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Análisis
Vox, Ramón Tamames, 1956 y la política de reconciliación nacional al revés
1956. No es extraño que el candidato Tamames haya empezado su discurso mencionando esa fecha. Fue el año en que un grupo de estudiantes demócratas lanzaron el Manifiesto a los universitarios madrileños, la Universidad Complutense fue asaltada por los falangistas, el régimen destituyó al ministro de Educación Joaquín Ruiz Giménez y el rector Pedro Laín Entralgo, también aperturista, se vio obligado a dimitir. Fue asimismo el año en que algunos de aquellos contestatarios estudiantes universitarios, entre ellos Fernando Sánchez-Dragó y el propio Tamames, acabaron encarcelados por su implicación en los primeros movimientos para democratizar la Universidad franquista. Amigos desde entonces, Dragó fue precisamente quien sugirió a Vox el nombre de Tamames para encabezar la segunda moción de censura de esta legislatura. Este martes el extravagante escritor contemplaba el espectáculo desde la tribuna de invitados.
Volvamos a 1956. Y es que 1956 fue también el año del Manifiesto por la Reconciliación Nacional del Partido Comunista de España. El PCE había tomado nota de la participación de muchos vencedores e hijos de los vencedores en aquel incipiente movimiento de protesta universitario, y lanzó un mensaje dirigido a quienes viniendo del franquismo consideraban que el régimen ya no tenía sentido dos décadas después del final de la Guerra Civil: no nos importa donde hayas estado tú o tu familia en 1936, si quieres acabar con la dictadura y traer la democracia a España, estamos dispuestos a entendernos contigo. Algunos de aquellos jóvenes así lo hicieron. Javier Pradera, hijo y nieto de carlistas asesinados por la represión antifascista durante la Guerra Civil, Chicho Sánchez Ferlosio, hijo de uno de los fundadores de la Falange, o Daniel Lacalle, vástago del Ministro del Aire, se aproximaron a un PCE empeñado en ensanchar su base social más allá de los contornos políticos de la España de 1936. No fueron casos aislados. El PCE, y el antifranquismo en general, se nutrieron de muchos hijos e hijas de familias vencedoras de la guerra, que sin embargo, en su proceso de politización, abrazaron el bando de los perdedores.
El mensaje es “no nos importa tu pasado o tu visión del franquismo, si odias a Pedro Sánchez, a Podemos, a las feministas, los independentistas, los sindicatos, los ciclistas urbanos y los veganos, estamos dispuestos a ser tu partido, aunque no coincidas al 100% con nosotros”
La reconciliación nacional al revés
Si 1956 fue el año de la Reconciliación Nacional comunista, 2023 pasará a la historia como el año en que Vox trató de lanzar su propia versión de la Reconciliación Nacional. El mensaje aquí es “no nos importa tu pasado o tu visión del franquismo, si odias a Pedro Sánchez, a Podemos, a las feministas, los independentistas, los sindicatos, los ciclistas urbanos y los veganos, estamos dispuestos a ser tu partido, aunque no coincidas al 100% con nosotros”. Por eso tan importante estos días ha sido remarcar los desacuerdos de Tamames con Vox. Nada mejor para la estrategia comunicativa del partido, por mucho que haya podido irritar a su base social más identitaria. Y es que dentro de este proyecto de ensanchamiento de su base social, nadie mejor para protagonizar la moción de censura de Vox que un excomunista, represaliado por la dictadura - “¿Ustedes me van a dar a mí lecciones de memoria histórica?”- identificado con la Transición democrática, defensor del Estado autonómico, con guiños plurinacionales y catalá friendlys incluso, y no negacionista del cambio climático.
Política
Moción de censura Sánchez ridiculiza a Abascal comparándole con el “glutamato” que necesita el PP
Democratizando la imagen de la derecha española
Los intentos de la derecha española por democratizar su imagen, tan ligada, y con razón, a la dictadura, se remontan al propio año 1977, cuando una Unión de Centro Democrático surgida de las propias entrañas del Estado franquista, y liderada por Adolfo Suárez, ex secretario general del Movimiento y último presidente franquista, integra en la coalición, a modo de aderezo, a algunas personalidades de la llamada “oposición moderada”, socialdemócratas, democristianos, liberales y otras raras avis, en un país en el que antifranquismo e izquierda habían sido prácticamente lo mismo.
También en la segunda mitad de los años 90, José María Aznar en su giro al centro buscó a ministros de pasado comunista, como Josep Piqué, Celia Villalobos o Pilar del Castillo, para hacer más atractivo a un PP que buscaba dar el estirón final y atraer a las bases más conservadoras de un felipismo en decadencia.
Vox acaba de repetir la jugada, y lo hace en un momento en el que la extrema derecha en toda Europa trata de romper sus techos y límites buscando perfiles que sorprendan y amplíen su base electoral: mujeres, gays, lesbianas y personas de origen migrante. En España, donde la memoria histórica de la dictadura y la Guerra Civil, sigue siendo un tema de permanente controversia pública, era necesario mostrar que Vox puede incluso acoger en su seno a antifranquistas de probado pedigrí democrático: un represaliado político, militante del clandestino PCE y diputado y concejal comunista en la Transición.
Con la elección de Tamames, Vox ha recuperado iniciativa política frente al PP, enviando además un claro mensaje de transversalidad y de que los de Abascal pueden funcionar como la plataforma política que agrupe a todo tipo de descontentos
¿Ha sido Ramón Tamames en este sentido una buena opción? Está por ver. Quizá lo de fichar a un excomunista fue una buena idea, pero la próxima vez deberían comprobar antes la forma y los reflejos del excomunista. Si bien con su elección Vox ha recuperado iniciativa política frente al PP, enviando además un claro mensaje de transversalidad y de que los de Abascal pueden funcionar como la plataforma política que agrupe a todo tipo de descontentos, un vehículo a disposición de cualquiera que quiera castigar al Gobierno, el octogenario economista ha estado lejos de sudar la camiseta y ofrecer ningún discurso brillante, de esos que llaman “de Estado”. Se ha encontrado en cambio con una buena réplica de Pedro Sánchez, y sobre todo con una apabullante intervención de Yolanda Díaz. La vicepresidenta se ha subido a la ola, ha sido implacable, y ha aprovechado la oportunidad para presentar ante la opinión pública española las líneas maestras de su proyecto político: el desarrollo progresista de la Constitución de 1978, el empleo digno, la reducción de la desigualdad social, la transición ecológica justa y la incorporación de la agenda feminista a la construcción del Estado del Bienestar.
En el Gobierno desearían una moción de censura como esta todas las semanas.