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Armas nucleares
La gente, y la salud, antes que las armas nucleares
El Pentágono está trabajando en desarrollar nuevas cabezas nucleares. Reino Unido, en manos de los Estados Unidos, se dispone a comprarlas. Pero mientras los dos gobiernos destinan miles de millones de dólares para proyectos destructivos, sus servicios de salud están colapsando en tiempos de pandemia. Esto tiene que cambiar.
Artículo publicado originalmente en Beyond Nuclear International.
Durante la crisis del coronavirus de este 2020, hemos vivido tiempos preocupantes para millones de personas en Reino Unido y en todo el mundo. Es importante mencionar que las pandemias han sido consideradas como amenazas de primer nivel para nuestra seguridad desde hace mucho tiempo.
Sucesivas evaluaciones sobre riesgos para la seguridad nacional han identificado, con razón, las crisis de salud con los más altos niveles de inquietud, planeando al respecto. Por tanto, cuesta entender que Reino Unido haya quedado sobrepasado ante la crisis.
Teníamos equipamiento, personal e infraestructuras insuficientes, y a nivel internacional se nos ha considerado muy lentos a la hora de responder ante la extensión del virus, por no hablar de que no hemos adoptado plenamente las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud.
Pese a la clasificación de primer nivel de las pandemias, en las últimas décadas unas prioridades absolutamente erróneas nos han conducido a gastar milles de millones en armas nucleares en lugar de prepararnos para situaciones como la actual, o inundaciones, o la emergencia climática.
Fue un alivio, por tanto, ver la iniciativa del grupo pacifista Campaign for Nuclear Disarmament (CND) de que el gobierno se desentendiera del programa armamentístico nuclear Trident para que empecemos a destinar el dinero a afrontar las verdaderas amenazas contra nuestra seguridad a día de hoy.
Pese a la clasificación de primer nivel de las pandemias, en las últimas décadas unas prioridades absolutamente erróneas nos han conducido a gastar milles de millones en armas nucleares en lugar de prepararnos para situaciones como la actual, o inundaciones, o la emergencia climática.
Kate Hudson, de la CND, acertó completamente al decir: “No tenemos que echar la mirada muy atrás para comprender en qué nos hemos equivocado con nuestras decisiones de seguridad y gasto. Las dos últimas estrategias de seguridad han designado el riesgo de proliferación de armas nucleares como una amenaza de nivel 2. Y, sin embargo, los gobiernos detrás de estos estudios han elegido dedicar, sin dudar por un instante, 205 mil millones de libras para un nuevo sistema de armas nucleares que 'abarque' esta amenaza menor, dejando una sanidad pública mal financiada e incapaz de afrontar la pandemia”.
Kate también dijo: “De nuevo, nuestro gobierno tiene las prioridades equivocadas. La amenaza de esta pandemia ha sido identificada, y sin embargo los recursos nacionales se siguen despilfarrando en armas de destrucción masiva para reforzar nuestra mezquina imagen global, en vez de financiar la sanidad para que funcione como es debido”.
La necesidad de avanzar con nuestro activismo contra las armas nucleares queda aún más claro cuando los últimos informes filtrados del Pentágono reflejan el interés británico de comprar una nueva generación de cabezas nucleares para reemplazar las domésticas Tridents, en un proceso que se espera que cueste 31 mil millones.
Hablando en una audiencia en el Senado, el almirante a cargo del mando estratégico, Charles Richard, dijo que habían solicitado a los Estados Unidos una nueva cabeza, conocida como W93 o Mk7.
Siguió diciendo que “este esfuerzo también apoyará un reemplazo paralelo del programa de cabezas nucleares en Reino Undo, cuyo rol disuasorio juega un papel fundamental en la estrategia de defensa de la OTAN”.
Además, Alan Shaffer, subsecretario adjunto de Defensa para la Adquisición y Sostenimiento en el Pentágono, declaró en una reciente “cumbre de disuasión nuclear” que “es maravilloso que Reino Unido esté trabajando en una nueva cabeza nuclear ahora mismo”, y que Londres y Washington “tendrán discusiones y podrán compartir tecnologías”.
El político liberaldemócrata Ed Davey criticó con razón la decisión del gobierno de dar luz verde al “desarrollo de tecnología para nuevas armas nucleares sin ningún diálogo y cero escrutinio”, definiendo el proceso como “inaceptable”.
Lejos de volver a tomar control, como prometió durante las elecciones, parece que con el gobierno de Boris Johnson las decisiones de defensa y seguridad se externalizan a la errática administración Trump.
Lejos de volver a tomar control, como prometió durante las elecciones, parece que con el gobierno de Boris Johnson las decisiones de defensa y seguridad se externalizan a la errática administración Trump.
Es, sencillamente, un escándalo que estas discusiones están tomando lugar en los Estados Unidos, en vez de en Reino Unido, lo cual va en contra de su propio argumento de que nuestra supuesta “disuasión” nuclear es en alguna manera “independiente”.
Lejos de volver a tomar control, como prometió durante las elecciones, parece que con el gobierno de Boris Johnson las decisiones de defensa y seguridad se externalizan a la errática administración Trump.
De hecho, como dijera David Cullen, director del Servicio de Información Nuclear en Reino Unido, “la dependencia de Reino Unido del conocimiento y asistencia estadounidense para su programa de armas nucleares [...] significa que [el Reino Unido] verá que es casi imposible desmarcarse de las decisiones que tome Estados Unidos”.
También vale la pena apuntar que, quiera lo que quiera Boris Johnson, Reino Unido tiene la obligación legal de avanzar hacia el desarme bajo el Tratado de No Proliferación, y su apuesta claramente va contra estos acuerdos.
Además del error de seguir derrochando dinero en armas nucleares cuando las fronteras europeas y de más allá se están reforzando, los planes de destinar miles de tropas en el ejercicio Operación Defender de la OTAN no solo son una decisión equivocada, también peligrosa.
Este es el mayor despliegue de entrenamiento militar en Europa en el último cuarto de siglo y la OTAN lo está llevando a cabo junto a la frontera rusa.
Se supone que durará cinco meses, la operación alcanzará su momento de mayor intensidad en abril y mayo. El despliegue de 26.000 tropas de los países de la OTAN, incluyendo 25.000 de Reino Unido y Estados Unidos, ha sido comprensiblemente criticado por aumentar las tensiones entre Rusia y OTAN, además de costar ingentes cantidades de dinero procedente de los/as contribuyentes. En el momento de escribir este artículo, abril de 2020, la Operación no ha sido cancelada.
El despliegue de 26.000 tropas de los países de la OTAN, incluyendo 25.000 de Reino Unido y Estados Unidos, ha sido comprensiblemente criticado por aumentar las tensiones entre Rusia y OTAN, además de costar ingentes cantidades de dinero procedente de los/as contribuyentes.
El despliegue de 26.000 tropas de los países de la OTAN, incluyendo 25.000 de Reino Unido y Estados Unidos, ha sido comprensiblemente criticado por aumentar las tensiones entre Rusia y OTAN, además de costar ingentes cantidades de dinero procedente de los/as contribuyentes.
Como ha dicho la coalición Stop the War, no solo crecerán las tensiones pre-existentes entre Rusia y la OTAN, si no que, además, seguir adelante durante la pandemia pone en riesgo las vidas del personal civil y militar.
Colocar en el mismo lugar a decenas de miles de personal militar de multitud de países es garantía asegurada para aumentar la transmisión del coronavirus. De hecho, Finlandia ha retirado sus tropas y parte del personal militar ha dado positivo en el test de coronavirus, resultando en la cancelación de parte del ejercicio que iban a realizar.
Ahora no es el momento de incrementar al gasto militar que no nos ayude con los problemas de seguridad y las crisis que afrontamos. Aquí incluyo renovar Trident o participar en la Operación Defender. En vez de eso, deberías redirigir los fondos hacia el Estado de Bienestar, infraestructura, la sanidad pública y medidas que aseguren la seguridad de la población.
Es hora de poner por delante a la gente y al planeta, y no los intereses privados de los amigos de Trump y Johnson, el 1%.
Traducción de Raúl Sánchez Saura.