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Palestina
Un día más con vida
Un día más con vida. Como aquel libro del mítico reportero, Rysard Kapuściński, quienes hoy ven salir el sol en Gaza pueden decir que, al menos hoy, siguen un día más con vida. Es desgarrador escuchar cómo nuestras amigas y conocidas, a quienes cuando preguntamos con mucho miedo “¿cómo estás?” apenas nos responden con un breve “Still alive”.
Porque la población gazatí sobrevive hoy a bombardeos masivos e indiscriminados en escuelas, hospitales y zonas residenciales, en un territorio que ya en 2012 Naciones Unidas advirtió que sería inhabitable en 2020. Sobreviven a 16 años de bloqueo, a la negación de ayuda humanitaria, a la falta de agua, de medicinas, de electricidad… pero, sobre todo, sobreviven a la indiferencia de nuestros gobernantes.
Indiferencia que se traduce en complicidad cuando se asiste a una masacre como esta y, teniendo los instrumentos internacionales para detenerla, no se hace nada para evitarlo, o a lo sumo se emiten comunicados de condena, expresiones de solidaridad, resoluciones no vinculantes y que ningún actor parece querer ejecutar, llamados a “ambos bandos” para contener la violencia, para hacer la guerra dentro de la legalidad internacional. Esa legalidad internacional que lleva dando la espalda a Palestina más de 75 años.
Que se muestren kufiyyas como símbolo de apoyo al pueblo palestino. ¿Eso es realmente lo que le preocupa a las Naciones Unidas, a la Unión Europea? ¿En serio?
Millones de personas en todo el mundo han salido a la calle gritando “no en nuestro nombre”, clamando justicia, pidiendo un alto el fuego, un embargo militar y mientras tanto, en las instituciones europeas vemos actos tan ridículos como impedir que se muestren kufiyyas como símbolo de apoyo al pueblo palestino. ¿Eso es realmente lo que le preocupa a las Naciones Unidas, a la Unión Europea? ¿En serio? Naciones Unidas, que tiene un reglamento que permite que determinados países puedan imponer un veto a la ayuda humanitaria, cuando esto es un derecho y negarla un delito, la Unión Europea, que invierte millones de euros de dinero público en fortalecer la industria de la guerra en Israel, ¿están preocupadas por unos pañuelos? Qué vergüenza. Como europea siento vergüenza de mis instituciones, de muchos de mis representantes cuya indiferencia hace que miles de civiles, que miles de niños, más de cuatro mil a día de hoy, hayan sido brutalmente asesinados, qué vergüenza. Y se me saltan las lágrimas de ira, de dolor, de la profunda rabia de saber que ésta no es la primera vez y que quizá no sea la última.
Y miro las noticias y asisto con estupor a un parte de guerra cada día más sombrío, a posturas equidistantes que hablan de estrategias, de dos bandos de proporcionalidad y del derecho a la defensa. Y echo en falta rigor periodístico, por ejemplo, para reconocer que Palestina también tiene derecho a defenderse como pueblo ocupado, brutal e ilegítimamente durante décadas, dato que a ningún dirigente parece importarle. Echo en falta referencias al contexto de opresión sistemática y discriminación institucionalizada al que Israel somete al pueblo palestino desde su creación. Echo en falta un análisis que refleje la asimetría de poder que apuntala un discurso en el que se sigue negando la existencia de un pueblo y criminalizando su resistencia.
Y entre tanto dolor, Palestina sigue siendo un ejemplo de vida y resiliencia y ante esto, lo mínimo que podemos hacer para mantener nuestra humanidad es responder a sus llamadas y acompañar su lucha por la justicia y la libertad. Hay estudios que dicen que sólo se necesita un 30% de la población para derrocar un régimen dictatorial. Y por las imágenes de los millones de personas que han salido a gritar en las calles “No en nuestro nombre”, somos muchas más.
Boicot, Desinversión y Sanciones (BDS) lleva desde el 2005 construyendo un movimiento de justicia desde abajo, con gente valiente, gente digna, gente normal que está haciendo cosas absolutamente maravillosas
Por eso, hoy necesitamos organizar toda esta rabia, todo este dolor y transformarlo en acciones de solidaridad significativas que puedan cambiar el rumbo de la historia. La resistencia interna y la presión internacional ayudaron a poner fin al apartheid sudafricano. Aprendamos de la historia. El movimiento de Boicot, Desinversión y Sanciones (BDS) lleva desde el 2005 construyendo un movimiento de justicia desde abajo, con gente valiente, gente digna, gente normal que está haciendo cosas absolutamente maravillosas. El apartheid israelí se mantiene porque hay pilares que lo sostienen. Derribémoslos, tiremos esos apoyos, rompamos el silencio y acabemos con la complicidad. Porque Palestina se lo merece, porque el mundo será un lugar mucho más humano, más justo, más digno, cuando Palestina sea libre, y para eso, tenemos que ser muchas las voces que pidamos un alto el fuego, el embargo militar. Hoy más que nunca, boicot, desinversión y sanciones por los derechos del pueblo palestino. Organicemos ese 30% por el fin del apartheid en Palestina.