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Elecciones Catalunya 21-D
Elecciones atípicas para una situación atípica
Catalunya se despierta en una extraña jornada laboral con elecciones de por medio. Las elecciones del 155. Las de Soraya y Rajoy.
Más que nunca se escucha hablar de política en la calle tras la campaña electoral con menos política de toda la historia reciente. Que si no podemos permitir que nos pisen, que si aquél es un cobarde, que si lellamandemocraciaynoloes, que si “muy ilegales las ven pero bien que se presentan”.
La contienda electoral rebasa los partidos convencionales. Todo el mundo hace esfuerzos por convencer a unos y otros. Sobre todo en esos denominados barrios charnegos, convertidos por unos y otros en el instrumentado target electoral. Carteles pegados con cinta adhesiva en las farolas, las basuras o hasta en la puerta del súper. Todo vale.
Fotos de Arrimadas pegadas con celo. Debajo, la contra-réplica: “¿Estás seguro que Ciudadanos te representa?”, apunta una fotocopia en blanco y negro con recortes de prensa con las políticas liberales apoyadas por los naranjas.
Banderas españolas con un “Sí a España” han llenado muchos barrios en jornada de reflexión. A pocos metros alguien ha colgado decenas de fotos de las agresiones policiales del 1 de octubre: “Es esto lo que quieres?”. Otro cartel pregunta, “¿Tienes frío?” y recuerda las leyes sociales tumbadas por el Constitucional ante la coletilla “a ver si vas a querer la República y no lo sabes”.
Alguien indignado ha pintado un tag con un “independentistas, sionistas de mierda”. Lazos amarillos pintados en el suelo han sido tuneados en banderas rojigualdas por sprays españolistas. Un cartel con la cara de Dante Fachin reza “el 21D, pegale un zasca a Rajoy”.
Un cartel de Esquerra arrancado junto a un “Vota MDMA”. Otro de Ciutadans con Aznar diciéndonos “ahora sí vamos a votar”. “Vota las Tortugas Ninja” reza un cartel tuneado del partido naranja.
Alguien le ha pintado un bigotito y un flequillo a Iceta junto a un inequívoco 155.
En esta campaña más propia de Sálvame Deluxe que de unas elecciones normales, los partidos apenas razonan, pero las calles parece que no se callan. Los debates televisivos se convirtieron en ensordecedores gallineros. Las calles se han convertido en coloridas ágoras. No queda claro si predicando en el desierto.
Soraya jactándose de haber descabezado a los líderes de los partidos independentistas. Y lanzándole un beso envenenado a Montesquieu con lengua. Y reconociendo, implícitamente, que en estas elecciones alguien ha jugado con ventaja. Atípicos, sin duda, son debates televisivos con el tercero de la lista o mítines por skype o con cartas talegueras en plena campaña.
Y luego está la pelea por el amarillo. La Junta Electoral Central ha decretado ilegal el pantone. La misma Junta que ha sancionado a TV3 por hablar de la manifestación de Bruselas pero que ha aplaudido a TVE por negarse a emitir el anuncio de campaña de las CUP que pedía libertad para los presos.
El amarillo se ha prohibido. Por ser el color de los lazos que piden la libertad de los jordis y los consellers presos. Y así, ha prohibido luces amarillas en las fuentes, carteles amarillos en los edificios públicos e incluso se ha censurado la vestimenta amarilla a todo aquél que esté en una mesa electoral en el día de hoy. La Junta todavía no se ha mojado sobre si los votantes tienen el derecho de ir vestidos de amarillo, verde o naranja boniato, pero ha indicado que los presidentes de mesa pueden tomarse la potestad de parar las votaciones si alguien aparece con los gallumbos color piolín. Bueno, si son de piolín no sé si se decretaran ilegales o tendremos que darle un aplauso. Pero ya ven por dónde voy.
Como respuesta, los CDR, ese movimiento de base surgido tras el referéndum con 260 asambleas alrededor de Catalunya, han montado campañas para teñir de amarillo el país entero. Lazos amarillos en las farolas, huellas amarillas por el suelo, tags amarillos en las paredes. Dandole trabajo a las brigadas de limpieza y a grupos de españolazos hiperventilados que se han dedicado a arrancar todo lo amarillo que veían. Algunos de forma organizada bajo el sello de Levántate. Escuadrones encargados de vaciar las calles de amarillo y, en algunos casos, reemplazarlo por carteles firmados con un “viva el orden y la ley”. ¡Ar!
Todo mientras descubrimos, por boca de Margallo en sede parlamentaria, que España envió tropas a Letonia para comprar su silencio sobre el proceso catalán. Y sin pasar por el Congreso. No fos cas. Lo divertido es que el ejército español se mandó ante la frontera rusa. Debían de estar ahí todos los bots indepes. Es el primero de esos “favores” que se deben que ya nos dijo el exministro hace unos meses. A saber lo que nos ha costado, a todos, el resto. Tampoco sabemos si la espectacular campaña mediática lanzada por la Brunete, con El País a la cabeza, forma parte de ese paquete de favores que dice Margallo que se deben. Veremos.
Pero nada. El día ya está aquí. La bocanada de aire que dio a Rajoy la convocatoria apresurada de elecciones para amortiguar el martillo del 155 está extinguiendo sus últimas reservas.
Han pasado casi dos meses del 155 y, por mucho que aquellos que anunciaron la república se derritieran cuando tocaba consumarla, los miles de catalanes que salieron a defender ese 1 de octubre todavía no han colgado un retrato de Felipe VI a la puerta de su casa. La desinfección de la que hablaba Borrell lleva su tiempo, supongo.
A partir de mañana el follón volverá a estar encima de la mesa. Y todo apunta a que con un parlamento aún más difícil de gobernar, si cabe, del que había hasta ahora. Y se pondrá a prueba definitivamente el alcance y éxito del 155.
Un 155 cuyos ecos se han llevado por delante esta semana a los presupuestos madrileños, regalando a Soraya y Montoro una cabeza más a su colección, y que tiene riesgo de ir testeando sus límites en los próximos meses.
Y la primera prueba de fuego es hoy en Catalunya.
Hoy la partida se juega en el área metropolitana de Barcelona, donde se deberá calibrar el alcance del ascenso naranja que todos vaticinan, pero, sobre todo, en el resto de demarcaciones, donde la ley de Hondt puede cambiar el signo del futuro Parlamento por el canto de un duro. Especialmente dura puede ser la lucha por los últimos escaños en lugares como Tarragona o Lleida, donde un puñado de votos pueden decantar el color de las sillas. Y saltar de las CUP al PP o de Ciutadans a Comunes o viceversa. Y, en definitiva, decantar el futuro de este terreno en tensa disputa.
Porque aquí hemos abandonado la política para pasar a vender esto como si de un partido de futbol se tratase. Con vencedores y vencidos. Y el que marca más goles gana. Este partido, lo vamos a ganar, gritaban en los mítines de Ciudadanos.
Y marcar más goles es ser la lista más votada. Aunque luego no puedas sumar con nadie para hacer gobierno. Es igual. Ya llorarás. De las siete candidaturas con opción de entrar en el parlament, hay cinco en que su cabeza de lista se ha vendido como president. Puigdemont, Junqueras, Arrimadas, Iceta y Domenech. Nada más. Albiol no llegó a tanto: se vendió como vicepresidente de Arrimadas. Que le haría ilusión y tal. Se lo ha pedido a Soraya para reyes, quizás.
Y como esta ha sido una campaña sin propuestas y tristemente vacía de contenido, tenemos todavía las grandes preguntas en el tintero.
¿El 155 hasta cuándo? Si esto no suma, no sale como Moncloa esperaba o, simplemente, no gusta en calle Génova, ¿qué? ¿
Repetiremos hasta que salga lo que les guste, como apuntaba Albiol, o habrá, por fin, algún gesto?
Y, del otro lado, si los del Govern, vuelven a ser Govern, ¿qué?
¿Dónde quedará lo del 27O? ¿Habrá o no habrá república, o esta quedará en el limbo indefinidamente?
Tras dos semanas de ensordecedora campaña seguimos sin saber cuáles son las respuestas. Hoy, y mañana, más ruido.
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Catalunya liberennós del R78 y háganló caer, por favor !, gracies.
Pase lo que pase, millones de catalanes sois mis héroes. Gracias.
Volvía de votar esta mañana y me encuentro a dos vecinos de la calle, uno explicándola al otro que el PP y el PSOE miran mucho por el País Vasco y que a ellos -los vascos- los cuidan (!!!!) que en Catalunya deberían hacer lo mismo. ¿Que los ppsoeros cuidan a los vascos? ¿Cuándo apéndices genitales NOS ha cuidado esa gentuza? Me he aguantado la risa hasta varias decenas de metros. Hay que ver lo manipulable y engañable que es el elector común.