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Nacionalismo
Nación, territorio y democracia global
El conflicto entre la comunidad vasca o catalana, y el estado español, no es un conflicto entre identidades nacionales (en sentido a-politico) sino que es un conflicto entre dos proyectos democráticos divergentes.
Toda identidad y la lealtad política requieren recursos y un grado de institucionalización o formalización para que dicha identidad pueda sobrevivir en el tiempo y el espacio.
Por tanto, lo nacional no es simplemente una identidad (como pretenden hacernos creer), lo nacional es una capacidad política.
La nacionalidad que tiene estructura estatal es además una identidad política soberana, es decir, una capacidad política que mantiene juntos al estado y al pueblo mediante diversas tecnologías de poder, autoridades y territorialidades.
Por eso quiero subrayar ante lxs demócratas cosmopolitas lo siguiente: si no tenemos un espacio marcado como territorio, no tenemos población, si no tenemos población, no tenemos pueblo, y sin pueblo no tenemos soberanía popular. Por tanto, la soberanía popular o el autogobierno requieren de territorio, porque no se pueden tener capacidades (individuales y colectivas) para el autogobierno (democracia) sin un espacio marcado políticamente, pero hoy día para que ese espacio político sea funcional necesita instituciones competentes y vinculantes, y toda institución política vinculante no puede sino funcionar de forma territorializada.
Por tanto, todo lo que es global es necesariamente local. Y por eso, la democracia global no puede existir sin democracia local; es decir, sin territorializar la soberanía, en tanto que soberanía popular.
Creo que es urgente repensar los conceptos de límite, frontera y territorio, ya que siempre se subrayan sus connotaciones negativas, sobre todo quienes tienen asegurado su territorio, sus límites y sus fronteras mediante un estado nacional.
Pero ¿no queremos acaso controlar quien entra en nuestro cuerpo-territorio? ¿Acaso alguien cree que se puede crear comunidad sin territorializar el poder y sin poner límites (recordemos que las leyes son límites, los sueldos también son límites, ser negra o analfabeta también son límites)? ¿Acaso no quiere la izquierda controlar su territorio-cuerpo para que no entren las multinacionales; o para prohibir la entrada a las diversas mafias y tráfico de personas? El problema no es el concepto de límite y territorio, sino cómo construimos dicho territorio de forma que posibilite y sea garante de empoderamiento colectivo y de democratización, es decir, como construimos territorios que empoderen al pueblo para que se pueda autogobernar.
Y gobernar, de nuevo, requiere el concepto de territorio, de cuerpo, de bienestar, de límite (por ejemplo, no se pagan impuestos hasta no llegar a un mínimo – límite – de sueldo, las rentas del capital han de pagar X si superan cierto límite, etc.).
Sin bienestar territorializado y sin poder o capacidad política institucionaliza no habrá democracia posible. Ni en Euskal Herria, ni en los Països Catalans, ni en los diversos pueblos de España (Francia, Europa …). Por eso, al hablar de democracia hay que hablar de la relación que hay entre territorio local, las estructuras públicas-comunes, la capacidad política y el bienestar colectivo, por lo menos si entendemos la democratización como un proceso que tiene por objetivo la capacitación política del pueblo para el autogobierno.
La territorialidad (y las diversas materialidades que implica), mediante la relación que establece entre el espacio y la sociedad, posibilita no solo identidades colectivas y políticas, sino que crea las condiciones para el compromiso, para la movilización de recursos, la articulación de acciones y, en definitiva, para la creación de la comunidad política. Y la comunidad política no es un partido, no es una clase, no es mi cuadrilla, no es tu familia ni es la elite financiera. Y no es un grupo de individuos unidos por un mismo interés como dicen los cosmopolitas. Eso se llama lobby, no comunidad política.
Por eso, considero la democracia como un tipo concreto de organización del espacio político, es decir, la democracia es un tipo de territorialidad, entre otros.
Por eso, el conflicto entre comunidad vasca o catalana, y el estado español, no es un conflicto entre identidades nacionales (en sentido a-politico) sino que es un conflicto entre dos proyectos democráticos. Porque cuando hablamos de identidad nacional hablamos de capacidad política para el autogobierno, hablamos de soberanía popular. Y quien no quiera entenderlo, es porque no le interesa entender por qué la democracia (constitucional) se desarrolla históricamente junto con el nacionalismo (industrial y obrero y no simplemente burgués).
El proceso de privatización del capitalismo global ensambla nuevos territorios (creados mediante el comercio y las finanzas globales, el TTIP, el CETA, mediante la Unión Europea, reforzando el ejecutivo español mediante la reorganización del poder judicial) y neutraliza otros territorios (como los territorios municipales o los territorios los nacionales sin estado, por ejemplo) y lo hace mediante dicha reorganización del poder político, para re-centralizar y privatizar (en pocas manos) el territorio, sobre todo si es un territorio organizado para resistir la ola de centralización y privatización (como ocurre en Cataluña).
Este proceso de des-nacionalización implica un proceso de des-democratización ya que lo que se privatiza es la capacidad política de la comunidad para gobernarse como decida, privatizando todos los mecanismos, recursos e instituciones que posibilitaban dicho autogobierno. Sin soberanía popular, no hay democracia. Pero no hay soberanía popular sin pueblo, no hay pueblo sin territorio, y sin territorio con estructuras públicas-comunes que posibiliten el autogobierno colectivo, no hay democracia.
La democracia, o la igualdad política y socio-económica, requiere de capacidades publicas disciplinarias y biopolíticas (como la educación o la sanidad públicas, las cuales oprimen, pero también empoderan, depende de cómo se articulen y para qué).
La izquierda española, incluida lxs comunistas españoles, tienden a olvidar que la democratización se consigue no solo mediante la lucha política sino institucionalizando capacidades colectivas de forma masiva y sistemática, y dichas capacidades institucionalizadas son territoriales y por tanto locales (Google no esta flotando en el cosmos global y mucho menos el capital que acumula, su riqueza y su funcionamiento es tan territorial como las carreteras y las residencias, aunque tenga dimensiones territoriales más diversificadas: otra pregunta sería qué tipo de nuevas territorialidades crea el espacio virtual o cómo usa las existentes para crear dicho espacio).
Por tato, la nacionalidad que tiene estructura de estado es una identidad política soberana, pero el feminismo nos ha enseñado que toda identidad soberana es una cuestión de capacidad política, que la capacidad política es efectiva si es material y territorial, que nuestro territorio es nuestro cuerpo, que nuestro cuerpo es nuestro territorio, y que el bienestar siempre es corporal y territorializado.
Teniendo en cuenta que el 85% de europexs tiene como fuente principal de identidad su nacionalidad (la cual es en muchos casos sinónimo de pueblo o comunidad política), lxs cosmopolitas no-nacionalistas tendrán que explicar cómo van a construir una democracia global, no sólo sin deshacer el estado español, sino sin construir democracia local, y cómo van a construir democracia local hoy día, sin identidades nacionales, es decir, sin soberanía popular territorializada.