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Coronavirus
“Si para alguien sin ningún problema de salud mental el confinamiento es duro, imagínate para mí”
Un mes después de haberse decretado el estado de alarma, Miriam, Ohiana y Ara cuentan cómo es vivir el confinamiento con problemas de salud mental.
Miriam ya no sale a pasear, ni va a sus clases de cerámica, ni a nadar a la piscina. Sale, cada 21 días, para ir a su centro de salud mental, donde le ponen una medicación inyectable por la que no puede esperar. El resto del tiempo lo dedica a ver “programas basura” en la televisión. Se va a la cama tarde y se levanta tarde. Su diagnóstico es Trastorno Bipolar y TDA (Trastorno Déficit de Atención). “Si para alguien sin ningún problema de salud mental el confinamiento es duro, imagínate para mi”. Dice que está cansada, aburrida. “Estoy al borde de la locura”. Sigue teniendo consultas telefónicas con su enfermera de salud mental, pero siente que no es lo mismo hablar sin mirar unos ojos. Miriam es miembro de Activament, un colectivo de personas con la experiencia del trastorno mental. Y en estas semanas, cada dos días, habla con una chica de la ONG El Teléfono de la Esperanza que le pregunta cómo está y con la que se desahoga.
Miriam está dentro del 9% de la población española que, según datos de la OMS, tiene algún tipo de problema de salud mental. En situaciones normales acude al centro de salud, visita a una enfermera y a un psiquiatra. Ahora, algunos centros, hospitales y residencias de salud mental y sus profesionales han empezado a notar los efectos de no poder salir a la calle y temen que si el confinamiento continúa alargándose la situación los acabe desbordando. “Hay un paciente con trastorno psicótico que tenía muy buena evolución, prácticamente sin síntomas, sin delirios ni alucinaciones, pero a partir de estar en casa empezó con la sintomatología”, explica Alba, enfermera de salud mental, que ha preferido no revelar ni su apellido ni el nombre del hospital donde trabaja, “seguramente si hubiera seguido con su rutina diaria y con su trabajo no hubiera brotado”.
Algunos centros, hospitales y residencias de salud mental han empezado a notar los efectos de no poder salir a la calle y temen que si el confinamiento continúa alargándose la situación los acabe desbordando
Aún así, Alba asegura que en general, la situación está controlada: “Nos expresan su malestar, su ansiedad, frustración y el estrés que provoca esto. Pero no ha habido ninguna situación complicada. Lo han comprendido todo muy bien”. Esta es la realidad también en la Llar Residència Pàdua, en Vilanova i la Geltrú, que acoge a 45 personas adultas con enfermedades mentales, la mayoría de ellas con esquizofrenia. Eva Montes, directora del centro explica que “al principio estaban un poco más nerviosos y desorientados, pero ahora ya han entrado en una fase más de adaptación y aburrimiento, han entendido que no se puede salir y la importancia de incorporar y cumplir estas medidas higiénicas para que la residencia sea un espacio seguro para todos”.
La principal labor de los profesionales está siendo de contención. “Acuden a nuestro despacho y hacen preguntas sobre cosas que han visto en las noticias y sobre cuándo saldremos”, explica Eva, “y nosotras les damos la información que necesitan y una visión más optimista: se fijan mucho en el número de muertos, pero también hay muchas personas que se recuperan. Tanto en los espacios grupales como a nivel individual hablamos abiertamente del coronavirus para desmitificar algunas ideas y bajar el nivel de ansiedad”.
Mantener las rutinas
Eva asegura que la clave ha sido el mantenimiento de las rutinas. No poder salir a la calle ha obligado a tener que cambiar algunas de ellas, poniendo mucho énfasis en la higiene personal, en la limpieza de la casa y en el mantenimiento de las medidas de distancia. El ejercicio físico es también clave durante estos días. “Por suerte la casa es grande y tenemos una terraza donde podemos hacer muchas actividades. Mientras un grupo está dentro haciendo cinefórum, otro está fuera haciendo psicomotricidad”.
Desde que empezó el confinamiento los usuarios no han podido recibir visitas de sus familiares, ni tampoco acudir a las citas con los psiquiatras, pero el contacto lo siguen manteniendo de forma telemática. “Es importante también mantener el contacto familiar, por lo que se ha ampliado el acceso a los ordenadores y, además, disponen de un teléfono 24h para hablar con las familias”.
“Están 24 horas dentro de la habitación en la que tienen una cama y el baño, no hay nada más, ni tele, ni nada. Pueden tener su móvil, tablet, libros… pero ya está”, dice una enfermera sobre la situación de los nuevos ingresos en la planta de agudos
Lo que más echan de menos es salir para dar una vuelta o tomar un café. Para tratar de mantener, dentro de lo posible, las rutinas, en la residencia han instaurado la hora del café, durante la cual las actividades se detienen, y los usuarios pueden tomar cafés y refrescos. “Es importante que ubiquen también sus momentos de ocio”, aclara Eva.
En la planta de agudos en la que trabaja Alba lo más complicado son los nuevos ingresos, ya que tienen que pasar unos días en la habitación, no pueden salir ni al pasillo, ni a las salas comunes. “Están 24 horas dentro de la habitación en la que tienen una cama y el baño, no hay nada más, ni tele, ni nada. Pueden tener su móvil, tablet, libros… pero ya está”, lamenta.
Vivir con ansiedad
La primera vez que Ohiana fue al psicólogo tenía 15 años. Y en ese momento, dice, supo que no estaba loca. Tiene 40 años y sufre ansiedad social desde siempre. Trabaja como sanitaria, pero lleva seis meses de baja por una crisis que le dio en el trabajo, antes del confinamiento. Antes, su tratamiento era a base de pastillas e intentar salir y relacionarse. Nada de lo que puede hacer ahora. “Así que es curioso, antes tenía ansiedad por nada, una ansiedad irracional”. La de ahora, dice, es un ansiedad racional, de respuesta a un peligro y eso, de algún modo, es bueno para su mente.
Según datos presentado en 2019 por Confederación Salud Mental España, el 6,7% de la población del país está afectada por la ansiedad, exactamente la misma cifra de personas con depresión. En ambas es más del doble en mujeres (9,2%) que en hombres (4%).
Antonio Cano Vindel, catedrático de psicología de la Universidad Complutense de Madrid y presidente de la Sociedad Española para el Estudio de la Ansiedad y el Estrés, pone énfasis en la importancia de manejar la información que tenemos con tal de que esta no nos produzca un exceso de ansiedad y en la necesidad de no poner toda la atención en el hecho de estar encerrado y no poder salir: “Si yo pienso que estar encerrado es un problema, surgirá ansiedad, pero si yo pienso que estar encerrado es una oportunidad para cuidar de mis hijos, leer, ver más cine o descansar, no tendré ansiedad”.
El confinamiento puede hacer aumentar los síntomas de esas personas que ya tienen diagnosticada la enfermedad: “La incertidumbre y la amenaza de la infección pueden provocar miedo y estrés”
El confinamiento, apunta Cano, puede hacer aumentar los síntomas de esas personas que ya tienen diagnosticada la enfermedad. “Toda la información que estamos recibiendo, la incertidumbre y la amenaza de la infección, que de hecho es una amenaza de muerte, puede provocar miedo y estrés” y a su tiempo, “generar más ansiedad e incluso nuevos trastornos”. También esas personas no diagnosticadas, pero con muchos síntomas se pueden ver afectadas por el encierro, y acabar desarrollando la enfermedad.
A Ara, la ansiedad se le presentó en 2016. “El problema para mí en este confinamiento es que mi ansiedad aparece en situaciones de espera”, asegura. Tiene la necesidad de aprovechar al máximo el tiempo. Le cuesta hacer cola en un banco, en el supermercado, estar muchas horas sentada en un avión, incluso el aguantar dos horas sentada en el cine. Así que estas semanas se le hace muy complicadas. De momento, dedica parte del día en planificar el día siguiente. También, cocina platos más elaborados y ha estado colaborando cosiendo mascarillas para el hospital.
“Esto para mí es un reto muy grande, sé que habrán días en los que no estaré bien, pero también sé que cuando esto pase, porque pasará, voy a decir “si esta cuarentena sin poder salir ni hacer nada no pudo conmigo, ya no va a poder nada que se me presente de aquí en adelante”. Y así se anima durante estos días. Repitiendo ese pensamiento en su cabeza a todas horas.
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Muy interesante el tema de la salud mental y la cuarentena. Les adjunto un artículo creado por nuestro equipo para que nos conozcan, saludos cordiales: https://www.centroalianza.cl/blog/salud-mental-coronavirus
Buenos días,
Es muy interesante ver como sobrellevar el confinamiento en estas situaciones.
El hecho de no poder salir a la calle nos puede agobiar a todos, pero sin ninguna duda esto se agudiza en este caso.
Considero que tener recursos telemáticos es indispensable para poder controlar dentro de lo que cabe la situación, ya que es comprensible que no se pueda parar ningún tipo de terapia de golpe por el confinamiento. Es verdad que no es lo mismo, como dicen, no es lo mismo si no puedes mirar a los ojos, pero es un avance en el que se ha tenido en cuenta la importancia de las terapias.
El trabajo realizado en el centro me parece magnifico, manteniendo las rutinas y explicando a los ingresados en el todo a cerca del Covid-19, para mantener la calma.
Me ha parecido muy interesante, muy fácil de comprender. Gracias por hacer visible lo complicado que es vivir confinado en esta situación.
Tengo Tlp trastorno de ansiedad generalizada 34 años un perro y vivo sola... Llevaba de baja ya unos meses con insomnio, algo que sigo sin poder controlar al igual que la ansiedad sin motivo aparente... La salud mental que se me ha dado en estos meses antes del confinamiento a sido inexistente, hasta que entre en el grupo del epap... Antes cuando podían pasaban un rato ahora me llamaba a veces... No creo que mi situación haya cambiado mucho para mí pero si para aquellos que me rodean que minúsculamene estan sintiendo lo que yo llevo sintiendo años... Sin el agravante de que quizá ellos diferencien bien lo real de lo que no lo es... Estar días sin hablar con nadie sin tener nada más que hacer que estar en una casa que al final conseguí tener con el miedo y la incertidumbre que se siente cuando no se sabe si tu salud te lo deja mantener... Pero ahora hablo más con la gente que antes e incluso con más gente... Parece que ahora se sienten un poco como yo... Hay días que no puedo hablar con nadie más porque mi empatía me hace sentir lo que cada uno siente...
Gracias, miles. Por dedicarnos un espacio, una lectura rápida y fácil de comprender para lxs lectores.
Espero que sigamos teniendo un hueco de visibilidad, hay muchos vacíos.
No es que el doble de mujeres sufran de depresión, es que los hombres suelen reportar síntomas y buscar atención menos debido al estigma social que implica en la sociedad productiva y también debido a ese machismo subyacente en este tipo de asuntos que sigue sin desvanecerse. El machismo afecta a los hombres no machistas, que no quieren tomar privilegios por su sexo y que tienen que lidiar con este tipo presiones, así como con responsabilidades que no deberían ser cargadas por su sexo. Durante la cuarentena, en muchos países, salen mucho más los hombres que las mujeres y en casas de familia son los que más suelen exponerse, así que la afección también existe en la repartición de labores, no es unilateral. Y es triste, aunque el que aún en varios lugares del mundo ni siquiera sea bilateral lo es aún más.