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Alimentación
Navidad, una oportunidad de cambio (Parte II)
La campaña «Comer y cambiar, todo es empezar: Modelos prácticos de alimentación y consumo que nos cuidan y cuidan el planeta», de la Asociación Paisaje, Ecología y Género, denuncia la insostenibilidad del actual modelo alimentario, proponiendo alternativas, también en fechas tan consumistas como la Navidad.
De acuerdo a los criterios propuestos en el artículo anterior, a continuación se proponen alternativas más sanas y sostenibles, para distintos tipos de alimentos cuyo consumo aumenta en Navidad.
Frutas y verduras
La opción de compra de verduras de temporada por estas fechas es diversa: coles en sus múltiples variedades: lombarda, repollo, brócoli, coles de Bruselas, romanescu, col china; acelga roja y verde, espinaca, puerro, escarola, lechugas mil, cardo, apio, alcachofa, nabo, remolacha, zanahoria, endivia... Hay mucho donde elegir.
Respecto a las frutas, es ahora el momento de los cítricos: naranjas, mandarinas, pomelos...renunciando a los que tienen la piel encerada. Y más opciones de temporada: granadas, kiwis, chirimoyas, caquis, plátanos...
Por supuesto, eligiendo productos procedentes de agricultura ecológica, apoyamos un sistema de cultivo que no emplea biocidas ni organismos genéticamente modificados.
Además, siempre podemos potenciar las producciones de cercanía, eligiendo los alimentos más próximos y renunciando a comprar las frutas producidas fuera de nuestras fronteras y en otros continentes. Los costes ambientales y económicos del transporte no justifican en ningún caso su compra.
Tampoco se deben despreciar estos alimentos maravillosos contaminándolos con los fenoles que desprenden los plásticos con que a menudo están envueltos. Elegir productos no estuchados es la mejor decisión, aunque siempre podemos dejarle los envoltorios al cajero cuando metamos las verduras recién compradas en nuestras bolsas de tela.
También es el momento de los frutos secos, pero cuidado, el boom de algunos cultivos, como el de la almendra, invade el mercado de frutos producidos en explotaciones intensivas de regadío tóxicas, oportunistas y antiecológicas, cuando la mayoría de estas especies no requieren riego suplementario. Los frutos secos de secano, ecológicos, de procedencia nacional son el maridaje perfecto.
De igual manera, ojo con comprar aceites procedentes de olivares intensivos de regadío, que es la técnica esquilmante que ahora invade España, promueve el envenenamiento de la tierra, la destrucción de la dehesa y la reducción drástica de la fauna autóctona.
Un ejemplo ilustrativo del escaso interés que deben generarnos los productos que se riegan solo para aumentar sus producciones. El gobierno danés ha condicionado su compra pública a la técnica de cultivo, y así ha elegido el pistacho de secano iraní frente al de regadío hiperproductivo estadounidense, con el consiguiente rebote del tocayo del pato Donald.
Mariscos y pescado
El 70 % de las reservas de peces de interés económico están agotadas, según la FAO. Las redes de arrastre de fondo decapan las plataformas continentales. La gran mayoría de las capturas obtenidas por esta técnica (entre el 80 y 90 %) se tira al mar al no constituir un material idóneo para que pase a las lonjas. Ese lecho marino queda inútil durante años después de estas campañas de arrastre.
Ante desatinos como este, la Unión Europea empezó a reaccionar. En el reglamento n.º 1379/2013 la Comisión Europea recibió el mandato para la implantación de un sistema de etiquetado ecológico para los productos de la pesca y de la acuicultura (PPA), que permitieran que el consumidor pudiera diferenciar los pescados extraídos por métodos más o menos destructivos.
El Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación según directrices FAO reconoce cuatro sistemas de ecoetiquetado del sector de la pesca:
- MARINE STEWARDSHIP COUNCIL (MSC)que certifica los productos procedentes de actividades de pesca sostenible.
- FRIEND OF THE SEA para la acuicultura y pesca sostenible.
- KRAV para la agricultura y acuicultura ecológicas.
- NATURLAND para la agricultura y acuicultura ecológicas.
Pero si además queremos que lo que consumamos tenga la calidad social de la cercanía, lo suyo es que acudamos directamente a las cofradías de pescadores. Físicamente, quien tenga la suerte de vivir cerca de la costa, o en la variada oferta expuesta en Internet.
Fresco y del mar, Mariscos de Ballarobre, Del barco a la mesa, las algas certificadas ecológicas Algamar... Desde Coruña hasta Almería, la compra directa es una posibilidad sencilla y de deseable impacto social.
Por otra parte, teniendo en cuenta que una parte importante del pescado que consumimos habitualmente procede de pisifactorías, hay que tener en cuenta que en las instalaciones de acuicultura se aplican diversos productos químicos para el proceso productivo: fertilizantes, desinfectantes, antibióticos, plaguicidas, alguicidas, aditivos alimentarios, anestésicos y hormonas. Tremendo.
La cría ecológica de peces se caracteriza por proveer a los animales de una alimentación certificada ecológica, sin ingredientes que provengan de organismos modificados genéticamente (OGM), el respeto a los procesos de crecimiento naturales y la menor densidad de individuos en las instalaciones acuícolas.
Aquaculture Stewardship Council (ASC), cofundado en 2010 por el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF), certifica los productos procedentes de piscifactorías gestionadas de forma sostenible.
España es un mercado descomunal de langostino, con un consumo de 170.000 toneladas al año. El 95 % es congelado, y su origen está en China, Vietnam, Colombia, Tailandia o Marruecos. Además del origen, hay que tener en cuenta que al langostino congelado se le añaden sulfitos para que aguante más tiempo. O sea que con cada langostino te tomas sin quererlo un poquito de azufre, conocido fungicida que alterará la comunidad microbiológica de tu aparato digestivo.
Los langostinos ecológicos de la empresa Gamba natural, producidos curiosamente en la vallisoletana Medina del Campo, son despachados frescos.
Otros ejemplos de productos ecológicos y de proximidad, procedentes del mar, pueden ser los mejillones Linamar, la lubina de Inter Aqua, la dorada de Culmárex...
Naturix, con trucha, o Río Frío y Per Sé, con esturión y caviar, todo certificado ecológico, amplían el panorama con las aportaciones de la acuicultura de agua dulce.
Carne
La carne más demandada para Navidad es el cordero. La compra simultánea por parte de una franja importante de la población del mismo producto implica unas consecuencias en flujos de energía desconsiderados que vamos a usar como ejemplo.
La producción anual española de carne de ovino es de unas 100.000 toneladas, que sirven para abastecer las necesidades del país y para exportar excedentes, principalmente a países del norte de África.
Contamos con seis Indicaciones Geográficas Protegidas: Lechazo de Castilla y León, Cordero de Extremadura, Ternasco de Aragón, Cordero de Navarra, Cordero de Castilla-La Mancha y Cordero Segureño y de la Sagra.
Solo en estas fiestas se concentra más de un 30 % de la demanda anual de carne de cordero, siendo, por la tradición navideña, el más demandado el lechal, un animal lactante de 45 días de vida y un peso máximo de 12 kg de peso, que una vez despellejado y destripado, se queda en la mitad.
Por ello, de golpe, la producción nacional no es capaz de cubrir las necesidades puntuales de Navidad. El mercado resuelve este asunto con importaciones masivas, principalmente de animales vivos, procedentes de Francia y en menor medida de otros países europeos. Las importaciones de los grandes corderos australianos o británicos no tuvieron el éxito esperado en nuestro país.
Entre tanto, Francia sí entra en el mercado español, introduciendo un cordero procedente de razas lecheras. Para este tipo de explotaciones, el cordero es un producto secundario y puede despacharse a un precio bajo, detalle que le hace muy competitivo frente a nuestros corderos autóctonos, que en general constituyen la materia prima ovina española.
De esta forma, las importaciones mensuales de nuestro país pasan de unos 26.000 corderos lechales de media hasta 190.000 animales en noviembre.
Para más inri, al ser sacrificados en los mataderos españoles, esos corderos franceses pueden acabar mostrando la etiqueta que identifica a los productos autóctonos. Porque, aunque la normativa obliga a que en el etiquetado aparezca el país de origen, de engorde y de sacrificio cuando se despacha envasado en bandejas, la misma norma no es tan contundente cuando se vende despiezado. Ni es fácilmente visible la única etiqueta que identifica al animal muerto. Por ello, o te comes la carne bien identificada pero covenientemente emplastificada, o te pueden dar gato por liebre.
¿Qué opciones tenemos frente a este cacao? Una es no comprar carne de cordero. Otra comprar a granel y que te engañen. Una tercera, es comprar estuchado y llenarte la sangre y orina de los disruptores endocrinos que nos regala otro plastiquito más. Nosotros queremos recomendar una última opción, que debería ser la primera, contactar con tu ganadera ecológica de confianza, aunque sea por Internet.
Así que ahora, en Navidad, vamos a ser conscientes de cada uno de los pasos que damos en el hecho aparentemente insignificante de la compra, y ya que nos ponemos, ampliamos esa consciencia al resto de los días del año. Por nuestra salud, por la de nuestra casa común y en defensa de nuestra libertad. No sea que en nuestro despiste estemos siendo los responsables del engorde de los parásitos financieros y mercantiles base de este neoliberalismo que ha dejado al planeta en el chasis, entre otros regalitos.
Para aquellos que vean más complicado salirse de los típicos menús navideños, una buena táctica guerrillera puede ser elegir dos primeros platos subversivos para las dos fiestas más señaladas. Para la navideña, la clásica lombarda de Madrid, con almendras, rehogada con ajito o las lentejas estofadas que en Italia aseguran la suerte para todo el año si se comparten en la comida de Año Nuevo.
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Una de las primeras funciones de la Navidad desde los tiempos de creación, por parte de cocacola, de Papa Noel; es introducir al infante en el imaginario mágico de la satisfacción sin fin y en la competencia por ver quien tiene mejores regalos: osea, las bases del capitalismo.
La Navidad es la exacerbación de los principales males del sistema: colonizar todos los ambitos de la actividad y el pensamiento humanos para dirigirlos al "consume hasta morir".
Cualquier alternativa al pensamiento mágico-religioso, el consumo insatisfactorio, la competencia frente a la cooperación y la frustración inherente a intentar colmar todos los deseos; es bienvenida. Gracias.