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Migración
No podemos callar, no queremos callar
Hay veces que las decisiones judiciales no pretenden solo sancionar un hecho concreto sobre un aspecto específico de la ley, sino que pretenden tener un carácter ejemplarizante, lanzar un mensaje a otras personas, en definitiva, generar miedo.
Entendemos que este es el objetivo de la resolución del tribunal de Estrasburgo sobre la devolución en frontera de dos personas, contradiciendo con ello decisiones anteriores sobre las conocidas como devoluciones en caliente.
Desde la Plataforma Somos Migrantes estamos convencidos y convencidas que esta sentencia solo viene a reflejar la actitud general de los Gobiernos de Europa, apoyados por movimientos políticos antiinmigración, de mantener una política de represión y criminalización frente a las personas migrantes que intentan llegar a nuestras fronteras. Refleja la incapacidad política para entender que nadie se juega la vida a la hora de buscar vías de entrada diferentes a las reconocidas como oficiales, si no es porque ese modo de entrar es el único que se deja a la gran mayoría de personas que se ven obligadas a salir de su tierra por diversos motivos. Revela la intención generalizada de levantar y fortalecer muros y vallas, militarizar las aguas internacionales, ignorando que estas medidas no han hecho sino aumentar el sufrimiento pero en ningún momento se orientan a las causas de por qué las personas se ven obligadas a salir de su hogar.
La exclusión, el rechazo o el olvido de personas no pueden ser el eje de la política migratoria
Y ante estas políticas concretadas en leyes y sentencias inhumanas, contrarias a los valores que desde espacios democráticos se están intentando construir, no podemos callar, no queremos callar. La exclusión, el rechazo, el olvido de personas, por el hecho de haber nacido en otro país y no tener suficiente dinero como para demostrar que su extranjería no es un obstáculo a tener derechos como el resto de ciudadanos y ciudadanas, no pueden ser el eje de la política migratoria.
Ante la devolución sumaria de personas en aviones a Mauritania, con una visión reduccionista y precolonial, por la que por el hecho de ser negros todos pueden ir a cualquier punto de África, como si en lugar de un continente de un solo país se tratara, sin preguntar procedencias, diferencias. No podemos callar. No queremos callar.
Ante la incapacidad para reconocer que un niño o niña no pasa de la infancia a la madurez por una fecha en el calendario, el día que cumple los 18 años, quedando en la calle, en la más absoluta vulnerabilidad, sin buscar más recursos que los habitacionales y olvidando los procesos construidos previamente. No podemos callar. No queremos callar.
Creemos que, por suerte, muchas personas y entidades, igualmente, no pueden ni quieren callar. Los mensajes que se lanzan con determinadas resoluciones judiciales y políticas aumentan el clima de rechazo y xenofobia, y bloquean los esfuerzos por reconocer que la vida en la diversidad cultural no es ya una decisión, es una realidad. Y creemos que hay otra forma de construir la ciudadanía que nos ayuda a todos y todas, sin dejar fuera una gran parte de nuestros vecinos y vecinas, por el simple hecho de su procedencia.
Creemos importante, que ante estas resoluciones, debemos alzar nuestra voz y nuestros esfuerzos para evitar dar fundamento a la cultura del miedo a lo diverso que por numerosos medios se nos quiere imponer. No podemos callar, no queremos callar.