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Durante el franquismo, el psiquiatra Juan Antonio Vallejo-Nájera inventó el «gen rojo», una herencia somática que según el loquero de cabecera del bando nacional justificaría la contumacia ideológica de los enemigos del régimen en línea descendente. De tal palo tal astilla era la conclusión lógica del galeno. Entrados en la democracia parida por aquella transición continuista parece que las tornas han cambiado, pero sin alterar las raíces del conflicto. Cuando disfrutamos del primer gobierno de coalición de izquierdas desde la Segunda República, sedicentemente progresista, el veredicto que explicaría todo desviacionismo patológico ahora se llama «gen neoliberal». Eso es lo que ha puesto de evidencia el «caso Errejón». Gen rojo o gen neoliberal estamos ante un ejemplo de libro de lo que en la antigüedad clásica se conocía como pharmakos, o síndrome de la víctima propiciatoria, un fenómeno de catarsis individual y colectiva estudiado en profundidad por René Girad (La violencia y lo sagrado).
El propio afectado-repudiado lo ha reconocido así en una carta pública autoincriminatoria que se sitúa a medio camino entre los autos de fe inquisitoriales y el hágase su voluntad de los Procesos de Moscú con que Stalin y su corte celestial purgaban demonios familiares dignos de pasar a mejor vida. El antiguo fundador de Podemos y más reciente ex portavoz de SUMAR lo expone orgulloso en la misiva divulgada para justificar su renuncia a la vida partidista y política. Carta que en su literalidad sigue las pautas de los ritos de purificación patrocinados por la Iglesia de Roma y el Kremlin (la Tercera Roma). Tras afirmar estar «Prácticamente desde que tengo uso de razón comprometido y militando políticamente», pasa a flagelarse «Esto genera una subjetividad tóxica que en el caso de los hombres el patriarcado multiplica (…) he llegado al límite de la contradicción entre el personaje y la persona. Entre una forma de vida neoliberal y ser portavoz de una formación que defiende un mundo nuevo, más justo y humano», sincerándose en la despedida: «No se le puede pedir a la gente que vote distinto de cómo se comporta en su vida cotidiana». La nueva masculinidad en un comunicado del que emerge una personalidad ególatra y narcisista que administra dosis de ética de convicción y dosis de ética de responsabilidad a su conveniencia. Según el qué, el cuándo y el cómo. Por ser yo quien soy.
En realidad, el «gen neoliberal» al que Íñigo Errejón achaca sus males, junto al patriarcado subyacente, es un troquel que se encuentra en las ideologías del semillero autoritario. Una realidad pendular que va desde el «porque yo lo valgo» hasta el «la maté porque era mía», aunque no se manifiesta de la misma manera en todas las encarnaciones. La misma diarquía que inauguró Podemos en tándem (Iglesias-Errejón) es un ejemplo. Junto al idealista y vulnerable Errejón, que tiene que intelectualizar su escrito de despedida con una prosa alambicada, sabionda e infantilmente pretenciosa, que refleja la sociopatía que le embarga, está la visión pragmática y despiadada de un Iglesias. Mientras aquel tiene que recurrir a transferir su estigma de depredador sexual, siendo en la vida política el abanderado de la autogestión femenina, su antiguo compañero de fatigas no tuvo escrúpulos en responder que «se avanza a través de contradicciones» cuando se le acusaba de financiar su televisión Hispan TV con fondos de Irán, país que multa y encarcela a las mujeres que no llevan el velo en espacios públicos, persigue violentamente a miembros del colectivo LGTBI y ha llegado a colgar de las farolas a homosexuales. El leninismo de última generación, aunque se publicite transgénero, no hace heridos ni detenidos.
Por otro lado, el alud condenatorio y el rasgado de vestiduras emprendido por la izquierda en el poder o con pretensiones del ante «el caso Errejón» sorprende por su falta de proporcionalidad con respecto a otros sucedidos pasados de parecida ralea. Esta disparidad de juicio fue especialmente notoria en el caso de la información del digital The Objetive sobre la «vida turbia» del entonces todopoderoso dirigente socialista José Luis Ábalos como causa de su cese de ministro de Fomento y secretario de organización del PSOE. El acoso a que fue sometido entonces el medio de comunicación que sembró la cizaña hizo extraños compañeros de linchamiento. Periodistas y tertulianos en la tradición del «gen rojo», como Luis María Ansón, Javier Negre, Hermann Tertsch o Juan Carlos Girauta, comulgaron con las mismas ruedas de molino que adscritos al formato del «gen neoliberal», como Antonio Maestre, Manuel Jabois, Antonio Papell, Ismael Serrano o Pedro J. Ramírez. Todos a una coincidieron en que sacar los trapos sucios de la vida íntima del ciudadano Ábalos era una infamia. Ahora es el propio Errejón quien se entrega libremente a la lapidación por propios y extraños por su conducta políticamente desviada (patriarcado, gen neoliberal, disociación cognitiva persona-personaje, subjetivismo tóxico, etc.). Prueba fehaciente de que cuando los totalitarismos ideológicos afloran vienen acompañados por sus apéndices culturales.
La denuncia trascendió cuando la conocida escritora y periodista Cristina Fallarás incluyó en su cuenta de Instagram la confidencia de una mujer que había sufrido las vejaciones del portavoz de SUMAR.
Mención aparte merece el hecho de esa migración de culpa de un emisor anónimo a un receptor innombrable por persona interpuesta. Al parecer, la denuncia trascendió cuando la conocida escritora y periodista Cristina Fallarás incluyó en su cuenta de Instagram la confidencia de una mujer que había sufrido las vejaciones del portavoz de SUMAR. Lo cual es un salto cualitativo en lo referido al modelo punitivo vigente. Sobre todo, teniendo en cuenta que desde el mismo entorno izquierdista se descalificaba como máquina del fango la imputación judicial a la esposa del presidente del Gobierno Begoña Gómez por presunta corrupción en los negocios. Si entonces el mensajero era ninguneado por basarse en «recortes de periódicos», hoy el retuiteo casandriano de las fechorías de Errejón obra como «El ángel exterminador» de la inmoralidad. Gen rojo / gen neoliberal, el troquel dominante no ha cambiado.
Y es lo mismo (tanto monta monta tanto) porque el punto de partida sigue intocable: la obediencia debida. El principio de jerarquía (de hierós y arkhei, orden sagrado) que inspira a rojos y azules, mal traducido como principio de autoridad, está basado en la ficción de un darwinismo social como estado de naturaleza. Por eso, cuando esa sumisión, en su lógico desarrollo, confluye con el culto a la personalidad (el puto amo), la suerte está echada. Establecido ese sistema, la adaptación al medio como manual de supervivencia hace el resto. Más allá del gen rojo con su cutrez meapilas o el gen neoliberal con su superioridad moral irresponsable, la que enseña el caso Errejón es que los que aspiren a un cargo político trascendente deberían someterse con carácter previo a un chequeo psicológico permanente (como la ITV a los vehículos). Socialmente son armas de destrucción masiva.
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Pues encuentro varios puntos discutibles en este artículo, empezando por la falsa afirmación de que Fallarás publicó el nombre de Errejón. El nombre surgió luego por ser un secreto a voces, así que lo del "salto cualitativo en lo referido al modelo punitivo vigente" y asociar la labor de la periodista con la "máquina del fango" sobra.
No entiendo muy bien qué pretende expresar el autor.
La verdad es que el "anarco sindicalismo" como política "carroñera" iguala, o pasa lo que pretenden defender.
Hay que separar los hechos de abusos de un "personaje" contra mujeres, que ¡Aprobar (junto a VOX, PP, C,S, PSOE, +Más Madrid), la "Operación Chamartín"! Un sueño de los franquistas madrileños. Maquinar contra su secretario, al que le disputó esa secretaría. . . ¡Para "confabular" con Carolina Bescansa!
Por otro lado los que buscan, eso de ¡Contra peor mejor! Debéis afinar el tiro, con eso de las "subvenciones" de Irán y los "ultra puros" anarco sindicalistas, NO combatís el dinero recibido por VOX (un millón de euros); pero NO lo denunciáis, por ser vuestro "extremo". . . ¡Cercano a VOX! Da bastante vergüenza vuestro pensamiento en el siglo XXI. . .