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Tribuna
Soberanismo democrático
Frente a un modelo soberanista interclasista nos vemos en la necesidad de crear un verdadero soberanismo democrático que elimine la brecha existente entre el poder económico y el poder político. Para ello, el Estado debe controlar los medios de producción y reproducción del capital.
Podemos definir la soberanía como aquella Autoridad, con mayúsculas, en la que reside el poder político. Y, al menos sobre el papel, hoy este poder recae en el pueblo. Ahora bien, es el ejercicio de la soberanía económica el único mecanismo que dota de sentido político al concepto de Soberanía.
Una afirmación como la anterior toma sentido si llevamos a cabo una breve reflexión histórica desde la conformación y consolidación de los estados modernos hasta nuestros días.
Durante ese tiempo, los estados se convierten en la garantía de la burguesía, fabril y comercial, para asegurar el control, la seguridad y la expansión de los mercados. Así, el Estado tuvo un papel principal tanto en la fase previa de acumulación del capital, como en la siguiente fase expansiva a través del imperialismo, sin olvidar el papel proteccionista que adoptó en relación a los mercados de cada una de las naciones. Este proceso configuró los estados, sus administraciones, las leyes y las estructuras sociales, todo ello en base al molde económico capitalista, el cual configuraba, en última instancia, el desarrollo mismo del capitalismo.
Así, tras innumerables crisis económicas, financieras, políticas y sociales que desembocan en dos guerras mundiales, llegamos hasta la siguiente fase en el desarrollo del papel del estado burgués: la fase garantista, a través del desarrollo del Estado Social. Durante las décadas que duró el Estado del Bienestar los diferentes gobiernos llevan a cabo un control férreo sobre los sectores estratégicos y la banca, e imponen un modelo redistributivo a través de los sistemas fiscales. A esto se le llamó el “modelo keynesiano”.
Los años 80 suponen el fin del Estado del Bienestar y la independencia del poder económico del control político. Siendo el poder económico el que a partir de entonces toma el control absoluto de la esfera política. Durante este tiempo se acometieron privatizaciones, desregularización bancaria, se cercenaron derechos laborales y sociales, etc. En definitiva, se redujo el Estado del Bienestar al mínimo indispensable para garantizar la supervivencia del capitalismo.
A lo largo de una década asistimos al desmantelamiento de la URSS y a la creación de nuevos estados. La mayoría de ellos abandonaron el comunismo y aceptaron las recetas económicas del FMI y del Banco Mundial para la reconversión económica. A su vez, otros estados, la mayoría en Sudamérica y Asia, sufrían las mismas fórmulas económicas, acompañadas de golpes militares.
La manera de socavar la soberanía de los estados es principalmente a través de la privatización de los sectores estratégicos, la apertura de los mercados internos a empresas multinacionales y el estrangulamiento financiero a través de la deuda
Mismas recetas
Estas recetas siguen siendo aplicadas de manera más o menos contundente en nuestro tiempo. Así, la manera de socavar la soberanía de los estados es principalmente a través de tres medidas: privatización de los sectores estratégicos, apertura de los mercados internos a las empresas multinacionales y estrangulamiento financiero a través de la deuda.Ejemplos de esta atrocidad los encontramos fácilmente: desde el caso griego hasta el ejemplo sirio, por citar sólo dos. Incluso lo que sucede hoy en el Mediterráneo, ese gran cementerio azul, es consecuencia de la Dictadura del Capital. Estos son los ejemplos de la devastación acometida por el capitalismo sobre los estados-nación.
Sobre esta realidad, plantear un soberanismo interclasista centrado en las cuestiones únicamente identitarias está abocado al fracaso. Este modelo de soberanismo se asemejaría al ejemplo del obrero alienado que se identifica con la cultura, los valores y la misión de su empresa, e incluso se siente orgulloso de pertenecer a ella. Sin embargo, no deja de ser un objeto dentro de la misma, seguirá siendo quien pague el pato en los momentos difíciles, nunca disfrutará de los beneficios, y realmente su opinión no tiene ningún valor.
Frente a este modelo interclasista nos vemos en la necesidad de crear un verdadero soberanismo democrático que elimine la brecha existente entre el poder económico y el poder político. Para ello, el Estado debe controlar los medios de producción y reproducción del capital, posibilitando así una sociedad libre, igualitaria y democrática.
Escocia y Catalunya
Una prueba de que el proceso soberanista identitario e interclasista es un proceso fracasado se pone de manifiesto en los casos de Catalunya y de Escocia. El caso catalán es más evidente. Una sociedad civil organizada que está dispuesta a autodeterminarse se ve atacada por dos frentes: uno, el del estado español que no respeta la libre voluntad democrática del pueblo catalán; y el segundo, por el capital (¡sorpresa!), que, en lugar de ponerse al servicio de la libre voluntad democrática de su pueblo, se alía con la traición y el enemigo, generando un bloqueo permanente de la voluntad política del pueblo catalán. La clave del fracaso no fue que el día siguiente a la declaración unilateral de independencia no hubiese un plan B. La clave fue que dicha declaración no se sustentaba sobre estructuras económicas al servicio del pueblo. Estructuras que debían dar viabilidad al proyecto independentista desde una perspectiva democrática y de clase. La cuestión no radica en ampliar posibles mayorías desde las que negociar. La cuestión radica en plantear una viabilidad en el proyecto político nacional .
No se puede poner toda la responsabilidad del proceso en la “sociedad”, así, en abstracto, sin ideología, como una utopía sin conflictos. Es la política la que tiene la capacidad transformadora a nivel colectivo. Y es responsabilidad de la política el materializar las aspiraciones del pueblo.
Inglaterra no niega el derecho de autodeterminación. Sabe perfectamente que, en caso de independizarse, la dependencia económica del nuevo estado hará que este no rompa sus relaciones y tratados con la metrópoliEl ejemplo de Escocia es la otra cara de la moneda. En este caso, Inglaterra no niega el derecho de autodeterminación. Sabe perfectamente que, en caso de independizarse, la dependencia económica del nuevo estado hará que este no rompa sus relaciones y tratados con la metrópoli. Esta estrategia se viene desarrollando desde la independencia de Estados Unidos, e Inglaterra siempre se ha visto favorecida. El capital manda. No me quiero extender sobre este ejemplo ya que Euskal Herria vendría a reproducir el ejemplo catalán.
Llegados a este punto, cabe preguntarse cuál es el camino a seguir por parte de las fuerzas soberanistas. En mi opinión, el proceso político de desconexión debe ir unido al convencimiento pleno de la necesidad de democratización económica. Se deben crear instituciones financieras públicas; se debe propiciar la socialización de medios de producción; se debe apostar por el fortalecimiento de los mercados internos; se deben nacionalizar los sectores estratégicos a nivel económico; y, además, todo este entramado debe ponerse al servicio de la eliminación de las desigualdades y de la construcción nacional.
La receta es sencilla: implementar las medidas del Banco Mundial y del FMI de manera inversa. Tras esto siempre se podrá ir avanzando en el camino de la igualdad pero sin este paso previo, ese camino estará vedado.
Si nos damos cuenta, el mayor problema que tiene cualquier pueblo a la hora de alcanzar su independencia política no es el de generar mayorías cualificadas y su posterior reconocimiento. El mayor problema que tiene es el de verse obligado a vender su soberanía para poder ser independiente, poniendo al servicio de las mafias del capital los servicios públicos, privatizando los derechos de su pueblo, ahorcándose con la cuerda de la deuda pública, etc. En ninguna cabeza debería tener cabida la opción de vender soberanía para ser soberano. Quien vende ese proyecto, nos vende una caja vacía.
Me imagino que alguien puede decir: “pesada losa pones al independentismo si se debe conseguir lo que propones como paso previo a la independencia“. Como contestación me gustaría que me respondiese esta pregunta: mientras consigues mayorías cualificadas, abres un proceso constituyente, negocias con los estados que hoy tienen retenida tu soberanía, intentas internacionalizar el conflicto, negocias posibles vías de financiación para el día después, intuyes que te verás obligado a privatizar hasta la sanidad, realizas un referéndum, no te aceptan el resultado, te esfuerzas por generar nuevas mayorías, acabas pactando una vía intermedia con el estado, te conformas con una nueva autonomía con más competencias, convences a la sociedad de que es la mejor solución posible, generas nuevos conflictos con el estado para avivar el independentismo y volvemos a empezar... ¿no se podría intentar algo diferente?
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Tan solo comentarle al autor del articulo, que si se ha dado cuenta de la inviabilidad del tal hipotetico "soberanismo identitario", habria que felicitarlo por si hiciera falta pero recordarlo que lo hace ya con mucho retraso.
En realidad el autor tiene graves confusiones de categorizacion: 1). la soberania no es donde reside el poder politico, sino la fuente de donde se legitima ese poder. Ejemplo, la denominada soberania nacional, donde establece que es la hipotetica Nacion la poseedora de esa fuente, pero el poder residira en el Estado. 2).- La soberania democratica (segun la revolucion francesa es la base de sustentacion de la soberania nacional), es decir, sin democracia no puede haber Nacion. 3).- La soberania democratica establece que no hay mas legitima soberania que la soberania popular 4).- El nacionalismo identitario, nacio del romanticismo aleman de la segunda mitad del siglo XIX, es bismarckiano (Kultur kampf), que establece que existen elementos de legitimacion ajenos a la voluntad popular y fuera de su control soberano, es decir, que la cultura esta por encima de las sociedades, sea cual sea la considerancion de esa hipotetica cultura legitimadora, a efectos practicos, suponia la sustentacion ideologica para el proceso de unificacion y acceso a la fase imperialista, de la clase dominante alemana, de corte obviamente reaccionario bajo la direccion del Imperio Aleman (antes prusiano).
No se trata de comprobar el hipotetico 'soberanismo identitario' (como dice el autor del articulo) esta abocado al fracaso. Es que el tal soberanismo identitario esta diseñado para no ser emancipatorio de ninguna de las maneras. En el caso aleman decimononico los Estados ya existian (de alguna manera llegaron a ser decenas de sistemas estatales alemanes diversos, girando alrededor de Prusia), lo que ocurrio es que se fusionarion, no es que se liberasen de un opresor externo. Hoy por hoy, el Estado de base identitaria mas conocido es Israel, que establece una segregacion ciudadana entre los diversos grupos de poblacion, de acuerdo a la lejania o cercania con el nucleo de legitimacion cultural o identitaria.
El identarismo siempre esta a la derecha del espectro politico y ha sido base de sustentacion de toda clase de reaccionarismos. Si es una construccion ideologica que esta abocada a no ser exitosa en terminos emancipatorios, tendrias que preguntarnos porque se sigue sosteniendo, quizas sea existosa para sostener el estatus quo presente, cual si se quisiera hacerlo persistir indefinidamente.
No voy a comentar mucho mas el articulo, creo que tiene bastantes confusiones, ademas de una percepcion bastante limitada de la realidad. El capitalismo es una totalidad de la que no hay mas que una unica salida escapatoria, su destruccion.
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Nota: Tan solo recordar que la verdadera izquierda abertzale no basaba su construccion ideologica a partir de la "cultura" (esto lo hacia el PNV, o las corrientes culturalistas), sino a partir del concepto de PTV (Pueblo Trabajor Vasco) que lo definia compuesto por todos los asalariados existentes en EuskalHerria. Es decir, el sujeto legitimo del proceso de emancipacion no es la cultura sino la cuestion social, y un acercamiento a la categoria de clase. Esto estaba claro ya a finales de los años 60, luego a muchos se les olvido en una hipotetica izquierda abertzale. Por eso decia al principio que el autor del articulo haya hecho el descubrimiento, aunque con retraso.