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Personas refugiadas
La Unión Europea no da miedo
En España, menos de 2.000 de las 17.337 personas pendientes de asilo han sido trasladadas al país.
Hace ya dos años que la mayoría de los países de la UE prometieron compungidos acoger a 160.000 refugiados. Acabado el plazo, se constata lo que era tan previsible: de ese grupo, apenas una cuarta parte ha sido reasentada. En el caso de España, menos de 2.000 de las 17.337 personas pendientes de asilo han sido trasladadas al país. El ministro Zoido culpa a los complejos procedimientos de la UE, algo que suena hasta verosímil.
¿Por qué todos los países que firmaron, salvo Malta y Letonia, han incumplido las órdenes de la UE? Cada Estado miembro tiene sus motivos y sus variables, pero podemos destacar un factor que se repite: no hay miedo a Bruselas.
Examinemos el caso de España. El año pasado nos libramos dos veces de sanciones por no cumplir con los compromisos económicos. Según los acuerdos, la multa era matemática e inexorable. Pero cómo castigar al bueno de Rajoy, con lo bien que se porta con la dueña del Eurocortijo y la poca guerra que da. En esta sensación de impunidad, qué prisa hay en traer refugiados si a lo mejor nos escaqueamos.
En otros países también existe la sensación de que enfrentarse ahora a la UE no les puede salir tan caro. Saben que no hay tanta capacidad para castigar y que, por apretar demasiado una tuerca, pueden salir las piezas volando. Son conscientes de que nunca ha habido una verdadera unión política, sino que Alemania y Francia (lo recordó Macron desde la ostentosa Versalles) dirigen la política comunitaria ante la docilidad de los demás países, ávidos de migajas. En los temas importantes es diferente: cada uno hace lo que quiere.
Es de justicia reconocer que la Unión Europea suele tener buenas intenciones. Pero le falta un poder real para forzar a los países a que tomen el rumbo deseado, ya sea en la crisis de los refugiados o en otros asuntos. Esperemos que al menos los valores europeos de los que se suele presumir afloren a la hora de la verdad. Aunque solo sea por aquello de “qué dirá el mundo de los europeos”.