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Autogestión
Otra clase de familias para sobrevivir al sistema
Las formas relacionales basadas en redes de apoyo, cada vez más extendidas, evidencian que es posible sostener una vida en comunidad en las ciudades e invitan a una reflexión sobre el modelo dominante de familia.
Si hay un lugar en el que se complican las comunicaciones cotidianas, los cuidados y las relaciones de interdependencia es en las ciudades que están sobrehabitadas. El individualismo y lo anónimo imperan en las grandes capitales, que a menudo carecen de marcos de pensamiento donde relacionarse desde y con lo común. Marina Garcés —Un mundo común (Edicions Bellaterra, 2013)— es tajante en este aspecto: “Existir también es depender, y hablar de una vida en común es hablar del conjunto de relaciones que hacen posible la vida humana”.
“En nuestras sociedades, el hogar y la comunidad cercana constituyen las redes que aportan más seguridad”, apoya la antropóloga Yayo Herrero. Construir seguridad, define Herrero, es la primera y principal razón de la vida social. Por eso la reciprocidad y el apoyo mutuo —tanto individual como social— son los dos principales aspectos que permiten construir estos nuevos marcos de pensamiento desde los que buscar lo común y potenciar bienestar. Algo en lo que algunas personas ya han tomado la iniciativa, favoreciendo experiencias comunitarias que colaboren a la reflexión colectiva. También en los lugares más difíciles de hacerlo: las capitales.
En busca de alternativas
Cuando Petra tenía unos veinte años decidió, junto con un grupo de amigas, dar el paso para construir un proyecto común en Barcelona en el que empezar a compartir vida y economía. Lo hicieron animadas por su forma de pensar y por una línea orientada a la teología de la liberación. Cuarenta años después, cinco de ellas continúan con el proyecto: el barrio las conoce como “les noies del Carmel”.
Petra y sus amigas se definen felices. Este tipo de organización familiar supone, defienden, una relación personal muy enriquecedora con todas las mujeres que viven en la casa. “Una pareja son dos a la hora de comunicarse, compartir y superar inconvenientes, pero nosotras somos cuatro personas que se acompañan, refuerzan y comparten visiones respecto a cualquier problema”, expone Petra. Han fijado un día a la semana y un fin de semana al mes para estar juntas, pero el tiempo no es lo único que comparten: “Los bienes materiales también se reparten entre todas”.
La reciprocidad y el apoyo mutuo son los dos principales aspectos que permiten construir nuevos marcos de pensamiento desde los que buscar lo común
Es una manera de vivir que les gusta y una opción de vida que han elegido, pero aseguran que no hay un manual de instrucciones para replicar la iniciativa: “La vida se construye viviéndola —sentencia Petra—. Conforme lo haces vas estableciendo prioridades en base a la técnica de prueba-error”. Ella defiende la diversidad, apuntando que a veces puede resultar “complicado” aceptar a otras personas tal y como son o convivir con cosas que no te gustan, pero mantiene que hacerlo es una cuestión “de amor y cuidado”. Les noies del Carmel hacen exactamente lo mismo que haría cualquier familia que se entienda bien y que se quiera.
Familias diversas
Petra considera que sería ideal que otras formas de familia fueran viables y que tuvieran un marco legal sobre el que desarrollarse. “Si tuviéramos un tipo de educación en lo común y en el bien común, formas de vida como la nuestra serían más posibles”. Hace alusión a la tendencia al individualismo que el sistema facilita y concluye que no es fácil salirse de la dinámica, refiriéndose a dinámicas similares que no han resultado exitosas: “Requiere un verdadero compromiso. En el camino vas aprendiendo a gestionarte y a entender que compartir y tolerar es cuestión de generosidad”. Por eso Petra anima con entusiasmo a la juventud a probar una manera diferente de organizarse desde la generosidad.
Joan López Lloret, documentalista social, publicó recientemente el audiovisual Familia no nuclear. En él se relata un viaje cronológico por diferentes experiencias de vida comunitaria urbana surgidas a partir de los movimientos de los años 60 y 70 que cuestionan el concepto de familia nuclear. A través de un relato coral, el trabajo refleja la realidad de alternativas familiares en Barcelona, desde la comuna Itaca (1976) hasta la actualidad.
López Lloret no participa directamente en estas alternativas familiares que documenta, pero sí ha tenido experiencias de familia comunitaria y crianza compartida cuando era pequeño, lo que le llevó a querer saber más del asunto. Comenzó a investigar sobre comunas y su desarrollo histórico; desde las que nacieron en California o la comuna urbana en Berlín hasta acabar centrándose en experiencias locales en Barcelona, Canmasdeu, Villa Dorita, la Comuna Ítaca y hasta los grupos de crianza compartida en Poble Sec.
“ Esta experiencia supone tener trabajos normales en la sociedad, pero desarrollar una forma de vida y organización no formalizada dentro de ella”
“Esta experiencia supone tener trabajos normales en la sociedad, pero desarrollar una forma de vida y organización no formalizada dentro de ella”, define López Lloret. “Es estar dentro del sistema pero dar una alternativa a la familia nuclear dentro de la maraña urbana”, comenta, al tiempo que añade la necesidad de encontrar gente afín con las implicaciones que se generan en algunas ocasiones: formar una familia con la que se comparten necesidades y con la que se puede llegar a establecer un vínculo más fuerte que el sanguíneo.
Antecedentes y futuro
Joan recalca que estas iniciativas no son un experimento tan novedoso. “Es como volver a lo que había en los pueblos, son costumbres comunitarias que ya han existido”, resume. “Hay un modelo impuesto en los años 50 —en Estados Unidos sobre todo— que dice haber roto con la familia del pueblo que 'controla y vigila'. Se vende la familia nuclear como un símbolo de 'libertad', pero en realidad solo querían imponer este modelo de micro familias para poder vender más objetos de consumo”, defiende, “y engañaban diciendo que supone una mayor libertad cuando en realidad están encerrando la familia”.
El modelo, mantiene el documentalista, se exportó a España y a toda Europa como un progreso. Y aunque es crítico con el concepto de familia nuclear, también sostiene que sus alternativas son ideas que no configuran una única solución, e insiste en que las personas pueden adaptar las iniciativas ya existentes a sus realidades propias y ser flexibles con su aplicación.
Para él, el hecho de que pueda resultar complicado llegar a consensos —especialmente cuando hay crianza de por medio—, anima a la creación de herramientas para mejorar la comunicación, como asambleas. “Es una manera práctica de consensuar y un sistema para que no se descontrole todo. Este tipo de familia te hace más consciente de que no tienes por qué aguantar cualquier cosa y de que no todo está permitido con las personas sólo porque sean 'tu mujer', 'tu hijo' o 'tu padre'.
Porque del mismo modo que las niñas y niños experimentan un mayor crecimiento emocional al aumentar las relaciones con sus iguales, las personas adultas sufren el mismo proceso. No se pone, por ejemplo, todo el peso en la relación de pareja. Todo se comparte con otras personas, lo que conlleva ventajas y dificultades: “En Barcelona no es fácil encontrar un alquiler donde acepten esta forma de organización. Puedes formar una casa con un proyecto de cooperativa, pero a nivel burocrático es un proceso muy lento, igual pasa mucho tiempo hasta que puedes entrar”, reseña Joan López Lloret.
Perspectiva ecosocial
Solo se conoce una experiencia de cooperativa ecosocial de vivienda en derecho de uso en Madrid: Entrepatios. Se define como “un grupo de personas heterogéneo con un objetivo común: poner en práctica otras formas de vivir en la ciudad que no permitan la especulación inmobiliaria, tengan en cuenta la sostenibilidad ambiental y creen comunidad”. Entrepatios imita el modelo de Uruguay y Centro Europeo de Vivienda; no es alquiler ni tampoco propiedad privada. Es mucho más estable que un alquiler y no permite especulación.
Derecho a la vivienda
El auge de los proyectos de vivienda en derecho de uso choca con la falta de financiación
Los proyectos en derecho de uso, una modalidad entre el alquiler y la compra, crecen de forma sostenida. Pero no resulta sencillo. Deben superar las dificultades para encontrar solares accesibles y financiación en el contexto de una nueva burbuja y un mercado inmobiliario cada vez más voraz. Más de 20 iniciativas se reúnen en Madrid en el primer encuentro estatal.
Berta es cooperativista desde el inicio de Entrepatios, y lleva desde 2011 junto a otras personas buscando hacer este proyecto viable en la ciudad. Quienes integran el colectivo comparten una preocupación por el tema ambiental y buscan un modelo de vida común de barrio donde poder generar vínculos fuertes. Actualmente el edificio, que está diseñado de la manera más sostenible posible teniendo en cuenta el presupuesto, está muy avanzado.
Los intereses para participar en esta cooperativa son muy variados, pero en general se trata de personas con una preocupación socio-política muy alta, que consideran que este modelo de planteamiento de la vivienda y lazos comunitarios implica mayor coherencia con sus principios y supone un freno a la especulación y al individualismo: “Tal y como está montada la sociedad, colectivamente puedes llegar a grados de coherencia más fuertes que a nivel individual”, señala Berta. Algunas de las integrantes se conocían de antes, otras fueron llegando: “Hay de todo, pero muchas de las personas involucradas son militantes en organizaciones políticas y ecologistas”, añade.
Es un esfuerzo económico que no puedes hacer si eres joven y te acabas de meter en el mercado laboral”, explica Berta, de Entrepatios
Quienes residen tienen edades comprendidas entre entre los 35 y los 65 años: “Es un esfuerzo económico que no puedes hacer si eres joven y te acabas de meter en el mercado laboral. La idea es que pueda ser así en el futuro, pero la realidad es que no es accesible actualmente, ya que desgraciadamente necesitas ingresos para esto”, explica Berta.
Comentar esta iniciativa contracultural y contracapitalista al mundo exterior y las redes cercanas puede traducirse en una cara de extrañeza. Pero pone en valor las dinámicas de apoyo y supone un punto de encuentro, motivo por el que quienes lo defienden apuestan por su difusión: “Sería ideal que el modelo fuera más sencillo y estuviera más al alcance de todo el mundo, porque satisface muchísimas necesidades profundas, no solo de vivienda; sino de reconocimiento, pertenecía, participación… Está claro que no todo el mundo se va a sentir feliz, pero seguramente un porcentaje más alto de lo que se piensa”, resume Berta
Aunque no resulte fácil de imaginar para mucha gente, este modelo demuestra que las comunidades se pueden controlar a sí mismas, que otras formas de vida que no ponen a la pareja en el centro y que reconocen alternativas relaciones son posibles. Y que pueden existir nuevos imaginarios que orienten las decisiones de las personas, de forma consciente, hacia la forma de vida más cercana a lo que ideológicamente les gustaría alcanzar.
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Muy buen artículo Marta! Sin duda, un tema en el que pensar y debatir.
Hola Marta! Me encantó el artículo que has escrito. He intentado ver el documental, pero es en catalán. Sabes si hay alguna versión en español? Me gustaría poder verlo e interiorizarme mas acerca de la temática. Muchas gracias!
No sé si será conservador considerar a la familia como el espacio que articula y garantiza el traspaso de la supervivencia de la especie a través de las generaciones, mediante la reproducción propia - o acunada. Desde esa perspectiva, que está abierta a todas las variantes que la cumplan, la comunidad que retratas en este texto no podría llamarse familia - si todas las familias siguieran su patrón, la especie humana se extingue en una generación. Una pareja tampoco sería una familia si no se abre a la descendencia. Es eso: una pareja, una - otra - formula de convivencia. Así, quizá de lo que se trate sea de una comunidad de amigas.
Habría que definir qué entendemos por familia. Para mí una familia tiene más que ver con el grupo que convive, apoya, comparte y facilita la supervivencia afectiva y elemental de un ser humano. Y se puede dar con crianza, o sin ella. El grupo de amigas que aparece en el texto son más que amigas, según mi criterio son familia. Y si queremos mantener el purismo en el término "familia", pues busquemos otra palabra... es irrelevante, lo sustancial es inventar nuevas maneras de compromiso y de encuentro por encima del sistema y que generen bienestar y buenvivir.