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Palestina
Todos los días hay que hablar de Palestina
30.000 son los civiles muertos bajo fuego israelí desde que comenzó la solución final de Netanyahu al modelo nazi de la solución final de Hitler. 30.000 víctimas directas en suelo gazatí en tan sólo cinco meses. Es el triple de víctimas civiles ucranianas en dos años de guerra. Israel ha matado 35 veces más civiles en cinco meses que lo que mató ETA en 50 años. La mayor parte de todas esas víctimas son niñas y niños. Pero el mundo, sino mira para otro lado cómplice de sus vergüenzas, permanece pusilánime por su inoperatividad.
En un mundo decente ya se habría organizado una coalición internacional de reacción rápida capitaneada por los comandos de la ONU, la cual habría entrado en Gaza con el objetivo de proteger a la población civil, los corredores humanitarios y de neutralizar las posiciones ofensivas israelíes. Una Fuerza Internacional de Reacción Rápida que ya pidió Sudáfrica. Pero vivimos en la indecencia de un mundo moralmente muerto.
En un mundo decente se hubiera aislado y sancionado al Estado genocida de Israel. Europa hubiera roto cualquier relación con Israel
En un mundo decente se hubiera aislado y sancionado al Estado genocida de Israel. Europa hubiera roto cualquier relación con Israel. Y se hubiera cesado la venta de armas al régimen de Netanyahu. En un mundo decente la comunidad internacional tendría capacidad vinculante bajo el organismo de Naciones Unidas. Lo cual evitaría que países colaboracionistas con el genocidio, como Estados Unidos, bloquearan cualquier camino para la paz.
Decía el sociólogo y filósofo Zygmunt Bauman que “carecemos también de las instituciones políticas capaces de hacer que las palabras se materialicen en hechos” (Extraños llamando a la puerta, 2016). Vivimos en un planeta ‘cosmopolitizado’, hiperconectado a través de la red. Siendo conocedores de lo que ocurre en este preciso instante en cualquier punto del planeta. Pero es una globalización del poder. No hay globalización política que organice nuestra interdependencia universal. Los desafíos globales requieren soluciones globales de carácter multilateral.
Que el Gobierno de España manifieste verbalmente su hastío con el genocidio israelí sin pasar a los hechos es mera campaña publicitaria
Que el Gobierno de España manifieste verbalmente su hastío con el genocidio israelí sin pasar a los hechos es mera campaña publicitaria. España le vende armas a Israel. España mantiene actualmente relaciones con Israel. Si queremos ser vanguardia en Europa todo eso se debe acabar. Si el Gobierno de España quiere ser coherente con sus palabras debe romper relaciones diplomáticas con Israel y estar junto a Sudáfrica en el marco internacional.
En un mundo decente la doble moral no existiría. Quienes rechazan y condenan la intolerable invasión rusa a Ucrania rechazarían y condenarían la intolerable invasión israelí a Palestina, y la limpieza étnica y genocidio que se está produciendo. En un mundo decente no se juzgarían los hechos de un Estado en base a su posición geoestratégica o sus alianzas internacionales, sino por sus acciones. Pero vivimos en un mundo consumido por sus propias vergüenzas.
El peso de la culpa en el viejo Occidente como corresponsables del genocidio en Oriente Próximo debe tambalear sus propios cimientos
El peso de la culpa en el viejo Occidente como corresponsables del genocidio en Oriente Próximo debe tambalear sus propios cimientos. Soy optimista, y no suelo serlo, pero cada vez más voces claman y ponen nombre a lo que está ocurriendo. Israel está más cuestionado que nunca. Pero doy una de cal y otra de arena, y me temo que para cuando el mundo quiera poner freno al genocidio será demasiado tarde.
Han asesinado, hasta ahora, a 30.000 personas en 5 meses. La mayor parte civiles refugiados en hospitales, colegios, campos de refugiados e instalaciones de UNRWA. Han asesinado a más de 150 miembros de personal de la ONU, una cifra nunca vista en la organización. Hay casi dos millones de desplazados en una limpieza étnica organizada. Se están saltando con impunidad toda la legislación internacional y todos los convenios de Derechos Humanos. Pero mientras nos quede la voz, quienes queremos un mundo decente no debemos dejar de hablar de Palestina.