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Laboral
Industria 4.0, ¿una revolución?
Históricamente se conocen tres “revoluciones industriales”. Simplificando, el vapor, la electricidad y el toyotismo, han sido considerados avances en la industria y en los procesos productivos, que han generado cambios sociales trascendentales y sendas “revoluciones”.
Hasta ahora, estos procesos han sido definidos a posteriori del propio cambio. Y en cada caso, la resistencia y la respuesta de la clase trabajadora a dichos cambios han generado transformaciones sociales que hoy damos por normales y naturales para las relaciones humanas.
Las ocho horas diarias, las vacaciones, la Seguridad Social, la negociación colectiva… no han existido siempre, han sido conquistas de la clase obrera, enfrentándose a los intereses de las patronales y respondiendo a los cambios industriales que los cambios tecnológicos han producido en la historia reciente. En 2008, el gobierno alemán crea el concepto Industria 4.0, como un reto de país para alcanzar las más altas cotas de competitividad. Es, posiblemente, la primera vez que una revolución se conoce por adelantado.
El capitalismo no tiene necesidad de esconder sus intenciones. La política de colaboración social que el reformismo sindical lleva realizando en las últimas décadas, ha llevado a amplias capas de la población a aceptar que “ellos/as” mandan y “nosotros/as” obedecemos. De esta manera el anuncio de esta nueva “revolución” viene acompañado con la amenaza de la desaparición de millones de puestos de trabajo y la clara alusión a un mayor empobrecimiento de las personas pobres.
Esta prepotencia refleja que la patronal valora muy poco probable un estallido social ante las medidas que los robots, la digitalización y el control que la “big data” traerá a nuestras vidas.
A esta revolución del sistema capitalista hay que unir en la industria de la movilidad la necesaria evolución a u transporte sostenible, con nuevas fuentes de energía y motorización que también amenazan con destrucción de empleo.
Si las patronales anuncian “sus” cambios, la clase obrera debemos también adecuarnos a esta nueva situación y poner ya los pilares de una revolución social que permita defender y mejorar los derechos que nos corresponden por poner nuestra fuerza de trabajo para la creación de la riqueza que generamos entre todos y todas.
Y ese es el reto que los sindicatos tenemos ante esta Industria 4.0.
La patronal del auto, como del resto de subsectores de la industria, se están empeñando en asegurar que con la aplicación de esta robotización los trabajadores ganaremos en formación. Pero claro, se refiere a quienes puedan mantener su puesto de trabajo. Quien sea afectado/a por la más que probable destrucción de empleo que estos robots significarían, irían al paro. La inevitabilidad de este proceso la podemos detectar en nosotros y nosotras mismas. ¿Quién no tiene hoy un Smartphone, o una televisión que graba películas para verlas una semana más tarde y poder adaptarse al horario inhumano que tiene en su fábrica? ¿Quién no ha comprado una “tablet” para no saber bien del todo qué hacer con ella?
¿QUÉ HACER?
En la FESIM-CGT planteamos una serie de reivindicaciones:
•Igualdad total para optar por los nuevos puestos de mayor cualificación. Todos y todas tenemos el mismo derecho de acceder al conocimiento y a la posibilidad de alcanzar puestos de trabajo de superior cualificación técnica.
•Ninguna flexibilidad crea empleo, tiene el objetivo de reducir la necesidad de mano de obra. Lo único que crea empleo es la necesidad de fabricar y, por supuesto, la reducción de jornada o las prejubilaciones para que los/as jóvenes tengan un futuro. Nos negamos al aumento de flexibilidad y seguiremos planteando alternativas de métodos de trabajo y calendarios que permitan la conciliación de la vida laboral, familiar y social.
•El concepto de competitividad debería tener una respuesta sindical con la herramienta fundamental del sindicalismo de clase; LA SOLIDARIDAD Y EL APOYO MUTUO. En este sentido llamamos a la solidaridad internacional entre trabajadores y trabajadoras de todos los países para romper la competencia entre fábricas y empresas, que sólo beneficia a los empresarios.
•Si las máquinas son capaces de crear riqueza y eliminar trabajos pesados y repetitivos, no debe ser para que unos pocos/as acumulen dinero que no pueden gastar en miles de vidas, sino para que toda la humanidad mejore las condiciones de vida y trabajo.
•Por eso planteamos la reducción de jornada a las 30 horas semanales manteniendo el salario, el adelantamiento de la edad de jubilación hacia los 55 años, la defensa de la salud laboral también con la reducción de los ritmos de trabajo y una igualdad de oportunidades para todos y para todas.
Esta es nuestra revolución Industrial y sindical 4.0