Cómic
“La unión de la izquierda tuvo que ver con el miedo a que el movimiento obrero quedara fulminado”

Alfonso Zapico cierra ‘La balada del norte’ recordando la revolución asturiana de octubre de 1934, “un estallido de violencia que cristaliza en la revolución social, aunque mucha gente no supiera qué quería decir exactamente”.

Cuando has crecido en un lugar con un carácter tan marcado como la cuenca minera asturiana, da igual que termines viviendo en una tranquila ciudad de Francia: la identidad de la cuenca la vas a llevar marcada toda la vida y de una u otra manera, terminará aflorando. En el caso del historietista e ilustrador Alfonso Zapico (Blimea, 1981), se tradujo en La balada del norte, una obra monumental de la que se acaba de publicar el último volumen. Una obra que recuerda los días en los que los mineros asturianos se levantaron contra el gobierno de la república, con el objetivo de tomar el control de las minas y poner fin a unas condiciones de vida precarias. Una obra que refleja también una forma de vida que fue el pulmón económico de toda una región y que ya no existe.

Acabas de publicar el cuarto y definitivo volumen de La balada del norte (Astiberri, 2022), con el que cierras un trabajo de diez años.
Empecé a dibujarlo después de la marcha de los mineros a Madrid, en 2012. Pensaba que sería una historia muy local, que no iba a interesar a nadie, pero el haber ganado el Premio Nacional por el libro Dublinés ayudó a darle una visibilidad y una difusión.

Aquella marcha fue una especie de canto del cisne de la minería. Fue una protesta muy potente, pero ya no había nada que hacer, porque estábamos ya condenados. Prácticamente todas las minas estaban cerradas. Aquello tuvo un valor más simbólico y sentimental. No se reivindicaba nada en concreto, lo que había, sobre todo, era una inquietud por el futuro, que tenía más que ver con toda la gente que ha vivido alrededor de esta industria. ¿Qué va a ser de ellos? ¿Qué les va a quedar? Era una reivindicación de valores colectivos. De los valores mineros, que han estado siempre en vanguardia de todo lo que tiene que ver con los derechos sociales y de progreso. Era su última marcha en vanguardia.

La cuarta parte de ‘La balada del norte’, cómic de Alfonso Zapico, trata la revolución en Asturias en octubre de 1934
Ampliar
La cuarta parte de ‘La balada del norte’, cómic de Alfonso Zapico, trata la revolución en Asturias en octubre de 1934. Imagen cortesía de Astiberri.

Aquella protesta no frenó la decadencia de la minería, pero sí sirvió de inspiración para una novela gráfica monumental que reivindica ese mismo legado.
Sí es verdad que, si no hubiera visto esa protesta, a lo mejor no hubiera hecho La balada del norte. Aunque lo que sí se consiguió, y que a mí me animó a dibujar el libro, fue empatizar con estos mineros que marcharon hasta Madrid, cantando este himno no oficial de la minería, con los cascos en la cabeza y la lámpara encendida. Mucha gente que no sabía dónde estaban Langreo o Mieres, ni habían visto una mina en su vida, gente que, a lo mejor tenía una conciencia ecologista, se emocionó al ver a los mineros por las calles de Madrid.

Creo que influyó que se produjo en un momento de mucho activismo político.
Seguro que ayudó, porque había también un nexo intergeneracional. Los mineros representaban lo viejo, frente a la generación que iba a construir el futuro, los que estaban por llegar. Los mineros eran gente con muchos años de sindicalismo socialista o comunista, pero se abrió un espacio común, se compartía una rabia por la situación. De repente, aquello se convirtió en algo hacía lo que todo el mundo miraba y con lo que todo el mundo empatizó. Todo el mundo se sintió parte de aquel colectivo, de aquella marcha. Eso fue un chute de autoestima y una especie de reconocimiento no oficial del valor de esta gente y esta sociedad.

Fue muy emocionante, porque en Asturias ha habido un complejo de que se nos abandonaba y se sintió que volvía a ponerse la atención sobre las comarcas mineras. Es un complejo que tiene que ver con que éramos la parte de Asturias que no se quería enseñar, que no aparecía en las guías turística; a pesar de que, todavía a día de hoy, la imagen de Asturias sigue siendo la minería del carbón, los movimientos obreros, la cuenca minera…

En ese contexto de lucha minera, ¿por qué decidiste dibujar, precisamente, sobre la revolución de Asturias de 1934?
Es un momento muy importante, que explica muy bien la guerra civil, la posguerra... Explica muy bien cómo funcionaba la cuenca minera y, además, es un momento que tampoco se conocía muy bien. Yo, que nací allí, solo conocía una parte de la historia. Quedaba la épica de la revolución, lo del minero con la dinamita, este cartel que se popularizó en el 36. Era el relato que se acomodaba a las necesidades de la cuenca minera, pero no era el relato completo.

En Oviedo pasaba lo que pasa ahora a gran escala con la guerra civil. La gente pensaba que la guerra civil, casi, casi, había sido una consecuencia del octubre asturiano, de lo que habían hecho los mineros

Luego descubrí un relato bastante maniqueo en Oviedo, donde estudié. Había una especie de prejuicio, una especie de cuentas pendientes que ajustar con la cuenca minera a raíz del octubre asturiano. En Oviedo pasaba lo que pasa ahora a gran escala con la guerra civil. La gente pensaba que la guerra civil, casi, casi, había sido una consecuencia del octubre asturiano, de lo que habían hecho los mineros. Todo lo que vino después se justificaba por eso y tampoco se le daban más vueltas. Sin embargo, la revolución asturiana del 34 es tan compleja, tan complicada de explicar, que pensé que merecía la pena dedicarle un libro.

El octubre asturiano fue la última revolución obrera de Europa.
En Asturias siempre se la ha comparado con la Comuna de París. Un estallido de violencia que cristaliza en la revolución social, aunque mucha gente no supiera qué quería decir exactamente.

Había una desilusión muy grande, porque tenían mucha fe en que la república les fuera a traer prosperidad, un horizonte, un futuro. Por eso la revolución estalla el mismo día que entran en el gobierno cuatro ministros de la CEDA, que era un partido de corte filofascista, filonazi, que buscaba implantar el modelo totalitario de Alemania en España. Eso lo ven como el último clavo en el ataúd de la república. Lo que se suponía que era un régimen democrático, se iba a convertir en otra vuelta al régimen al que habían estado sometidos durante la monarquía.

Página del cómic ‘La balada del norte’, de Alfonso Zapico
Ampliar
Alfonso Zapico publica la cuarta entrega de su obra ‘La balada del norte’. Imagen cortesía de Astiberri.

En La balada del norte queda patente la división que existía en la izquierda española, que recuerda a la situación que se vive actualmente y que termina uniéndose precisamente para la revolución de Asturias.
Tampoco han cambiado mucho las cosas, aunque el contexto es diferente. Los socialistas estaban cabreados con los anarquistas, porque los responsabilizaban de haber perdido las elecciones del 33 al haber llamado a la abstención. Y los anarquistas se la tenían jurada a los socialistas, porque, en tiempos de Primo de Rivera, el dirigente mayoritario del sindicato minero, Manuel Llaneza y Largo Caballero participaron en el Consejo de Gobierno y la UGT quedó al margen de la represión, mientras que los anarquistas sufrieron una represión brutal por parte del gobierno.

Por eso es tan increíble que la revolución de octubre permitiera la unidad obrera, porque quedaban muchas rencillas. De hecho, la unidad se completa una vez estallada la revolución, cuando los comunistas se suben al carro también. Y fue muy importante, porque eran los únicos que podían enseñar un modelo práctico, la URSS, que en ese momento representaba la utopía obrera. Quizás esa unión tuvo que ver con el miedo a que se impusiera la CEDA y el movimiento obrero quedara fulminado, como estaba ocurriendo en muchos países de Europa. Porque el fascismo, en ese momento, era una ola que lo absorbía todo.

Mi generación es la primera que, siendo hijos de mineros, ha tenido la oportunidad de tener estudios universitarios

La sociedad que reflejas en esta obra es una sociedad cerrada y muy jerarquizada. ¿Es la misma en la que creciste tú?
En los años 30 o 40 todo giraba en torno al carbón y las minas. Se entendía que era así y no había otra opción. Los mineros iban a la mina, las mujeres eran carboneras y se dedicaban a criar a los hijos, que después heredaban los puestos de trabajo de los padres. Y el ocio también estaba relacionado con el trabajo, porque el ocio de los mineros eran los concursos de entibadores, los de canto de las minas… Las minas lo absorbían todo.

La sociedad que yo conocí conservaba algunos rasgos identitarios de aquella tan compleja, pero la vida era menos miserable. Mi generación es la primera que, siendo hijos de mineros, ha tenido la oportunidad de tener estudios universitarios. Ya era la España en democracia, pero seguían esos tics que tienen que ver con lo organizativo, lo colectivo, los sindicatos mineros, que han sido muy fuertes hasta hace poco. Esto son cosas que tienen que ver con aquella época en la que, apoyar o no una huelga, era lo que decidía prácticamente la supervivencia de un montón de familias.

En La balada del norte, el personaje de Apolonio se suma a la revolución obligado por las circunstancias. Entiende que no se trata solo de su opinión, que hay mucho más en juego que tiene que ver con lo colectivo. En aquella época el sindicato minero era prácticamente una religión y cuando se convocaba una huelga, todo el mundo iba.

Cuando uno lee los libros de historia, los nombres propios que aparecen son los dirigentes de los sindicatos, de los partidos o los cabecillas de una revuelta. Las mujeres están de fondo; no es que no protagonicen la historia, pero se cuenta con nombres propios masculinos

Se trata también de una sociedad muy masculina, en la que el hombre adquiere todo el protagonismo.
En ese momento toda España era machista y la cuenca minera no fue una excepción. La imagen de la cuenca minera siempre ha sido el minero como macho alfa, el minero con la dinamita. Las mujeres también han trabajado en las minas de manera no oficial. Han sido carboneras, han protagonizado huelgas y piquetes, como en la famosa huelga del silencio en los años 60. Pero cuando uno lee los libros de historia, los nombres propios que aparecen son los dirigentes de los sindicatos, de los partidos o los cabecillas de una revuelta. Las mujeres están de fondo; no es que no protagonicen la historia, pero se cuenta con nombres propios masculinos.

Cuando yo era crío, las mujeres empezaron a reclamar derechos que eran de justicia, como el derecho a un puesto de trabajo en la compañía cuando tu padre moría en la mina. En los años 90, la hija de un minero que murió reclamó este derecho y eso generó un conflicto. Al final, varias mujeres consiguieron entrar en la mina, incluso trabajar en las galerías, que eran los trabajos mejor pagados. Sufrieron bullying por parte de sus compañeros, que no las querían allí, decían que daban mala suerte. Ni siquiera existían vestuarios separados para facilitar el trabajo de las mujeres.

Se dieron varias luchas paralelas. Por un lado la laboral, que tenía que ver con las mejoras salariales y sociales y por otro lado, la de género, que se ha encontrado con más trabas siempre.

Alfonso Zapico retrato - 3

Tu generación vivió la ruptura de una lógica generacional que marcaba que los hijos entraban a trabajar en la mina en la que trabajaban los padres. ¿Qué impacto social tuvo esa ruptura?
Las sociedades que están tan ligadas a una sola actividad, como es la extracción del carbón, cuando llega el desajuste industrial, de repente se ven quebradas. Por eso hay este trauma, porque su forma de vida pierde sentido.

Yo vengo un poco detrás de esa generación, pero los que eran jóvenes en los años 80 y se iban a incorporar al mercado laboral, se encontraron con que la compañía estatal, Hunosa, empieza a resquebrajarse. Empiezan a cerrarse pozos, a despedir gente y esto coincide con la época álgida de la heroína. Porque en la cuenca minera hubo mucha droga. Se dio mucho el caso de jóvenes mineros que se gastaban la paga en heroína y terminaban en el arroyo.

Mí generación llega al mercado laboral después y lo que le toca es asumir responsabilidades y emigrar. Estudiar y marcharse, estudiar fuera o irse directamente. Por pura matemática, porque, donde antes trabajaban mil mineros en vertical, ahora ya no hay empleo.

El asturiano ha sido siempre un pueblo de emigración y la de mi generación no ha sido una oleada, como la que iba a Cuba o a Argentina, pero sabíamos que, el que se quisiera quedar, iba a tener muy pocas oportunidades.

Ahora muchos son conscientes de que no tendrían el sueldo que tienen si hubieran decidido quedarse, pero hay ese punto nihilista y de mala leche, porque, en el fondo, no te vas porque quieres; lo que quieres es estar allí y allí no cabemos todos.

Página de ‘La balada del norte’, de Alfonso Zapico
Ampliar
Página de ‘La balada del norte’, de Alfonso Zapico. Cortesía de la editorial Astiberri.

¿Cómo fue tu caso particular?
Mi caso es un poco raro. Yo me vine a Francia, a Angouleme, con una residencia artística. Lo que quería era conocer a otros autores, tener contacto con otros dibujantes, viajar… Me fui por gusto, pero luego me di cuenta de que no tenía forma de volver. Me fui con la crisis de 2009 y luego vino mi chica, porque trabajaba en la universidad y su departamento había quedado devastado.

Al final, yo estoy muy a gusto aquí, pero lo que yo querría es esta misma casa, pero en Asturias y, claro, no puede ser. Esa fue otra de las razones por las que escribí La balada del norte. Como no puedo volver a Asturias, lo hago a través del libro.

¿Con la publicación de los cuatro volúmenes de La balada del norte queda saldada tu deuda con la cuenca minera?
De manera un poco egoísta, dibujar sobre Asturias me permite seguir en esa dinámica de explicarme a mí mismo a través de otras historias, de otros personajes y a la vez cumple esa función de conservar la memoria y compartirla. Es muy inspirador y son historias que o las contamos los que venimos de allí o no las va a contar nadie.

Informar de un error
Es necesario tener cuenta y acceder a ella para poder hacer envíos. Regístrate. Entra en tu cuenta.

Relacionadas

Literatura
Ensayo Qué (no) puede un cuerpo
Algunas novedades editoriales y tendencias audiovisuales sugieren retornos de modos de entender lo inhumano que fueron característicos de la neoliberal década de los 80.
Culturas
Cultura Tiphaine Rivière y la necesidad de entender a Bourdieu
La francesa Tiphaine Rivière se enfrenta en ‘La distinción’ (Garbuix, 2025) a la obra de Bourdieu para entender el diálogo entre los diferentes estratos sociales.
Cómic
Cómic Viajando por ‘Bone’, de Jeff Smith, la fantasía de aventuras definitiva
En 1991 Jeff Smith dio comienzo a ‘Bone’, un hito del cómic de aventuras, muchas veces recordado por ser una alternativa de alma ‘cartoon’ a ‘El señor de los anillos’.
Xosé-Nel Valdés
27/2/2023 18:44

El pueblo o villa natal de Alfonso Zapico es Blimea, no Bilmea.

0
0
Hodei Alcantara
Hodei Alcantara
27/2/2023 7:57

Tremenda entrevista, y tremenda la lucha de décadas de mineros y mineras por mejorar sus miserias condiciones laborales y mantener su trabajo. Toda escritura sobre la Revolución de Asturias del 34 es esencial para destruir las justificaciones que la derecha fascista uso para dar el golpe de estado militar. Los obreros se levantaron para defender y ampliar las conquistas sociales del bienio socialista-republicano.

0
0
Galicia
Galicia Cuidar sin derechos: la lucha de las trabajadoras en las residencias privadas de Galicia salta a la huelga
Sin tiempo ni medios para ofrecer unos cuidados adecuados, alertan de una situación insostenible en los centros y denuncian la privatización de un servicio a costa del bienestar de las personas mayores y dependientes.
LGTBIAQ+
Juicio el 9 de mayo Lidia Falcón pide cinco años de cárcel a una mujer trans por un tuit de 2021 que no la menciona
La activista antiderechos Lidia Falcón denunció a Diana Juan Cano en 2021 por un tuit que apenas tuvo repercusión. La acusación pide una pena de cinco años de prisión y 50.000 euros de indemnización.
Francia
Francia Militantes e intelectuales exigen la absolución de Anasse Kazib, perseguido por su apoyo a Palestina
El Estado francés utiliza el tipo penal de “apología del terrorismo” para perseguir a personalidades y colectivos que han mostrado su apoyo a Palestina y su repulsa al genocidio cometido por Israel.
Gobierno de coalición
Gobierno de coalición Sánchez piensa en un paréntesis legislativo para evitar roces con los socios tras una semana explosiva
El choque bronco por el caso de las compras de balas israelíes a cargo de Grande Marlaska puso sobre la mesa como nunca la ruptura de la coalición, aunque nunca fue una opción.
Guinea-Bissau
Internacional Guinea-Bissau arranca una ola de represión tras el sabotaje popular de una mina de arena en un parque natural
Una acción liderada por las mujeres del pueblo de Varela provocó un incendio en la bomba de extracción de la mina de arena pesada. El Gobierno ha llevado a cabo la detención de 16 personas, entre las que se encuentran líderes locales.
Opinión
Opinión “Tener correa” y la ridiculización del afecto
Existe una presión muy fuerte sobre los propios hombres para que no amen demasiado, no cuiden demasiado. El ideal de “libertad masculina” tradicionalmente se entiende como independencia, desapego, y muchas veces, desinterés.
Eventos
Evento Un Salto al periodismo desde el barrio: acompáñanos en un directo sobre periodismo situado
El Salto organiza un evento centrado en el potencial de los formatos sonoros para transmitir información veraz y fiable de forma cercana. Para hacer periodismo desde el barrio y barrio desde el periodismo.

Últimas

Gasto militar
Gasto militar ¿De dónde sacará Sánchez el dinero para financiar el incremento del gasto en defensa?
La promesa de aumentar las partidas presupuestarias militares necesita redirigir 10.471 millones de euros para alcanzar el 2% del PIB. Cumplirlo este año abre a su vez un grave problema para hacerlo en 2026.
Opinión
Opinión Las sáficas también somos trans, deseamos trans y amamos trans
Resulta irónico que a quienes tanto nos han cuestionado la identidad de “mujeres de verdad” en función de nuestra expresión de género o la vida que decidimos emprender no levantemos antorchas al ver el mismo odio operando con estrategias similares.
Opinión
Opinión IA: un proyecto tecnosupremacista
La pregunta que me hice hace algunos años fue: ¿Por qué existe un evidente interés en “crear la cuestión de la IA”, cuando las tecnologías y las lógicas que la componen están ya operativas desde hace años?
Más noticias
Salud
El precio justo La nueva ley del medicamento o estrategias para bajar el precio de los genéricos (que son caros)
En España pagamos de media un 10% más por los medicamentos genéricos que consumimos que en el resto de la UE. Al mismo tiempo, nuestro gasto farmacéutico ha aumentado un 33% en la última década.
Galicia
Galicia Más de 200 colectivos exigen transparencia sobre la mina Doade y piden la intervención del Parlamento Europeo
Organizaciones de toda Europa, lideradas por SOS Suído-Seixo, exigen a Bruselas acceso a la documentación sobre la explotación prevista, denunciando opacidad, privilegios empresariales y riesgo ambiental en zonas protegidas de Galicia.

Recomendadas

Galicia
Galicia Vigo, A Coruña y Ourense compraron material policial a Israel por medio millón de euros en solo cuatro años
El alcalde ourensano, Gonzalo P. Jácome, adjudicó un contrato por 70.000 euros días después del siete de octubre. Abel Caballero firmó otro de más de 200.000 euros y la alcaldesa de A Coruña siguió la estela con un contrato de 170.000 euros.
Turquía
Pinar Selek “Turquía sigue gobernada en base al miedo”
La profesora y socióloga turca, quien ha sufrido además de cárcel, un acoso judicial por 27 años, habla de la falta de independencia del poder judicial, del adoctrinamiento social y de la formación de la sociedad turca.