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La tarde del 13 de marzo de 2004 el '¡Pásalo!', difundido a través de SMS, convocó a miles de personas frente a las sedes del PP en toda España para exigir conocer la verdad sobre los atentados cometidos dos días antes en Madrid. Fue el prólogo a una victoria inesperada del PSOE un día más tarde y a las nuevas formas de protesta espontáneas, apoyadas en las redes sociales, que eclosionarían en toda su magnitud siete años más tarde con el movimiento 15M.
Los balances y análisis que se están haciendo estos días al calor del 20 aniversario de la masacre cometida por los yihadistas están poniendo, como es lógico, el foco en las mentiras y manipulación del Gobierno de José María Aznar, sus movimientos desesperados para culpar a ETA de los atentados y borrar cualquier conexión entre la impopular guerra de Irak y las mochilas bomba que asesinaron a 193 personas el 11 de Marzo de 2004. Mucho más en segundo plano está quedando sin embargo el recuerdo del intenso periodo de movilización social que acompañó a la segunda fase del aznarismo y que posibilitó la respuesta espontánea del 13M a las mentiras del Ejecutivo y sus medios afines. Un proceso iniciado en las protestas estudiantiles contra la Ley Orgánica Universitaria y que llegaría a su clímax con las masivas manifestaciones pacifistas de febrero de 2003 contra la Guerra de Irak.
Después de no lograr parar la invasión norteamericana, el movimiento social iniciaría su reflujo. Sin embargo, los atentados yihadistas y la campaña de desinformación gubernamental reactivarían las redes formales e informales construidas en el ciclo de movilización 2001-2003. De ellas saldría el '¡Pásalo!', que difundido a través de una tecnología todavía reciente en aquel momento, el SMS, haría inevitable una discusión pública sobre la autoría del atentado. Una discusión en la que los candidatos del PSOE, José Luis Rodríguez Zapatero e IU, Gaspar Llamazares, habían sido hasta entonces muy prudentes a la hora de cuestionar el relato oficial, pero en la que finalmente tendrían que entrar espoleados por determinados medios, como la SER, y sobre todo las movilizaciones frente a las sedes del PP.
El aznarismo terminaba pues como había empezado, con los líderes de la izquierda en una posición secundaria con respecto al dinamismo de una movilización social que desde 2001 les había llevado la delantera en la oposición a Aznar.
De la mayoría absoluta a la movilización social
El 12 de marzo de 2000, el PP de José María Aznar lograba la mayoría absoluta tras la debacle de un PSOE e IU que habían concurrido a las elecciones generales, por primera vez en su historia, con un pacto electoral. Realizado a prisa y corriendo, el acuerdo no sería el revulsivo capaz de batir a un PP que vivía el momento más dulce de su historia.
Apoyado en los buenos datos económicos, en una influyente galaxia de medios públicos afines, con un partido territorialmente más fuerte que nunca y una calculada prudencia a la hora de esquivar temas conflictivos, movilizadores del votante de izquierdas, Aznar derrotó el 12M con comodidad al tándem Joaquín Almunia Francisco Frutos, dos candidatos que tenía mucho de Plan B en sus respectivos partidos, y que no despertaron ningún tipo de entusiasmo entre sus bases y potenciales votantes.
La verdadera oposición al Gobierno de Aznar llegaría de un viejo actor social relativamente desaparecido desde hacía por lo menos una década: el movimiento estudiantil
Tras el arrollador éxito de marzo, emergía un Aznar mucho más duro y tendente a meterse en charcos que el de la primera legislatura. Con las manos libres para hacer y deshacer en un Congreso con el resto de partidos fuera de juego, la verdadera oposición al Gobierno llegaría de un viejo actor social, importante en tiempos pasados, pero relativamente desaparecido desde hacía por lo menos una década: el movimiento estudiantil. Las inesperadas movilizaciones contra la Ley Orgánica de Universidades en el otoño de 2001 sacarían a miles de estudiantes a las calles en algo que tenía tanto de protesta contra la mercantilización de la educación universitaria, como de irrupción de una nueva generación política. Coincidentes en el tiempo, el movimiento anti LOU se empaparía del discurso y las formas de un nuevo lenguaje de época, el del emergente movimiento antiglobalización que dos años antes había irrumpido en escena con las protestas de Seattle y en junio de aquel año había hecho su primera demostración de fuerza en España con las masivas protestas de junio de aquel año en Barcelona contra el Banco Mundial.
De la antiglobalización al 'No más sangre por petróleo'
La presidencia de turno de la UE, en 2002, daría la oportunidad de aterrizar en el contexto español y europeo la crítica a la globalización neoliberal que comenzaba a flotar en el ambiente cultural de la izquierda internacional. En 2001 se había celebrado en Porto Alegre, Brasil, bastión municipalista del Partido de los Trabajadores, el primer Foro Social Mundial, y los lemas, retóricas y estilos de este pesarían mucho en el diseño de la contestación a una UE que apretaba por aquel entonces el acelerador de las políticas neoliberales en el contiente.
En torno a un discurso a la vez crítico e internacionalista, Otra Europa es posible, la Campaña contra la Europa del Capital y la Guerra, lograría una formidable unidad de acción de partidos, sindicatos, ONG, ecologistas y otros colectivos sociales. Una nube de mosquitos, por utilizar la terminología de la época, capaz de generar el suficiente músculo como para organizar a lo largo de seis meses de presidencia española multitudinarias manifestaciones y contracumbres no sólo en Madrid, Barcelona o Sevilla, sino también en ciudades más pequeñas, como Salamanca, Oviedo/Uviéu o Santiago de Compostela, que también acogerían reuniones de ministros de la UE.
La dimensión de las protestas antiglobalización durante el semestre español de la UE demostrarían una creciente recomposición y removilización de la izquierda frente a un aznarismo embriagado de poder. Espoleados por este clima social cada vez más favorable a la acción, el 20 de Junio de 2002 CC OO, UGT y el resto de sindicatos convocaban una huelga general contra la reforma del subsidio de desempleo, la primera en ocho años, y la primera en la que una nueva generación de activistas tomaba parte en piquetes y paros.
Si las movilizaciones antiglobalización y la huelga general de 2002 sacaron a decenas de miles de personas a las calles, el 'No a la Guerra', menos de un año más tarde, trascendería con mucho estas protestas llegando a millones de personas en toda España, muchas de ellas ciudadanos muy poco politizados, que por primera o segunda vez en sus vidas participaban en una protesta. Las movilizaciones contra la invasión de Irak y la entrada de España en la coalición bélica se beneficiarían del carácter internacional del movimiento, pero también de unas alianzas políticas, sociales y mediáticas con las que no habían contado las protestas de 2001 y 2002. Aznar, con su acusado narcisismo y su tendencia involuntaria a la autoparodia, también pondría de su parte. Especialmente trascedente sería el apoyo de los medios de comunicación afines al PSOE, pero también de un colectivo autónomo, y con especial impacto mediático, el mundo del cine español, que convertiría la gala de los Goya en el mejor altavoz en defensa de la paz y de la participación en las movilizaciones. La derecha sigue sin perdonar a la industria aquel 1 de febrero de 2003.
La jornada internacional antiguerra del 15 de febrero de 2003 sacaría en España a entre ocho y diez millones de personas
La jornada internacional antiguerra del 15 de febrero de 2003 sacaría en España a entre ocho y diez millones de personas. Sería pues probablemente el país del mundo occidental más movilizado contra la guerra. Las convocatorias reproducían el carácter unitario de la campaña contra el semestre español de la UE, pero ahora ampliadas al PSOE y a otros actores sociales que no habían participado en aquella movilización. Sin embargo, a pesar de este ensanchamiento hacia un PSOE ya liderado por José Luis Rodríguez Zapatero, el movimiento social contra la guerra de Irak no perdería radicalidad, siendo la consigna anti-imperialista No más sangre por petróleo, una de las más centrales en unas protestas que devendrían en una nueva huelga de estudiantes el 20 de marzo, y general, de trabajadores y estudiantes, el 10 de abril.
El ciclo va por barrios
Más allá del carácter masivo de las convocatorias en 2003 de la plataforma Aturem la Guerra, como en otros momentos de la historia de España, la capital catalana se convertiría durante el ciclo 2001-2004 en el foco más activo y plural de los movimientos sociales del país. Los encierros de inmigrantes en iglesias, Indymedia Barcelona, los Maydays del 1 de Mayo, los primeros movimientos vecinales contra un concepto nuevo, la gentrificación, o la campaña de denuncia del Fórum de las Culturas en 2004, serían algunos de los hitos de un ciclo en el que llegaron a funcionar varias decenas de centros sociales ocupados en la ciudad como La Hamsa, Les Naus, Miles de Viviendas, además de otros viejos y nuevos espacios autogestionados, llegando a formarse incluso durante el invierno de 2003 una red de espacios liberados contra la guerra.
En Madrid serían los años del Laboratorio 1 y 2, y de Ladinamo en Lavapiés, así como de otros muchos CSOA en barrios y ciudades de la comunidad madrileña. También el desarrollo y crecimiento de proyectos relacionados con la expansión de internet, como sindominio.net, Rebelion.org y Nodo50, de Bajo el Asfalto está La Huerta y los primeros grupos de consumo agroecológicos, o del paso del Molotov al periódico Diagonal, entre otras muchas iniciativas sociales, políticas, culturales y cooperativas que irían tejiendo una densa red política en la principal ciudad de España. A su escala, en otras urbes de menor tamaño también se construirían nuevos proyectos y espacios autogestionados como Ca Revolta en Valencia (2000), Mil Lúas en A Coruña (2002), Cambalache en Oviedo/Uviéu (2002), Zapateneo en Vitoria/Gasteiz (2002), Sestaferia en Xixón (2003) o A Gentalha do Pichel en Santiago de Compostela (2004).
Enfoques
Enfoques Todo lo que cambió el Prestige
Especial importancia tendría el ciclo político en Galicia, donde al malestar con el anzarismo se unía el deseo de una nueva generación de gallegos y gallegas educados en democracia por acabar con la anomalía de un presidente autonómico directamente salido de la dictadura franquista. Ya en la primavera de 2001 tendría lugar una insólita huelga de ámbito autonómico convocada por la UGT y la Confederación Intersindical Galega, y ese mismo año las movilizaciones contra la LOU lograrían una enorme repercusión en la ciudad de Santiago de Compostela, cuya universidad estaría durante meses intermitententemente paralizada por las huelgas. El naufragio del petrolero Prestige, un año más tarde, llenando de chapapote las costas gallegas provocaría la movilización de miles de personas, tanto como voluntarias para limpiar las playas, como para protestar y exigir responsabilidades políticas por un desastre ecológico que iría acompañado de una pésima gestión y una campaña de manipulación mediática por parte de los gobiernos del PP. Las movilizaciones de la plataforma cívica Nunca Maís serían el prólogo a la derrota en 2005 de Manuel Fraga y la formación del gobierno PSOE-BNG.
Euskadi viviría su propio ciclo marcado por la persistencia de los asesinatos de ETA, la Ley de Partidos impulsada por el Gobierno de Aznar, con el apoyo del PSOE, para perseguir a la izquierda abertzale, y el fallido Plan Ibarretxe diseñado por el PNV con el concurso de Euskal Alkartasuna y Ezker Batua, la federación vasca de IU. Lo que pretendía ser un nuevo estatuto de autonomía para el País Vasco, pero de carácter soberanista, dejando la puerta abierta al ejercicio del derecho de autodeterminación, sería respondido por el PP con una reforma del Código Penal para castigar con cárcel la convocatoria de consultas autonómicas sin aprobación del Ejecutivo español.
El aznarismo y su agresivo nacionalismo español incendiarían el debate territorial, al tiempo que daban un balón de oxígeno para el crecimiento de las izquierdas nacionalistas. En Aragón la Chunta Aragonesista capitalizaría en buena medida las movilizaciones contra el Plan Hidrológico Nacional y el trasvase del Ebro a las cuencas del Tajo y del Segura. Mientras, en Catalunya ERC daría su gran estirón electoral bajo el liderazgo de Josep Lluís Carod Rovira convirtiéndose en una alternativa importante al nacionalismo de derechas de Jordi Pujol, aliado del PP catalán.
En diciembre de 2003 PSC, ERC e Iniciativa per Catalunya pactaban el primer gobierno progresista desde la restauración de la autonomía catalana. En cambio en la Comunidad de Madrid el misterioso tamayazo robaba a PSOE e IU la primera oportunidad en años de desbancar al PP.
¡Vuestra guerra, nuestros muertos!
A pesar del reflujo de las movilizaciones con posterioridad al inicio de la invasión de Irak, la intensa politización vivida por amplias capas de la población se reactivaría en el dramático fin de semana del 11 al 14 de marzo de 2004. Si el PP ocultó la autoría yihadista de la masacre de Madrid sería precisamente por ser consciente de que la mayoría del electorado español no reaccionaría a los atentados cerrando filas con su gobierno, sino movilizándose para hacerlo caer.
Aunque el relato oficial sobre el 11M se empezaría a resquebrajar antes en Catalunya y el País Vasco que en Madrid, sería la manifestación madrileña frente a la sede del PP la que generaría réplicas en todo el país, también en Barcelona y Bilbao, demostrando una vez más la importancia estratégica de los procesos políticos en la capital española.
El SMS lanzado por Emilio Silva, Víctor Sampedro, Juan Carlos Monedero y otras personas vinculadas a las redes del No a la Guerra sería clave para revivir la memoria del rechazo a la invasión de Irak y a sus responsables en una tarde y noche en la que el No más sangre por petróleo devendría en una nueva consigna cargada de sentimiento de “los de abajo” frente a “los de arriba”: Vuestra guerra, nuestros muertos.
El 13M terminaría de provocar una movilización antigubernamental y a favor del PSOE en la jornada electoral del día siguiente. Sin siglas, con pancartas de mano confeccionadas en casa, la noche de los móviles, inauguraba una nueva forma de movilización política digital, espontánea, no orgánica, que regresaría el 15M de 2011, ocho años más tarde, esta vez contra los mismos vencedores de aquella noche electoral de la que ahora se cumplen 20 años.
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Por si sirve para recordar otros aspectos de las movilizaciones 2002 https://osalto.gal/el-blog-de-el-salto/2002-un-ano-movilizaciones-estado-espanol