Telefonía
La deseducación de Orange

Orange blanquea su imagen pública impulsando cursos de formación en su plataforma online de acceso gratuito.
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Fotografía: Andrey Metelev en Unsplash.

La plataforma educativa de la Fundación Orange (antigua France Télécom) se constituye como una de las estrategias de propaganda y blanqueamiento de la imagen de la empresa (incluida su marca Jazztel, absorbida en 2016) debido a las numerosas multas por malas prácticas sobre protección de datos. Sin olvidar otros delitos, como los cobros abusivos y otras violaciones de derechos laborales, por las que sus directivos fueron multados en Francia en 2019 a causa de la ola de suicidios en la empresa entre 2001 y 2008, consecuencia de su acreditada estrategia de acoso laboral para despedir a 45.000 trabajadores (el 90% funcionarios).

Todo ello, sin mencionar el hecho de pertenecer durante años al club de las telefonías con tarifas más caras de Europa, por ejemplo, de acuerdo con el informe del Índice de Economía y Sociedad Digital (DESI) de 2019. Pero esto no es de ahora. Incluso un informe de la OCDE de 2009 concluía que las llamadas en España eran hasta un 60% más caras, en la misma línea que otro informe de la Comisión Europea de ese año. Además ―suma y sigue― de ser sancionada en 2004, y ratificada en 2016, por el Tribunal de Justicia de la UE por recibir ventajas fiscales ilegales en Francia; o por saltarse en 2018 las leyes de la competencia en España por cuyo cumplimiento vela la CNMC.

Tecnología
La falsa neutralidad de la tecnología
Nuestra participación en la revolución de las pantallas táctiles es nula, pues únicamente somos consumidores pasivos de contenidos multimedia.

Ante esta trayectoria de mala praxis y delitos se hace necesaria una buena campaña de lavado de imagen, presentándose ante la opinión pública como una empresa responsable y comprometida con los derechos. Así, esta compañía se ha asociado recientemente a una prestigiosa web de verificación de bulos, Maldita.es, para impartir un curso sobre desinformación que se imparte de forma online en formato MOOC entre el 24 de abril y el 30 de junio.

Tiene gracia que sea una compañía telefónica que ha vulnerado derechos laborales y numerosas veces los derechos de protección de datos de los consumidores españoles la que difunda cursos formativos sobre la desinformación, como han hecho de forma similar también las entidades bancarias respecto a la supuesta “educación financiera” que promueven en sus cursos y materiales online, especialmente a partir de la crisis financiera e inmobiliaria.

La estrategia (des)educativa sobre lo digital es clara: aumentar el flujo de tráfico de su fuente principal de negocio, las telecomunicaciones, y transferir a los usuarios la responsabilidad y los riesgos de navegar en entornos digitales peligrosos, con alta incertidumbre y seguridad bajo mínimos. Basta echar un vistazo al programa del curso sobre desinformación con Maldita.es para observar que no hay ningún módulo de derechos del consumidor y usuario de servicios digitales, y sin darle prácticamente ninguna relevancia a los canales de denuncia (situado marginalmente al final del curso, en el último epígrafe).

Tiene gracia que sea una compañía telefónica que ha vulnerado derechos laborales y numerosas veces los derechos de protección de datos de los consumidores españoles la que difunda cursos formativos sobre la desinformación

Más allá del necesario y básico interés por una formación ciudadana crítica y competente en materia digital, debe llamarnos la atención que tal formación no proceda en primera instancia de alguna institución pública como la Agencia de Protección de Datos o los propios centros de ciberdelincuencia de los cuerpos de seguridad del Estado o de universidades.

Todo el contenido del curso de Maldita.es para la Fundación Orange está orientado a la supuesta formación del usuario (que debe erigirse nada menos que casi en experto en tecnologías y en analista forense digital), pero nada en clave de exigir y responsabilizar a las empresas que dan cobertura y difusión a la desinformación, los bulos, etc. Nada de democratizar los algoritmos y de dar transparencia al diseño de la inteligencia artificial. Nada de campañas ni de regulaciones para cerrar las redes y webs pornográficas y de sexualización de la infancia y el cuerpo de la mujer.

La primera instancia debería ser la acción pública y la regulación del ecosistema digital, generando entornos seguros, veraces y verificables, pero obviamente eso choca con la mentalidad actual de libertad absoluta al bulo y a la noticia, a la verdad y a la mentira. Y choca también con los límites supranacionales, donde operan las grandes empresas de telecomunicaciones. Pero no todo está perdido.

Todo el contenido del curso de Maldita.es para la Fundación Orange está orientado a la supuesta formación del usuario [...] pero nada en clave de exigir y responsabilizar a las empresas que dan cobertura y difusión a la desinformación, los bulos, etc.

En este sentido, es interesante la iniciativa formativa desde 2021 de la UNED y la Comisión Europea para impulsar un curso online de alfabetización mediática, “Desinformación paso a paso”, que este año se encuentra en su tercera edición, así como la reciente celebración del IV Congreso de Educación Mediática y Competencia Digital. Además del informe del Gobierno de España de 2022 contra las campañas de desinformación (que recoge diferentes recursos para la alfabetización mediática y digital en las páginas 173-178).

Otro de los cursos digitales en la plataforma educativa de Orange está relacionado con las estrategias para la motivación del alumnado. La idea de motivación del mismo está alineada con un enfoque neoliberal de la libertad (“persigue tus objetivos”), contrario a lo que expertos en psicología como el profesor Luis Gutiérrez Rojas afirman para vivir más libre, entendiendo la libertad como la capacidad para elegir el bien, algo harto difícil, sino imposible, en las enseñanzas de economía y finanzas orientadas a la ideología del “libre mercado” y a la defensa dogmática del máximo beneficio, le pese a quien le pese y arrase el planeta que arrase.

La ciudadanía y su competencia digital en manos de las grandes empresas capitalistas de telecomunicación. No hay un mundo feliz tan maravilloso y neoliberal como éste.

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