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Chile
Segunda vuelta en Chile: ¿conseguirá llegar la izquierda de Gabriel Boric a La Moneda?
Boric contra Kast. Un candidato de la izquierda que nació de los movimientos sociales contra uno de la derecha radical con raíces pinochetistas. Dos modelos de país antagónicos se enfrentan en esta elección en Chile, y al igual que ocurrió en las elecciones peruanas del pasado mes de junio, quien se imponga seguramente lo hará con un resultado muy ajustado.
Tras la victoria de Kast en primera vuelta, todo hacía pensar en una derrota de la izquierda en la segunda. Nunca un candidato que pasó como segundo llegó a presidente de Chile, por lo que ni el presente ni el pasado jugaban a favor de Gabriel Boric. Sin embargo, una hábil campaña durante las últimas semanas ha conseguido poner al candidato de la izquierda ligeramente por delante en los sondeos. Una ventaja mínima, que es perfectamente reversible y que augura un resultado final de infarto para la noche del domingo.
La moderación como tónica
Si algo ha caracterizado esta segunda parte de la campaña es el esfuerzo de moderación realizado por ambos candidatos. En las segundas vueltas ya no se trata de gustar a los tuyos, sino de representar una coalición de intereses o sensibilidades que sume a más del 50% de las personas que acudan a las urnas. En ellas se fraguan amistades imposibles hacía unas semanas, se alcanzan pactos con los que nadie soñaba, y todo el mundo juega a ser hombre de Estado firmando acuerdos grandilocuentes y compromisos históricos con quien seguramente volverá a sacarse los ojos la semana siguiente a la elección. El caso de Chile no ha sido menos, y tanto Gabriel Boric como José Antonio Kast han movido ficha las últimas semanas para colocarse con opciones de llegar al Palacio de La Moneda.
Chile
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Boric, que salió tocado de la primera vuelta, fue el más rápido en moverse, y además de obtener muy pronto los apoyos de las dos candidaturas del centroizquierda —Yasna Provoste y Marco Enríquez Ominami— anunció el que ha sido el fichaje estrella de la segunda vuelta: Izkia Siches. Expresidenta del Colegio de Médicos, un organismo que tuvo gran relevancia durante la pandemia, Siches pasó a integrar el equipo de Gabriel Boric nada menos que como jefa de campaña. Omnipresente en esta segunda vuelta, si Boric llega a gobernar, la expresidenta del Colegio de Médicos seguramente tenga un rol de máxima relevancia en su gabinete.
Una hábil campaña durante las últimas semanas ha conseguido poner al candidato de la izquierda ligeramente por delante en los sondeos. Una ventaja mínima, que es perfectamente reversible y que augura un resultado final de infarto para la noche del domingo
Su fichaje ha sido una de las decisiones más acertadas que se han tomado en esta elección en Apruebo Dignidad, ya que se encuentra en la dirección del principal objetivo que persigue el equipo de Boric: ser convocante y ampliar su base electoral. Solo con los votos de Provoste y Ominami no salen las cuentas, por lo que para competir la elección no basta con una simple moderación de contenidos que seduzca al electorado de izquierdas más moderado. Para ganar, Boric necesita conseguir apoyos más allá de quienes votaron al centroizquierda, ya sea de los electores de Franco Parisi o del medio millón de personas que votó en el plebiscito de entrada de octubre de 2020 y no participó en esta primera vuelta. Y para ello, la figura de Siches parece una de las mejores bazas que pueden jugar en Apruebo Dignidad.
Para lograr estos apoyos, la candidatura de Boric ha seguido un camino muy distinto a la de José Antonio Kast. El acuerdo programático alcanzado con el centroizquierda imprimió gradualidad a ciertos cambios, y se encargó de rebajar unas expectativas que tarde o temprano iban a caer sin renunciar a puntos centrales del programa. Kast, sin embargo, sí se ha visto obligado por sus socios del centroderecha a darle la vuelta a determinados puntos de su programa original, sobre todo en lo relativo a las mujeres. Después de llevar en su programa de primera vuelta la eliminación del Ministerio de la Mujer, la prohibición completa del aborto —en Chile solo es legal bajo tres causales—, y beneficiar en determinadas subvenciones a las mujeres casadas por delante de las solteras, esta segunda vuelta nos hemos encontrado con un Kast que cambió radicalmente su discurso y pidió perdón públicamente a las mujeres chilenas por su error.
El esfuerzo en mostrar un cambio en el tema de las mujeres ha sido enorme. La matemática es tozuda, y tal vez en el equipo de Kast se hayan dado cuenta de que es imposible ganar una elección despreciando al 50% de la población
El esfuerzo en mostrar un cambio en el tema ha sido enorme. Se han celebrado encuentros de ‘Mujeres por Kast’ en todo el territorio, y el fichaje más mediático del candidato de la derecha radical para esta segunda vuelta ha sido el de la subsecretaria de Salud Pública del Gobierno Piñera, Paula Daza, que se ha encargado de liderar la Agenda Mujer de Kast. Una agenda que sigue manteniendo el foco en la seguridad y el combate a la delincuencia, pero que ya no discrimina entre mujeres casadas y solteras a la hora de entregar ayudas y se ha esforzado por ser digerible para un número mayor de mujeres. La matemática es tozuda, y tal vez en el equipo de Kast se hayan dado cuenta de que es imposible ganar una elección despreciando al 50% de la población.
Y mientras Kast trataba de dar a su campaña un barniz democrático, Boric buscaba enfrentarse a los fantasmas de la izquierda en primera vuelta: seguridad, orden público e inmigración. Temas que han frenado su progresión los últimos meses y de los que ha hablado mucho más en esta segunda vuelta. Es probable que el candidato de Apruebo Dignidad siga sin parecer solvente a muchos en estos temas, pero lo que sí ha conseguido es tejer una coalición lo más amplia posible que podría ser la llave que le diera la elección.
Desde los expresidentes Lagos y Bachelet hasta el alcalde de Valparaíso, Jorge Sharp, excompañero de partido de Boric en Convergencia Social y férreo crítico del candidato, pasando por la Democracia Cristiana, Marco Enríquez Ominami, o el Partido Liberal, antiguo integrante del Frente Amplio. La imagen que Gabriel Boric ha conseguido proyectar de su campaña es la de un espacio plural en ideas y tradiciones políticas unido por la voluntad de evitar un Gobierno de Kast. Mientras que a Kast no le ha quedado más remedio que acercarse a la coalición que sostiene el Gobierno con menor aprobación de la historia de Chile, Boric ha subido a su carro al centroizquierda, a Sharp y otros descontentos por el lado izquierdo, al mundo de la cultura, y a figuras internacionales tan variadas como Pedro Pascal, Lula da Silva, Joan Manuel Serrat, Thomas Piketty, José Luis Rodríguez Zapatero o Viggo Mortensen. El objetivo de ampliar al máximo la coalición y generar ilusión se ha cumplido. Ahora veremos si esta amplitud tiene su traducción en las urnas.
La Moneda… ¿y luego qué?
Durante estos días hemos hablado de estrategias y eslóganes de campaña. De los problemas de la izquierda para conseguir votos fuera de la Región Metropolitana y Valparaíso y de la incógnita sobre qué ocurrirá con los votos de Franco Parisi. Y centrados en todas estas cuestiones, quizás hayamos olvidado un tema fundamental: la gobernabilidad.
Si miramos como está configurado el actual Congreso chileno, ninguno de los dos candidatos podrá llevar a cabo por su cuenta su programa político. Apruebo Dignidad cuenta con 37 diputados de 155 y cinco senadores de 50, mientras que el Frente Social Cristiano de Kast tiene 15 diputados y tan solo un senador. Por tanto, más que una disyuntiva entre comunismo o libertad o entre democracia y autoritarismo, a lo que Chile se va a enfrentar los próximos años es un choque de trenes entre su poder legislativo y ejecutivo.
Gestionar las expectativas de cambio será una de las principales tareas de ambos candidatos, ya que lo que quieran hacer seguramente se separe bastante de lo que finalmente puedan llevar a cabo. Aquí el problema más grande vendría para Boric, que se presenta a la elección con el objetivo de transformar el país. Kast lo hace para salvaguardarlo de quienes quieren acometer estos cambios, por lo que le costaría menos desenvolverse en una situación así. Con el poder de veto del presidente y el control del Ministerio del Interior y el orden público el candidato de la derecha radical podría llegar a manejarse mejor de cara a vender logros a buena parte de su electorado.
Más allá de quien gane las elecciones, si miramos como está configurado el actual Congreso chileno, ninguno de los dos candidatos podrá llevar a cabo por su cuenta su programa político
Boric, sin embargo, se vería sometido a numerosas dificultades, y deberá exprimir al máximo su capacidad de diálogo si finalmente llega a La Moneda. Su gobierno pasará un auténtico suplicio cada vez que necesite aprobar alguna ley en el parlamento, y los cambios, como bien ha avisado en esta segunda vuelta, serán mucho más graduales de lo que a él mismo le gustaría. Controlar estas expectativas en su electorado, ser capaz de aguantar críticas, mantener unido a su conglomerado, y saber a qué renunciar y a qué no sin olvidarse de las líneas generales del programa. Estos son algunos de los grandes desafíos que el candidato de la izquierda podría tener que enfrentar si finalmente asume el cargo.
Como vemos, las amenazas de Kast de un inminente totalitarismo en el caso de que Boric llegara a gobernar se encuentran muy lejos de la realidad. Durante toda la campaña el candidato de la derecha radical ha agitado el fantasma del comunismo, consciente de la enorme rentabilidad que tiene este discurso en Chile. Pero no se instaurará ningún régimen comunista si gana Boric, que tendrá que sudar sangre para aprobar reformas de calado que necesiten de la aprobación de Congreso y Senado.
Además, tampoco debemos olvidar que quienes sumieron a Chile en el horror y el autoritarismo no fueron los comunistas, sino los que sostuvieron un régimen que, según José Antonio Kast, “salvó al país de convertirse en Cuba o Venezuela”. Kast se lleva las manos a la cabeza pensando en la participación del Partido Comunista en un posible gobierno de Boric, pero lo cierto es que estos terribles comunistas chilenos ya participaron en el segundo gobierno de Michelle Bachelet (2013-2017) y no ocurrió nada.
La derecha radical ha agitado el fantasma del comunismo. Pero no se instaurará ningún régimen comunista si gana Boric, que tendrá que sudar sangre para aprobar reformas de calado que necesiten de la aprobación de Congreso y Senado
También estuvieron en la campaña del No contra Pinochet en 1988 —en la que Kast votó a favor del dictador— y fueron los que más trataron de mantener el orden constitucional y contener las ansias revolucionarias de ciertos sectores durante el Gobierno de Salvador Allende. Los miembros de esta tradición política en Chile, entre los que se encuentran figuras de la talla de Pablo Neruda, han hecho mucho más por la democracia, los derechos humanos y el progreso en su país, que la derecha autoritaria de la que procede Kast. Se podrá o no estar de acuerdo con sus ideas, pero lo que no conviene es dejar que tergiversen la historia quienes reivindican a los que derribaron la democracia.
Chile se juega mucho en estas elecciones, y lejos de las dicotomías hiperbólicas como “fascismo o democracia” o “comunismo o libertad”, lo que hay verdaderamente en juego no es ni una vuelta del fascismo ni del comunismo, sino una regresión autoritaria y un repunte del conflicto social en el caso de que gobierne José Antonio Kast. El candidato ultraderechista ha avisado una y otra vez que combatirá sin compasión los desórdenes públicos y que respaldará sin fisuras a Carabineros, aunque se cometan abusos policiales flagrantes como en las protestas de octubre de 2019. Esta declaración de intenciones sumada a los enormes poderes con que cuentan los presidentes chilenos, da una idea de lo que puede ocurrir en el caso de que Kast llegue al Gobierno. No solo pueden verse en peligro derechos civiles y políticos, sino que el mismo texto constituyente podría ver complicada su aprobación si Kast hace campaña contra él desde La Moneda. Chile se juega mucho en esta elección y no es precisamente caer en las garras del comunismo.