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De esta salimos juntas
De esta salimos juntas: no es una peli de terror, pero como si lo fuera
“¿Soy la única que ve nuestro cartel de promo para una serie de terror de Netflix?”. El comentario recogido en el chat del Colectivo Editor de El Salto sobre el primer cartel de la campaña de El Salto no podía ir más encaminado.
“De esta salimos juntas” no es una película ni una serie, pero como si lo fuera. Una serie (española y un poco predecible, todo hay que decirlo) en la que entran a jugar los clásicos del género. Una fuerza maligna indescriptible, sin forma ni nombre paraliza y nubla la vida de nuestros protagonistas. Si esta campaña fuera una serie comenzaría presentando a los protagonistas, las historias de siete vidas que corren paralelas, conectadas aunque no lo saben, especialmente cuando esta fuerza terrorífica comienza a entrar en sus rutinas. La masa informe, inenarrable, avanza y los va arrastrando a situaciones desesperadas de las que no saben salir por su cuenta.
Si esta campaña fuera una serie de Netflix, este sería el nudo de la historia: una familia está a punto de ser desahuciada por el banco, otra tiene que asumir que la madre no va a poder ser operada por la sanidad pública y los hijos trabajan de riders por las noches para poder pagar la privada. Una adolescente intenta suicidarse ante la perspectiva de un mundo que se derrumba, sin expectativas de futuro. Una migrante que limpia habitaciones de hotel está a punto de ser despedida por denunciar las malas condiciones laborales…
Siete historias paralelas, interrelacionadas sin saberlo, y que van encontrándose, entrecruzándose y compartiendo camino cuando descubren que todo lo que les ocurre tiene un origen común: un mal indefinido al que solo pueden enfrentarse si se ponen de acuerdo y lo confrontan juntas.
El final de esta historia no está escrito —la producción no ha decidido si es una historia de final feliz ni si habrá segunda temporada—, pero sea cual sea el desenlace será el mismo para todos sus protagonistas, porque ya han descubierto qué es lo que les une y ya saben cómo combatir a ese mal sin nombre.
¿Qué tiene que ver todo esto con El Salto?
Todo. Porque la crisis económica que está atravesando El Salto y otros medios críticos y la crisis que soportan tantas familias y personas que no llegan a fin de mes es la misma. Dos caras de la misma incertidumbre y precariedad. Un medio que solo depende de la gente entra en crisis cuando la crisis afecta al bolsillo de la comunidad que lo sostiene. Solo en este año 2.000 personas se han dado de baja, la mayoría por cuestiones económicas. Aunque las nuevas altas han compensado esa pérdida, estamos muy por debajo de lo que necesitaríamos para sobrevivir. Por eso necesitamos mil nuevas socias: para salir de números rojos y tener suficiente fuerza para estar a la altura del contexto político y social.
Porque esa fuerza oscura y paralizante, indescriptible e inefable, es mucho más real de lo que nos gustaría: los discursos de odio hacia las mujeres, hacia el otro, hacia los sectores más vulnerables se extienden a sectores cada vez más amplios de la población. Y precisamente cuando más falta hacen medios independientes —no solo de las grandes corporaciones sino también de los partidos— es cuando más peligro de desaparecer corren.
Y como en esta serie imaginaria, las soluciones nunca son individuales —ya sabemos qué le pasa a ese personaje secundario y prescindible que decide separarse del grupo—. Desde los orígenes lejanos de este medio —pasando por Molotov, Diagonal hasta llegar a El Salto— ha sido siempre nuestra comunidad quien ha rescatado este proyecto cuando estaba en dificultades y le ha permitido saltar para llegar cada vez a más gente con mejores contenidos. Y en esta tradición de tres décadas, nunca hemos dejado de defender que es el apoyo mutuo, el trabajo de base y la organización desde abajo donde se asientan las bases de las transformaciones más profundas, las que valen la pena y las que perduran en el tiempo. Por eso decimos que “de esta salimos juntas”, por así ha sido hasta ahora, porque no conocemos otra manera.
“Vienen momentos difíciles, no solo para El Salto —decía la periodista de El Salto Sarah Babiker en un vídeo de esta campaña—. De esta solo salimos apostando por la solidaridad, apostando por el apoyo mutuo”.