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Comunidad de Madrid
La cara oculta de la victoria en las urnas
¿Qué fue de las candidaturas del cambio que obtuvieron resultados espectaculares en 2015? La perspectiva del próximo año electoral pone en evidencia el difícil camino del “cambio” en las principales ciudades de la región.
Aquella noche, en decenas de municipios y ciudades de la Comunidad de Madrid, la fotografía era la de una felicidad plena. Las candidaturas de confluencia rondaron los 200 concejales en el conjunto de la región. No se podía hacer una declaración unitaria, ya que las confluencias obedecieron en cada territorio a un equilibrio distinto de fuerzas, pero el éxito de Ahora Getafe, Leganemos o Somos Alcalá, acompañaba la imagen triunfal de la noche: Manuela Carmena en la madrileña Cuesta de Moyano, saludando “el cambio” en Madrid. Era el 24 de mayo de 2015, la noche de las ilusiones, cuando el significante “ganar”, que llevaba meses rondando las conversaciones políticas, se encarnó en algo tangible.
Los números estaban, además, marcados por el aguante a nivel municipal de IUCM, la apuesta de un sector de Izquierda Unida enfrentado con el oficialismo de Alberto Garzón, que, si bien fracasó en su intento de llegar a la Comunidad de Madrid, obtuvo 110 concejales en los municipios. Los números dicen que la izquierda “a la izquierda del PSOE” duplicó aquella noche los resultados de IU en 2011 y superaron también los resultados del PCE de 1979. Tres años después de esa noche de sonrisas y abrazos, el panorama es mucho más sombrío.
Lo que es mejor no decir
Este artículo está escrito desde el testimonio de varias participantes anónimas en las candidaturas de Unidad Popular, en IU y en Podemos. No falta a quien le trae sin cuidado que se viertan en El Salto posiciones que han defendido públicamente, pero determinadas fuentes prefieren no hacerlo. Varias de ellas apuntan que hay unos cuantos casos de personas que han tenido que tomar bajas, que han sufrido problemas de salud derivados del estrés, que se han sentido acosadas o que, simplemente, han abandonado la representación política tras un breve periodo en las instituciones.
La situación es similar, hasta cierto punto, a la que se vive en todos los partidos políticos. La principal diferencia es que se produce entre una mayoría de personas que hasta 2015 no habían tenido ningún cargo de representación política.
La primera conclusión es que no existe un patrón, “más allá de las distintas ideologías”, explica uno de los entrevistados. Si hay una constante, que no funciona del todo para lugares como Pinto o Ciempozuelos, es que se ha producido un abandono de las distintas candidaturas por parte de las bases. No ha favorecido la participación de esos tejidos vivos de los municipios el hecho de que los estatutos de Podemos marquen límites férreos a la creación de consejos ciudadanos. Esto provoca que la “rendición de cuentas” de las candidaturas con sus bases se produzca solo en secretarías generales, más ejecutivas y menos abiertas a la deliberación colectiva.
En Madrid, posiblemente el Ayuntamiento con mayor exposición mediática de todos los tiempos, se depende de la decisión de Manuela Carmena. La alcaldesa ha dejado claro que quiere un equipo formado por ella para el próximo ciclo. En pocas palabras: nada de Ganemos Madrid —partido instrumental creado para aterrizar los procesos de confluencia en la negociación con Podemos— poco o nada de IU —Carlos Sánchez Mato fuera del ticket electoral tras su desencuentro con la alcaldesa a raíz de la pérdida del pulso con el Ministerio de Hacienda— y más personas de confianza de la alcaldesa en puestos de salida de la lista para 2019. La resolución del asunto Carmena apunta al principio del comienzo de la táctica electoral de cara a mayo.
Los buenos resultados de mayo de 2015 fueron un paréntesis entre los problemas a los que “el cambio” se enfrentó desde el comienzo de los procesos de confluencia. La negativa de un Podemos incipiente —con un solo año de existencia— a plantear candidaturas locales y su simultáneo interés en entrar en buena posición en Candidaturas de Unidad Popular se cruzó con la crisis interna de IU. El marco planteado por Podemos era el que había salido triunfante en el primer congreso de Vistalegre de la formación morada: la idea de impedir que la organización se convirtiera en un “partido para activistas” y, en cambio, se promovieran candidaturas de “marca blanca” para disputar las elecciones locales sin las “mochilas” de la izquierda tradicional. IU bastante tenía con sobrevivir.
Mientras esas siglas esperaban llenar el espacio de oposición real a alcaldes de PP y PSOE, los acercamientos de espacios surgidos del 15M y estructuras movimentistas sin representación orgánica en las instituciones dieron lugar a protocandidaturas. La Alternativa de Unidad Popular Asamblearia de Alcorcón (AUPA), la Unión Vecinal Asamblearia (UVA) de Móstoles, Sí Se Puede en Leganés o los movimientos En Red y posteriormente Municipalia en Madrid, funcionaron como palanca para la entrada de no profesionales de la política en los procesos de configuración de listas.
En los meses previos a las elecciones se elaboraron, asimismo, censos de inscritos en cada una de las candidaturas. Censos para las votaciones internas y para los procesos de participación, listas que con posterioridad han sido motivo de disputa en varios territorios e incluso se han sustituido —mediante purgas— en lugares como Getafe, donde hubo también un comité de investigación sobre el proceso de primarias para la elección de candidaturas.
Los resultados electorales de mayo definieron un horizonte muy dispar. Junto a Madrid, se entró en la alcaldía en San Fernando de Henares (S.F. Sí Puede), en Pinto (Ganemos Pinto) y en Ciempozuelos (Ahora). En Getafe, Arganda del Rey, Móstoles, Coslada, San Sebastián de los Reyes y Alcalá de Henares, el voto de los concejales de confluencia fue imprescindible para la elección de alcaldes socialistas, algo que ha marcado su acción pero que también les ha hecho intervenir de manera decisiva en las políticas municipales. En el caso de Navalcarnero, Cambiemos ha entrado en el gobierno con el PSOE. El encuentro definitivo de “las izquierdas” ha tenido lugar en Rivas, donde al Gobierno de Izquierda Unida se ha unido Rivas Sí Puede, que acudió en una lista separada en 2015.
La ordenanza general de “sacar al PP de las instituciones” que ha servido como política general de Podemos ha funcionado para algunas de las candidaturas, pero, a la hora de llevarla a la práctica en aquellos lugares donde tradicionalmente gobernaba el PSOE, ha resultado un marco insuficiente para la maduración de un proyecto político. Ideológicamente se produjo un choque a grandes trazos entre los sustratos movimentistas, que acuñaron la idea de municipalismo en el periodo previo a las elecciones, y quienes llegaron a la nueva política con intención de promover una hoja de ruta basada en la gestión de lo preexistente. A nivel social también ha seguido latente un conflicto entre quienes optaron por la “profesionalización” de la acción política y quienes han defendido apuestas democráticas de largo plazo basadas en la rotación de cargos y la limitación de salarios.
Esas disputas se produjeron especialmente en el interior de los distintos Podemos municipales, donde se establecieron distintos niveles de información y toma de decisiones en base a las distintas fracciones que controlaban los territorios o los cargos institucionales. Esa política “de fracción” ha tenido una influencia decisiva en la quiebra de algunos grupos.
El caso más flagrante es el de Leganés, donde el grupo municipal se partió en dos poco después de comenzada la legislatura. Hoy, dos concejales siguen adscritos a Leganemos y cuatro, de Ganar Leganés, no tienen adscripción alguna y carecen de medios municipales. El asunto ha llegado a los juzgados, que han reconocido la nulidad de la expulsión por parte de los poseedores de la marca Leganemos de los cuatro concejales no adscritos. Podemos ha roto relaciones con los dos concejales de Leganemos que, no obstante, siguen participando en el partido morado. En Parla, un concejal de Cambiemos Parla impidió con su voto una moción de censura a un alcalde del PP, lo que creó una polémica de dimensión autonómica. En Alcalá de Henares, cuatro ediles han sido desfederados de Podemos en un conflicto que también tiene su correlato en los juzgados.
DOS VISTALEGRES
Con enfoques políticos distintos, guerras fratricidas, escándalos trasladados al funcionamiento interno, descolgamientos y giros de guión, a la historia de las candidaturas municipales de unidad todavía le faltaba el factor autonómico. Este llegó con la implosión de Claro que Podemos, cocida a fuego lento y explícita en 2016, primero en la Asamblea de Madrid y en el Consejo Ciudadano Autonómico —tras la salida de los afines a Íñigo Errejón— y, posteriormente, en los distintos territorios.
La crisis comenzó a hacer popular el término “fracción”, pero los sectores llevaban funcionando de manera independiente desde mucho tiempo atrás. Las principales familias están dirigidas por Ramón Espinar y Fran Casamayor (oficialistas o pablers, como se les llama en el argot) y por Emilio Delgado (errejonistas o errejoners). No son las únicas familias. A los Anticapitalistas, opuestos a Claro que Podemos en Vistalegre y encuadrados en Podemos en Movimiento en la Comunidad de Madrid, se debe sumar la influencia de Convocatoria por Madrid, la organización nacida tras la salida de Tania Sánchez Melero y el grupo de afines que salió con ella de Izquierda Unida.
Los movimientos en clave autonómica se sucedieron. La alianza entre errejoners y ‘tanios’ (por Tania Sánchez) se opuso por un breve lapso de tiempo al acuerdo de los oficialistas con Anticapitalistas. Los movimientos en la dirección del partido en Madrid, no obstante, situaron a Errejón como el elegido para la candidatura a la Comunidad. Ha supuesto la firma de la paz, sobre el papel, de los actores de Claro que Podemos, en una campaña que ha tenido lugar este mes de mayo, en la que no ha participado Podemos en Movimiento, y que ha colocado a Errejón como número uno para las próximas autonómicas.
LA PRÓXIMA CONFLUENCIA
Hay distintos niveles de dependencia del aparato en cada uno de los municipios, apunta un entrevistado. El territorio está fragmentado y no se han creado espacios de coordinación de las candidaturas más allá de la oficina municipalista Poder Popular, generada en torno al errejonismo, y de Madrid por el Municipalismo, un espacio autónomo más cercano, no obstante, al sector anticapitalista. No hay tampoco coordinadoras en las distintas áreas: la sur, la de más peso demoscópico, el corredor del Henares, o los municipios del norte.
De este modo, el periodo que transcurrirá entre junio y diciembre es clave para saber cómo evolucionarán las distintas candidaturas en el territorio de cara al súper domingo electoral de mayo de 2019. En gran medida, ese arreglo dependerá de la vía que se encuentre para engarzar el proyecto de Errejón para la Comunidad de Madrid con Izquierda Unida, Equo y otros actores, incluido Podemos en Movimiento, en una única lista. Del peor panorama aún no se habla públicamente: que se partan peras y en mayo se presenten dos listas en las autonómicas, con su reflejo en las candidaturas locales.
A grandes trazos, las diferencias organizativas apuntan a dos visiones distintas. Izquierda Unida se muestra en sintonía con una idea de candidatura de unidad popular heterogénea, una especie de frente amplio que aglutine a las distintas sensibilidades de la región —desde la apuesta por la gestión de Ahora Madrid o el sector errejonista hasta los rescoldos del municipalismo del periodo 2013-2015— y le permita ganar terreno. Podemos, por su parte, sigue apostando por una estructura más ligera, una “cadena de cargos” según explica una fuente del partido, que dé autonomía a los electos para marcar las líneas de actuación, al estilo de lo que ha pasado en el Ayuntamiento de Madrid. Una de las fuentes, de IU, explica que, pese a que sean ideas distintas, “no son incompatibles para una síntesis electoral”.
Esperas. “Esperar” de cara a 2019, a lo que sea que se discuta en los niveles más altos. Entre Anticapitalistas, Equo e Izquierda Unida. Entre Pablo Iglesias y Alberto Garzón. Entre Podemos y Manuela Carmena. Las fuentes consultadas insisten en la incertidumbre. No ha ayudado el episodio de la casa en Galapagar y la consulta sobre la continuidad de Pablo Iglesias e Irene Montero.
Se esperan acontecimientos, pero solo los más audaces en términos de marketing político entonan los eslóganes acerca de la ilusión y las sonrisas que funcionaban en 2014 y 2015. En todo caso, queda poco tiempo para que el debate interno se subordine a la formulación de las “máquinas de guerra electoral”. Al fin y al cabo, comenta uno de los entrevistados “no se habla de crear movimiento, sino de pedir votos”.
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Sobre la candidatura futura en el Ayuntamiento de Madrid, es complejo a dia de hoy por un lado se han hecho muchas cosas desde y con los movimientos sociales en muchas áreas del Ayuntamiento del cambio, aunque las políticas gordas, como urbanismo, vivienda, ayudas sociales......., aparte de los errores de novatxs en los primeros momentos del 2015 que la agenda del PP siguió marcando al nuevo Ayuntamiento, en esta ultimas areas no ha habido cambios importantes a lo hecho por el PP y sus políticas neoliberales.
Por otro lado esta claro que el voto girara en torno a la candidatura de Manuela Carmena mas conocida y votada, lo lógico y de sentido comun seria lograr una candidatura cremallera como la impuesta a Podemos desde Ganemos en el 2015. Si se presentan varias candidaturas desde la izquierda progresista la dispersión y fraccionamiento del voto no será muy útil para construir un Madrid diferente a partir del 2019.
No han hecho nada y en las próximas elecciones perderán todo el voto prestado que obtuvieron de izquierdistas serios, ácratas, abstencionistas, etc.