We can't find the internet
Attempting to reconnect
Something went wrong!
Hang in there while we get back on track
Pista de aterrizaje
Esther Mayoko: “La primera vez que pasé por autóctona fue en Cuba, aunque soy de Móstoles”
Esther Mayoko reconoce que siempre la han señalado como otra, “nunca he pasado por ser de un sitio como Madrid que es donde yo nací y donde he crecido y donde habito”.
Activista feminista y antirracista madrileña, Esther Mayoko Ortega es historiadora y doctora en filosofía de la ciencia, profesora universitaria y escribe. Su libro más reciente es Barbarismos queer y otras esdrújulas (Bellaterra, 2017), en coautoría con Lucas Platero y María Rosón. Ha formado parte de los movimientos feminista y de disidencia sexual. La afroconciencia es, desde hace tiempo, su espacio de militancia política.
¿España es una ficción?
Sí, en bastantes sentidos. Digo muchas veces eso en un sentido territorial. También en cómo se construye el imaginario sobre qué es lo español en cuanto a raza, etnicidad… que se constituye como un todo homogéneo cuando obviamente no es así. También nos vendemos como un estado de los más progresistas en cuanto a la sexualidad, y para mí es también una ficción, porque cuando rascas un poco…
¿España es blanca y hegemónica o solo se piensa blanca?
España se piensa blanca. Angela Davis dijo la última vez que estuvo aquí en España, algo así como “Europa ya no es blanca”, y es verdad, pero creo que nunca lo ha sido aunque siempre se haya pensado así. Desde luego, el Estado español no es blanco aunque se piense como tal y desde luego no lo ha sido nunca, históricamente. El proyecto hegemónico que empieza por desgracia, a partir de 1492, podemos decir que ahí ya hay una diversidad que se intenta eliminar. Entonces, blanca, la península, ya no lo era y sigue sin serlo.
¿Y tú no te has sentido de aquí o no te han dejado?
No me han dejado. No es que yo me sienta… no tengo una necesidad, y a otros hermanos y hermanas de la comunidad afro sí les pasa, no ha sido un desasosiego para mí, pero sí es cierto que siempre me han señalado como otra, nunca he pasado por ser de un sitio como Madrid que es donde yo nací y donde he crecido y donde habito. No me causa desasosiego porque mi sentimiento de identidad no va por ahí, va a las cosas más cercanas. Por eso también digo que soy de Móstoles, es el territorio de los afectos, de tus vivencias. La primera vez que pasé por ser de un sitio fue cuando me fui a los 18 a Cuba, de vacaciones. Fue la primera vez que pasé por ser autóctona de un sitio. Desde luego, aquí jamás.
Hace ya 13 años de tu artículo “Negritud y lesbianismo”, ¿cómo lo ves a la distancia?
Ese artículo me removió mucho cuando lo escribí. Fue realmente complicado porque estaba poniendo de mí en ese libro El eje del mal es heterosexual (Traficantes de Sueños, 2005). De hecho, me tomó un cierto tiempo reconciliarme. Ahora lo leo con perspectiva y creo que es una aportación interesante que intentaba pensar desde lo encarnado. Está escrito en primera persona e intentaba hablar de la dificultad de encontrarte, como diría Gloria Anzaldúa, en la frontera. La dificultad de habitar ese territorio fronterizo; sentirte mujer feminista, lesbiana, racializada, negra y cómo eres leída y entendida en esos diferentes espacios de militancia. Hablaba de lo LGTB, hablaba del espacio de movimiento feminista y precisamente con la primera vez que vino Angela Davis a presentar la traducción de Mujer, raza y clase, con esa excusa hablo también en el artículo de raza. Al revisarlo años después me parece que era una apuesta complicada, valiente, en aquel momento.
En España no se concibe un disidente sexual negro, dijiste alguna vez.
Disidentes sexuales racializades [sic] que cuesta muchísimo concebir. Y por ejemplo, cuando pasa y se concibe al interior de la llamada comunidad LGTB las cosas también son complicadas: la exotización… cosas que pasan también en otros ámbitos para con las personas racializadas cuando es esa mirada desde lo blanco. Son cuestiones que hay que analizar también. Cuando yo digo que el Estado español es una ficción lo digo también en el sentido LGTB cuando se piensa como un estado superprogresista, pero qué pasa luego con por ejemplo disidentes sexuales que piden asilo precisamente con eso. O qué pasa en los CETI, qué tipo de protección tiene la gente que llega al CETI y es disidente sexual. Es decir, institucionalmente no se piensa y no se piensa en ningún sentido por lo tanto no existe. Lo que viene de afuera y es de países europeos y no obedecen a ese canon que está marcado, no existe. Esos son negros u otra cosa.
¿Por qué crees que la sociedad española no reconoce a las comunidades racializadas?
Es una característica de la sociedad española de negar lo evidente. A mí y a otras hermanas que tenemos otros rasgos fenotípicos menos habituales aquí, no se nos reconoce como de aquí. Pues pasa lo mismo con el resto de personas racializadas. Históricamente no se las ha reconocido, históricamente se las ha negado y tiene que ver con la historia de precisamente de cómo se ha conformado el Estado español y de cómo se ha conformado ese imaginario sobre qué es lo español en el que solo hay un modelo.
De hecho, todos los que no obedecemos a eso que es español y que tiene, según parece, unas características fenotípicas claras somos eternos recién llegados. Ese no reconocimiento creo que tiene que ver con la tradición histórica que viene trazada desde hace desde hace muchos siglos. Pasa con la comunidad gitana que lleva 600 años o más en la península pero se les sigue considerando recién llegados. A la comunidad afrodescendiente nos pasa exactamente lo mismo, podemos llevar aquí siglos o haber estado aquí siempre pero somos recién llegados.
Racializada, este término no lo entiende mucha gente.
No se entiende pero creo que es un término por el que hay que apostar. Ese es otro melón a abrir. Hay gente que utiliza el POC, people of colour, del inglés, que sería esta alianza de comunidades de color. Pero aquí, cuando hablamos de de color se está refiriendo a personas negras. Por eso, si es una alianza de otras comunidades pienso que tienen que ser de personas racializadas. Es también un término bastante nuevo.
Diversos colectivos de mujeres racializadas no se sintieron interpeladas por la convocatoria huelga 8M. ¿Cuál serían esos mínimos comunes para que nos encontremos todas las feministas?
No me atrevo a decir cuáles son. Quizá habría empezar por preguntarse por qué hay mujeres de comunidades racializadas que no se han sentido interpeladas o que se han sentido mal interpeladas. El caso más patente ha sido Afroféminas, pero no ha sido el único. Lo curioso es que, desde un movimiento feminista más mainstream, el único momento en el que nos ha interpelado como mujeres racializadas ha sido en momentos en el que un colectivo ha dicho hasta aquí y no voy a hacer esto. Y es el momento en el que se preguntan por qué.
Relacionadas
Culturas
Izaskun Mata Coloma, agitadora cultural “Estoy entre Alejandro Sanz y Evaristo”
Pista de aterrizaje
Fátima Ait-Benali, inmigrante marroquí “Al final ganamos, vivimos donde queremos”
Pista de aterrizaje
Edurne Lekunberri Urmeneta, maestra “Buscamos un dolmen”
esta persona tiene amplia formacion y una calidad humana que hace de que su discurso (dificil en una españa Blanca nuclear) sea de lo mas objetivo, formado y constructivo. Abramos los ojos y borremos memoria dañada.
¿En que se basa esta señora para decir que España no es ni ha sido un país blanco? En nada, solo busca cambiar la narrativa para adoptarla a su discurso, así podrá engañar a ignorantes y niñatos en las redes sociales, pero no a la gente con un mínimo de conocimientos históricos. Un saludo.