principios parecidos, pero estrategias absolutamente diversas. La guerra de Ucrania lo complica todo más y hace que la unión de las derechas radicales en Europa esté más lejos que nunca.
La postura de las distintas derechas radicales respecto a Rusia y Ucrania seguirá siendo un tema importante en los próximos años. De momento, la consolidación de una ultraderecha más cercana a Vladimir Putin no tiene la influencia suficiente como para condicionar la política exterior europea. Pero a nivel interno, su existencia seguirá determinando la configuración de fuerzas en la Eurocámara y siendo clave en el devenir de la política europea.
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Yo no estaría tan segura de la inevitable victoria de Trump.😉
Dice ":La posición respecto a Rusia es hoy el gran eje que divide a las derechas radicales europeas". ...¿Y si eres de izquierda tienes que apoyar la política armamentística de la Unión europea, la información sesgada y manipulada sobre el conflicto ruso-ucraniano y la inevitabilidad de una debacle nuclear para jorobar a Putin y a China y mantener el poder destructivo y universal de nuestros amados y respetados Estados Unidos de América? Pues yo solo espero que Rusia gane en la guerra y en los acuerdos diplomáticos posteriores, que junto a China y los países del sur global acaben con el poder de EEUU. el imperio más asesino de la historia. China, con una filosofía tan distinta sobre cómo han de resolverse las controversias, ahora mismo, son una garantía de paz mundial. Lo que luego suceda, es el futuro lejano. Y si desear esto es dejar de ser de izquierdas y que me digan que soy de la derecha radical, pues muy bien. Llamarse de izquieras ahora empieza a ser una vergüenza.