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El aviso de la segunda oleada del virus es serio. Los contagios se han multiplicado en los últimos días. Entre el viernes 28 y el lunes 31 de agosto se comunicaron 23.000 nuevos casos y el caos que rodea la vuelta a los colegios, para la que quedan escasos días, amenaza con disparar aún más el impacto del covid-19 y con que este vuelva a transmitirse a la población de riesgo. Antes que pensar en nuevas medidas de confinamiento estricto, el Gobierno debería haber trabajado —y apostado económicamente— para que esa vuelta a la actividad cotidiana tras el fin del estado de alarma estuviese apoyada en criterios de salud pública y económicos que, en contra de lo que se dice, son confluyentes.
Si el objetivo es que las aulas no estén masificadas para poder controlar mejor los positivos asintomáticos por covid-19, el plan debe pasar por la contratación, no temporal sino indefinida, de miles de docentes
Si el objetivo es que las aulas no estén masificadas para poder controlar mejor los positivos asintomáticos por covid-19, el plan debe pasar por la contratación, no temporal sino indefinida, de miles de docentes, así como por la habilitación de nuevos espacios escolares. No faltan infraestructuras para ello. Italia ha contratado 84.000 docentes para el inicio del curso. En España, con más población en edad escolar, el refuerzo anunciado se queda en 27.000 profesoras y profesores. Teniendo en cuenta que hay aproximadamente 19.000 centros educativos en España, en el mejor de los casos estamos hablando de dos personas de refuerzo por centro. En el peor, no se producirán esas contrataciones: en muchas Comunidades todavía no hay noticia de que se estén firmando contratos. Pero escudarse en que eso es competencia de las comunidades autónomas, y favorecer con ello la competencia entre instituciones, implica no marcar ninguna directriz para comenzar a pensar en la salida de la crisis económica, es decir, reconocer tácitamente que no se tiene ningún proyecto.
Es imprescindible una mirada estratégica, que analice que diez años de recortes en educación pública suponen una losa sobre el sistema, con lo cual hay que actuar con medidas de urgencia, pero también entender que la recuperación económica solo pasará por fortalecer los servicios públicos como no se ha hecho hasta ahora. Es necesario edificar la economía a partir de aquello que es común a toda la población, aquello que requieren las comunidades para su supervivencia desde una perspectiva de sostenibilidad.
Bajo la previsión de una caída del 12% del PIB, la primera responsabilidad del Gobierno debe ser impulsar la economía que sostiene la vida
Dos meses después del estado de alarma, volvemos al mismo punto del debate sobre lo que es esencial y lo que es superficial: bajo la previsión de una caída del 12% del PIB, la primera responsabilidad del Gobierno debe ser impulsar la economía que sostiene la vida. El fiasco de la temporada veraniega muestra cómo la vuelta a los “negocios como siempre” y la economía de mercado autorregulada son inviables en estos momentos. La inversión en educación, sanidad y servicios sociales, por el contrario, es prioritaria ante la debacle económica en la que entramos, que se verá agravada por la crisis climática.
El próximo curso, que, como todo el año 20 será “raro”, puede ser también el del derrumbe del Gobierno si no presenta un programa económico opuesto al dogma que ha dominado la política económica durante los últimos 40 años. Con un PIB cuesta abajo y sin frenos, con el Ingreso Mínimo Vital ahogado por el Ministerio de Seguridad Social, y los ERTE reducidos al 50% de la base de cotización a partir de septiembre, el Ejecutivo puede disolverse como un azucarillo antes de defender siquiera los Presupuestos Generales del Estado, como ya le sucedió a Zapatero y al PSOE tras el pistoletazo de salida a las políticas de austeridad en mayo de 2010.
Sin un paso adelante para plantear otro modelo de país, el Gobierno se derretirá, con o sin vacuna
Nadie saldrá a las calles a defender un proyecto indefinido, que funciona solo por la inercia de la confrontación cultural con una derecha que tiene poco que perder y que controla la mayor parte de los medios de comunicación de masas. Sin un paso adelante para plantear otro modelo de país, el Gobierno se derretirá, con o sin vacuna.
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Este artículo me parece un brindis al sol. Todas las catástrofes en él anunciadas van a ser, para la minoría mandante, el negocio del milenio.
Por eso es imposible que el Congreso haga absolutamente nada para remediarlo, salvo contratar más policías y dotarles de más y mejores armas.
Lo de siempre.
Están bien las advertencias, las orientaciones y los consejos al Gobierno. Son compartidos por la izquierda real. Las inversiones en sanidad, educación y servicios sociales son claves no solo para resolver los problemas que les son propios, sino también como grandes creadores de empleo. La sociedad civil organizada debe estar activa, presionando a todos los poderes, para que las reivindicaciones se escuchen y se lleven a la práctica, sin dejar ella misma de construir una sociedad más justa y solidaria con sus iniciativas económicas y sociales.