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Arte
Tuere Lawton y la afloración de la negritud en el arte
En 2018, una de las parejas más lucrativas de la industria musical, Beyoncé y Jay-Z, sacaba a la luz “Apeshit”, un vídeo rodado en la cuna del arte clásico eurocentrista, el Musée du Louvre, en el que ponían de relieve la ausencia de representación étnica en la famosa pinacoteca francesa salvo para aquellos papeles centrados en la esclavitud y el servilismo. Las obras de la época, realizadas principalmente por hombres blancos de posición social elevada, han conseguido prevalecer hasta construir una imagen de la historia universal predominantemente blanca. Sin embargo, para Tuere Nicole Lawton (Nueva York, 1994) el arte no puede ser más negro.
Nacida en Brooklyn, la artista afincada en Madrid nunca tuvo dudas en cuanto a cómo serían los cuerpos que aparecerían en sus lienzos. En 2012 decidió aventurarse e inició su formación en Bellas Artes en la Universidad de Skidmore (Nueva York), mientras estudiaba Física. “Mi madre es doctora quería que estudiase algo más seguro para ganar dinero”, comenta y recuerda que quiso ser artista “desde el primer momento, pero no tenía la confianza para hacerlo”.
“En clase apenas teníamos modelos negros y esto era algo esencial para mi formación como artista: poder ver diferentes escalas de tonos de piel, de características físicas,...”, recuerda la artista Tuere Lawton
Tras un año combinando la creatividad con las ciencias exactas, el arte se convirtió en su principal objeto de estudio. Sin embargo, conforme avanzaba su aprendizaje en la institución más dudas le entraban en cuanto a qué y cómo se enseñaba. “En clase apenas teníamos modelos negros y esto era algo esencial para mi formación como artista: poder ver diferentes escalas de tonos de piel, de características físicas,...”. Fuera del aula, Lawton comentaba con sus compañeros la falta de variedad étnica en las asignaturas principales o cómo, en el caso de que existiese una clase específica, la impartían profesores blancos. “No les quito valor, pero cuando tenemos debates o estamos hablando sobre un tema como este, en el que necesitas tener la sensibilidad más desarrollada, es más fácil si el profesor es afrodescendiente para poder debatir mejor con los estudiantes”.
Durante esos años de formación universitaria, Lawton era consciente de que había una gran cantidad de artistas negras de las que aprender, pero no formaban parte del currículo de contenidos o, si estaban, eran impartidos como extras. Cansada de la imposición de lo blanco, organizó un taller para personas que quisieran dibujar el cuerpo femenino negro cuyo resultado se expuso posteriormente en la galería de la universidad. “Muchos asistentes me dijeron lo importante que era para ellos que hubiera talleres de ese tipo para ver e incluir a otros cuerpos y personas”, cuenta.
Fin de grado, fin del arte
La ocultación histórica consciente de la diversidad, unida a la precaria situación socioeconómica inherente a los colectivos racializados, ha incidido desde el inicio en el acceso del sueño del artista. Así lo considera Lawton ya que, sostiene, “cuando no ves a personas como tú, cuando no ves que hay artistas que quieren representar a personas que se parecen a ti, es como si alguien te estuviera diciendo que no formas parte de ese sueño, que no puedes hacerlo”. Del mismo modo, la predominancia blanca en las imágenes lleva a la falta de variedad en la propia imaginación. Como indica la artista, se hace difícil “poner a personajes de color en las historias que creas en la mente porque hay una homogeneidad en lo blanco” que está presente, no solo en el arte, sino en la literatura, el cine o el teatro.
Lawton se pasó sus años de formación discutiendo con los profesores sobre por qué para ella era esencial pintar cuerpos negros como personajes principales de su obra
Y la universidad no llevó a consolidar su confianza como creadora, sino a destruir cualquier cimiento en torno a su propuesta artística. “Después de la universidad dejé de pintar durante años, estaba muy triste, sentía que era muy difícil para mí ser una mujer negra en ese ambiente. No tenía confianza ni fe en mi arte”, sostiene. Lawton se pasó sus años de formación discutiendo con los profesores sobre por qué para ella era esencial pintar cuerpos negros como personajes principales de su obra. “Me sentía muy rara pintando caras y personas blancas —señala—, es algo que me ha pasado durante toda la vida. ¿Por qué en la gran mayoría de obras de arte que dicen que son increíbles hay solo gente blanca?, ¿por qué no vemos a personas de India, de Japón, de Nigeria o de Kenia?”.
Lawton no quería seguir aportando a la concepción eurocéntrica del arte y decidió centrarse en cambiar el panorama. Sin embargo, tener que explicar constantemente el porqué de esa decisión, lejos de empoderarla, la llevó a la depresión. “Cuando presenté mi trabajo final, mi tutora me dijo que no entendía por qué era algo tan importante, que solo era un cuerpo, que no era nada nuevo. Eso me rompió”. Así empezó la realidad del sueño americano: tres trabajos, siete días a la semana, sin llegar a fin de mes en un apartamento precario.
Abrir los ojos de nuevo
En 2018, Lawton cambió Nueva York por Madrid. La artista ya hablaba el idioma: “Soy un poco maña, estudié un año en Zaragoza”, y en ese momento Madrid era para ella una gran ciudad en la que contaba con amigos. “Quería estar un poco en comunidad, empezar en Madrid y si no me gustaba tener la posibilidad de encontrar otro lugar”.
Dos años después —cuatro desde que había dejado de pintar— y en plena pandemia, Lawton volvió a coger los pinceles para crear unos carteles de cara a la manifestación de Black Lives Matter en Madrid tras la muerte de George Floyd, víctima de la brutalidad policial en Estados Unidos. “Estaba en un grupo de Facebook y me pidieron que pintara unos carteles —cuenta—, y les gustaron tanto que quise ir más allá”. Buscando formar comunidad, la neoyorquina organizó un crowdfunding para recolectar herramientas y materiales y así poder crear más afiches. Lo hizo junto a Timothy Hyunsoo Lee, que cedió su espacio para que la gente fuese a crear y organizar la manifestación.
“Cuando volví a pintar me sentí despertando de un sueño”, comenta Lawton. “Fue muy natural, no tuve que pensar mucho, fue como un río fluyendo”. El momento histórico también fue especial, pues ella sintió que podía dar algo de vida a esas personas que la habían perdido por la violencia policial. Sus carteles llegaron a colegas de Estados Unidos e incluso utilizaron sus imágenes para algunas marchas que se organizaron en Nueva York y Chicago. La experiencia fue tan enriquecedora que Lawton decidió buscar un espacio para volver a centrarse en pintar y recuperar el trabajo que siempre había querido hacer, con la madurez y respeto que merecía.
Ahora asegura sentirse como una de las muchas flores que invaden sus lienzos, abriéndose con valentía, confianza y juego. “Quiero ver si puedo realizar las obras que tengo en mis sueños —reconoce—, siento que cada día puedo jugar con los colores, las ideas e imágenes que tengo en la mente. Me siento muy afortunada porque hace cuatro años estaba sin nada y no imaginaba poder estar aquí, en España, con un estudio y vendiendo arte cada mes”. La artista, que combina su actividad con la impartición de clases particulares de inglés, se sorprende al echar la vista atrás y darse cuenta de cómo han cambiado las cosas, pero es consciente de que el viaje no se ha acabado.
Construir un nuevo imaginario
El tiempo le ha llevado a desarrollar una obra radiante de vida en la que la mujer negra, la naturaleza y el color son los ejes principales. “Pintando a mujeres siempre llamo al color, mientras que dibujo a hombres en grafito”. La artista sostiene que se debe a una percepción de misterio en torno a la figura masculina, aunque su objetivo es ser capaz de llevar también a ellos esos colores y alegría. Casi dos años después de volver a coger un pincel, Lawton siente que por fin empieza a ver cómo otras personas conectan con su estilo, obra y concepción del arte.
De cara a los próximos meses, está organizando una exposición en la que dar cabida a las creaciones de personas negras residentes en España cuya obra represente cuerpos diversos, a fin de seguir esa línea de reconstrucción del imaginario colectivo para poner la negritud en el primer plano del arte. Asimismo, la artista sigue buscando modelos racializados que quieran posar para su proyecto artístico y su objetivo a corto plazo es obtener una beca para perfeccionar la técnica del retrato en Italia.
A largo plazo, Lawton no decide, pues sus metas buscan la evolución, no la prisa. “Creo que el viaje es más importante que el destino —cuenta—, y lo mejor es que llegará un día en el que miraré las obras que he hecho durante este tiempo y diré: esto era solo el inicio”.