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Racismo
El movimiento antirracista de Madrid llama a responder al odio desde las calles
Cuando se lee el comunicado con el que esta semana la Asamblea Antirracista de Madrid exponía sus razones para convocar una quinta marcha contra el racismo institucional, organizada y liderada por personas racializadas, se llega a la conclusión de que el movimiento tiene memoria, una memoria traumática: la de las personas que murieron asesinadas por ser racializadas u objeto de los discursos de odio: Mame, Manuel, Illias, Younes, Eleazar, Daniel Jiménez, pero también Samuel, son recordados en la convocatoria para la manifestación que el próximo Sábado 13, a partir de las 17, recorrerá el centro de la ciudad, partiendo de Neptuno, hasta Sol.
Fue por primera vez el 12 de noviembre de 2017, que colectivos y activistas migrantes y racializadas convocaron una protesta desde el antirracismo político: la fecha elegida fue la de la muerte de Lucrecia Pérez, en el primer asesinato calificado como racista por la justicia, en 1992. La última víctima, señalan, es mucho más reciente: “Se sale por el reciente asesinato de Issa M., de origen ghanés, al que en lugar de brindarse ayuda por padecer una enfermedad mental la Policía Nacional abatió a tiros en Villaverde”, recuerdan en su comunicado.
Este sábado 13 de noviembre a partir de las 17:00, salimos desde Neptuno hasta Sol. V manifestación antirracista, contra las violencias racistas y los discursos de odio@RegularizacionY @Descolonicemon1 @PlatafKhetane @PlazaPueblos @OrgulloLocoMad @sosracismomad @Antirracismo8M pic.twitter.com/2tCroCwJrs
— Asamblea Antirracista de Madrid (@antirracistasM1) November 8, 2021
Es a esta violencia, resultado de “políticas de odio y muerte” que se opone toda un red de colectivos: “un pequeño tejido de personas conscientes de los propios problemas racistas que les afecta a su vida cotidiana”, apunta Giovanni Collazos, integrante de la asamblea. Este poeta peruano que lleva más de dos décadas en Madrid reflexiona sobre los límites para que la denuncia antirracista englobe a más gente, para que cale en las amplias capas de clase obrera migrante y racializada: “Aunque en los últimos años hemos crecido, todavía queda muchísimo por hacer, queda comunicar, dar a conocer nuestro mensaje reivindicativo y eso es una lucha diaria, ardua y constante”.
Mame, Manuel, Illias, Younes, Eleazar, Daniel Jiménez, pero también Samuel, son recordados en la convocatoria para la manifestación que el próximo Sábado 13, a partir de las 17, recorrerá el centro de Madrid
Collazos acaricia la potencialidad de que a la marcha se sumara gran parte de la población migrante: “sería alucinante, vamos, se paraliza Madrid en ese caso”. Sin embargo entiende que el camino es más pausado y progresivo, que viene de largo, de mucho antes de que se hiciera la primera marcha, cuando ya colectivos y movimientos antirracistas caminaban: “Pero todavía nos falta mucho por seguir creciendo, llegar a más gente con un discurso sencillo, sin demasiado academicismo. La idea es que la gente tome conciencia, se politice, piense y reflexione sobre las cosas que están pasando”.
No dejan de pasar cosas: los discursos de odio azuzan violencias racistas que se van radicalizando y normalizando al mismo tiempo. Un ejemplo, fuera del Estado, viene ocupando titulares y agitando a las filas de la extrema derecha desde hace semanas. “Lo que está pasando en Polonia es la constatación de que toda esa narrativa de la invasión tiene mucho impacto”, valora Marita Zambrana. Una narrativa que, considera esta activista antirracista, cumple una función esencial: legitimar la securitización de las fronteras del espacio Schengen y los miles de millones invertidos en una industria enfocada a impedir la entrada de migrantes por las fronteras terrestres o marítimas: migrantes que representan solo una pequeña parte de quienes residen en el territorio europeo de manera irregular.
Usar a las personas migrantes o racializadas como justificación, denuncia la presidenta de SOS Racismo Madrid, es moneda común e importante motor de las violencias racistas: “Tenemos ese señalamiento de que somos culpables de todos los problemas y que nos tenemos que ir: quitamos el empleo, saturamos la sanidad pública, copamos las ayudas. Esto no es así, no hay ninguna ley que diga ‘esto se lo vamos a dar a las personas migrantes’, de hecho se excluye de muchas políticas sociales a personas en situación administrativa irregular por ejemplo, las personas migrantes y racializadas estamos más expuestas a vivir una precariedad económica como consecuencia del racismo, pero no se recogen datos que puedan demostrarlo”.
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Mirada estructural, respuesta urgente
En el comunicado de la Asamblea Antirracista para el próximo sábado se respira urgencia: “estamos llegando a un punto en el que están en juego nuestras vidas. Se ha normalizado la violencia hacia las personas racializadas”, apunta Zambrana, quien explica que lo que defienden es el derecho a la vida, una vida que se ve amenazada no solo por la violencia racista en la calle: Todo lo que pasa en frontera, todo lo que pasa en los CIES, las personas que mueren en el Mediterráneo… “estamos viviendo muchísima violencia y muchísima normalizacion también, la gente se ha acostumbrado a que nos violenten constantemente”. Una violencia que puede verse en todas partes: “el odio ha salido a las calles, se pasea por nuestros barrios, está en el Congreso, se legitima en los medios de comunicación y se propaga en las redes sociales”, explican en el comunicado.
“La palabra moro es la primera que escuché hacia una persona migrante de manera despectiva, esa y la palabra gitano: eran las primeras palabras que yo escuchaba con desprecio en la boca de los blancos españoles”, recuerda Collazos de sus primeros tiempos en Madrid. Desde las instituciones, opina el activista, la ultraderecha valida ese discurso racista que ya existía provocando desde la reactivación de los grupos neonazis y la violencia directa contra personas migrantes, a la proliferación de discursos de odio. “Un ejemplo —se detiene Collazos— el cartel de Vox en el metro hablando de los menores no acompañados es un claro ataque racista. ¿Qué ha hecho la justicia española?, les ha validado”. Queda así evidenciado cómo son las propias instituciones las que consolidan y espolean estos discursos. “Salimos porque nos cansamos de ser la moneda de cambio del juego político, incluyendo el de aquellas instituciones o partidos que dicen protegernos”, aseveran en la convocatoria de la manifestación.
Tantas formas de violencia
En su comunicado, la Asamblea Antirracista de Madrid enumera entre los mecanismos para ejercer violencia “los CIES, la brutalidad policial, las identificaciones por perfil racial en la calle, el lenguaje racista, la explotación laboral y precarización de la vida, la desatención médica por covid y la falta de ayuda a la salud mental de colectivos que soportan constantemente muchísima violencia”. Así, más que responder a las provocaciones del partido de extrema derecha en las instituciones, emplazan a los partidos “que se denominan progresistas” en palabras de Zambrana, a introducir otras narrativas en “los espacios políticos y públicos”. La activista recuerda cómo “cuando eran las elecciones, durante los debates, los candidatos de Vox soltaban marcos narrativos completamente racistas, y no había ninguna respuesta por parte de PSOE o Unidas Podemos, no había una contranarrativa”, una ausencia de respuesta que cree, se debe a que el racismo social que existe en el país hace que enfrentar ese sentido común racista contra la migración se pague políticamente.
“La glorificación del pasado colonial o la exaltación nacionalista española son el caldo de cultivo para los discursos de odio al migrante que fomentan las agresiones, exponen a las infancias o banalizan las muertes en frontera”
No es solo una cuestión de discurso, afirma Zambrana: la negativa ante la PNL por la regularización de personas migrantes, la dificultad para sacar las devoluciones en caliente de la ley de seguridad ciudadana, la exclusión de miles de personas del acceso al Ingreso Mínimo Vital por su situación administrativa, son las políticas en las que se manifiesta esa ausencia de contra narrativas, apunta la activista. Mientras, la ultraderecha no se anda con tibiezas: “La glorificación del pasado colonial o la exaltación nacionalista española son el caldo de cultivo para los discursos de odio al migrante que fomentan las agresiones, exponen a las infancias o banalizan las muertes en frontera”, señala en su comunicado la Asamblea Antirracista.
Una respuesta amplia
Collazos sabe que aún se está lejos de conseguir una movilización masiva de personas migrantes y racializadas: “la mayoría de esta población está precarizada, digamos que sus preocupaciones básicas e inmediatas es poder llegar a fin de mes, no tener problemas en el trabajo, si tienen hijos en el colegio, que estos no sufran problemas de bullying racista”. Además de todas estas dificultades, “los medios de comunicación masiva no ayudan porque meten un montón de mensajes racistas validando el mensaje de la ultraderecha, es muy difícil combatirlo”, un espacio para confrontar este racismo sería el de la educación, tanto en las instituciones como en los hogares. Pero cómo educar generaciones antirracistas cuando el racismo se cuela en las aulas y en las familias a través de docentes o progenitores, figuras de referencia para la infancia y la juventud, se pregunta.