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Sabemos que tú también sigues viendo las reposiciones de Aquí No Hay Quien Viva (Antena 3, 2003-2006) en forma de ritual inacabable y que, sorprendentemente, te siguen llenando. Posiblemente la clave de la vigencia de la serie está en su trabajado realismo que la ha convertido, con los años e inesperadamente, en una producción de culto, mucho más comprometida que cualquier sitcom yanqui. Aunque existen otros muchos nombres de este género (Mis adorables vecinos, La Que Se Avecina) incluso algunos de ellos ligados a grandes producciones cinematográficas extranjeras (Arlington Road, 1999, mítico film con indudable significación política), esta comunidad de vecinos fue realmente tan transgresora que nos ha puesto muy difícil poder encontrarle un digno sustituto. ANHQV interpela especialmente a la traída y llevada Generación Y, que ve en sus relatos conflictivos un buen reflejo de la forma de ser milenial.
Aquí No Hay Quien Viva permitió (y permite) introducir en las casas de miles de españoles una pequeña comunidad política donde, desde la figura del sofista e institucional Presidente Cuesta, pasando por el colectivo LGTBi (Mauri, Fernando, Bea, Inga, Delito) que empieza a ganar visibilidad en España con personajes nada extremos, –pero que tampoco recortan pluma, como el caso de Mauri–, hasta el precario Emilio Delgado –que en la universidad pública intentó encontrar como tantos otros el ascensor social–, representan algunos de los estratos sociales fundamentales de nuestras entornos posmodernos.
Cada junta de vecinos pone encima de la mesa los problemas de la democracia, en este caso cristalizados en el derecho de participación o no de las alquiladas –un derecho que solo adquieren con la condición de propietario (problemas de acceso a la ciudadanía ligados con el posicionamiento económico)– y en la dificultad de gestionar los espacios deliberativos. La propia lógica de oposición que desarrolla Cuesta frente a los desastrosos presidentes accidentales (Mauri, Carlos, Andrés) termina por demostrar que para el buen funcionamiento comunitario (acción colectiva en “Desengaño 21”) parece imprescindible el liderazgo tradicional y restrictivo (muy legalista) de Juan Cuesta, al que incluso le acompaña algún escándalo por desvío de fondos (episodio 3x23, “érase un vicio”). De entre las gestiones de otros presidentes destaca la actuación indiferente de Mauri en la tercera temporada (episodio 3x28: “érase un desgobierno”) cuyas acciones principales son la instalación de una piscina en la azotea, de una parabólica en la histórica fachada y de una máquina tragaperras para solucionar el déficit existente por los impagos (interesante reflexión sobre el mundo del juego).
Esta gestión alternativa termina con un incidente (la caída del techo de Lucía por el peso de la piscina) que podría traer la ruina económica a la comunidad en concepto de indemnizaciones, demostrando la necesidad una vez más de volver a la tediosa estabilidad tradicional.
También en la tercera temporada, la más política de las 5, vivimos dos episodios intensos. En el capítulo 3x24 “érase un administrador”, los vecinos deciden contratar a un gestor de fincas como solución ante la crítica situación financiera de la comunidad. Esta respuesta a un verdadero problema de utilización de bienes comunes supone la privatización de la gestión colectivo-política, una de las soluciones clásicas a la tragedia de los comunes frente al Estado (el Leviatán) y al establecimiento de espacios comunes de participación en las reglas y control, las otras soluciones aportadas. La privatización de la gestión produce grandes cambios, entre ellos el despido del portero ante la necesidad de reducir gastos (políticas de austeridad y propuestas de reforma ligadas a la Public Choice) por lo que son los propios vecinos los que tienen que asumir sus tareas típicas como la limpieza. Incluso vivimos, más tarde, un connato de independencia en la cuarta temporada. El edificio se divide en 2, lo que genera un conflicto sobre los distintos recursos que caen en cada uno de los dos lados (contadores, portero, agua).
El constructor corrupto –director de la operación Windsor– padre de “la pija”, una progresista postmoderna cosecha 2004 que nos regaló ese precioso alegato feminista recientemente viral, los contratos temporales basura de Belén en el Burger, la ORA o la tintorería, la mano de hierro de Paloma Cuesta y su aspiración emprendedora (PUF), pero por supuesto, algo sobre sale por encima de todo lo demás: ese trío de súper mujeres, que viven solas –Manolos a un lado– y de forma nada pasiva, verdaderas protagonistas de la trama.
Nos podríamos aventurar a analizar ese viejo meme que asigna a cada personaje un partido político (Carlos, el niño de papá con coche descapotable, pero que no entiende el amor, de Ciudadanos, como Andrés Guerra; Cuesta, un viejo felipista, maestro mal pagado de la concertada y admirador de la Constitución y el Estado; Isabel, la hierbas, una enfermera “verde y morada” que quiere fluir con el universo, termina atrayendo al viejo felipista), pero preferimos quedarnos con cómo los vecindarios nos permiten acercar a la pequeña pantalla las difíciles lógicas políticas de los grandes Estados cuyos principales retos pasan por fomentar una acción colectiva equitativa. Bueno, también nos quedamos con ese eje de coordenadas ideológicas según personajes que circula por la red, una verdadera obra de arte.
ANHQV, icono cultural solo empañado por las acusaciones de actores y actrices de explotación laboral, un relato demasiado común en la industria del entretenimiento.
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A mi me encanta las series.las sigo viendo.aunque las vea muchas veces no me canso de verla.era una serie.que ademas de entretenerte A mi me relaja..con el lio que tenian siempre.en Aqui no hay quien viva
Sigo viendo la serie y grabando los capítulos los sábados y domingo. Siempre encuentro frases que me hacen reír. Hoy en día no hay una comedia cómo está mis preferidos son Emiliano y Belen
Creo que muchas veíamos esta implicaciones en ANHQV, y también la conexzión generacional...me jha gustado bastante!
Nunca me imaginé que vería mencionado el Leviatán en un artículo de Aquí no hay quien viva (muy interesante!)