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Diccionario de la Posverdad
Burbuja epistémica
La psicología humana consiste en buena medida del esfuerzo continuo por reducir la ansiedad que produce la vida misma en todas sus manifestaciones. A este mecanismo de autoprotección se le denomina “disonancia cognitiva”.
La disonancia cognitiva ha conducido, en un contexto de sobredosis de información, a una situación cognoscitiva en la que las personas están expuestas, principalmente, a información que confirma sus creencias previas a la vez que se descartan los puntos de vista alternativos. En esto consiste justamente una burbuja epistémica, que puede entenderse como la situación epistemológica que motiva la formación de las famosas “cámaras de eco”.
La disonancia cognitiva ha conducido a una situación cognoscitiva en la que las personas están expuestas principalmente a información que confirma sus creencias
Las llamadas burbujas epistémicas se pueden dar en distintos grados. Por un lado está la burbuja en sentido débil. Por simple limitación antropológica, es inevitable que confiemos en la veracidad de la práctica totalidad de la información que recibimos, de la cual no tenemos evidencia y es imposible que la tengamos. En este sentido, todos tenemos nuestras propias burbujas y concedemos autoridad a distintas instancias (personas, libros, medios…) que nos ahorran el tiempo y esfuerzo de comprobarlo de primera mano. La situación ideal de poder ser estrictamente críticos tan solo es real en una pequeñísima proporción de todo lo que decimos saber. Para el resto, se quiera o no, dependemos de creer en otras instancias a las que concedemos autoridad.
Por otro lado está la burbuja en sentido fuerte. Este sería el grado específico que resulta preocupante en un contexto de posverdad, cuyo carácter definitorio consistiría en ser alta o plenamente hermética. La clave para determinar la diferencia entre grados de burbuja está en si hay posibilidad de crítica, si hay disposición a discutir opiniones o ideas distintas a las de la burbuja y si hay posibilidad de salir de la misma. Los casos más graves se dan cuando las burbujas se convierten en entornos completamente unilaterales y homogéneos; es decir, cuando es el único contexto en el que se recibe la información y todos los miembros de la burbuja piensan igual. En este sentido, ya sí, estar en una burbuja se convierte en algo patológico.
Riesgos
Los grupos herméticos pueden llevar a un ciclo de auto-reforzamiento en el que las percepciones y la comprensión de la realidad de las personas se divorcian cada vez más de la verdad, en la medida en que solo resultan relevantes las creencias propias. Por eso, en este contexto, es más probable que los integrantes de esos grupos crean en teorías de la conspiración o que rechacen hechos científicos o históricos establecidos.
La clave para determinar la diferencia entre grados de burbuja está en si hay posibilidad de crítica
En el contexto de la posverdad, la burbuja epistémica es especialmente problemática, ya que puede contribuir a la difusión de información falsa o engañosa y reforzar la creencia en afirmaciones que son también falsas o engañosas. Por ejemplo, una persona que se encuentra en una burbuja epistémica puede estar expuesta a una gran cantidad de información en la que se afirme que el cambio climático es un engaño, y puede llegar a creer que los hechos científicos que respaldan la realidad del cambio climático son falsos debido a la falta de exposición a perspectivas alternativas.
¿Qué podemos hacer para evitarlo?
Pues bien, hay varias formas de tratar de romper (o al menos minimizar los efectos de) la burbuja epistémica en sentido fuerte. Una de ellas es exponer a las personas a una variedad de fuentes de información y opiniones, de modo que puedan formar una visión más completa y precisa de la realidad. Otra es tener una actitud crítica ante la información recibida, a través de preguntas tales como: ¿Es esta explicación plausible? ¿Cómo lo sé?
Una alternativa interesante sería también promover la discusión y el diálogo entre personas con opiniones diferentes en contextos públicos.
En cualquier caso, todo esto puede lograrse solo mediante la educación en medios y la alfabetización digital, ya que necesitamos aprender a reconocer la desinformación y a valorar la veracidad de las fuentes.