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Coronavirus
¿A qué normalidad queremos volver?
Rafael Nadal declaraba hace unos días que “quería volver a la normalidad de antes de la pandemia”. Queremos pensar que no se refería a la normalidad de los recortes en Sanidad, de las privatizaciones, de los recortes en derechos a los trabajadores.
¿A qué normalidad queremos volver, a la que teníamos antes de la pandemia? ¿A la normalidad de la corrupción monárquica, a la normalidad de los gobiernos en la sombra sin ser elegidos (Ibex, multinacionales...etc.)?
Rafael Nadal declaraba hace unos días que “quería volver a la normalidad de antes de la pandemia” y queremos pensar que no se refería a la normalidad de los recortes en Sanidad, a la normalidad de las privatizaciones, a la normalidad de los recortes en derechos a los trabajadores, a la normalidad del recorte en las pensiones, a la normalidad del consumismo excesivo, a la normalidad de contaminarlo todo como si no hubiera un mañana.
Porque no queremos volver a esa normalidad tan anormal, tan insolidaria, tan injusta.
No queremos volver a ver el deterioro de lo público que como ocurrió en Madrid, por ejemplo, redujo en unos 3.300 trabajadores sanitarios y cerca de 1.500 camas hospitalarias en 10 años, de 2008 a 2018 —las mismas que se han habilitado durante esta crisis sanitaria en el hospital de campaña del IFEMA—, según los datos del propio Servicio Madrileño de Salud.
No queremos volver a la normalidad de una atención primaria deteriorada que no permite a sus profesionales dedicar más de cinco minutos por paciente en consulta.
Tampoco queremos volver a una normalidad que mercantiliza el cuidado de nuestros mayores, rechazamos esa normalidad que hace negocio con sus cuidados y precariza las condiciones laborales y económicas de sus cuidadores. No, por supuesto que no queremos volver a esa normalidad.
No queremos volver a ver la injusticia que sufren nuestros investigadores y científicos teniendo que emigrar y desarrollar sus talentos en otros lares, porque el sistema les considere —tanto social como económicamente— por debajo de quienes, con escaso o nulo talento, salen en los programas televisivos de la prensa rosa. Y no digamos, si se les compara con aquellos que pelotean con un balón. No, a esa normalidad, no queremos volver.
No deseamos regresar a una normalidad en a que la crisis la pagamos los y las de siempre, la clase trabajadora
Normalidades a las que no deseamos regresar, porque en esa normalidad ya hemos podido comprobar que la crisis la pagamos los y las de siempre, la clase trabajadora.
Así que, estas son las normalidades advenedizas que no queremos, porque apostamos y nos esforzamos por un para crear otras realidades, otras normalidades.
Ahora es el momento, ya es hora de visualizar una nueva normalidad. La experiencia de esta pandemia nos ha enseñado, nos ha re-enseñado (a un altísimo precio) que en algo nuevo debemos caminar a partir de este momento.
Una nueva normalidad que castigue con dureza a quienes se lleven nuestras riquezas a paraísos fiscales, una normalidad que condene gravosamente a los corruptos, a los que usan los fondos públicos en su propio beneficio.
La nueva normalidad debe potenciar la Sanidad pública y valorar, tanto profesional como económicamente, a sus cuidadores
Una normalidad en la que la crisis no la paguemos los trabajadores y trabajadoras. Una nueva normalidad que proteja y potencie la sanidad pública, y en la que el Estado asuma el cuidado de nuestros mayores impidiendo que se mercantilice sus cuidados, y valorando, tanto profesional como económicamente, a sus cuidadores. Mimarlos para que mimen. Una normalidad en la que la atención primaria pueda atender sin el límite de los 5 minutos por paciente. Una normalidad que priorice la inversión en ciencia e investigación, y que facilite el retorno de los científicos emigrados y expatriados. Una normalidad que proteja nuestro entorno, nuestro planeta apostando por un desarrollo sostenido y sostenible.
Una normalidad en la que todos seamos iguales ante la ley, en la que podamos elegir la jefatura del estado, y que nadie pueda esconderse en la Constitución Española para robar y nos ser juzgado.
Esa es la nueva realidad que queremos y que debe enterrar a la vieja normalidad.