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Pensiones
Cinco años de lunes al sol
Todos los lunes acuden puntualmente a su cita, sin fallo. Si llueve se refugian con su mesa en los soportales del Ayuntamiento, si hace frío permanecen bajo abrigos y bufandas, si hace calor buscan la ―a veces― imposible sombra, y de la nieve no se tienen que preocupar. Es la estampa de la dignidad y la resistencia, del coraje, en la Plaza de España de Mérida.
Únicamente obligó a un paréntesis el Covid y, tan pronto como se abrieron las calles, este colectivo de personas veteranas ya en mil luchas volvió a ocupar el espacio público, el espacio común, con una constancia digna de elogio y ejemplo para las nuevas generaciones.
Pensiones
Pensiones Cinco razones por las que la reforma de las pensiones no gusta a quienes las defienden
No se entiende, en esta ciudad, un futuro posible sin el concurso de este equipo desde el que siempre salen cinco sonrisas por cada consigna. “Gobierne quien gobierne, las pensiones se defienden”, repiten sin cesar, mientras reparten octavillas, recogen firmas o convocan movilizaciones en defensa de lo público en las que jamás falta su rúbrica. Pequeños carteles suyos aparecen por todas las esquinas de la ciudad, atendiendo al principio básico de una militancia a la vieja usanza pero sin la que sus reivindicaciones no tendrían ni la décima parte de eco.
“Somos muy mayores y no nos adaptamos a las nuevas tecnologías. Necesitamos un pensionista informático”, afirman con el buen humor que nunca les falta. Lo que les sobra es experiencia. Simple experiencia vital, de barrio, o en el movimiento vecinal, en el movimiento obrero “de cuando se iba con mono y Mérida era una ciudad currela, cuando había miles de empleados en el Matadero, en las lejías, en la corchera...”, en distintas formas de pelea que han hecho confluir, al final, a personas sin práctica política activista previa con viejos militantes de izquierda o incombustibles anarcosindicalistas rojinegros. Una condición, la de la pluralidad y la independencia, que defienden a capa y espada: “intentarán capitalizar en muchos casos nuestro movimiento, pero tenemos que ser lo suficientemente hábiles para defender que este es un movimiento de las personas y no de organizaciones, un movimiento donde cabemos todas y todos, votemos a quien votemos, pero donde las personas priman sobre las cosas y partidos. Hay que entender que si queremos ese futuro debemos de defender nuestra independencia por encima de todo; aquí nadie es imprescindible y somos todas y todos necesarios. Solamente con nuestra independencia podremos exigir en cualquier momento de la historia, a cualquier gobierno, que todo lo público se defiende, gobierne quien gobierne”.
“Esto no es por nosotros, nosotros ya cobramos una pensión, peleamos por los que llegan, por los que vendrán después, de eso es de lo que hay que darse cuenta”
“Esto no es por nosotros, nosotros ya cobramos una pensión, peleamos por los que llegan, por los que vendrán después, de eso es de lo que hay que darse cuenta”. Y no se detienen en crónicas emocionales, eso no les interesa, detallan con precisión dónde, cuánto y a quién hay que apretar cuando remarcan que fue durante el gobierno de Rodríguez Zapatero cuando las pensiones se congelaron.
Luego llegaron las promesas electorales, y el PP de Rajoy prometió revalorizarlas utilizando como factor de cálculo el Índice de Precios al Consumo (IPC), pero en absoluto sucedió así. Lo hizo al 0,25% “con la pérdida de poder adquisitivo que eso supuso para todos y todas las personas pensionistas (niños, jóvenes y mayores)”.
Fue a finales de 2018 cuando comenzó la lucha por el retorno al antiguo sistema de cómputo (vigente hasta 2011). ¿Qué han conseguido en este lustro de lucha? Lo tienen bien claro: “primero, hemos conseguido parar el 0,25 del PP; segundo, subida de las pensiones al IPC medio anual (aunque seguimos reivindicando el IPC anual acumulado, como debe ser y se nos prometió por el gobierno actual); tercero, mejorar las pensiones de viudedad, que del 56% han pasado al 60%, y de las pensiones mínimas al 15%; cuarto, anulación del factor de sostenibilidad; quinto, que se reconozca que se ha estado gastando dinero de las pensiones en gastos impropios de la Seguridad Social y sexto, que el Gobierno se comprometa a hacer un auditoría a las cuentas de la Seguridad Social”.
Queda para la historia: un conjunto de demandas bien claras y unos logros incontestables obtenidos desde las aceras, desde la tenacidad y la permanente denuncia callejeras
Pero van más lejos, saben perfectamente de lo que están hablando: “hacemos hincapié en que con dicha actualización no recuperamos el 12% que venimos perdiendo desde 2011, ni lo correspondiente al 2021 y 2022, a lo que habrá que sumar el que conozcamos en 2023”.
La Plataforma de Pensionistas y Jubilados de Mérida forma parte de la Coordinadora Estatal de Pensionistas de España (COESPE), creada “con el objetivo de resistir en el tiempo de trabajar por unas pensiones dignas, para que los poderes de las cúpulas no mercadeen con nuestros derechos y los de los que nos preceden; una lucha por los derechos y contra los intereses creados por los gobiernos de turno y el conjunto capitalista, lobbies y cúpulas que los defienden”.
Lo de “resistir en el tiempo” no tiene contestación posible: misión más que cumplida. El resto queda para la historia: un conjunto de demandas bien claras y unos logros incontestables obtenidos desde las aceras, desde la tenacidad y la permanente denuncia callejeras, llegando a todos los foros posibles y no faltando a lo que consideran a la vez “deber y responsabilidad”.
Nos cuentan que inician una nueva campaña de recogidas de firmas, esta vez para exigir el inicio de la Auditoría a las cuentas de la Seguridad Social, Auditoría que ya debería estar terminada “si el Gobierno actual hubiera obedecido el mandato emanado por mayoría absoluta del Congreso de los Diputados. Necesitamos que firméis para demostrar que, gobierne quien gobierne, la obligación se cumple”.
Allí permanecen con sus chalecos amarillos, la pancarta, la mesa, la voz que da la certeza y la seguridad de que hay una generación para la que el calendario tiene el lunes reservado, escrito a mano, con trazo de clase obrera.