El Salvador
Morir por calor y pesticidas en El Salvador

Investigadores estudian desde hace tres décadas la alta incidencia de la insuficiencia renal en la población de El Salvador. Los enfermos son muy jóvenes y la enfermedad no se debe a causas tradicionales.
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22 ene 2023 06:00

El Bajo Lempa es una región de El Salvador, en América Central, ubicada en una fértil planicie costera. Se encuentra a medio camino entre el asfalto de la Carretera Litoral y las aguas azules del océano Pacífico. Aquí, el río más caudaloso del país —el río Lempa— abraza el mar, y mezcla sus aguas dulces con las del océano, en una sucesión de caletas y sinuosos bosques de manglares alérgicos a las líneas rectas. Gracias a la proximidad del río, el Bajo Lempa es un hábitat ideal para una infinidad de especies de aves, peces y zancudos. Aunque sobre todo, tiene uno de los suelos más fértiles de El Salvador.

La economía de la región está basada en la exportación de la caña de azúcar. Pese a su pequeño tamaño, El Salvador es uno de los mayores exportadores de azúcar en el mundo. Según la Asociación de Azucareros, la agroindustria salvadoreña posee alrededor de 81 mil hectáreas cultivadas de caña de azúcar. Y en los últimos años se ha registrado un crecimiento acelerado en la superficie destinada a este cultivo: entre 2006 y 2016 el número de manzanas ocupadas por el monocultivo pasó de 57.400 mil hectáreas a 81.200 mil hectáreas. Con evidentes repercusiones en la pérdida de diversos servicios ecosistémicos (fertilidad de los suelos, protección de los manglares contra las inundaciones, hábitats de especies silvestres y acuáticas).

La industria azucarera contribuye al 2.8% del producto interno bruto (PIB) y genera el 4% de las exportaciones, según investigaciones de la Universidad de El Salvador. Gran parte de esta ganancia se la llevan los ingenios locales. La mayoría de la población de Bajo Lempa se dedica a los cultivos de subsistencia. Para buscar ingresos alternativos muchos hombres se emplean como mano de obra estacional en las plantaciones, y más del 50% de la población vive en situación de pobreza. Las condiciones de las viviendas son precarias, los servicios de salud, junto con la educación, las infraestructuras, el agua potable, la recolección de basura, las comunicaciones y la energía, son de muy baja calidad.

José Moritz Cruz Pérez tiene 58 años y vive en el cantón San Carlos Lempa, cerca del río Lempa. Se mudó aquí en 1993, poco después que los Acuerdo de Paz pusieran fin a una sangrienta guerra civil que mató a más de 75 mil personas, muchas de ellas civiles. José es ex guerrillero del FMLN, el partido político de izquierda que aglutinó las cinco organizaciones guerrilleras que participaron en el conflicto. Como muchos otros en el Bajo Lempa, José es beneficiario del Programa de Transferencia de Tierra (PTT), un proyecto de repartición de tierras a los excombatientes.

En sus cuatro manzanas (una manzana corresponden aproximadamente a 0,7 hectáreas) José cultiva árboles de marañón, plátano y mango. Trabaja la tierra junto con su esposa, porque los niños ahora son mayores y “tienen su propia vida”. La cosecha la vende a un coyote, es decir un intermediario que compra los vegetales de pequeños productores y los vende a precios más altos en el mercado. Normalmente son personas que tienen pickup y pueden manejar en los caminos ásperos de la zona. Hace diez años, a José le diagnosticaron un grave problema de salud que hasta hoy, durante largos periodos, le impide trabajar.

Según un estudio de 2009 la insuficiencia renal crónica ha sido la principal causa de muerte hospitalaria en la población adulta del país

En 2012, tras un control médico, descubrió que padecía de insuficiencia renal crónica. Esta enfermedad es una verdadera plaga en el país. Según un estudio de 2009 la insuficiencia renal crónica ha sido la principal causa de muerte hospitalaria en la población adulta del país, la segunda causa de mortalidad en toda la población masculina y la quinta causa de muerte en personas mayores de 18 años. Sin embargo, lo más destacado es que muchos de los pacientes renales salvadoreños son muy jóvenes, y la enfermedad no se debe a causas tradicionales.

Para entender de qué estamos hablando, demos un paso atrás. La insuficiencia renal crónica consiste en el deterioro progresivo e irreversible de la función renal. Sus síntomas se desarrollan lentamente, y los factores de riesgo tradicionales son la diabetes, la hipertensión arterial, la obesidad, la inflamación de los filtros sanguíneos (glomérulos) y sobre todo el envejecimiento. Por lo general, la enfermedad predomina en personas mayores de 60 años. Para dar una idea, se estima que en España entre los sujetos de 18-44 años hay un 4,8% de personas con insuficiencia renal crónica; este porcentaje se dispara hasta 37,3% en los mayores de 65 años.

Cuando José contrajo esta patología tenía 48 años, y no presentaba ninguno de los factores de riesgo tradicionales. Y él no ha sido el único. La enfermedad renal crónica por causa no tradicional (ERCnt) está matando a miles de personas en su comunidad. Y no solo en ella: desde la década de 1990, decenas de miles de personas en América Central, el sur de Asia (India y Sri Lanka) y África (Egipto y Argelia) han perdido la vida a causa de ERCnt. Los altos números son comparables a los de una epidemia. Una plaga que está desconcertando a los médicos y acabando con familias enteras.

El Salvador
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En El Salvador, el presidente Nayib Bukele ha alcanzado una inédita configuración institucional con la que consiguió concentrar todos los poderes en sus manos. El pasado martes 21 de junio, se prorrogó por un cuarto periodo de 30 días un amplio régimen de excepción, que suspende los derechos fundamentales de los salvadoreños y permite masivas detenciones arbitrarias y extrajudiciales, que ya alcanzan las 35.000 en dos meses.

Los hombres jóvenes que viven en comunidades agrícolas suelen ser los sujetos más vulnerables, sin embargo, la enfermedad también se ha encontrado en mujeres y entre otros tipos de trabajadores. No se conoce el número exacto de muertes, pero las estimaciones hablan de al menos diez mil fallecidos, y este número podría estar subestimado porque muchos pacientes prefieren fallecer en sus casas y por eso no se registran en los sistemas de vigilancia hospitalarios. En lugares donde la enfermedad es endémica, como la región del Bajo Lempa, se estima que las tasas de mortalidad llegan a ser hasta 10 veces superiores a las de otros países latinoamericanos, y hasta 30 veces superiores a las que normalmente se presentan en varones adultos.

Los científicos llevan 20 años investigando la causa de esta epidemia, y cómo se desarrolla la enfermedad renal crónica de causa no tradicional. En general la literatura científica apunta a dos factores. El primero sugiere que el detonante sea un agente tóxico, pesticidas o metales pesados; el segundo propone que el principal factor de riesgo sea la deshidratación a la que están sometidos los trabajadores, amplificada por brutales condiciones laborales y olas de calor cada vez más extremas. De toda forma, todavía existe una discusión abierta sobre sus posibles causas. Muchos investigadores sugieren que la enfermedad sea multicausal y pueda surgir del efecto sinérgico de dos o más factores. Sin embargo, el debate sigue sin resolverse.

Todo empezó así

En 1995, el nefrólogo Ramón García-Trabanino estaba terminando sus estudios de medicina en el Hospital Nacional Rosales de San Salvador, el principal hospital público del país, cuando le llamó la atención que la estructura se estaba inundando de enfermos renales. “Era obvio que algo pasaba porque había un mar de pacientes, y los que morían eran reemplazados por otra oleada de enfermos renales” cuenta el nefrólogo. “Uno de mis profesores, el doctor Raul Aguilar Clará, me dijo que dejara de hacer preguntas incómodas porque nadie tenía la respuesta, y que él me iba a enseñar a responder yo mismo a mis preguntas. Y me enseñó el método científico, o sea cómo hacer el protocolo de un estudio”.

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En octubre de 2022 la tormenta Julia ha dañado los cultivos y los campos utilizados para la ganadería en Bajo Lempa.

Así fue que en 1999 Trabanino, junto con otros colegas, publicó el primer estudio transversal sobre la epidemia de ERCnt. Lo que hizo fue fotografiar la situación clínica, demográfica y laboral de los enfermos renales del hospital Rosales. De los 205 pacientes entrevistados, el 67% no presentaba ningún factor de riesgo tradicional. La mayoría de ellos eran hombres, agricultores, habitantes de zonas costeras, que anteriormente habían estado expuestos, sin protección, a insecticidas o plaguicidas agrícolas por razones laborales. Por lo tanto, en las conclusiones del estudio, se sospechaba una relación entre la ERCnt y la exposición laboral a insecticidas o plaguicidas.

Según la Organización Panamericana de la Salud, a fines del siglo XX la región de Centro América tenía el uso per cápita más alto de pesticidas de cualquier parte del mundo. Un diagnóstico de la asociación ACAFREMIN demuestra que la importación de plaguicidas en El Salvador se ha triplicado en los últimos veinte años. En 2016 el tema ha sido el objeto de un informe de la Procuraduría para la Defensa de los Derechos Humanos, en el que se escribió que el uso indiscriminado de agroquímicos ha generado transgresiones a los derechos humanos y efectos negativos para la salud humana y el medioambiente. En el informe se recomienda que las autoridades deberían respetar los principios de precaución y prevención, con el fin de evitar consecuencias impactantes.

En Bajo Lempa es frecuente el uso de la técnica de fumigación aérea para regar los cultivos, con productos químicos que caen indiscriminadamente sobre casas y cultivos particulares. En algunos estudios también se observó que las condiciones de almacenamiento y venta de estos productos carecían de las medidas de bioseguridad adecuadas. Emmanuel Jarquin Romero, experto en seguridad y salud ocupacional y presidente de la Agencia para el Desarrollo y la Salud Agropecuaria, explica que por razones agronómicas los tres agroquímicos más importados en El Salvador son, en orden de importación, el 2-4D, el paraquat y el glifosato. 

Así las cosas, el paraquat ha sido prohibido en docenas de países debido a su toxicidad aguda para los pulmones, el hígado y los riñones; además, alrededor del uso del glifosato y del 2-4 D existen decisiones de la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer (IARC) que han considerado ambos como probablemente cancerígenos. “De toda forma hay muchas más moléculas prohibidas importadas a través de los tiempos” afirma Jarquin. “Regulaciones sobre uso de agroquímicos existen en El Salvador, pero hay que ser realista. El problema es que son alternativas de bajo costo, y por eso los agricultores están dispuestos a comprarlas” sostiene Jarquin.

El estudio de 2002 del nefrólogo Trabanino llamó la atención de las autoridades nacionales salvadoreñas. Con este trabajo el doctor y su equipo ganan el Premio Nacional de Investigación Médica. “La noticia se publica en los diarios locales. Pero de allí no pasó nada más, nada cambió. La gente seguía muriendo y se seguía ofreciendo a los pacientes renales técnicas anticuadas, o sea la diálisis peritoneal intermitente con catéter rígido” explica Trabanino.

Hoy en día, los únicos tratamientos de los pacientes con insuficiencia renal crónica son el trasplante renal y la diálisis. En El Salvador ambos servicios se pueden conseguir solo en San Miguel y en San Salvador, a 75 y 90 km de distancia respectivamente de Bajo Lempa. Hay dos tipos de diálisis: la hemodiálisis, que requiere una máquina costosa para eliminar las toxinas de la sangre, y la diálisis peritoneal. En este último caso, se inserta un tubo rígido en el abdomen de los pacientes, inundándole con un líquido que se usa para absorber las toxinas que los riñones dañados ya no pueden absorber. Para ser efectivo este proceso tendría que hacerse diariamente, pero debido a la enorme demanda los pacientes del Hospital Rosales recibían solo un tratamiento a la semana. Y lo más importante es que cada vez que regresaban se les tenía que colocar un nuevo catéter, con el peligro de infección. “La tasa de mortalidad fue muy alta, y muy pocos pacientes sobrevivían” explica Trabanino.

La consecuencia es que los pacientes tenían miedo a los tratamientos y a los nefrólogos. “Los médicos quieren que yo me haga la diálisis pero mientras la enfermedad no me domina yo no me la hago” afirma José Moritz. A cada palabra José salta y se mueve inquieto en la hamaca donde está acostado. Es evidente que hablar lo cansa. Revela que si lo hubieran entrevistado unos días antes, su estado de salud no le habría permitido sostener ni cinco minutos de conversación

“No tengo muchos dolores físicos. Lo que siento es debilidad, debilidad de hablar, de andar caminando. El doctor dijo que si no mejoro tengo que ir al hospital. También me observaron quistes en ambos riñones que podrían ser tumores. El doctor se ofreció a extirparme un riñón, pero automáticamente tendría que someterme a diálisis. Siempre voy a llegar al mismo punto. Yo sé que el riñón ya está dañado. N'ombre, mientras se puede hacer algo, bueno. Si no se puede, ya. La naturaleza se encarga de uno”.

En 2004 el doctor García-Trabanino empieza a atender de forma voluntaria a los pacientes renales, en conjunto con el Fondo Social de Emergencia para la Salud, un fondo solidario que se creó para mejorar la salud de las comunidades de Tierra Blanca en Bajo Lempa. En este marco, al año siguiente, en 2005, se publica un estudio en el que se compara la prevalencia de ERCnt entre comunidades agrícolas con características demográficas y laborales similares (educación, trabajo, exposición sin protección a agroquímicos) pero con una diferencia: la primera comunidad estaba ubicada en la zona costera, y la otra en el norte, a una altura de 500 metros sobre el nivel del mar. Los resultados del estudio añaden una pieza clave para entender la epidemia. Se pudo observar una prevalencia de casos de ERCnt “anormalmente alta” en los pacientes de la zona costera, un área con un clima mucho más caliente de la del norte. Se trataba, pues, de un estudio muy sencillo, pero que sirvió para entender que la exposición a los pesticidas no es el único factor condicionante de la ERCnt. 

Una primavera científica

Después del estudio de 2005, aumenta el interés científico sobre la epidemia. En otros países se detectan casos similares a los de El Salvador. En Nicaragua, los primeros reportes de ERCnt provienen de trabajadores de un ingenio de azúcar en la costa del país. En Sri Lanka, y también India y Egipto, se constatan casos de insuficiencia renal crónica muy similares a los encontrados en América Central. Todas las localidades donde aparece la enfermedad comparten dos características: tienen condiciones climáticas tropicales similares a las de El Salvador, y son zonas agrícolas donde se utilizan pesticidas de manera masiva.

En 2009 algo parece cambiar. Tras veinte años de gobiernos conservadores, durante la elección presidencial, la población salvadoreña elige por primera vez un presidente del FMLN. La nueva Ministra de Salud, Dra. María Isabel Rodríguez, designa equipo de expertos para investigar la enfermedad. Y al cabo de unos años se publicó el mayor estudio transversal sobre ERCnt realizado hasta esa fecha: el proyecto “Nefrolempa”.

Nefrolempa analiza los factores causales de la enfermedad renal en 775 personas residentes en el Bajo Lempa, es decir cerca del 83% de la población total de la región. El equipo de expertos que realiza el estudio incluye al nefrólogo Carlos Manuel Orantes Navarro. “Con la investigación dirigida por la exministra Isabel Rodríguez, trabajamos sobre la base de no excluir ninguna causa” explica el doctor Orantes. Las conclusiones del estudio confirman las hipótesis ya planteadas en 2002, o sea que no se pueden descartar los efectos ambientales de algunos agroquímicos.

Pero, más allá de los resultados científicos, la consecuencia más importante de Nefrolempa ha sido generar interés en el ámbito político. En 2013, el Consejo de Ministros de Salud de Centroamérica (COMISCA) reconoció la existencia de la “Enfermedad Renal Túbulo Intersticial Crónica de Centroamérica”, firmando la Declaración de San Salvador en la que los países reconocieron el problema de la salud y acordaron fortalecer la respuesta a la epidemia en toda la región. El ERCnt llega por fin al ojo de la atención pública, y aumenta también el interés de varios medios de impacto internacional. Se publican artículos en CNN, The Guardian, Daily Mail, New York Times, NBC y Science, entre otros. “Hubo una verdadera primavera científica y social” comenta Orantes.

Mientras tanto, la hipótesis de la deshidratación recibe más consenso. La epidemióloga Chaterina Wesseling sostiene que los principales impulsores de la epidemia de ERCnt no son las toxinas, sino el estrés por calor y deshidratación. En 2012, la doctora y un equipo de investigadores publican un estudio que compara los niveles de creatinina en varias comunidades de todo el país. En general, niveles altos de creatinina en la sangre, y bajos en la orina, indican una enfermedad renal. Así las cosas, los hallazgos de la investigación recuerdan los resultados del estudio de 2005 dirigido por García-Trabanino: a pesar de emplear prácticas agrícolas similares, incluido el uso de pesticidas, la comunidad de gran altitud tiene solo una tasa de 3.6 por ciento de niveles elevados de creatinina entre sus hombres. En la costa rural, en cambio, la tasa es del 28,3%. “La principal diferencia”, escribió el equipo, “parece ser la temperatura ambiental combinada con un trabajo extenuante”. 

La hipótesis parece confirmada también por estudios experimentales con ratas de laboratorio, donde se ha demostrado que la exposición repetitiva a estrés térmico y deshidratación puede producir una lesión renal similar a la descrita en los pacientes de ERCnt. En este contexto, en 2017, la doctora publicó una revisión sistemática de los estudios epidemiológicos que abordaron asociaciones entre la exposición a pesticidas y la enfermedad renal crónica. En las conclusiones se lee que, pese a que existen evidencia de que algunos pesticidas producen daño renal, “no hay evidencia epidemiológica sólida de que los pesticidas sean los culpables de las epidemias de ERCnt”.

Luego la epidemióloga Wesseling empieza a colaborar con la Isla Network, una ONG que se enfoca en la investigación sobre la ERCnt, y que lleva el nombre de una comunidad en Nicaragua donde muchos hombres han muerto de esta enfermedad renal. De allí en 2020 se publica un estudio transversal sobre trabajadores agrícolas del ingenio San Antonio de Chichigalpa, Nicaragua, y se encontró que un horario de descanso mejor, junto con un mejor acceso a la hidratación y la sombra, redujeron las lesiones renales en un 70 por ciento. Sin embargo, otro factor importante es la carga de trabajo: los trabajadores con cargas más pesadas tenían 12 veces más probabilidades de sufrir daño renal que aquellos con una carga más liviana. Wesseling está convencida: “Muchos plaguicidas y metales son nefrotóxicos, sin embargo hay que distinguir entre eso y ser causa de una epidemia que afecta tanta gente. Cada vez más, los investigadores se han dado cuenta de que el estrés térmico es la causa principal de esta epidemia''.

Mientras la investigación científica busca la raíz del problema y la política parece estar sólo superficialmente interesada, los trabajadores agrícolas siguen muriendo en El Salvador

Durante los últimos años también los hospitales europeos empiezan a atender a los pacientes con ERCnt. En 2021 en el Hospital Universitario La Princesa de Madrid, a partir de un caso clínico, un equipo de nefrólogos españoles publica una revisión científica de las evidencias acumuladas. Dentro de los factores de riesgo se incluyen la intervención de factores ambientales, ocupacionales y hereditarios. Pese a la nefrotoxicidad comprobada de algunos metales y plaguicidas, el equipo escribe que “datos derivados de algunos meta análisis concuerdan en la falta de asociación suficientemente concluyente” con ERCnt. Por otro lado, numerosos autores consideran la actividad física intensa, el estrés por calor y las deshidratación como el principal mecanismo patogénico implicado. Sin embargo, “este mecanismo no es suficiente para explicar la patogenia”, se lee en el artículo, “que choca con la práctica exclusividad de casos en las zonas endémicas”.

En fin, pese a los muchos estudios realizados, la etiología de la ERCnt todavía no está del todo clara. “Yo voy a ser humilde, y lo que te digo es que no sabemos todavía. Creo que simplemente tenemos que seguir trabajando para buscar la causa” afirma el doctor García-Trabanino.  Así, mientras la investigación científica busca la raíz del problema y la política parece estar sólo superficialmente interesada, los trabajadores agrícolas siguen muriendo.

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Cambiar todo para que nadie cambie

Oscar Grande es originario de San Luis Talpa, “un lugar donde hemos enterrado a muchos pacientes” afirma. Tiene 35 años, empezó a trabajar en cañaverales desde que tenía 13, y a los 25 años le diagnosticaron insuficiencia renal crónica. “Trabajaba unas seis horas al día, regando químico en los cañares” cuenta Oscar. “Entraba a las cinco de la mañana, eran las once y todavía andábamos regando. No se aguantaba el vapor del sol y el vapor del químico en nuestro cuerpo. De noche era como si tuviera una fiebre que me incomodaba. Era desesperante. Bien difícil. Pero para solucionar problemas económicos me sometí a eso”. 

Oscar lleva siete años recibiendo diálisis en el hospital Rosales. Dos veces por semana tiene que viajar a San Salvador para recibir el tratamiento, pagando al menos 20 dólares por semana. Explica que al principio fue difícil someterse al tratamiento por los rumores de la gente que le decía que “quien hace esto, más rápido se muere”. De todas formas, hoy la situación está mejor. “En el pasado hubo crisis en el hospital. A veces incluso no tenían materiales, como el catéter rígido que cuesta 15 dólares, y teníamos que comprarlos nosotros si queríamos el tratamiento” afirma Oscar.

“El proceso no es fácil, se sufre, hay gastos”. Y como un perro que se muerde la cola, de un problema de salud nace también un problema laboral. “Nadie nos da la oportunidad de trabajar por la enfermedad que tenemos. Nos descartan en todos los lugares, nos discriminan” dice Oscar, que durante los siete años de tratamiento no logró trabajar ni un día. Sobrevivió gracias al apoyo de personas generosas de su comunidad.

Tras el interés mediático generado por la Declaración de San Salvador, poco se ha hecho para plantar cara a la epidemia. “Lo que se pactó fue ignorado por las administraciones posteriores. Con el segundo gobierno del FMLN, en 2014, el grupo de investigación que la exministra Rodríguez había creado dejó de existir” cuenta el doctor Orantes. 

“Para que un problema de salud tenga un abordaje integral se necesita de tres voluntades”, explica el nefrólogo Orantes. “La primera es la voluntad ciudadana, que está allí porque la gente está afectada y tiene una alta percepción del problema; la segunda es la voluntad técnica, o sea la de la ciencia y las academias; y por fin la voluntad política. Si estos tres elementos no están alineados el problema se silencia”.

“Lo que pasa es que el interés político se quedó en esto, interés político. No se tradujo en acciones suficientes” sostiene el doctor Trabanino. Por supuesto, en los últimos años hubo avances: se han implementado máquinas de hemodiálisis en los dos hospitales públicos del país, y los médicos de las Unidades de Salud han sido capacitados específicamente sobre esta enfermedad. Sin embargo, las medidas aún no son suficientes. “Pero la pregunta es: ¿cuáles acciones serán suficientes? Las cifras son terribles. Es muy difícil poder hacer diálisis a esta magnitud de personas. Es imposible, incluso para los países más ricos del planeta” se pregunta el doctor Trabanino.

La enfermedad renal es progresiva, en el sentido de que la función renal puede seguir deteriorándose con el tiempo hasta, finalmente, provocar una insuficiencia renal. Además, posee cinco estadios. Cada estadio se determina en función de la presencia de daño renal. En los dos primeros, el daño es leve y los riñones cumplen su función por encima de 60%. Cuando el daño aumenta, se considera que el paciente padece de insuficiencia renal crónica. Debido a la ausencia de síntomas, es muy difícil diagnosticar la enfermedad en las primeras etapas. Todos los médicos están de acuerdo que el mejor tratamiento es la prevención. 

“La prevención es mucho más barata, y ahorra al paciente mucho sufrimiento” afirma el nefrólogo Trabanino, que luego explica que existen dos tipos de prevenciones. La prevención primaria sirve para evitar que las personas se enfermen; la secundaria frena la progresión de la enfermedad, mejor dicho evita que los enfermos se sometan a diálisis. Y por último, pero no menos importante en el caso del ERCnt, el control de los hipotéticos detonantes que se han considerado (condiciones laborales, estrés térmico y plaguicidas).

Si es cierto que la etiología de la ERCnt no está del todo clara, los elementos que justifican la epidemia, desde el punto de vista social, están más claros, comenta el doctor Orantes. Hay tres determinantes fundamentales. El primero escapa a los médicos, y es el determinante social encabezadas por la pobreza. Es decir, no es lo mismo si padece de enfermedad renal un ingeniero de clase media que vive en la capital o un agricultor de Bajo Lempa. Por eso, según el doctor Orantes, no hay el fenómeno en Holanda o en otro país desarrollado: la vulnerabilidad económica agudiza la enfermedad renal. El segundo elemento es la contaminación ambiental, o sea el medio ambiente físico donde el paciente está asentado (agua, clima, comida, etcétera). En este sentido, para el doctor existen importantes oportunidades de investigación (contaminación, metales pesados, deshidratación etcétera). En última instancia, están las condiciones de trabajo insalubres. De hecho, los trabajadores agrícolas no solamente trabajan como fumigadores, sino que cortan, riegan, comen sin lavarse las manos, trabajan intensamente bajo condiciones complicadas, y todo eso genera una combinación asesina. Hay personas que solo por el hecho de vivir allí, sin dedicarse a la actividad agrícola, están expuestas a estos factores. Como la mujer de un agricultor, que vive con él y tiene una exposición pasiva a todo estos elementos.

Los trabajadores agrícolas no solamente trabajan como fumigadores, sino que cortan, riegan, comen sin lavarse las manos, trabajan intensamente bajo condiciones complicadas, y todo eso genera una combinación asesina

La calidad de vida del paciente de ERCnt sigue siendo muy dramática. Antes de ser diagnosticado con la enfermedad, Oscar perdió a su padre y sus tres hermanos. Debido a las limitaciones económicas, todos comenzaron a trabajar en el campo alrededor de los 13 años. El hermano mayor, José Osnaldo, tenía 38 años. Un día empezó a presentar los mismos síntomas que ahora Óscar conoce bien. Ni siquiera tuvo tiempo de recibir el diagnóstico, pues murió de paro cardíaco, que es una de las causas de muerte de quien tiene enfermedad renal.

El hermano menor de Oscar se llamaba Medardo. Tenía 22 años cuando un médico le diagnosticó la enfermedad. “Mi hermano sintió que no podía solucionar este problema, y ​​​​no encontró salida” cuenta Oscar, “y lamentablemente tomó la mala decisión de no luchar, vea. Y tomó veneno”.

Luego del suicidio de su hermano Merardo, la Unidad de Salud de San Luis Talpa diagnosticó enfermedad renal al tercer hermano, Luis Neftalí, quien entonces tenía 28 años. Como en el caso de sus dos hermanos, la muerte de Nectarí fue bastante rápida. Ni siquiera hubo tiempo para empezar la diálisis. En cambio, la agonía de su papá fue más lenta. “Ya no orinaba cuando lo llevé al hospital. Allí tras dos tratamientos de diálisis empezó a empeorar, y luego murió”. El papá de Oscar murió el 6 de junio de 2020, en medio de la pandemia de COVID-19. Durante esos meses la calidad de vida de los enfermos renales se deterioró aún más. “No había ni siquiera transporte público, teníamos que sacar 25 dólares cada viaje. Pues sí, en comparación con mis hermanos, a mi papá lo vi sufrir más”.

Futuro

Si el estrés térmico y la deshidratación son factores determinantes para tratar de comprender la epidemia, las cosas podrían empeorar en el futuro. El Salvador es un país con un nivel de vulnerabilidad climáticas muy alto. De hecho, según un estudio de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), todo el país se encuentra en la región del Corredor Seco. Los modelos climáticos estiman que esta porción de territorio, que inicia en la precordillera de Chiapas, en México, y llega hasta Panamá, será una de las regiones del mundo que va a sufrir más el impacto de la crisis climática. 

Los climatólogos prevén que, en el futuro, el Corredor Seco tendrá más episodios de sequías prolongadas, incluso durante el invierno. Además habrá un aumento de la temperatura media, lluvias más irregulares, aumento de la frecuencia de los fenómenos meteorológicos del Niño y la Niña, más huracanes, y hasta probablemente terremotos y erupciones volcánicas. La temperatura será tan extrema que se volverá mortal para aves de corral y ganado, reduciendo las cosechas y afectando la calidad de vida de las personas que lo habitan. 

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Y cuanto más cambian las condiciones ambientales y más calor hay, más aumentan las probabilidades de presentar daños renales. Sobre todo en el caso de la ERCnt.  “Si no se implementan las políticas adecuadas a gran escala, cada vez habrá más industrias afectadas por la ERCnt, y en última instancia también lo vamos a ver en la población en general” comenta la epidemióloga Wesseling. En cambio, el nefrólogo Garcia-Trabanino afirma que “aun así, con el aumento de los eventos meteorológicos extremos, muchos científicos piensan que el calor es solo el detonante pero la bala ya está cargada”.

Sin embargo, todavía hay esperanza. En 2020, el Instituto Nacional de Salud de Estados Unidos (NIH en inglés) anunció una subvención de cuatro millones de dólares para un futuro estudio sobre ERCnt. El proyecto, llamado consorcio C.U.R.E., será el mayor esfuerzo jamás realizado para comprender la enfermedad. 

Gracias al consorcio, habrá un sitio de epidemiología de campo en todas las regiones del mundo afectadas por la enfermedad renal. Los datos recopilados serán combinados por un centro de coordinación, y un núcleo de ciencias renales analizará las muestras biológicas. La posibilidad de entrecruzar múltiples estudios que provienen de todo el mundo será una oportunidad importante para comprender mejor la etiología de la enfermedad.

El dr. García-Trabanino, y el experto en seguridad y salud ocupacional Emmanuel Jarquin, también participarán en el estudio.“La investigación se llevará a cabo en India, Panamá, Costa Rica Nicaragua, El Salvador y Guatemala. Va a ser el estudio más grande. Tenemos la mente abierta y no descartamos nada y vamos a tratar de revisar todo” explica Trabanino. “Espero que la tecnología nos ayude a poder encontrar la causa más pronto porque la gente se sigue muriendo. Esta epidemia es terrible, es una masacre” concluye el nefrólogo.

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