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Dada la insistencia del PNV de Bizkaia, durante 15 años, con el proyecto bicéfalo, (a ubicar en Gernika y en Murueta, en conexión) para un museo de Guggenheim en Urdaibai, hay pocas dudas de que se ejecutará. Cabe una posición de partida a favor del sí y del no, pero también de un “depende” –es mi caso– apuntando las condiciones que deberían cumplirse para respaldarlo o, en caso contrario, rechazarlo.
Antes que nada y como inicio, el tema no es Guggenheim-Urdaibai sí o no. No le sobran inversiones públicas a una comarca casi abandonada como esta como para despreciar, sin más, una iniciativa potente y millonaria sin pelear por reconducirla y mejorarla. La cuestión es cómo se compagina el desarrollo sostenible en Busturialdea, reserva de la Biosfera protegida por la Unesco, y los equipamientos culturales. Por el momento, en la propuesta combinación, no parece haberse acertado.
De partida, problemas de enfoque
En primer lugar, desde el punto de vista cultural, el proyecto no nace bien porque se trata de una necesidad interna de desarrollo de un museo concreto, con sede central en Nueva York, y no de una necesidad colectiva de una cultura local en tiempos de globalización. En segundo lugar, es un proyecto que empieza por el continente sin saber cómo se traducirá en contenidos culturales. En lugar de estar hablando de contenidos, o sea del qué, el para qué y la afectación al arte y creatividad vascas, se ha situado el tema en el quién (Guggenheim), dónde (Busturialdea, en dos sedes) y el continente (arquitectura). En tercer lugar, se asumen riesgos medioambientales en una zona de gran sensibilidad ecológica.
En lugar de estar hablando de contenidos, o sea del qué, el para qué y la afectación al arte y creatividad vascas se habla del quién, el dónde y el continente
En cuarto lugar, la comarca, el eskualde de Busturialdea, tiene un grave problema en su futuro socioeconómico y no cabe desentenderse del mismo en una zona en declive (véase mi libro El declive socioeconómico de Busturialdea-Urdaibai, publicado en 2021) alegando razones ecológicas para cualquier iniciativa ni conformarse con una sola como panacea. Se requiere nueva industria basada en el conocimiento, desarrollo agroforestal, y unos servicios variados, con preferencia por los culturales, y todo ello como partes de un plan integral comarcal. Al contar con una Reserva de la Biosfera y unos recursos humanos cualificados con historia industrial, está bien situada en los dos vectores del cambio del modelo productivo mundial: la transición verde y la digitalización.
En quinto lugar, asistimos, en este tema, a un estilo deplorable de gobernanza que consiste en no escuchar ni consultar a los afectados, sin facilitar la participación, que acumula filtraciones a modo de sondeos. Tampoco publica líneas serias del proyecto, lo que dificulta la formación de una opinión y el tomar parte en una cuestión de proximidad.
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En suma, esa quíntuple carencia no predispone precisamente a estar a favor de este proyecto concreto Guggenheim-Urdaibai en la forma que se está perfilando si no se acompaña de otras medidas. Sin embargo, tampoco son causa suficiente para estar en contra de cualquier proyecto al respecto, si los beneficios culturales, ecológicos y económicos esperados del mismo lo compensaran. Por el momento no es el caso. A ver, el proyecto final.
Asistimos a un estilo deplorable de gobernanza que consiste en no escuchar ni consultar a los afectados, sin facilitar la participación, dificultando la opinión a través de la no publicación de líneas serias sobre el proyecto.
Puntos a favor
Se pueden enumerar los siguientes puntos a favor del proyecto de la extensión del Guggenheim a la Reserva de Urdaibai.
Por un lado, se dará una fuerte inversión pública con sede en una comarca casi abandonada, como se ha mencionado. Cabe señalar, no obstante, que el beneficiario principal será una Fundación externa.
Por otro, a diferencia del proyecto de Sukarrieta, no se destruye un edificio emblemático, sino que se recuperaría una ruina industrial (Dalia) y se reutilizaría para una finalidad neutra un espacio de uso industrial (Astilleros) en un lugar inadecuado para la salud de la Ría. Es un avance. Nada que objetar, al contrario.
En tercer lugar, guste o no, la marca Guggenheim –ya integrada en el paisaje vasco e interiorizada como un activo en la opinión pública vizcaína–, puede ser interesante para completar e interactuar con las otras marcas actuales: Gernika –contemplando su histórico bombardeo– como ciudad de la paz y Urdaibai –como Reserva de la Biosfera–, de cara a la visibilidad comarcal.
En adición, hay que tomar en cuenta de los puestos de trabajo en el propio complejo museístico, que puede generar empleo inducido en hostelería y pequeño comercio. En clave optimista, la Diputada General Elixabete Etxanobe afirmó que serán “cerca de 700 puestos de trabajo y 39 millones de euros de retorno”. No son públicas las cuentas. Se necesitarían, aparte de trabajos de vigilancia, mantenimiento, jardinería y administración, empleos muy cualificados de gestión, de conservación y de oficios culturales, dentro del propio entorno del Guggenheim, que también podría atraer un comercio de arte y artesanías. Otro posible punto a favor es que se podría producir un desarrollo de las sensibilidades culturales de la población del entorno y de los visitantes.
En clave optimista, la Diputada General Elixabete Etxanobe afirmó que serán “cerca de 700 puestos de trabajo y 39 millones de euros de retorno”.
La atracción de lo que se denominan como “clases creativas” interesadas en vivir en un nuevo entorno de prestigio, en el que se crucen arte, naturaleza y paz, podría producirse a medio plazo. No obstante, es improbable que se traduzca en atracción de empresas industriales o sedes de grupos económicos, si no hay una promoción específica.
Parece haberse tomado en serio algo que no estaba entre las preocupaciones del proyecto de Sukarrieta: minimizar la presencia de vehículos, de tal modo que no se pueda acceder en coche al Astillero de Murueta. Es un indicio de turismo sostenible, aunque no una garantía.
Otro punto a favor: como instalación puede no tener, a priori, un impacto negativo sobre el entorno. No hay que poner la venda antes de la herida. Para no quedar en evidencia ante los visitantes internacionales, hasta puede ocurrir lo contrario, como razón añadida para mejorar el impresentable estado actual de la Reserva de la Biosfera de Urdaibai, si hay compromiso de eliminación de la plaga de Baccharis Halimifolia y Plumeros de la Pampa (Cortaderia Selloana) y también para reducir los incompatibles eucaliptales.
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El hecho de que paralelamente se esté encarando el trasvase de agua procedente del Consorcio de Aguas Bilbao-Bizkaia-Bilbao –Bizkaia Ur Partzuergoa– vía Mungia-Bermeo palía la condición que puso URA, aunque podía haberse hecho centrándose en la mejora de los recursos hídricos de la comarca, en los que no se ha invertido en los últimos años dificultando, alevosamente, la continuidad del Consorcio de Aguas de Busturialdea, ya desaparecido.
La otra cara de la luna: puntos en contra
En la otra cara de la luna, podemos enunciar algunos puntos en contra. Por ejemplo, es preocupante la declaración de la nueva Diputada General, Elixabete Etxanobe, anunciando el derribo de los tres edificios de Dalia después del verano. La piqueta amenaza con incluir la demolición del primer edificio de Dalia que es, de hecho, patrimonio industrial: un edificio de hormigón armado, que diseñó Luis María de Gana en 1956 y que debería poder ser reintegrable en el nuevo conjunto en el caso de que el proyecto fuera hacia adelante. El resto no tiene valor.
Es preocupante la declaración de la nueva Diputada General, Elixabete Etxanobe, anunciando el derribo de los tres edificios de Dalia, patrimonio industrial, después del verano.
En segundo lugar, No sabemos nada del tipo de edificios que se encaran. Se supone que el de Murueta no será contundente, ni ostentoso ni alto, y sí integrado en la naturaleza, pudiendo el de Gernika ser más potente, aunque el riesgo de su relativa inundabilidad ocasional –como ocurre con media Gernika cuando el río Oka se enfada y se alía con el mar– recomendaría soluciones técnicas al respecto.
Con respecto a los Astilleros, ciertamente una actividad cultural no es dañina para la Ría, comparativamente con los graves problemas que los Astilleros sí han supuesto en contaminación, desechos, dragados, botaduras… que han afectado al curso del agua a lo largo de 80 años. No está lejos del colector que cruza media Busturialdea.
Antes de nada, la Administración central tendría que registrar la finalización de la concesión administrativa de 1943 para construcción de barcos y su regreso a dominio público (que ya se tenía que haber producido), así como la apertura de un nuevo expediente de concesión para nueva actividad –servicios museísticos–. Además, debe respetar legislaciones nuevas: la Ley de Costas, la normativa de Aguas y, sobre todo, la vigente ley marco 5/1989, de Protección y Ordenación de la Reserva de la Biosfera de Urdaibai (RBU) y el Plan Rector de Uso y Gestión (PRUG) de la RBU. Igualmente, están firmados protocolos de obligado cumplimiento y seguimiento de la red Ramsar (humedales), Natura 2000 (espacio natural protegido), Zona de Especial Conservación (ZEC) del estuario; Zona Especial de Protección de las Aves (Zepa).
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El chequeo de que todo se haga conforme a los procedimientos y sin retorcer la ley no es una cuestión menor, aunque el punto de partida, y principal para el debate, es la idoneidad de la sustancia de cualquier proyecto.
No se está comentando el sacrificio real y las incomodidades que un equipamiento así puede implicar para los habitantes de Busturialdea, especialmente de Gernika: encarecimiento de la hostelería, de la vivienda y de la vida; usos intensivos del espacio urbano y rural por la parte de visitantes; impacto negativo desde el punto de vista sociolingüístico lo que obliga a esfuerzos planificados añadidos. Como no están garantizados los retornos sociales beneficiosos que los compensen, se requiere de un plan explícito (alquiler de vivienda joven, plan económico general, plan sociolingüístico...) en estos temas sobre los que, hasta ahora, la BFA no ha dicho nada.
Busturialdea experimentaría un encarecimiento de la vida, sufriría los usos intensivos de sus espacios y un impacto sociolingüístico negativo de llevar a cabo el proyecto del Guggenheim en Urdaibai.
Habría problemas en el acceso al edificio de Murueta. El artículo del Plan Rector del Uso y Gestión de la Reserva (PRUG) relativo a “caminos de conexión” no indica nada de asfaltados, y propone, a lo más, palafitos en madera y senderos. No autoriza un uso intenso de vehículos, salvo los autorizados (se supone como los vehículos de servicio de la BFA) y se ciñe a peatones, ciclos y jinetes a caballo (por la parte de todo-uno) y no puede ser de más de 4,5 metros (y no de 5 como se maneja). Esperemos que no prospere la ocurrencia de añadir palafitos sobre el agua a los 4,5 metros en tierra. Y nada de vehículos eléctricos o carritos de golf o un tren txu-txu con o sin raíles…. De todo se ha oído.
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Si se generalizara el uso de esa vía, a buen seguro nos disuadirá a quienes hoy la frecuentamos, puesto que se traduciría en una masificación de un espacio público, privatizado para una actividad empresarial (aunque sea cultural), una pérdida de su carácter de paseo local y una expropiación de lo que en la práctica es un comunal por la vía de los hechos.
En lugar de empeñarse en hacer andar o ir en bici casi 7 kilómetros (no son 5,5 desde Dalia) a personas talluditas –que son las que van a los museos, aparte de las excursiones escolares– ¿por qué no se prioriza el transporte en tren, que ya existe y con unas vistas espléndidas, ubicando una estación en los propios Astilleros, como antaño lo hubo a 800 metros en la Telleria-Tejera?
A buen seguro nos disuadirá a quienes hoy frecuentamos el entorno de Murueta, puesto que se traduciría en una masificación de un espacio público, privatizado para una actividad empresarial (aunque sea cultural)
Obviamente, quien quiera ir andando –seguramente no serían demasiados– o en bici pública, que lo haga, pero la prioridad del tren facilitaría que hubiera más visitantes desde Bilbao y Gernika, y sin afectación ni a la vía del corte de la Ría ni a la marisma. La salida tras la eventual visita museística, también debería ser en tren, o en lanzadera hacia la carretera BI 2235, sin complicar el paseo por la Ría mediante retorno por la misma senda (14 kilómetros), salvo para los paseantes no museísticos, como en la actualidad.
Además, como punto en contra, resalta que es un proyecto muy caro. 130 millones de euros de partida son los estimados por Cooper-Robertson solo para edificación. Ahí no se incluyen el acondicionamiento de los 7 kilómetros de paseo peatonal, ni los accesos ni la recuperación de los humedales. ¿30 o 40 millones más? Tampoco se incluye la inversión posterior anual en exposiciones de obras de arte.
Hoy por hoy la financiación no está del todo garantizada. Lo está en la parte de la BFA (40 millones) apalabrada desde 2022. Los otros 40 ahora aprobados por la parte del Gobierno Español lo son para “preparar los entornos naturales en los que se levantarán las dos sedes de la futura pinacoteca, en Gernika y Murueta, y a mejorar las conexiones con esas zonas creando nuevos tramos de carril bici y sendas peatonales”. O sea, solo una parte puede ir al proyecto de 130 (la descontaminación tanto de Dalia como de Astilleros), el resto es para accesos, no para edificios, lo que implica que tanto BFA como Gobierno Vasco tendrían que comprometer cada una bastante más que 40 millones para edificación.
Las consecuencias primeras de un compromiso tan grande del lado de las instituciones ya se saben: se congelarán las ayudas a la creación, producción y promoción de la cultura durante varios años, como ya ocurriera con el Guggenheim Bilbao.
Tras la aprobación reciente en el Gobierno Vasco del Plan Estratégico Cultura 2028, en su página 62 sí se incluye por primera vez un apoyo explícito al proyecto al señalar (solo) que “se establecerán las bases concretas del proyecto Guggenheim-Urdaibai”. Eso ya es un anuncio de que terminará por poner dinero al respecto.
Las consecuencias primeras de un compromiso tan grande del lado de las instituciones ya se saben: se congelarán las ayudas a la creación, producción y promoción de la cultura durante varios años, como ya ocurriera con el Guggenheim Bilbao. No hay dinero para todo. En lugar de invertir en nuestra cultura, la sacrificamos en aras a la internacionalización de nuestra imagen. En esta ocasión, se debe exigir que se dosifiquen los dineros públicos para que eso no ocurra.
Lo cierto es que 150 o 160 millones son muchos euros para edificios y acceso y, sin embargo, poco para todo lo implicado. Lo lamentable sería que los fondos públicos vayan todos a la primera cesta (edificios y accesos) y no al cuadro de iniciativas que se proponen al final y que obligarían a una mayor inversión.
Como punto en contra, se esperan 140.000 visitantes al año: son pocos si se comparan con los que reciben Laida y Laga; son parecidos a los que recibe Gernika –162.000 sin contar último lunes de octubre ni eventos–; pero serían demasiados si se soportan en el Corte de la Ría y en la zona marítima de Murueta. Este sí sería un problema para el entorno, especialmente para las aves.
En lugar de invertir en nuestra cultura, la sacrificamos en aras a la internacionalización de nuestra imagen. En esta ocasión, se debe exigir que se dosifiquen los dineros públicos para que eso no ocurra.
Esos 140.000 serían asumibles si, principalmente, los visitantes fueran a Gernika –Dalia– y los traslados a Murueta fueran preferentemente en tren, y solo la gente andarina y ciclista pudiera deambular por el Corte de la Ría y repartida a lo largo del año.
Aunque, como se ha dicho, ayudaría al comercio local, a la restauración, hospedaje y hostelería, lo que está ocurriendo en la hostelería actual –dados los bajos salarios y malos horarios, pocos autóctonos demandan ese empleo– en este sector no sería tanto un nicho de empleo inducido como un factor de atracción de trabajadores inmigrados. No generará, seguramente, mucho empleo en los perfiles cualificados dominantes entre la gente joven de la comarca –y que la obliga a trabajar fuera de ella– aunque sería interesante para guías de turismo, gestión, comunicación y algunos otros oficios.
No generará, seguramente, mucho empleo en los perfiles cualificados dominantes entre la gente joven de la comarca –y que la obliga a trabajar fuera de ella.
Lo nuclear del éxito popular del Guggenheim Bilbao fue la arquitectura icónica, e ineludible para visitar, y no tanto las exposiciones, dejando aparte a los entendidos. Un efecto Gehry, no un efecto Guggenheim, ya que esta ha sido una derivada de lo primero, aunque se trata de una escultura-arquitectura epatante habitada por contenidos.
Ahora, de nuevo, parece que el proyecto descansará en la singularidad de los edificios, de forma compatible con el entorno, con la pretensión de presentar dos nuevos iconos del siglo XXI, lo que es como una aguja que buscan todas las instituciones del mundo en el pajar de la fama, puesto que la flauta solo suena de vez en cuando. En Bilbao sonó para sorpresa del propio proyecto. La Fundación Guggenheim solo quiere asociar su marca con edificios singulares y caros… que pagan otros. Parece extraño, cuando lo suyo es el contenido y su saber que, en este campo del land art –arte en la naturaleza–, es escaso. A uno le gustaría que se ahorrara en construcción y se invirtiera en contenidos, creación y difusión.
En Urdaibai, hay algunos límites para la pretensión de especializarse en una suerte de escenario art-land. Poco art-land habrá si, como sostienen algunos juristas, no caben intervenciones de art land y ni siquiera la colocación de esculturas en la travesía. A lo más, la reflexión artística sobre la naturaleza.
También se nos antoja que los optimistas 38 millones de retornos de la inversión quedan lejos de la inversión esperable de 130– 160 millones, lo que significa una transferencia fuerte, a fondo perdido, de fondos públicos, sobre todo, a la fundación Guggenheim- Bilbao (titular de edificios y rentas) y bastante menos a la comarca (empleo, sinergias, accesos y acondicionamiento) por el momento.
A diferencia de Bilbao donde sobre todo la economía privada que genera y la recaudación compensan las inversiones públicas, el tamaño de este otro proyecto no puede pensarse del mismo modo. No hay comparación posible y, sin embargo, se opera con la misma lógica: los iconos. O sea, es seguro que habrá agujero. Puestos a ello, inviértase, desde ya, en polivalencia y para el conjunto de variables del desarrollo comarcal.
Para terminar esta enumeración de inconvenientes, el modelo elegido descansa más en Murueta que en Gernika y eso trae problemas. Primero, es una grave contradicción socioeconómica que el foco del proyecto se oriente hacia Murueta, donde su impacto económico sería casi nulo, por estar ceñido al edificio de Astilleros, en un entrar y marchar de visitantes a una instalación-enclave, sin economía externa alguna y asumiendo incluso los costes de opinión pública que tiene el riesgo de afectar a la Reserva tal cual. Segundo, si Gernika fuera solo recepción, parking, una sala, restauración, y un auditorio –como se ha dicho–, es absurdo hacer pasar a todos los visitantes por Gernika, cuando se podría ir directamente a Murueta en tren desde Bilbao, que es de donde seguramente vendría una parte de los visitantes que pasen primero por la sede central. Hay que facilitar el acceso a los museos y no complicarlo.
Se necesita un plan de vivienda joven para alquiler que evite la gentrificación de todo Gernika y la expulsión de una juventud cada vez más precarizada.
Por ello debería ser al revés. El temor a esta afectación invita a pensar que el proyecto debería centrarse en Dalia, aunque como es un proyecto fijado en Urdaibai, se requiere conexión con la Ría y una función para el equipamiento de Murueta, destinada a artistas internacionales y locales en residencia, con una centralidad cultural para los creadores –del tipo de lo que fue Arteleku en Gipuzkoa– y con exposiciones ocasionales que no presionen sobre la Marisma, puesto que el acceso preferente sería en tren, sea desde Gernika, sea desde Bilbao.
Carece de sentido que se apueste por el modelo económico menos interesante y de mayor afectación ambiental, cuando la justificación del proyecto era netamente económica (dar salida a la marca y favorecer la economía local) y no ecológica –y, ni siquiera, cultural–
Imprescindible un plan integral
Para que el proyecto sea sostenible, al menos hay siete condiciones que deben cumplirse. Un imprescindible plan integral que paso a enunciar de forma somera y como resumen de todo lo anterior:
a) Saber qué apuesta se hace en relación con el impulso de la creatividad vasca, a los artistas y al arte de aquí, tan necesitado de impulso, y ello sin perjudicar el carácter internacional de las exposiciones y muestras.
b) La sostenibilidad de la RBU en cuanto a su calidad y al régimen de visitas de turismo sostenible estaría por encima de cualquier consideración.
c) Habría que revisar la centralidad del proyecto en favor de Gernika.
d) Se requiere su acompañamiento de un plan socioeconómico comarcal integral, tanto para el área de Gernika como para Bermeo, acogedora de empresas industriales, agrícolas y de servicios y nuevos empleos cualificados, en consonancia con la economía verde y digital.
e) Se necesita un plan de vivienda joven para alquiler que evite la gentrificación de todo Gernika y la expulsión de una juventud cada vez más precarizada.
f) Se debe cumplir la mejora de viales hacia Gernika y Bermeo, no para el acceso al Guggenheim –puesto que este puede basarse en parte en transporte público– sino para hacer viable una apuesta por el desarrollo socioeconómico de la comarca. No tiene por qué ser una autovía.
g) Se requiere un plan de apoyo extra al euskera por el impacto diglósico que sobre un área euskaldun vulnerable tendría esa internacionalización de sus relaciones económicas y servicios, incluyendo un pacto con hostelería y todo tipo de servicios para asegurar la atención en euskera a la clientela local y vasca en general.
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Buscando información sobre el futuro derribo de Dalia he dado con este artículo y no puedo más que compartir la sensación de ambivalencia respecto a un proyecto del que la población autóctona en general sabe poco o nada…
La primera impresión sobre la instalación de una especie de galería de arte en Urdaibai es que se le están otorgando unas cualidades cuasi-esotéricas a la marca “Guggenheim”, como si la sola colocación de la carcasa fuese suficiente para generar el mismo efecto renovador que se consiguió en Bilbao a costa de decir adiós a la industria que vivía en los márgenes de la ría.
El problema en Urdaibai resulta ser justamente el contrario (para la población local que pretende seguir viviendo en el lugar): cuenta con la amabilidad del entorno natural pero carece de recursos para la generación de empleo suficiente de calidad. No hay más que ver las retenciones que se forman todos los días a determinadas horas de la mañana en la salida de la variante dirección Bilbao.
Comparto sobre todo la inquietud sobre el tipo de empleo que va a generar una dotación de estas características ¿guías turístic@s? ¿hostelería? ¿gestión cultural?, ¿cuántos de estos profesionales locales se desplazan a otras poblaciones a trabajar? ¿qué tipo de contrataciones se ofrecen? ¿cuántos trabajadores lo hacen para sectores que ni están ni se les espera en el pueblo? Por otra parte, para quien trabaja en Bilbao (y no digamos ya si tiene la suerte de tener una jornada partida) consumir en el pueblo (el café en el bar, el pintxo a media mañana, el menú al mediodía, el vistazo a la tienda de ropa) es casi una actividad destinada al fin de semana, con suerte.
Como parte de esa generación de la doble crisis, me gustaría compartir la sensación de escepticismo profundo que tenemos algunos, viendo que hasta ahora no se ha abordado de ninguna forma la problemática socio-laboral y de vivienda que hemos vivido much@s de los que ya no somos tan jóvenes en Gernika. No es sólo que algo tan básico como una biblioteca dé verdadera pena en comparación con la de otros pueblos (Zornotza, Durango, Galdakao), o que el Elkartegi de Durango lleve en funcionamiento desde el 2004 y que en Gernika se esté prometiendo su apertura casi 20 años después (un poco tarde para los que en 2008-2010 se les instaba a convertirse en emprendedores),… sino que los precios de la vivienda de nueva construcción resultan obscenos para una comarca que no es la margen derecha… que la vivienda de segunda mano en muchas ocasiones tampoco baja, …que no hay prácticamente tejido industrial que sirva de sustento suficiente para el sector servicios,… que las ofertas de empleo que salen a público resultan anecdóticas en comparación con el resto de Bizkaia.
Lo peor de todo es que ni siquiera hay propuestas en campaña electoral, o sea que ni de ilusión se vive en este lugar.
Citemos algunas palabras y frases claves para recordar: PNV; proyecto bicéfalo; Reserva de la Biosfera protegida; sede central Nueva York; riesgos medioambientales; zona de gran sensibilidad ecológica, estilo deplorable de gobernanza; no escuchar, ni consulta a lxs afectadxs; fuerte inversión pública; beneficiario principal una Fundación externa; "cerca de 700 puestos de trabajo y 39 millones de euros de retorno"; No son públicas las cuentas; vehículos, turismo sostenible, visitantes internacionales; derribo, patrimonio industrial, Dalia; legislaciones nuevas: la Ley de Costas, la normativa de Aguas y, sobre todo, la vigente ley marco 5/1989, de Protección y Ordenación de la Reserva de la Biosfera de Urdaibai (RBU) y el Plan Rector de Uso y Gestión (PRUG) de la RBU, protocolos de obligado cumplimiento y seguimiento de la red Ramsar (humedales), Natura 2000 (espacio natural protegido), Zona de Especial Conservación (ZEC) del estuario; Zona Especial de Protección de las Aves (Zepa);sacrificio real; habitantes de Busturialdea; encarecimiento de la hostelería, de la vivienda y de la vida; usos intensivos del espacio urbano y rural por la parte de visitantes; alquiler vivienda joven,plan económico general, plan sociolingüístico; proyecto muy caro, 130 millones de euros de partida son los estimados por...; la financiación no está del todo garantizada, 150 o 160 millones son muchos euros para edificios y acceso; se esperan 140.000 visitantes al año; fondos públicos. etc, etc. El pescao parece que ya está vendido pero huele a podrido.