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Tauromaquia
Usar el nombre de Federico García Lorca en vano
Recientemente, el alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, ha levantado polémica al utilizar una frase de Federico García Lorca para defender la tauromaquia. Esta cita se produce como respuesta a la también polémica suspensión del Premio Nacional de Tauromaquia por parte del Ministerio de Cultura del Gobierno de España.
Resulta paradójico observar a la derecha y la ultraderecha intentando apropiarse de un icono de la izquierda, como García Lorca, y de uno de los mayores símbolos de la represión franquista. El mismo alcalde que rindió homenaje a Millán-Astray, uno de los responsables del golpe de Estado y la dictadura franquista, y que elogió al jefe de prensa y propaganda de Franco como “el enviado de Dios para la liberación y grandeza de España”, ahora utiliza al poeta granadino para legitimar sus posturas políticas e ideológicas. Ver para creer.
Además, resulta irónico que, para defender la tauromaquia de quienes la consideran un vestigio del pasado, cite una frase de hace casi un siglo, en un contexto muy diferente al actual. Utilizar un comentario de hace ochenta y ocho años para justificar una práctica que, aunque arraigada en algunos sectores —cada vez más minoritarios— de la sociedad española, lleva décadas enfrentando cuestionamientos éticos y morales, es no solo anacrónico sino también profundamente absurdo.
Por no analizar la defensa de la tauromaquia bajo el pretexto de la existencia de intelectuales y artistas que la respaldan. Algo igualmente incoherente. La existencia de opiniones a favor de una práctica no la justifica per se. Si nos guiamos por esa lógica, podríamos legitimar cualquier acción o posicionamiento (el terraplanismo, el machismo, el racismo) en base a la existencia de algún respaldo intelectual.
El legado de Lorca
Con respecto a la utilización de Lorca como justificación, Almeida muestra una profunda ignorancia sobre el legado del poeta. Al contrario que él y su partido, García Lorca tenía una “comprensión simpática de los perseguidos. Del gitano, del negro, del judío… del morisco que todos llevamos dentro”. Justo en la dirección opuesta a los postulados ideológicos de la derecha, el poeta se posicionaba en contra de dictaduras como la de Primo de Rivera, Francisco Franco o Salazar. Firmaba, por ejemplo, manifiestos en defensa del catalán —ese “idioma hermano expresión más íntima y característica de la espiritualidad de un pueblo”—, y se posicionaba públicamente contra las encarcelaciones de los poetas alemanes, en mitad de la efervescencia del nazismo, alineándose al lado de los que no han “cometido más delito que defender al proletariado y unirse a él”.
Guerra civil
Federico García Lorca, rojo y maricón
En oposición a los valores conservadores, destacó por un repertorio de obras sensibles socialmente, como Romancero gitano, una de las obras más populares y comprometidas del granadino, o Poeta en Nueva York, una feroz crítica al capitalismo y a la deshumanización de la sociedad moderna. También obras adelantadas a su tiempo, protagonizadas fundamentalmente por mujeres, que constituían agudas críticas contra la sociedad tradicionalista, católica, patriarcal y machista de la época. ¿Habrá leído Martínez-Almeida Mariana Pineda? ¿Sabrá que está basada en la vida de Mariana Pineda Muñoz, liberal granadina ejecutada durante el periodo absolutista de Fernando VII? ¿Sabrá que La zapatera prodigiosa es un homenaje a Agustina González, revolucionaria, feminista y escritora granadina? ¿Conocerá que una obra como Yerma fue considerada por el falangismo una concatenación de “groserías, ordinarieces y barbaridades”, e incluso tachada de obra “antiespañola”? ¿Se verá representado el alcalde de la puesta en valor de la red femenina de apoyo y solidaridad en torno a la protagonista de Doña Rosita la soltera o el lenguaje de las flores? ¿Le gustará La casa de Bernarda Alba, donde más explícita se hace la violencia inherente a los principios político-ideológicos que se impondrían, tras un golpe de estado y una guerra civil, durante cerca de cuarenta tiránicos años en el país?
Teatro
Las mujeres (feministas) de Federico García Lorca
Si la contradicción, la incongruencia y la antinomia de José Luis Martínez-Almeida es manifiesta, cabe preguntarse, además, cómo puede alguien respaldarse en la figura de García Lorca, fusilado por el franquismo, justo en la semana en la que la ONU ha criticado las “leyes de concordia”, sustitutas de la Ley de Memoria Democrática, por no respetar los estándares internacionales de los derechos humanos en materia de preservación de la memoria histórica. O cómo de grande es el atrevimiento para, desde el neoliberalismo, mencionar al que siempre ha sido “partidario de los pobres, de los que no tienen nada y hasta la tranquilidad de la nada se les niega”.
García Lorca: “Las derechas tomarán todas estas cosas para seguir en su campaña contra mí”
Lo dijo el poeta, anticipándose al futuro. “Las derechas tomarán todas estas cosas para seguir en su campaña contra mí y contra Margarita (Xirgú) pero no importa. Es casi conveniente que lo hagan, y que se sepa de una vez los campos que pisamos”. Como adivinando los términos precisos de la polémica actual, Federico García Lorca ya retrató a esos “señores muy ordinarios con bigotes tiesos y voces campanudas que nos hacen a los jóvenes besar una cruz infame, formada por la bandera y una espada; es decir la cruz de las tinieblas y de la fuerza”. A esos “sacerdotes del patriotismo que van arrollando a la dulzura y al amor”.
En una especie de presagio de la polémica presente en torno a la tauromaquia, el poeta ya denunció que “en las escuelas, en vez de enseñar el triunfo de la verdad sobre la fuerza, enseñan la apoteosis de la crueldad y la razón espantosa de la violencia”. "¡Ay, nuestras gloriosas tradiciones! Todas incubadas en la maldad y amparadas, cobardemente, a la sombra augusta de la cruz (...) ¡Ay Dios mío! ¿Hasta cuándo hemos de invocar a nuestras tradiciones? Porque aquí, en España, pocas veces se nombran en las escuelas aquellos hombres suaves y plácidos que predicaron la paz por las mesetas castellanas. Y no los mientan por considerarlos malos españoles, indignos de pertenecer a este desventurado país. Nuestra tradición guerrera no significa nada, puesto que al presente no dio su utilidad. ¿A qué oscurecer la conciencia con los recuerdos de sangre?"
“¡Ay, nuestras gloriosas tradiciones! Todas incubadas en la maldad y amparadas, cobardemente, a la sombra augusta de la cruz (...) ¡Ay Dios mío! ¿Hasta cuándo hemos de invocar a nuestras tradiciones?”
Aunque las palabras citadas proceden de un texto lorquiano acerca del patriotismo, nos sirve esta cosmovisión del dramaturgo para conocer sus valores en tiempos en los que la reinterpretación histórica busca distorsionar y herir la verdad. Frente a los profesionales de la mentira, a esos, de nuevo en palabras de Federico, “tramoyistas de la vida nacional” que “preparan admirablemente los efectos”, que se sacrifican “por una idea nacionalista abstracta” y que aman a su patria “con una venda en los ojos”, le dedicamos lo que Cernuda entendió y resumió de manera inmejorable en unos versos críticos con quienes raptaban durante el franquismo “la figura del poeta, alabándolo con hipocresía mientras viven de la ideología que orquestó su asesinato” (Brocca, J).
La apropiación de ti, que nada suyo
fuiste o quisiste ser mientras vivías,
es lo que despierta ahí mi extrañeza.
¿príncipe tú de un sapo? ¿No les basta
a tus compatriotas haberte asesinado?
Ahora la estupidez le sucede al crimen.