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Energías renovables
Yolanda Tomé: “una comunidad energética tiene que significar autogestión, ciudadanía que se une”
Yolanda Tomé, junto a un grupo amplio de personas que conforman la cooperativa energética EnVerde, está desarrollando una incansable tarea de difusión de su proyecto y, desde un punto de vista más amplio, de cualquier iniciativa para empoderar a la ciudadanía en un espacio tan complejo como el sector energético. Juntos han recorrido distintas figuras jurídicas posibles, han visto de cerca cada problema y proyectan su experiencia exitosa como ejemplo para otras iniciativas similares. Tras visitar Extremadura de punta a punta, ahora también han consolidado, definitivamente, una comunidad energética en la propia capital de la región. De todo ello habla Yolanda, con la energía que desprende pero también desplegando la calma y el espacio necesarios, con El Salto Extremadura.
¿Podrías esbozar una génesis del comienzo de EnVerde?
Los orígenes se encuentran en personas que estaban muy relacionadas con el mundo del consumo de productos ecológicos, gente que ya había puesto en marcha cooperativas y que terminamos por ir confluyendo. Dado nuestro interés por el tema energético, nos juntamos y decidimos plantear esta idea en marzo de 2021, en un congreso de agroecología, y allí ver cómo reaccionaba la gente que estaba y si había interés por que fructificara el proyecto.
Supongo que en todo esto influyó ver el panorama extremeño de la energía...
¡Por supuesto!
Cuéntanos quién manda en la energía en Extremadura...
Pues, desde luego, la ciudadanía no, y aun pensando firmemente que, como bien básico, debería ser un servicio público, no creo que eso acontezca ni en la siguiente década... Ahora mismo, quien manda son las grandes compañías, básicamente Iberdrola, pero bueno, ahí tenemos a Endesa, que siendo capital público italiano no deja de ser una empresa ajena a las circunstancias de esta tierra. Son grandes compañías a las que no por el exclusivo hecho de serlo debiéramos tener en el punto de mira, pero sí porque vienen aquí a devorar lo que tenemos como materia prima.
Energías renovables
Energías Renovables Nace EnVerde, la cooperativa extremeña de energía renovable
¿Por qué subió tanto la factura de la luz?
Una de las claves es que el sistema marginal de precios que hay actualmente en España resulta terreno abonado para que, cuando convergen circunstancias como esta de dispararse el precio del gas, se monte la que se ha montado. Nos relatan que el sistema marginal de precios es incluso hasta mejor que otra fórmula, pero al final te das cuenta de que es como el timo del trilero, donde al final gana el mismo siempre, gana la compañía. Ahora se ha dado el sumatorio de un sistema perverso e indecente con una situación puntual que desencadena todo esto que estamos padeciendo.
Vuestra primera iniciativa no iba por el camino de las comunidades energéticas, ¿no?
En efecto, iba por el de constituir una comercializadora. Meses antes de la espectacular subida de precios habíamos contactado con pequeñas empresas generadoras de energía en Extremadura que nos iban a hacer una PPA, un acuerdo de compraventa por el cual nos vendían energía verde de aquí a un precio justo, un pelín siempre más bajo que en el mercado, que para eso se hacen los acuerdos. A la vez, ¿qué les proporcionábamos a esas pequeñas empresas? Cash, dinero, tener asegurados unos ingresos para poder seguir invirtiendo. El tema lo teníamos prácticamente acordado verbalmente, pero esto fue un mes antes del junio fatídico de 2021 (nosotros tuvimos la primera asamblea en mayo). Ahí teníamos a esas empresas pero, claro, en la situación que se creó ninguna compañía te iba a vender ya de fotovoltaica ―al precio razonable de la fotovoltaica― cuando les estaban pagando en el mercado a 300 o 400 euros el megavatio y ellos a nosotros nos lo tenían que vender, a lo mejor, a 20 euros.
Algo, desde las leyes del mercado, claramente insostenible...
No, es sostenible porque la energía solar es muy barata, pero empresarialmente no, e inmediatamente, con una claridad y honestidad que agradecemos, nos dijeron que no podían seguir adelante.
O sea, que vuestro shock fue, en realidad, con las leyes del mercado...
Efectivamente.
El sistema marginal de precios que hay actualmente en España resulta terreno abonado para que, cuando convergen circunstancias como esta de dispararse el precio del gas, se monte la que se ha montado
¿Podemos firmar que lo que hubo, entonces, fue un contraataque del oligopolio energético con sus ofertas?
Las grandes empresas, que son comercializadoras pero son generadoras también de energía, como ganan tanto con la generación se permiten el lujo de sacar al mercado propuestas de contrato bajísimas comparadas con el precio que marca el Estado. Estamos entonces en un sistema en el que el Estado te marca los precios y, además, unos periodos valle, punta y llano, un sistema que hace que el precio sea más caro en punta para que la gente no consuma y, así, no entre la tecnología del gas y, sin embargo, permite que en el mercado libre las empresas saquen tarifas planas que crean usuarios irresponsables, en el sentido de que no tienen que preocuparse de a qué horas consumen. Observamos ahí un doble castigo a las personas y empresas que no están en el pool. Las pequeñas comercializadoras o las cooperativas se ven obligadas a tener unos precios elevados de la luz y, además, a ver como se mantiene una franja horaria mientras las grandes empresas se permiten grandes ofertas y, además, en tarifa plana plana.
Todo esto lleva una complicación administrativa que no es trivial y que, al principio, necesariamente buscarais aliados... ¿Qué alianzas trabasteis?
2021 lo dedicamos a generar estructura interna y esa red de apoyo de la que hablas, que creemos que es lo que más nos fortalece ahora mismo. Disponemos de respaldo internacional porque estamos en RESCOOP, pero aquí tenemos acuerdos de colaboración con otra cooperativa, GoiEner, que lleva años en el mercado de la Comunidad Autónoma Vasca y de Navarra, y luego en Extremadura con la Unión de Cooperativas Extremeñas de Trabajo Asociado (UCETA), o con Fundación ATABAL ―que trabaja en el ámbito de la cooperación, el desarrollo, y además que hacen cosas también sobre sostenibilidad― que nos apoya y asesora. También hemos establecido, necesariamente, relación con la Administración autonómica. De hecho, estamos llevando a cabo un proyecto europeo que se basa en crear una solución adaptada a Extremadura para difundir y divulgar lo que es y significa una comunidad energética.
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¿Y es entonces, tras este rápido periplo por las leyes del mercado, cuando llegamos a las comunidades energéticas?
Sí. El primer año ya vimos que la viabilidad de una comercializadora era poco menos que imposible. Nuestro objetivo era conseguir 400 contratos en el primer ejercicio, todo con la inestimable ayuda de GoiEner. Esos contratos nos permitirían, también, soportar al menos un indispensable puesto de trabajo porque todo no se podía sostener desde el activismo. Al mes, vino el alza de precios y certificamos que en esa dirección, por todo lo expuesto anteriormente, no había salida.
El primer año ya vimos que la viabilidad de una comercializadora era poco menos que imposible [...] vino el alza de precios y certificamos que en esa dirección, por todo lo expuesto anteriormente, no había salida.
Al menos lo pudisteis ver claro pronto y obrar en consecuencia.
Al mes, ya te digo, llegó la subida de precios. Y lo cierto es que sí se hicieron contratos, y a buen ritmo, pero convinimos en que tampoco, a la luz de los acontecimientos, compensaba echar mucho esfuerzo en intentar conseguir que la gente se uniera a la comercializadora. En Extremadura esa vía estaba cerrada. Fue en ese momento cuando nos interrogamos acerca de cómo ―desde nuestros principios de comunidad y solidaridad― podíamos seguir, y lo tuvimos claro: con las comunidades energéticas. Vimos lo obvio, que aquí hay sol de sobra, y nos propusimos unir a la gente para que el aprovechamiento de esa fuente de energía resultara, compartida, mucho más barata.
Centrémonos, viendo que es donde estáis echando el máximo esfuerzo, en las comunidades energéticas; cuéntanos qué son y cómo funcionan.
En realidad son algo con mimbres muy sencillos: un grupo de personas, acompañadas en muchos casos de entidades locales y pequeñas y medianas empresas, constituidas legalmente en forma cooperativa para producir, gestionar y consumir su propia energía renovable en el ámbito local. Hay que aclarar que la energía puede ser de cualquier tipo, no exclusivamente electricidad, por más que esta sea la actividad más conocida.
Basándonos en la descentralización y en la democracia participativa, están demostrando que se puede cambiar el sistema energético, dejando de depender de las multinacionales y recuperando el poder para las personas en la lucha contra la crisis climática. Ahora bien, hay dos requisitos para constituir una comunidad energética: que su finalidad sea exclusivamente la de proporcionar beneficios económicos, sociales y medioambientales a las personas socias y al territorio, y que sea una entidad jurídica con gobernanza democrática. Conviene subrayar que no solo gestionan su energía renovable mediante autoconsumo eficiente, también abaratan el recibo de la luz o pueden prestar servicios de eficiencia energética.
¿Qué tamaño debe tener una comunidad energética?
No hay una límite en el número de personas o viviendas participantes en las comunidades energéticas de ámbito local. Sí que encontramos requisitos impuestos desde la legalidad vigente, como que las viviendas que formen parte de la comunidad han de estar dentro de un radio de dos kilómetros desde el punto de generación de energía y que este tenga instalada una potencia nominal máxima de 100 kilovatios, pero no hay un límite de puntos de generación.
Vimos lo obvio, que aquí hay sol de sobra, y nos propusimos unir a la gente para que el aprovechamiento de esa fuente de energía resultara, compartida, mucho más barata
¿Qué se necesita para crearla?
Gente con ganas de desenchufarse de las grandes compañías y consciente de que se pueden aprovechar los cambios legislativos y administrativos actuales para tener en sus manos un bien básico como la energía. Los trámites legales ya son otra cosa. Hay que crear una entidad jurídica (hay distintas fórmulas que incluyen, claro, la cooperativa), elaborar estatutos y detallar objetivos; realizar un estudio sobre el consumo de las personas asociadas; buscar los lugares donde ubicar los puntos de generación (tejados o superficies similares si es fotovoltaica, por ejemplo) y el caballo de batalla de siempre: encontrar apoyos para financiar la constitución de la propia comunidad y las instalaciones generadoras necesarias. Por complejo que parezca (trabajoso es un rato, eso sí), no lo es tanto, y desde nuestra parte facilitamos ese acompañamiento.
¿Es calculable el ahorro que supone para sus miembros? ¿Y las emisiones reducidas?
Sí, siempre. El ahorro se produce tanto en las facturas de la luz como en los costes de la instalación de generación de energía y en los gastos de petición de subvenciones y de mantenimiento de la instalación. Por ejemplo, en el caso de la instalaciones fotovoltaicas, siendo colectiva y del tamaño máximo permitido, puede suponer un ahorro del 30-40% frente a la “clásica” instalación individual en el tejado; sin olvidar que muchas viviendas, por una causa o por otra, no disponen del acceso a una cubierta apropiada.
No consiste esto únicamente en autoconsumo colectivo, no va de placas, es ciudadanía que se une porque quiere tener en sus manos cualquier aspecto relacionado con la energía limpia
Además, con nuestra ayuda técnica se aprende a cuantificar las necesidades energéticas actuales y futuras, se dimensionan los kilovatios necesarios y, partiendo de eso, enseñamos a hacer un cálculo del ahorro anual y de emisiones.
Luego, con todo en marcha, ofrecemos talleres relacionados con el uso de la energía en la vida cotidiana y la eficiencia energética. Es central que la gente aprenda para que luego tome decisiones.
¿Cuánto tarda en empezar a funcionar una comunidad energética?
El tiempo de creación es muy variable y depende, cómo no, de la experiencia organizativa de quienes impulsan el proyecto, del tipo de fórmula jurídica elegida, del acceso a cubiertas interesantes para las instalaciones fotovoltaicas (en ese caso concreto, que insisto que no necesariamente es el único posible), del permiso que tengan que dar las empresas distribuidoras para la puesta en funcionamiento de la instalación, etcétera.
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En vuestro caso, y por todo lo conversado, el enfoque de comunidad energética es amplio ¿no?
Efectivamente. Ya he esbozado antes que no consiste esto únicamente en autoconsumo colectivo, no va de placas, es ciudadanía que se une porque quiere tener en sus manos cualquier aspecto relacionado con la energía limpia renovable. Entre los proyectos posibles, hoy, los más usuales son los fotovoltaicos, también por estar donde estamos, pero también existen otros, por ejemplo en zonas urbanas, relacionados con la movilidad compartida, la eficiencia energética... Es más, una comunidad energética no tiene por qué tener ni autoconsumo colectivo.
El problema más serio a enfrentar por una comunidad energética es la intromisión de empresas que están detectando aquí su nicho de negocio. Cada vez que se habla de energía aparece alguien que quiere hacer, ahí, dinero
La gente se puede unir, como por ejemplo en Montánchez (localidad de la provincia de Cáceres), para instalar una máquina que utilice los restos de podas y generar pellets. Una máquina colectiva para aprovechar un recurso que, por normativa, ahora mismo no se puede quemar. Los recursos energéticos no solamente están en la electricidad; está también lo que antes hemos comentado, por ejemplo, de la movilidad compartida. Todo es algo más complejo en el medio rural, pero ahí está el desarrollo posible de tantos proyectos como la comunidad quiera. No hay veto que no sea ecológico; como si mañana sale otra tecnología y se implementa, pero es cierto que todo el mundo lo asocia a las placas porque es lo más sencillo, lo más económico y lo más fácil y más rápido de hacer.
¿Qué problemas pueden ser los principales a encarar como comunidad energética?
El problema más serio a enfrentar por una comunidad energética es la intromisión de empresas que están detectando aquí su nicho de negocio. Cada vez que se habla de energía aparece alguien que quiere hacer, ahí, dinero. Ahora las comunidades energéticas son la moda y se están metiendo determinadas firmas en el sector sin darse cuenta, sin entender, que esto no es una empresa; hay que hacer comprender a todo el mundo que una comunidad energética tiene que significar autogestión. ciudadanía que se une.
Lo que no puede ser es que desde determinadas compañías se intente mudar aquí su objeto de negocio y especulación... Y la energía no puede ser objeto de ninguna de las dos cosas. La energía es un bien común. En ese sentido, cada comunidad emergente tiene que dar el paso y, también, utilizar parte de su tiempo en generar esa comunidad humana indispensable. Si no, esto termina por ser un negocio que te coloca unas placas y ya está. Y eso no es una comunidad energética, ni un grupo humano asambleario. Lo que intentamos va más allá.
Ahora estáis muy intensamente dedicados, además de a tareas de extensión por Extremadura, a la ciudad de Mérida...
Es que cuesta trabar organizativamente la relación entre gente diferente de tres puntos distintos de Mérida (han resultado necesarias tres zonas por lo comentado antes del radio de generación) para poner en común un proyecto. Lo interesante es que, lo que aquí aprendamos y lo que de aquí salga, queremos replicarlo en otras ciudades de Extremadura.
En el mundo rural nosotras promovemos que se creen figuras jurídicas propias y en el urbano creamos secciones de EnVerde que aprovechen los recursos, las figuras jurídicas preexistentes
Desde EnVerde caracterizamos de un modo diferente los proyectos en áreas rurales y urbanas. Entendemos que en el mundo rural la comunidad energética tiene que ser autónoma y se tiene que gestionar en ese ámbito municipal, pero sí que es cierto que, en el marco urbano, donde la gente no se conoce tanto, donde a lo mejor están en barrios diferentes, estar bajo el paraguas ―como sucede en Mérida― de EnVerde garantiza la estructura. En el mundo rural nosotras promovemos que se creen figuras jurídicas propias y en el urbano creamos secciones de EnVerde que aprovechen los recursos, las figuras jurídicas preexistentes. En el espacio rural nuestra apuesta es la de su autoorganización, desvinculada y con autonomía propia. Sin embargo, en Mérida y por lo ya dicho, al final por una lógica de economía de esfuerzo, lo hemos vinculado a EnVerde bajo la fórmula de una sección de la propia cooperativa.
¿Sabéis cuántas comunidades energéticas hay en la región?
No sabemos de la existencia de ningún censo, podemos hablar de nuestro caso. Desde EnVerde estamos en proceso de acompañamiento de 5 comunidades energéticas en su etapa final y otras 4 en fase inicial. De todas maneras, en Extremadura, donde se produce cuatro veces más energía de la que se consume, es indispensable una transición energética basada en las personas, en las necesidades del vecindario, y hacerla en base a unos principios y valores relacionados con la cohesión social, el equilibrio territorial y la garantía de acceso a la energía verde para todos los colectivos. Esto, aquí, tiene que funcionar.
Volviendo a Mérida, menudo capital simbólico que tiene, entonces, lograr ―como habéis hecho― que lo de allí funcione...
¡Vaya que sí!
Sonríes abiertamente cuando lo dices...
Será que sonríe el optimismo de la voluntad. A pesar de que esta siendo muy duro todo ―y muy trabajado― está funcionando bien y queremos que Mérida sea ejemplo para el resto de ciudades. Y lo vamos a lograr.