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Cómic
‘Grendel’ o el atractivo del supervillano
Cuando se habla de cómics que revolucionaron el género de superhéroes, siempre salen a colación nombres como los de Steve Ditko, Dennis O’Neil o el infalible Alan Moore. Al lado de figuras tan relevantes, no está de más añadir a Matt Wagner, cuya autoría de Grendel supone uno de los sucesos más fascinantes que vivió el mundo de la viñeta en los años 90. No en vano, estamos ante un título que, de buenas a primeras, rompe con los arquetipos del género. Para empezar, el protagonista de la serie no es un héroe, sino un ser lleno de maldad, un villano que se acaba convirtiendo en el mismísimo demonio. Donde otros encuentran una excusa para humanizar a su creación, Wagner vio todo lo contrario: el escenario perfecto para retratar a un personaje que cada vez profundiza más en su lado oscuro.
Dicha novedad no fue resuelta a través de un guión lineal, sino a través del arte proporcionado por decenas de dibujantes que fueron dando su versión personal de la niña de los ojos de Wagner. Así, la presentación del universo Grendel no busca concretar una dimensión mental colectiva, sino un sinfín de alternativas dispuestas en pos de una concepción en torno a la idea de un personaje, no de su definición literal. A subrayar esta ambición ayuda la búsqueda premeditada de una nómina de dibujantes de estilos directamente divergentes. Esto ayuda a la imposibilidad de recrear una versión objetiva y real de Grendel, lo cual acentúa el misterio en torno a su historia y a la del escritor de novelas y mafioso Hunter Rose, su verdadera personalidad.
Para ello, cabe citar el énfasis en la narración de los hechos desde el punto de vista de diferentes testigos de sus episodios vitales y diferentes fechorías. Dicha metodología tiene mucho que ver con la visión coral que Roberto Bolaño imprimió en Los detectives salvajes en torno a los inolvidables Ulises Lima y Arturo Belano, los personajes centrales de su novela cumbre; por otro lado, seguramente, las más superlativa que nos brindó la década de los 90.
Cómic
Cómic La Patrulla-X de Chris Claremont: los mejores años de los tebeos mutantes
La construcción de un personaje a partir de esta base abre un abanico de posibilidades inmenso en las contradicciones y visualizaciones de un icono del medio que comenzó a rodar en 1982, pero que no tomó empuje real hasta que la colección llegó a un profundo carácter experimental como Grendel: Black, White and Red y Grendel: Red White and Black. Tal como explicó Wagner para Newsarama en 2007: “Cuando empecé a pensar cómo podría convertir la historia en una serie mensual, se me ocurrió la idea de transformar a Grendel en un personaje que fuese generacional. Sabía que tenía que dar con la forma de que me resultara interesante, y la única manera era reinventándolo continuamente. Así que recogí ese aspecto generacional del personaje, donde podría decirse que el personaje protagonista (de las primeras historias) va pasando del cuerpo de un huésped al de otro. Con el tiempo se introdujo en un estrato social más elevado, y eso me proporcionó un campo de juego mucho más amplio”.
Así es como Grendel pasó a convertirse, definitivamente, en una idea mutante en la memoria colectiva del lector de cómics. Se trata de un personaje perfilado desde visiones muy diferentes, a través de estilos muy contrastados. Dicho fin se materializa en Negro, blanco y rojo, el tomo que nos lleva al centro de la personalidad de Grendel por medio del trabajo llevado a cabo con los lápices de dibujantes tan distintos entre sí como David Mack, Scott Morse, Tim Sale, Ho Che Anderson o Duncan Fegredo.
En este tomo crucial es donde queda justificada de pleno la atracción del lado oscuro como filtro central para captar al lector por medio de una serie géneros en los que se entrecruzan neo-noir, cultura ninja, mitología, superhéroes, ciencia ficción, mafia, religión, pulp, tragedia, misterio y terror. Al final son tantos extremos narrativos, artísticos y genéricos en conflicto constante, que la virtud acaba brotando en un desequilibrio perfectamente orquestado desde las ambiciones de Wagner.
Al igual que el título de este tomo guía en la colección de Grendel, los tres colores que, habitualmente, definen el arte de estas viñetas son el blanco, el negro y el rojo. Los mismos a través de los que somos testigos de un punto de inflexión en la serie, llegado el número 24 de la misma con “God and the Devil”. El mismo sobre el que Wagner comentó en Newsarama que “ese argumento se me ocurrió porque no era capaz de ver la forma de mantener a Grendel saltando entre una persona y otra sin que se volviese un elemento repetitivo y aburrido… una trampa en la que pude ver que habían caído muchas otras series regulares de la época. No quería que me ocurriera lo mismo. Por lo tanto, la idea era lanzar la red incluso un poco más allá, y de esa forma expandir de una forma mucho más amplia la identidad de Grendel, que el personaje pudiese tener un efecto global. Por eso, ‘God and the Devil’ se sitúa varios siglos después de la muerte de Brian Li Sung. Ya ha tenido lugar la Tercera Guerra Mundial y los suministros de petróleo de La Tierra se han quedado tan contaminados que ya no se pueden utilizar. La energía solar, el ocio de primera categoría y las drogas de diseño son lo que ahora mueven la economía. El recuerdo del arquetipo de Grendel es un fenómeno a nivel global, un personaje cuya presencia en la cultura popular ha alcanzado proporciones legendarias”.
‘Grendel’ es una sucesión de ideas maquinadas desde una metodología plenamente consciente de estar jugando con los límites del delirio argumental, lo cual finalmente se establece como uno de los puntos más reconocibles y atractivos de una serie orgullosa de su naturaleza revolucionaria
Aparte de este número tan memorable, Grendel es una sucesión de ideas maquinadas desde una metodología plenamente consciente de estar jugando con los límites del delirio argumental, lo cual finalmente se establece como uno de los puntos más reconocibles y atractivos de una serie orgullosa de su naturaleza revolucionaria. Una que en el momento de su publicación abrió una veta dentro de los consensos creativos en el noveno arte.
Más allá de que, cuando llega a los años 90, Grendel adquiere los tics habituales de toda saga con temática de superhéroes subyacente, estamos ante un título a la altura de los más grandes del género. Distinción que también se ha ganado por derecho propio gracias a una de las nóminas de personajes más impactantes que nos ha brindado el mundo de la viñeta. Desde la la niña Stacey a Argent, el archienemigo de Grendel, el desfile de creaciones orquestado en la mente de Wagner es apoteósico. Igual que su ambición a la hora engendrar esta muesca clave en la cadena evolutiva del cómic de superhéroes. Una por la que siempre será recordado como uno de los grandes renovadores de este arte en los años 80.