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Sistémica Barcelona
Sol Daurella, lazos rojos
Un palacete del barrio de Sant Gervasi de Barcelona alberga la sociedad Beguindau SLU, que aúna los negocios de la presidenta de Coca-Cola Europa. Su matriz está en Luxemburgo. Sol Daurella es la cabeza del clan familiar más rico de Cataluña, dueño de Cobega. Nueve de los diez primos que se lo reparten son mujeres.
—Antes todo esto era campo.
—Qué tópico, ¿cuándo, en el Paleolítico, no?
—No, Felicia, hablo de antes de que se construyera la fábrica de Coca-Cola, hace 12 años. Los suelos eran de la familia Roca, de los hermanos Roca Hernández, los de los váteres. Se lo vendieron a los Daurella. No me preguntes dónde, pero he visto el contrato de compraventa.
—Ahora te voy a contar a ti y al resto por qué he dedicado un día de mis vacaciones a esto y he acabado aquí arriba, en la Serralada de Marina, frente a Martorelles (Barcelona), desde donde, si ahora mismo rodara ladera abajo, daría con mis huesos en la megaembotelladora que corona el polígono industrial más grande del Estado.
—Arranca allí, en Montcada, cruza Mollet y termina en Granollers. Mira: Grifols, Esteve, Nocilla, Marcilla… La próspera industria químico-alimentaria que vertebra la riqueza catalana se concentra aquí.
Hablo con mi prima Paula, que me ha traído hasta aquí. Antes de subir, me he pasado por el barrio de Sant Gervasi, en Barcelona, una ciudad tan sistémica como Madrid. Allí, la familia más poderosa es la dueña de Cobega, el holding más grande de Cataluña, con un patrimonio que supera los 5.500 millones.
Los Daurella son los dueños de la embotelladora de Coca-Cola de Gabón, Sierra Leona... así hasta 13 países de África
El edificio de la Calle Canaries 21-23 es la sede de Beguindau SLU, propiedad de Sol Daurella, la empresa con la que Sol Daurella (Barcelona, 1966) controla Cobega, socio de control de Coca-Cola en Europa (19,13%). En su interior hay olivos, palmeras, cipreses, pinos, un laurel y un consulado, el de Islandia, país del que Soledad Daurella es cónsul honoraria. No en vano, su familia lleva importando bacalao desde 1850. No en vano, su familia embotellaba también la Coca-Cola de allí. Los Daurella son los dueños de la embotelladora de Coca-Cola de Gabón, Sierra Leona... así hasta 13 países de África.
—Rica y catalana, pérfida combinación, ¿no?
—Sol Daurella nació rica cuando nadie sabía hasta qué punto podía hacerse rico un embotellador de Coca-Cola. O hasta dónde llegaban sus dominios. Es catalana, sí, pero ni ahora ni antes le ha importado eso a su familia. Su padre, José Daurella Franco, don Pepe, fijó su residencia fiscal en el Houston Palace, uno de los apartahoteles con más pompa de Montecarlo. En 1993 creó Indau SARL, una firma luxemburguesa donde desembocan todos sus negocios, Cobega incluido. Su hermana y sus primos también tienen sociedades en el Gran Ducado y Holanda. Su primo, Alfonso Líbano, tiene su residencia en Andorra. Su prima Mercedes Daurella fue condenada en 2017 por fingir que también vivía en Mónaco y ha pactado con Hacienda dos años de prisión y una multa. La hermana de esta, Alicia Daurella, tiene las fianzas de sus pisos, garajes y locales inmobiliarios, y hasta la de su tarjeta Solred, en su sociedad Asistencias y Suministros SL, con sede en Madrid, por cierto. Y su prima Paloma Figueras-Dotti Daurella tiene vínculos y negocios comunes —e investigados por blanqueo— con los Carceller en la petrolera Disa.
—Lo heredó todo, pero ejerce como directiva en un mundo de hombres…
—No es lo mismo mujer que feminista, un término que en estos tiempos tiene casi tantas connotaciones de clase como de género. Solo tienes que fijarte en las espartanas y sus cuatro años de lucha, la ponen en su sitio. Además, el legado de los cuatro hermanos Daurella Franco lo regentan hoy diez primos, nueve de ellos mujeres. ¿Está cambiando eso algo? La fortuna de las Daurella es hoy más profunda y variada que nunca. Una decena de sociedades de Cobega explotan el negocio del café más allá de Nespresso; fabrica plástico, explota máquinas de vending, agua, leche, salmón ahumado... Les fue mejor con la crisis y ahora también con el Procés. Qué indigestión de reír tienen que estar sufriendo la presidenta de Coca-Cola Europa, sus primos y sus socios en el negocio. Con tanto ruido, los ricos se han hecho transparentes.
—Cuando quieras subimos al Pirineo, a Bolvir, allí viven todos. También Sol Daurella y su marido, Carles Villarrubí, el exbanquero de Rothschild.
—Mejor me vuelvo pa Madrid.
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