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Barcelona
Legionarios en Sant Andreu, horas contadas
El barrio de Sant Andreu de Barcelona tacha los días en el calendario para la marcha de la Hermandad de Antiguos Caballeros Legionarios de Barcelona. Aunque la problemática llegó a las instituciones en 2013, con la cesión gratuita por parte del Consorcio de la Zona Franca de Barcelona de unos nuevos terrenos en la zona de los antiguos cuarteles, la presencia de los Legionarios en el barrio se remonta a más de veinte años antes. Como avanzó recientemente Tot Barcelona, los Legionarios tienen de fecha límite el 10 de febrero para abandonar las instalaciones. ¿Llegó la hora del fin?
“Es una lucha que viene de lejos, de mucho antes de llegar a las instituciones”, explica Ivan Altimira, consejero de distrito de la CUP la pasada legislatura, “activista cultural y social del pueblo de Sant Andreu, antifascista y maricón”, como él se presenta. “A finales de los años 90 se instalaron en el pequeño local de la esquina, donde tienen la cantina llena de simbología y parafernalia fascista”.
“Ha habido muchos rifirrafes, varios altercados. La gente de Sant Andreu y de la Trinitat Vella, para pasar de un barrio al otro —los cuarteles se encuentran en la frontera entre ambos—, teníamos que hacerlo en grupos”, recuerda Ivan Altimira
“Siempre ha habido una pulsión entre los grupos más alternativos, reivindicativos y contestatarios del barrio. Algo más local, una batalla de calle, sin la participación de las instituciones ni la presencia de los medios”, recuerda Altimira. “Ha habido muchos rifirrafes, varios altercados. La gente de Sant Andreu y de la Trinitat Vella, para pasar de un barrio al otro —los cuarteles se encuentran en la frontera entre ambos—, teníamos que hacerlo en grupos. Los conflictos han sido eternos”.
Antes de llegar a las instituciones se hicieron varias campañas por el pueblo —como los vecinos de toda la vida prefieren llamar a Sant Andreu, anexionado a Barcelona en 1897— con el lema “Fuera Legionarios de Sant Andreu: fascismo nunca más, en ningún sitio, contra nadie”, mientras los encontronazos eran constantes ya desde los tiempos del viejo Centro Social Okupado El Palomar, o en varios actos a lo largo de los años, el caso más mediático el intento de boicot a la visita de Arnaldo Otegi a Can Fabra en 2016.
Los momentos de crispación crecieron cuando, con la retirada de la vigilancia de los edificios en 2001, ocupados hasta el inicio de su demolición en 2004, “salían del local a increpar a los inmigrantes que se alojaban allí”, rememora Altimira. “Se comenzaron a organizar manifestaciones hasta la misma puerta de los legionarios para exigir su marcha. Ha sido una lucha que se ha llevado a cabo desde hace muchos años, previa a la creación de la Assemblea Antifeixista de Sant Andreu, compuesta por un gran número de entidades de vecinos, culturales y asociativas”.
Un nuevo escenario desde 2013
Durante los últimos ocho años, la Hermandad de Antiguos Caballeros Legionarios de Barcelona ocupa una parcela de unos 5.000 metros cuadrados que el Consorcio de la Zona Franca de Barcelona (CZFB) les cedió de forma temporal y gratuita en 2013, con el Partido Popular en el Gobierno. El Consorcio también cedió un espacio a la Hermandad Provincial de Sargentos Provisionales de Barcelona y a la Asociación de Caballeros Inválidos y Mutilados Militares de España.
El CZFB es un órgano formado por el Gobierno y el Ayuntamiento de Barcelona y, aunque su presidente es el alcalde de la ciudad, el control del consorcio está técnicamente en manos del delegado que nombre el Estado, Jordi Cornet en 2013 y Pere Navarro desde la llegada de Pedro Sánchez a la presidencia.
“Durante todo este tiempo hemos luchado para destinar estos espacios a equipamientos para el barrio. El espacio donde realizan sus desfiles, además, es anexo al patio de una escuela”, explica Santi Serra, presidente de la Asociación de Vecinos y Vecinas de Sant Andreu
Santi Serra es el presidente de la Asociación de Vecinos y Vecinas de Sant Andreu. “No los queremos. No aportan nada, al contrario. Durante todo este tiempo hemos luchado para destinar estos espacios a equipamientos para el barrio. El espacio donde realizan sus desfiles, además, es anexo al patio de una escuela”, explica. La escuela es la escuela Eulàlia Bota, inaugurada en 2008, uno de los equipamientos aprobados con la modificación del Pla General Metropolità para definir el nuevo plan urbanístico de la zona que se puso en marcha en 2004 con la compra de los terrenos por parte del CZFB. Un plan que acumula más de una década de retrasos y que contempla la construcción de viviendas y una residencia para gente mayor, una guardería, un polideportivo y un espacio joven que llevará en nombre de Jaume Oller i Prats, el primer muerto de Sant Andreu en la Guerra Civil por las tropas fascistas a los 16 años.
“Desde el primer momento nos pusimos en contacto con Jordi Cornet y Raimond Blasi —entonces regidor del distrito, de Unió Democràtica— para mostrar nuestro rechazo a la concesión de los terrenos, pero se nos dijo que hasta que no hubiera un proyecto de uso definido no se les podía echar”, explica Serra. “Algo que era mentira, porque han vendido estos terrenos a ADIF para construir vivienda cuando nosotros siempre hemos reclamado que destinaran a vivienda pública”.
En el mismo sentido, Ivan Altimira recuerda que “con la llegada del nuevo gobierno municipal, la regidora Laia Ortiz (Barcelona En Comú, 2015-2019) nos dijo que en septiembre se marcharían, que todo estaba en manos de las instituciones y que dejáramos de hacer manifestaciones”. Han pasado siete años. “Hay cosas que para según qué van muy rápidas y para según qué otras cuestan mucho”, añade Santi Serra.
Desde entonces el espacio ha acogido desfiles regulares del Cristo de la Buena Muerte, una feria militar en la que expusieron varios vehículos y material del ejército, además de instalar varias paradas en las que se podía adquirir productos o misas en latín con el cura de espaldas y toda la parafernalia ultracatólica y ultrafascista correspondiente. La presión de los vecinos sí logró la cancelación de una misa en honor de la División Azul para conmemorar el aniversario de la batalla de Krasny Bor, en los arrabales de Leningrado (1943) en la que las tropas nazis y la División Azul fueron derrotadas por el Ejército Rojo.
Los legionarios han rechazado la indemnización de 12.500 euros ofrecida por el CZFB y reclaman más dinero, 18.000 euros según Santi Serra, en concepto de varias obras de mejora en las instalaciones realizadas durante estos años. “Ellos ocupan el espacio con un contrato de precario. En estas mismas condiciones, muchas entidades del barrio han abandonado sus locales —los Diablos hasta en tres ocasiones— cuando se les ha sido solicitado sin recibir nunca ningún tipo de indemnización. No entendemos que de salida se les ofrezca esta pasta”, explica Ivan Altimira.
Los cuarteles, una reivindicación eterna de los vecinos
Los cuarteles de Sant Andreu, los Cuarteles Militares de Artillería de la Maestranza, se inauguraron en 1929. Propiedad del Ministerio de Defensa, con una superficie de más de 100.000 metros cuadrados, funcionaron durante 69 años. En 2013, además de los terrenos a los Legionarios, se cedieron otras parcelas en el mismo régimen al Sant Andreu Cricket Club y un espacio de aparcamiento para los trabajadores en la comisaría de los Mossos.
“En su momento presentamos un muy buen proyecto con una memoria muy detallada para trasladar el Instituto Municipal de Urbanismo de Barcelona, que hoy en día sigue pagando un gran alquiler por el espacio que ocupa”, explica Santi Serra. “También hubo conversaciones para crear un centro de entrenamiento para deportistas inmigrantes que por un motivo u otro habían tenido que abandonar sus países, pero no se habló nunca más del tema, todo quedó en agua de borrajas”.
Desde la AVV de Sant Andreu se ha buscado para esta parte de los antiguos cuarteles seguir el mismo modelo con el que consiguió reconvertir un viejo espacio en manos de la Agencia Tributaria entre el Carrer Gran y la fábrica Fabra i Coats, solo en uso durante la campaña anual de la renta, en el Instituto Muncipal de Mercados de Barcelona, después de que Patrimonio Nacional vendiera el edificio al Ayuntamiento a precio justo. “Con este antecedente queríamos dar una nueva vida a un espacio algo degradado junto a la zona de Baró de Viver”, afirma Serra.
Los vecinos de esta zona del barrio están acostumbrados a luchar por los usos de cada metro de los antiguos cuarteles. Recientemente se han movilizado también contra la construcción de un tanatorio en unos terrenos en los que en 2006 se pactó la construcción de un albergue juvenil y otros equipamientos. Finalmente, la presión de los vecinos ha llevado a la empresa privada promotora del proyecto a destinar el 75% de la parcela a equipamientos públicos.
Ahora parece que, por fin, la larga lucha para echar a los legionarios del barrio ha llegado a su final. “Espero ver las máquinas derribando el espacio el día 10 —dice Serra—, pero no se puede cantar victoria por adelantado. Nos han dicho muchas mentiras a lo largo de todos estos años. Me han asegurado que si ellos no se van, se procederá judicialmente y serán desahuciados. Espero que sea así, sería lo más justo visto como se desahucia cada día a gente sin recursos”.
Para Altimira, “es un tema latente en el pueblo. No sabemos qué pasará. Tenemos que tener clara la respuesta en el caso que no se marchen. En este momento no sabemos cuál será, no hay nada definitivo organizado todavía, pero lo que está claro es que si no se van el día 10 habrá una respuesta. Esto sí que está claro”.