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La apuesta por los megacruceros realizada por las autoridades locales de destinos turísticos de masas en el Mediterráneo español, que ha hecho que se multiplique por 25 el número de pasajeros de estos buques en el país desde 1992, tiene sus consecuencias.
Barcelona hace ya tiempo que se convirtió en el primer puerto del Mediterráneo para estos gigantes turísticos, auténticas ciudades flotantes que, así como necesitan de servicios similares para poblaciones de miles de personas, generan una ingente cantidad de residuos y emisiones. De hecho, la reordenación que la ciudad hizo del puerto permitirá, según datos de la Assemblea de Barris per un Turisme Sostenible, la llegada de hasta 4,4 millones de cruceristas en 2026, un 67% más que en 2017.
Carnival Corporation, el mayor operador de cruceros del mundo, emitió casi diez veces más SOx) en las costas europeas de lo que emitieron los 260 millones de coches europeos en 2017
Este tipo de actuaciones, llevadas a cabo también en ciudades como Ibiza o Palma, ha tenido como fruto que sean precisamente Barcelona y Palma, seguidas de Venecia, Civitavechia (puerto de Roma) y Southampton las ciudades portuarias más afectadas por la contaminación que producen los cruceros en el Europa, según un estudio de la federación europea Transport & Enviroment (T&E).
Turismo
Megacruceros, leviatanes del turismo marino
El número de cruceristas se ha multiplicado por 25 desde 1992 en España, y el plan es que siga creciendo. Barcelona es ya el primer puerto de este tipo de buques en el Mediterráneo. Las impactos sociales y medioambientales de estos barrios flotantes, estandartes de la industria turística global cada vez más grandes, preocupan a un importante sector de la sociedad.
La investigación tiene como principal objetivo analizar la polución atmosférica que provocan estos barcos en aguas europeas y sus conclusiones señalan que, en términos absolutos, “España, Italia, Grecia, Francia y Noruega son los países más expuestos de toda Europa a la contaminación atmosférica que provocan los cruceros”, apuntan desde T&E. En concreto, la federación destaca que los países afectados sufren altos niveles de óxidos de azufre, “principalmente porque son destinos turísticos importantes”, indican, “pero también porque tienen regulaciones menos estrictas sobre la limitación de azufre en los combustibles marinos, que permite a los cruceros utilizar combustibles altamente contaminantes a los largo de sus costas”.
Gigantes del azufre
Solo Carnival Corporation, el mayor operador de este tipo de buques del mundo, emitió casi diez veces más óxido de azufre (SOx) en las costas europeas de lo que emitieron los 260 millones de coches europeos en 2017, denuncian desde T&E. A la compañía americana le sigue Royal Caribbean Cruises —propietaria del Symphony of the Seas, el mayor crucero del mundo que el pasado verano tuvo como base Barcelona—, cuya flota expulsa cuatro veces más emisiones de SOx que las generadas por el parque automovilístico europeo.
T&E recuerda además que las emisiones de óxidos de nitrógeno (NOx) generadas por los cruceros en Europa tienen un impacto alto en las ciudades: “Equivalen a aproximadamente el 15% de los óxidos de nitrógeno emitidos por flota de vehículos de pasajeros de Europa en un año, según muestra el mismo estudio”.
En Marsella 57 cruceros emitieron en 2017 casi tantos NOx como una cuarta parte de los 340.000 vehículos de la ciudad francesa
La federación destaca las cifras de Marsella, donde 57 cruceros emitieron en 2017 casi tanta cantidad de NOx como una cuarta parte de los 340.000 vehículos de pasajeros de la ciudad francesa. Asimismo, “a lo largo de las costas de países como Noruega, Dinamarca, Grecia, Croacia y Malta, un puñado de cruceros son también responsables de emisiones de NOx mayores que el conjunto de lo que emiten sus flotas de vehículos”.
El director de políticas de transporte en T&E, Faig Abbasov, señala que “los cruceros son ciudades flotantes con un alto consumo de energía generada por los combustibles más tóxicos que existen”, pero “mientras las ciudades están prohibiendo la circulación de coches diésel para reducir la contaminación que respira su población, están dando vía libre a las navieras”.
Según denuncia, estas emisiones “provocan grandes concentraciones de contaminantes con un alto riesgo para la salud de sus pasajeros y de las poblaciones más cercanas a las terminales de cruceros. Es inaceptable”.
Faig Abbasov: “Hay tecnologías lo suficientemente maduras para descarbonizar el transporte marítimo”, apunta Abbasov.
La federación especializada en transporte y medio ambiente, de la que forma parte Ecologistas en Acción, exige a las administraciones europeas que implementen “una regulación de emisiones cero para los cruceros en los puertos tan pronto como sea posible, que podría extenderse a otros tipos de naves”.
El informe recomienda a su vez ampliar las áreas de control de emisiones (ECA, por sus siglas en inglés), actualmente en vigor únicamente en el mar del Norte, el Báltico y el canal de la Mancha, al resto de los mares europeos. También abogan por limitar las emisiones de NOx de los buques existentes, que actualmente, como recuerdan, “están exentos del control de este contaminante en las ECA existentes”.
“Hay tecnologías lo suficientemente maduras para descarbonizar el transporte marítimo”, apunta Abbasov. “La conexión a la red eléctrica en tierra puede ayudar a reducir las emisiones en el puerto, las baterías son una solución para las naves que realizan travesías de corta distancia y la tecnología del hidrógeno puede alimentar de energía incluso a los barcos grandes”.