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Análisis
Alemania gira a la derecha
“Todas las familias felices se parecen, pero cada familia desgraciada lo es a su manera.” Con esta conocida frase arranca Anna Karenina de Lev Tolstói. Algo parecido debió rondar ayer por la noche por las cabezas de muchos periodistas que, desde las redacciones de sus empresas o desde sus casas, habían de analizar los resultados de las elecciones al Parlamento Europeo. Los titulares sobre el ascenso de la ultraderecha están en todas partes, pero posiblemente en pocos lugares sea tan visible como un puñetazo en el ojo como en Alemania, por motivos históricos que no requieren mucha elaboración.
A pesar de todos los escándalos que han rodeado al candidato de Alternativa para Alemania (AfD) y que llevaron incluso a la expulsión del partido del grupo Identidad y Democracia, el partido de la derecha radical consiguió —en el momento de escribir estas líneas— un 14’2% de los votos, convirtiéndose en tercera fuerza a escala federal —por momentos fue la segunda— y en la primera en todos los antiguos estados de Alemania oriental. Hasta un 33% de los votantes con rentas bajas se ha decantado por esta opción electoral. La subida de casi cinco puntos porcentuales de AfD así como sus buenos resultados entre los electores jóvenes (de 16 a 24 años) eclipsó los buenos resultados de la Unión Cristiano Demócrata (CDU), clara ganadora de estas elecciones con un 30’9% de los votos.
Sumados, los partidos de la llamada “coalición semáforo” apenas superan el 30% de intención de voto
Los tres partidos que forman la coalición de gobierno en Berlín encajaron una seria derrota. Aunque los liberales del FDP se mantuvieron en la marca del 5%, los socialdemócratas del SPD obtuvieron un 14’6%, mientras que Los Verdes se desplomaron hasta 8 puntos y se quedaron en un 12’8% de los votos. Sumados, los partidos de la llamada “coalición semáforo” apenas superan el 30% de intención de voto.
Mientras el presidente de Francia, Emmanuel Macron, anunciaba la disolución de la Asamblea Nacional y la convocatoria de elecciones anticipadas, y el primer ministro de Bélgica, Alexander de Croo, anunciaba su dimisión después de conocer los malos resultados de su partido, en los digitales alemanes aparecían las primeras demandas de dimisión del canciller federal, Olaf Scholz, y su sustitución por el ministro de Defensa, Boris Pistorius. En un país poco dado a semejantes cambios, lo más probable es que Scholz lidere como pueda una coalición que hace aguas hasta las elecciones del año que viene. Los Verdes, por su parte, fracasan en su doble objetivo de superar a AfD y el SPD. La “ola verde” sobre la que surfearon cinco años atrás llegó en algún momento a su punto más alto, se rompió y ha retrocedido. El partido verde también se ha dejado por el camino el apoyo de los votantes más jóvenes: un desplome de 23 puntos porcentuales.
Alemania
Extrema derecha “Es imposible confiar en el Estado alemán y su policía en la lucha contra los neonazis”
Desde las sedes de los partidos en el gobierno se miraban simultáneamente de reojo los resultados en Austria, donde el ultraderechista FPÖ ha ganado las elecciones europeas con un 25’5% de los votos, seguido muy de cerca por el Partido Popular de Austria (ÖVP), con un 24’7%. Los Verdes, salpicados por las polémicas de su candidata en campaña, la joven activista Lena Schelling, se han quedado con un 10’9% de los votos, por detrás del Partido Socialdemócrata de Austria (SPÖ), que, con un 23%, tampoco ha conseguido su meta de superar a los populares y reclamar el puesto dirigente en una eventual coalición de gobierno. NEOS, los liberales austríacos, casi han empatado con los verdes con un 10’9%, y el Partido Comunista de Austria (KPÖ) no ha conseguido dar la sorpresa que algunos esperaban y colarse en la Eurocámara apoyándose en sus recientes éxitos municipales en Graz y Salzburgo. Si no hay cambios significativos, el FPÖ sería la fuerza más votada en las próximas elecciones generales, aunque matemáticamente el resto de partidos podría bloquear su entrada en el gobierno, que dependerá, sobre todo, del apoyo del ÖVP.
La Izquierda acusa la escisión de Wagenknecht
En Alemania, y a la izquierda, Die Linke perdía 2’8 puntos y se quedaba con 3 eurodiputados, mientras que la escisión Alianza Sahra Wagenknecht (BSW) casi duplicaba en porcentaje de votos (5’3%) y en diputados a su antiguo partido —las encuestas de intención de voto les daban inicialmente entre uno y tres—, a pesar de que, como recordaba el diario Junge Welt, esta nueva formación no cuenta con una verdadera implantación federal ni con un aparato de partido todavía. Los resultados a escala de estado federado demuestran que BSW podría consolidarse como partido en todos los llamados nuevos Länder procedentes de la antigua Alemania oriental: la formación ha obtenido un 14’7% en Turingia, un 13’5% en Brandeburgo y en Sajonia-Anhalt y un 12’2% en Sajonia. Este otoño se celebran elecciones en Sajonia y Turingia (1 de septiembre) y en Brandeburgo (22 de septiembre), por lo que BSW podría convertirse en clave en la formación de gobierno en estos tres estados federados si se quiere impedir la llegada de AfD al gobierno.
Por su parte, los malos resultados de Die Linke cuestionan la gestión de su actual dirección –su co-presidente, Martin Schwirdeman, era además uno de los candidatos al Parlamento Europeo– y obligan a la formación a acelerar el debate interno sobre su proyecto político y, de rebote, debilitan al conjunto de la izquierda europea, de la que había llegado a ser el partido insignia, pues BSW ya ha anunciado su intención de no integrarse en The Left y crear un grupo parlamentario propio. Debido a que en estas elecciones no hay umbral para obtener escaños, en estos comicios han obtenido representación parlamentaria la agrupación liberal-conservadora de electores libres (FW), el partido paneuropeísta Volt, el partido satírico Die Partei, el partido animalista, el partido de las familias y el Partido Democrático-Ecológico (ÖDP), un partido ecologista de orientación conservadora. El papel de estos partidos será, con todo, puramente testimonial.
Los resultados dibujan una situación política en Alemania muy volátil que, casi con toda seguridad, no hará más que agravarse durante los próximos meses
Como en el resto de Europa, no por esperados los resultados dejan de ser chocantes. Alemania, la principal economía europea, se ha escorado claramente a la derecha. La campaña ha estado marcada por la cuestionada gestión de la coalición de gobierno, la inflación, la guerra de Ucrania, las políticas de transición climática y la inmigración. La muerte de un policía en Mannheim, acuchillado por un atacante junto a otras seis personas en un acto islamófobo, enrareció claramente un ambiente político ya muy polarizado. La respuesta del gobierno fue anunciar que agilizaría la deportación de los inmigrantes sirios y afganos que cometan delitos. Como alertaban algunos comentaristas, éste y otros guiños a la derecha de la coalición centrista, lejos de aminorar su influencia, la ha incrementado. Los resultados dibujan una situación política en Alemania muy volátil que, casi con toda seguridad, no hará más que agravarse durante los próximos meses. Europa será testigo de cosas que nos parecían insospechadas.