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Filosofía
¿La fotografía como huella neutra?
La fotografía se ha presentado tradicionalmente como una huella neutra de la realidad o un testimonio fidedigno. Sin embargo, esta comprensión de la fotografía podría ser peligrosa, ya que deja de lado las relaciones de poder bajo las que se reproduce la imagen.
“Hoy en día nos damos cuenta que lo importante no es quien pulsa el botón sino quien hace el resto: quien pone el concepto y quien gestiona la vida de la imagen”
Joan Fontcuberta
¿Qué es una imagen fotográfica?
¿Qué es una imagen fotográfica? Esta pregunta se presentará como absurda para muchos. En tanto que habitantes de un mundo profundamente iconocéntrico, todos somos productores y consumidores perennes de fotografías y parecería inverosímil plantearse la posibilidad de la existencia de alguien que no pudiese dar cuenta del término “imagen fotográfica”. La respuesta que la mayoría de nosotros daríamos en un primer momento apelaría, en mayor o menor medida, a lo que podríamos llamar “la falacia de la fotografía como huella neutra”, es decir, responderíamos a la pregunta definiendo la imagen fotográfica como aquello que evidencia de forma no interesada la existencia del referente que encuadra, del momento espacio-temporal que el operador de la imagen ha disgregado para conservarlo del contínuum que supone el tiempo.
La fotografía es hija del empirismo y viene a copar sus exigencias. Por tanto, no es extraño ver en la cámara fotográfica un productor per se de evidencias.
Una de las primeras causas que da cuenta de esta respuesta inicial —que para muchos sigue siendo hoy en día la respuesta correcta a la pregunta por el ser de la fotografía— la encontramos en el contexto histórico y social en el que ésta nace. La fotografía es hija del empirismo y viene a copar sus exigencias. Por tanto, no es extraño ver en la cámara fotográfica un productor per se de evidencias. De hecho, casi desde el momento en el que surge, la imagen fotográfica se utiliza como prueba documental en multitud de esferas sociales, entre las que destaca por sus consecuencias dentro del ámbito de la comunicación, el fotoperiodismo. Joan Fontcuberta cita al crítico Carles Guerra en el ensayo Indiferencias fotográficas y ética de la imagen periodística cuando éste nos dice: “El fotoperiodismo es una práctica controlada por la fuerza de los medios y por los intereses políticos y económicos, aunque muy a menudo la vigilancia se haga bajo pretextos éticos […] El fotoperiodismo invita a mirar la fotografía como un compendio de fuerzas y no como un puro reflejo de la realidad”.
Entonces ¿la fotografía no es per se una huella neutra del referente que encuadra? ¿No podemos atribuirle el estatuto de evidencia como algo inherente a ella misma? Sí de forma analítica, no de forma pragmática. ¿Qué queremos decir con esto? Y sobre todo, ¿qué consecuencias sociales tiene en el terreno de la comunicación? A nuestro entender, para responder a estas preguntas el término “marcos normativos” (o derivados) se presenta como una herramienta clave.
Aunque de forma teórica podamos pensar en una fotografía separada del mundo, en la práctica, toda imagen fotográfica que se presenta en un medio de comunicación está inserta en un contexto de presentación dado.
Pero primero habría que preguntarse: ¿por qué apelar a la diferenciación entre analítica y pragmática para dar respuesta a la pregunta por el ser de la fotografía? Porque si bien de forma analítica podemos diferenciar entre el objeto al que llamamos fotografía —aunque este sea ya en nuestro mundo digital, un objeto inmaterial— y el contexto de aparición pública de dicha imagen fotográfica, esto no es posible hacerlo de forma pragmática. Es decir, aunque de forma teórica podamos pensar en una fotografía separada del mundo, en la práctica, toda imagen fotográfica que se presenta en un medio de comunicación está inserta en un contexto de presentación dado y, en tanto que pieza dentro de un discurso, está imbricada con un marco conceptual y/o epistemológico determinado que se entrelaza con ella condicionando el sentido de su recepción. De esta forma entramos en un círculo vicioso entre imagen fotográfica y marco que desdibuja los límites entre ambos y que los convierte en un todo indiferenciado.
Marcos y fotografía
Es importante mencionar aquí a Judith Butler, quien en el libro Marcos de guerra. Las vidas lloradas (2010) define este concepto al que ella llama “marcos normativos” a través, entre otros, del análisis de la utilización que los medios de comunicación hacen de las imágenes bélicas. Butler nos dice que con el término marco se hace referencias a modos de inteligibilidad: “Los mismos marcos o encuadres mediante los cuales llegamos a entender la violencia bélica intervienen en la generación y regeneración de la guerra. Con marco no me refiero sólo a los bordes de una imagen, sino también a los límites de lo pensable”.
Cuando es posible hacer coexistir un discurso de exculpación o justificación de la violencia con las imágenes de la violencia directa, el marco está condicionando el sentido de las imágenes, bloqueando el rechazo.
Si la imagen fotográfica que se utiliza de forma pública fuese una huella neutra del referente que encuadra, y presuponiendo una cierta predisposición hacia la no-violencia, no podrían utilizarse imágenes violentas de represión policial, por ejemplo, en un contexto de justificación de dicha violencia. Simplemente sería más lógico no hacer uso de ellas. Cuando es posible hacer coexistir un discurso de exculpación o justificación de la violencia con las imágenes de la violencia directa, el marco está condicionando el sentido de las imágenes, bloqueando el rechazo. Alguien podrá pensar: “Pero qué tontería, ¡pues claro! Hay una cosa que se llama línea editorial”. Sin embargo ¿está presente en nosotros la cuestión de la línea editorial como marco en cuanto al uso de las imágenes fotográficas en los medios de comunicación generalistas o prevalece el cliché del empirismo ingenuo que atribuye a la fotografía el estatuto de evidencia?
El atributo de huella desinteresada per se que muchos han otorgado a la fotografía es peligroso porque deja de lado las relaciones de poder que operan a través de la fotografía que se utiliza de forma pública, precisamente gracias a la visión objetivista que se tiene de ésta. Por tanto, y como dicen tanto Butler como Fontcuberta, el apuntar hacia el marco no es solamente una herramienta de análisis para teorizar en torno al ser de la fotografía, si es que tal cosa existe separada de un contexto de uso, sino que también supone una herramienta para la crítica contra la manipulación mediática.