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Documental
José Antonio Bellón: “Las luchas de la última década han sido barridas del imaginario social”
Llega a Extremadura el documental Paso a paso se hace camino, que se proyectará a lo largo de esta semana en varias ciudades de Extremadura. La película aborda la cuestión social, la situación de paro, precariedad o exclusión que sufren millones de personas en nuestro país. Pero lo hace de un modo poco frecuente, desde dentro de los movimientos sociales, desde la perspectiva de los perdedores que no aceptan el papel de víctimas y que no se quieren dar por vencidos.
Entrevistamos a José Antonio Bellón, director de esta película documental y activista también de los movimientos sociales. José Antonio es una rara avis en el mundillo de la comunicación audiovisual, un veterano francotirador empeñado en crear pensamiento emancipador y belleza, desde abajo y junto a los de abajo. Antonio Gramsci afirmaba que “es un error intelectual creer que se puede saber sin comprender y, especialmente sin sentir y ser apasionado”, que el intelectual no puede serlo “si se halla separado del pueblo”. José Antonio Bellón es un ejemplo de antítesis a esa concepción, un artista que funde ideas y pasión, y lo hace vinculado a las luchas sociales, desde “donde la papa quema”, como le gustaba decir a Mariano López Salazar, uno de los activistas fundadores y alma de la Marea Básica.
¿Cómo nació la idea de este documental?
La idea del documental nació tras la Marcha Básica de marzo de 2018 entre León y Madrid. Se trató de una iniciativa a mi juicio de gran importancia – por ser la primera marcha, al menos en Europa, a favor de la Renta Básica Universal, ninguneada por los grandes medios, y lo que es más grave, por la “izquierda oficial”, la estrictamente política pero también la izquierda social a ella subordinada. Entonces pensé que había que intentar dar voz a los “sin voz”, a los protagonistas de la lucha social contra el paro y la precariedad, aunque fuera desde un proyecto audiovisual muy modesto y sin apoyos externos.
El barrido de las luchas sociales es uno de los efectos de la correlación de fuerzas de una guerra de clases cruenta y, a la vez, deliberadamente ocultada
La película aborda la situación de paro, precariedad y exclusión social. ¿No crees que la temática está en cierto modo “quemada”, tras unos años en los que la centralidad estuvo precisamente en la cuestión social? ¿Qué aspectos más novedosos destacarías?
En cuanto a la temática social en general no parece que esté muy quemada a la vista del éxito apabullante de El buen patrón en los premios Goya recientemente celebrados. Sí es cierto que el desarrollo de las luchas sociales en la pasada década en España ha sido, se puede decir que con éxito, barrido del imaginario social. Como muestra el botón de los desahucios pero también el gravísimo problema social de los suicidios. Pero este resultado no ha sido inocente sino el fruto de una enorme presión mediática, me atrevería a decir que uno de los efectos de la correlación de fuerzas de una guerra de clases tremendamente cruenta y, a la vez, deliberadamente ocultada.
En cuanto a Paso a paso su planteamiento narrativo está influido por la obra del cineasta norteamericano Robert Kramer, al que tuve la oportunidad de conocer a mediados de los noventa con motivo de la revisión de su obra que se llevó a cabo en la Filmoteca Nacional, en el cine Doré de Madrid. Entre otras, se proyectaron dos películas que a mí me influyeron mucho: Milestones (1975) y Route One USA (1989), en las que Kramer planteaba una relación muy sugerente entre el documental y la ficción. Han pasado más de dos décadas desde su fallecimiento en 1999 y el panorama audiovisual ha cambiado enormemente, con un público en general sometido a lo que podríamos llamar una educación sentimental y estética que hace que los roles culturales y estéticos en este comienzo de la tercera década del siglo XXI sean muy diferentes a los del pasado pero, en cualquier caso, para mí las aportaciones de este autor del cine independiente americano siguen siendo importantes y creo que su influencia está muy presente en Paso a paso.
En el documental aparece el testimonio de 34 personas vinculadas a los movimientos sociales. ¿Qué hay en común entre ellos, por qué habéis elegido estos colectivos?
Todas ellas son personas, de una u otra manera, relacionadas con la Marcha Básica o con la Marea Básica contra el Paro y la Precariedad. Personas que intervinieron en distinto grado en ese movimiento durante el período de rodaje, entre 2018 y 2019.
En la película recorres prácticamente una década de activismo, desde el 15M hasta las movilizaciones por los derechos sociales en 2019. ¿Qué valoración haces de este período? ¿En qué medida crees que ha conseguido sus objetivos el movimiento social?
Es muy difícil de determinar el poso que los movimientos sociales pueden dejar. Es un trabajo de historiador que necesita un tiempo y una perspectiva que ahora seguramente se nos escapa. Pero yo creo que los movimientos sociales que se han dado en España en la pasada década sí que van a tener consecuencias en la época “post-pandemia”, que confiemos empiece a no mucho tardar. Es cierto que la perspectiva en estos momentos es más bien sombría, con una pandemia que ha rematado el declive que estos movimientos tuvieron en el período 2015-2019, pero en la medida que el agravamiento de la pobreza y la precariedad no está siendo atenuado –como muestran con claridad meridiana los informes recientes de Oxfam Intermón, el de Foessa-Cáritas y los del Instituto Nacional de Estadística– surgirán, de una u otra manera, nuevas luchas protagonizadas por las personas y colectivos afectados; es decir, por los sectores social y económicamente más desfavorecidos. Otra cosa es el ninguneo y ocultación que de ellas hagan los medios de intoxicación de masas, con su amplia nómina de tertulianos, gacetilleros e influencers.
El Ingreso Mínimo Vital es un completo desastre, no está suponiendo para nada un instrumento de lucha contra la pobreza. En todo caso, un instrumento para controlar y castigar a los sectores más desfavorecidos, para disciplinar a los pobres
La movilización social fundamental y el hilo conductor del documental es la Marcha Básica realizada en marzo de 2018. ¿Qué aportó de nuevo esa movilización, cuál era su plataforma reivindicativa?
A la plataforma reivindicativa común de todos los movimientos sociales en diferentes áreas como sanidad, educación o vivienda se unía la reivindicación de la Renta Básica Universal de una forma sencilla, clara y potente.
¿Crees que la propuesta de la Renta Básica Universal está calando en la sociedad o está estancada?
Yo creo que está calando de una forma lenta y muy desigual. Otra cosa es que dentro de la izquierda en general (no solo de la izquierda política, sino de la sindical y lo que podríamos llamar la izquierda social y también de la izquierda intelectual) hay una postura mayoritaria en contra de la RBU con argumentos más que discutibles o sin argumentos de ningún tipo, en muchos casos por puro oportunismo y tacticismo. Analizar esto en profundidad llevaría mucho tiempo pero, sinceramente, creo que es así.
Tu militancia social está vinculada a la Marea Básica, ¿Cómo valoras el Ingreso Mínimo Vital que puso en marcha el gobierno hace ahora algo más de año y medio?
Es un completo desastre. Creo que fundamentalmente hay dos problemas. Por un lado, el monto total es muy pequeño y, por tanto, poco se puede sacar de donde hay poco que repartir. Pero luego está el gran problema de lo pésimamente mal que está funcionando. Gente que ve reducidas sus prestaciones o que se le niega sin razones comprensibles. Toda la maraña burocrática que lo convierte en una carrera de obstáculos. Lo que está meridianamente claro es que frente a la propaganda oficial el IMV no está suponiendo para nada un instrumento de lucha contra la pobreza. En todo caso, quizá se pudiera hablar de un instrumento para controlar y castigar a los sectores más desfavorecidos, para disciplinar a los pobres. Una vergüenza del “gobierno más progresista” que haya existido en los últimos tiempos. Pero, claro, ya se sabe que los pobres no votan o votan poco.
Si el precariado en España y en Europa se pudiera unir en la práctica con el de Norteamérica, Asia y África, se iba a liar parda... Sería construir la “máquina de guerra” contra el capital de la que habla Maurizio Lazzarato.
Para referirte al sujeto social que ha protagonizado las luchas de las que se dan cuenta en la películas sueles insistir en un concepto muy polémico, el de precariado.
Parece que fue Guy Standing, el copresidente de BIEN (Basic Income Earth Network – Red global de Renta Básica), el que acuñó el término con la publicación de su libro Precariado, la peligrosa nueva clase social en 2011, refiriéndose a los sectores económica y socialmente peor tratados en el Reino Unido. La elección del término no era inocente ya que buscaba una sintonía con el de “proletariado” acuñado en la primera mitad del siglo XIX. En cierto sentido hay relaciones de equivalencia entre la clase obrera y el precariado a nivel global. Creo que el término tiene una funcionalidad para intentar entender la realidad en la que vivimos. Igual que hay una clase dominante a nivel global que se puede relacionar con el asunto de la financiarización, los grandes monopolios, etc., me parece que podemos hablar de un precariado a nivel global que atraviesa las fronteras de los estados nacionales y, en términos generales, tiene unos intereses antagónicos con los de el capital. Por supuesto que se pueden establecer muchos matices y sesudas discusiones sobre todo esto pero a mí me parece que si el precariado realmente existente en España y en Europa en general se pudiera unir en la práctica con el de, por decir algún lugar geográfico, el de Norteamérica y el resto del hemisferio occidental, Asia y África, se iba a liar parda... Sería construir la “máquina de guerra” contra el capital de la que habla Maurizio Lazzarato.
Paso a paso es un documental coral, que recoge las voces de activistas y grupos de base de diferentes áreas geográficas. En el caso de Extremadura el documental recoge la lucha de los Campamentos Dignidad, con especial mención a la organización del movimiento en Mérida y Badajoz. En este último caso da cuenta del conflicto abierto en la barriada de Suerte de Saavedra, poniendo el acento en las viviendas ocupadas por un grupo de familias. ¿Qué te gustaría subrayar al respecto?
Para mí el rodaje en el barrio de Suerte de Saavedra de Badajoz fue el descubrimiento de una pequeña comunidad que te enseñaba que la solidaridad y la lucha no eran únicamente palabras, sino elementos de una práctica cotidiana. Algo que tenía una dimensión bien concreta y real. Lo contrario de lo que nos quieren meter en la cabeza a toda costa.
Hay muchas potencialidades de desarrollar un trabajo audiovisual independiente de los grandes medios y crítico con el statu quoJunto a Marta Sánchez de Ron pusiste en marcha el proyecto de Solidarias que, como este documental, definís como un proyecto para tejer una red de comunicación de contrapoder mediático. Háblanos de Solidarias y de esa filosofía que anima vuestro empeño. Cuál es el estado de salud de la cultura y comunicación crítica en el país.
Durante más de cinco años, a través del canal de YouTube Solidarias, llegamos a hacer más de 300 piezas de video con muchas horas de duración y cerca de 200.000 visitas. Fue un trabajo muy intenso con sus pros y sus contras. En términos generales yo creo que hay muchas potencialidades de desarrollar un trabajo audiovisual independiente de los grandes medios y crítico con el statu quo. De lo que he conocido, las experiencias más interesantes han sido las de los medios independientes en Argentina en la pasada década y el caso del programa Democracy Now (Democracia Ya!) y su relación con la radiotelevisión pública (que no estatal) estadounidense (P.B.S. - Public Broadcasting Service – Sistema Público de Radiodifusión).
La financiación de la película se ha realizado mediante un crowdfunding, un micromecenazgo colaborativo. ¿Cómo ha funcionado la iniciativa? ¿Se puede competir con los grandes medios de periodismo, cultura y comunicación por esta vía?
En el caso de la financiación de Paso a paso puedo decir que tuvimos la suerte de contar con la generosa aportación de un puñado de personas que hicieron el proyecto posible, pero la verdad es que es muy difícil sacar un proyecto de este tipo adelante y que supone muchísimo trabajo no remunerado.
Para terminar, sabemos que eres una persona muy interesada en los debates teóricos de la izquierda y los movimientos sociales. ¿Cómo analizas el momento político y social presente, especialmente tras la pandemia del coronavirus, tanto a nivel internacional como en España?
La situación es compleja y mi capacidad de análisis muy limitada. Creo que en 2019 mientras que se dio la cresta de la ola de la movilización social en muchos sitios de diferentes continentes, como por ejemplo Chile en Latinoamérica, Líbano e Irak en Oriente Medio o Sudán en África, en Europa en general y en España en particular la cosa estaba bastante parada y con la pandemia no te cuento. En Estados Unidos por ejemplo, durante la pandemia ha habido importantes movilizaciones sociales, algunas nucleadas en torno a Black Lives Matter (Las vidas de los negros importan), movilizaciones en el sector fabril más o menos tradicional con el apoyo en muchos casos de sus “sindicatos mayoritarios” (AFL- CIO) que desde la cumbre de Seattle (1999) han ido “enrojeciendo” progresivamente.
Si se quiere poder cambiar las cosas en Europa hay que enfrentarse con las oligarquías europeas, a nivel de todo el continente
En España hemos tenido recientemente la excepción del movimiento huelguístico de la Bahía de Cádiz, que ha supuesto algo que no pasaba desde hace muchísimo tiempo: que la clase obrera “tradicional” e importantes sectores populares hayan desarrollado unas movilizaciones unitarias de gran calado. Algo a tener muy en cuenta.
Con respecto a la situación política actual creo que la izquierda parlamentaria española realmente existente tiene dos problemas fundamentales. Por un lado, un electoralismo de vuelo muy corto que hace fiarlo todo a los resultados electorales. Es cierto que las contiendas electorales tienen mucha importancia y que si se quiere promover el cambio social hay que ejercer poder legislativo y ejecutivo pero todo ello tiene que tener respaldo social, y con una sociedad desmovilizada y despolitizada es difícil que esos cambios se asienten. Y por otro lado, una actuación política desarrollada exclusivamente a nivel de estado nacional cuando las directrices políticas y económicas están establecidas desde un poder europeo. Si se quiere poder cambiar las cosas en Europa hay que enfrentarse con las oligarquías europeas, a nivel de todo el continente. Seguir hablando de conflicto entre los países del sur y los del centro y norte de Europa, no entendiendo que los contendientes son la oligarquía y los pueblos de Europa, es tener una visión muy corta.
La pandemia ha mostrado muchas cosas. Por ejemplo, que Occidente no ha querido liberar las patentes para que se pudiese vacunar a los países del Sur. Lo que deja bien claro en manos de qué tipo de gentuza estamos. También que los cánones que hay establecidos con respecto a los procesos de trabajo, la protección social y a otras muchas cuestiones no son tan rígidos como los pintan. En definitiva, que las cosas sí se pueden cambiar.