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Sistémico Madrid
Rovi, sillas giratorias por la vena
El peaje de la prosperidad se paga con asientos en el consejo de administración. Los López-Belmonte, dueños de la farmacéutica que fabricará a gran escala la vacuna de Moderna, llevan años imitando a los grandes laboratorios y acomodando a políticos y allegados del PP. La última, Fátima Báñez.
La calle Julián Camarillo de Madrid es como un señor que estrena traje. Atraviesa el corazón de un barrio nuevo donde unos cuantos magnates del ladrillo están haciendo su agosto con el auge de las oficinas inteligentes y los hoteles de cristal para eventos y ejecutivos en viaje de negocios. Todo lleno de obras, todo muy al gusto de la cutreautoridad. Pero al señor del traje nuevo solo le ha dado para la parte de arriba. Mientras que en el número 31 crece una nueva mole de cristal, a la altura del 35, frente al siempre intrigante y radioactivo Ciemat, asoman los edificios de ladrillo viejo y techos de uralita de los años 60 que esperan su turno para la demolición.
Uno de ellos es la sede de Rovi, los laboratorios que fabricarán para medio mundo la vacuna de Moderna contra la covid-19. Sin amianto. A ellos se accede por Rufino González 50, si se va a la fábrica (vieja), y por Alfonso Gómez 45, si se va a las oficinas (nuevas). En medio está la entrada por la que no se entra, pero que es su dirección fiscal y la de Norbel Inversiones SL, empresa madre de los dominios de la familia López-Belmonte Encina, dueña del 63% de Rovi.
Rovi fue en 2020 una de las gemas del infinito de la Bolsa, con un alza del 55%. Ya lo era antes. En cuatro años se ha revalorizado un 180% gracias a su fármaco estrella, la heparina, el anticoagulante más usado en el mundo, inventado hace más de cien años. Y los supositorios de glicerina que hace ya mucho vendió a Pfizer.
Hay que reconocerles a Juan López-Belmonte (Tres Villas, Almería, 1947) y a sus tres hijos varones que conocen bien el valor de envasar y refrigerar heparina y mejor el de las buenas relaciones con el poder para colocarla. La fórmula les ha valido, supongo, para vender ahora millones de vacunas contra el coronavirus.
En 2019, Rovi dio la bienvenida a su consejo de administración a la exministra Fátima Báñez, que fue 20 años diputada del PP, siete años ministra de Empleo y tres meses ministra de Sanidad. La familia López-Belmonte lleva lustros abonando la vía política con actores secundarios que han dado el resultado de unos galanes de primera fila. Así se explica, por ejemplo, el puesto de consejero que durante tanto tiempo (2008-2019) ocupó Miguel Corsini Freese, amigo de José María Aznar, quien le puso al frente de Renfe durante su toda etapa como presidente (1996-2004). Corsini fue consejero de la Cámara de Comercio de Madrid y de la Mutua Madrileña, dos magníficos caladeros donde pescar cargo y sueldo. Pero, sobre todo, es conocido también por los 46.936,16 euros que gastó en dos años con las tarjetas black de Caja Madrid y Bankia, y porque su hermano organiza cacerías en Aranjuez como aquella a la que asistió Fraga mientras se hundía el Prestige. Corsini falleció en noviembre de 2020, no se sabe si por coronavirus.
El precio de la prosperidad tiene tantos resquicios y facturas que solo en los laboratorios saben por qué es consejero desde 2015 José Fernando Almansa Moreno-Barreda, diplomático, jefe de la Casa Real durante nueve años y exconsejero de Telefónica. Más explicable fue, dejemos la incómoda ética a un lado, el acomodo de Enrique Castellón Leal (de 2007 a 2019), ya que ejerció como viceconsejero de Sanidad de la Comunidad de Madrid y subsecretario del Ministerio de Sanidad, y antes dirigió el Servicio Gallego de Salud. O el de Marcos Peña Quinto, ex presidente del Consejo Económico y Social (CES) y antes secretario general de Salud del Ministerio de Sanidad y secretario general de Empleo en el Ministerio de Trabajo.
Como farmacéuticos, los López-Belmonte conocen el valor del embalado y saben, porque lo han visto hacer a medio Ibex, que alquilar inmuebles a las empresas de las que son dueños es un sencillo y lucrativo negocio. Por eso, parte de las rentas que genera la cartera inmobiliaria de la familia procede de la propia Rovi. Norba Inversiones SL, una sociedad con sede en la calle Rufino González 50, posee en edificios y suelos localizados en Madrid y Barcelona valorados en 42 millones de euros. Javier Krahe cantaría eso de “también habrá que cantar a la pata coja, no todo va a ser pagar. Habrá que cruzar Núñez de Balboa, ya pagué el año pasado, a la orillita del mar”.