Campesinado
Notas de un jornalero extremeño

El 21 de diciembre de 2018 el gobierno de España aprobó por Decreto-Ley la subida salarial que afecta a todos los sectores productivos. La Ley debería regir a partir del 1 de enero del año en vigor, incluyendo, claro está, a los trabajadores fijos y eventuales del campo.

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5 jul 2019 09:00

El 21 de diciembre de 2018 el gobierno de España aprobó por Decreto-Ley la subida salarial que afecta a todos los sectores productivos. La Ley debería regir a partir del 1 de enero del año en vigor, incluyendo, claro está, a los trabajadores fijos y eventuales del campo.

El salario se fijó en 900 euros al mes, en 14 pagas, que para los obreros del campo se traduce en una subida salarial de 8 euros diarios, o lo que es lo mismo, en unos 46,34 euros al día por seis horas y media de trabajo.

En la actualidad, el tema que nos concierne, porque nos afecta frontalmente, es que las patronales agrarias, después de cuatro meses de negociación con los sindicatos CCOO y UGT, mantienen una intransigencia desmesurada a la aplicación en el campo de este Decreto-Ley. Y a su vez, se niegan a negociar un nuevo convenio colectivo, ya que en el caso de la provincia de Badajoz el que sería de referencia laboral finalizó en diciembre de 2018.

Los jornales que pagaban muchos agricultores, pequeños y medianos, superaban a los estipuladas en el convenio para determinadas faenas de temporada, como vendimia y aceituna, conscientes de que lo que establece el papel del acuerdo era diminuto

Por cierto, un convenio que se firmó con unos salarios ridículos, dada la poca influencia sindical en una relación de fuerzas muy favorable a las organizaciones agrarias. Los jornales que pagaban muchos agricultores, pequeños y medianos, superaban a los estipuladas en el convenio para determinadas faenas de temporada, como vendimia y aceituna, conscientes de que lo que establece el papel del acuerdo era diminuto.

Las patronales agrarias no han querido seguir negociando después del laudo dictado por la autoridad laboral, derivado del desacuerdo de las partes contractuales, sindicatos y organizaciones agrarias, sin motivación alguna y con una postura que podemos calificar de ignominiosa. El laudo arbitral se redacta en un tiempo récord. Poco había que discutir después de la legislación salarial aprobada recientemente por el Gobierno.

Agricultura
AFRUEX arranca frutales porque no ha podido arrancar la dignidad de los jornaleros y jornaleras extremeños

Hace unos días, la prensa extremeña recogía las declaraciones de la patronal frutícola en Extremadura sobre los efectos perniciosos para el campo de la subida del Salario Mínimo Interprofesional. 

El citado laudo afirma, de forma clara, perfectamente legible y sin dar lugar a confusión interpretativa alguna, el régimen salarial y condiciones laborales que deben llevar a efecto las empresas incluidas en el ámbito de aplicación del convenio colectivo del campo de la Comunidad Autónoma de Extremadura. Así, siendo repetitivo por la importancia de dejar claro este asunto, establece que la remuneración del trabajo para un obrero agrícola es de 7,13 euros la hora, o lo que es lo mismo, 46,34, siendo esto de obligado cumplimiento.

Con el incumplimiento de estas normas mínimas relacionadas con los emolumentos en el sector son estas y otras patronales agrarias las que rompen la paz social que tanto requieren para la buena marcha de la estabilidad de sus negocios

Por tanto, por mucho que quieran justificarse con el arranque de árboles frutales y otras penurias que sufrirán muchas de las empresas del sector a causa de los costes salariales, lo cierto es que, con el incumplimiento de estas normas mínimas relacionadas con los emolumentos en el sector, son estas y otras patronales agrarias las que rompen la paz social que tanto requieren para la buena marcha de la estabilidad de sus negocios. En esta ocasión, las citadas patronales han dado muestras de un comportamiento montaraz y cerril, algo intrínseco al talante que han tenido a lo largo de la historia de nuestra tierra extremeña.

Lo que tenemos que tener claro los jornaleros y jornaleras es que no podemos renunciar a la defensa de nuestros intereses, a la lucha por los derechos laborales y sociales, teniendo muy presente que estos están íntimamente unidos a los intereses de los pequeños y medianos agricultores. Este sector social del mundo rural está en nuestra misma frontera, puesto que, desamparados por el poder político, están sistemáticamente castigados por las políticas de precios de las multinacionales, bancos y empresas que controlan la producción agrícola.

Sin olvidar que también están en la misma ribera, a nuestro lado en la lucha por una sociedad con más justicia y mayor bienestar, todos los trabajadores y trabajadoras de los diferentes sectores de la producción de bienes y servicios, trabajadores de las ambulancias, de la empresa LEDA, los hombres y mujeres que son explotados en las empresas de servicios de la hostelería y del turismo en general, los trabajadores de la sanidad, de la educación, etc.

La supervivencia del mundo rural depende de que los poderes políticos vigilen y controlen una política de precios que permita una vida digna a los pequeños y medianos agricultores

La supervivencia del mundo rural depende de que los poderes políticos vigilen y controlen una política de precios que permita una vida digna a los pequeños y medianos agricultores, eliminando muchos de los obstáculos que les impiden obtener rendimientos acordes a sus trabajos dado que, como hemos señalado, están a merced de las entidades financieras y de las empresas que controlan la producción de semillas, piensos, abonos, maquinarias, etc. Está claro que tenemos que exigir con más fuerza que nunca la puesta en marcha de políticas públicas que estimulen la producción ecológica, que debe ser valorada en sus justos términos.

El tratamiento bárbaro e insostenible de ciertos sectores patronales con los jornaleros y jornaleras agrícolas ha llevado a movilizaciones en el sector de la producción hortofrutícola en el territorio extremeño. Muchas personas ligadas a movimientos sociales, como la Asociación 25 de Marzo y los miembros del Campamento Dignidad, hemos estado dando información sobre las condiciones laborales legalmente establecidas mediante asambleas informativas y repartos de octavillas en los centros de trabajo y en muchas localidades de las Vegas del Guadiana y Tierra de Barros. A pesar de la negativa de algunas empresas a que se les diera la información en el interior de sus instalaciones, nos buscamos la vida para transmitirles y comunicarles lo relativo a la legalidad de sus condiciones de trabajo.

La Patronal ASAJA nos acusa de radicales porque, con nuestras actividades, les ponemos en el ojo de la opinión pública y de todo los jornaleros y jornaleras extremeñas por su resistencia al cumplimiento efectivo de la ley salarial, y por su negativa a la negociación del nuevo convenio colectivo por agotamiento temporal del aprobado para el período 2016-2018.

Por otro lado, la asociación AFRUEX hace comunicados preguntándose, con malos propósitos, sobre el futuro a que se verán abocados nuestros pueblos. Lanza el mensaje, culpabilizando a la clase obrera, de que la subida de los costes salariales llevará al arranque de los árboles frutales y de ahí a la eliminación de puestos de trabajo y, como resultado final, al abandono y despoblación de nuestro territorio.

Tenemos que decirle a esta asociación patronal que no han sido los jornaleros y jornaleras los culpables de los problemas del campo extremeño

Esta reflexión de AFRUEX conlleva una amenaza a la lucha de los jornaleros por una subida salarial. Tenemos que decirle a esta asociación patronal que no han sido los jornaleros y jornaleras los culpables de los problemas del campo extremeño, ni de la situación económico-social en la que se encuentra Extremadura, ni de la falta de trabajo. La clase obrera no es masoquista. Han sido los que disponían de los medios de producción, del dinero, del poder político, los culpables, los que han castigado y empujado a que las familias trabajadoras extremeñas hayan tenido que sufrir el abandono y salir a buscar trabajo fuera de sus pueblos desde hace decenas de años.

La historia se repite, y ahora como antes las instituciones de la Junta de Extremadura toman partido por los poderosos y los dueños de los medios económicos y de producción. Y en este caso que nos ocupa han permanecido y permanecen al margen del conflicto laboral, con claras muestras de subordinación a los intereses patronales, y en cierto modo, rindiendo pleitesía, alejada de lo que debe ser la defensa del cumplimiento legal, que en este caso protegería a la clase trabajadora.

Nosotros vamos a seguir trabajando para impulsar la negociación del convenio colectivo del campo para que, a la mayor brevedad, podamos poner punto final a la situación de eventualidad en la que nos movemos actualmente.

Para finalizar, quiero dedicar el poema de Antonio Machado a toda la clase jornalera que lucha, como diría él mismo, por un palmo de vida más justa y más digna.

He andado muchos caminos
he abierto muchas veredas;
he navegado en cien mares
y atracado en cien riberas.

En todas partes he visto
caravanas de tristeza,
soberbios y melancólicos
borrachos de sombra negra.

Y pedantones al paño
que miran, callan y piensan
que saben, porque no beben
el vino de las tabernas.

Mala gente que camina
y va apestando la tierra...

Y en todas partes he visto
gentes que danzan o juegan,
cuando pueden, y laboran
sus cuatro palmos de tierra.

Nunca si llegan a un sitio
preguntan a donde llegan.
Cuando caminan, cabalgan
a lomos de mula vieja.

Y no conocen la prisa
ni aún en los días de fiesta
donde hay vino, beben vino;
donde no hay vino, agua fresca.

Son buenas gentes que viven,
laboran, pasan y sueñan,
y un día como tantos,
descansan bajo la tierra.

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