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forma parte del Sindicato de Inquilinas de Madrid.
Desgarra el alma la voz de Camarón cantando por tientos estos versos:
Cuántas veces yo he pensao
que el mundo es una mentira
cuántos quisieran tener
pa’ comer lo que otros tiran
Pese al sol primaveral del último domingo de febrero, hoy, domingo 24, tan solo dos días después del desahucio de cuatro familias en Argumosa 11, el barrio de Lavapiés parece tan ajeno que duele pasear por él. Las terrazas repletas de risas golpean como una bofetada. ¿Acaso no sabe la gente que Pepi, Rosi, Juani y Mayra ya no están aquí? ¿Acaso no se han enterado de qué han sido expulsadas de sus hogares y de su barrio de toda la vida porque no encajan en el escaparate cool que está dejando de hablar la lengua viva de las vecinas y el apoyo mutuo, para aprender el idioma muerto del ocio programado, el consumo de paso y la especulación compulsiva?
Para quien no haya oído hablar aún de ella, esta es la historia de Argumosa 11 y de la Asamblea de Bloques en Lucha. Una historia que se escribe cada día y a la que aún le queda tinta para rato. La Asamblea de Bloques en Lucha echó a andar hacia abril de 2018. Desde entonces, vecinas y vecinos directamente afectados por los procesos de expulsión que gangrenan el barrio de Lavapiés y sus alrededores, se reúnen en ella una vez por semana junto a colectivos por el derecho a la vivienda (PAH Centro y Sindicato de Inquilinas), activistas contra los procesos de turistización (Lavapiés dónde vas) y personas que simplemente quieren aportar su granito de afecto para cambiar el rumbo de las cosas.
El caso de Argumosa 11, uno de los cinco bloques ahora entrelazados en esta Asamblea, es paradigmático de un dispositivo de expulsión que repite con sensibilidad de tanque militar el mismo modus operandi. Los actores de este juego perverso son, por un lado, multipropietarios que viven durante décadas de las rentas de sus inquilinos pero no se preocupan demasiado de cumplir con la función social de la propiedad. En este caso, la familia Aguado. Los edificios de su propiedad se van deteriorando pero como ellos no viven allí, esto no les quita el sueño. No estamos hablando de particulares: nos referimos a grandes tenedores, esto es, personas físicas en posesión de más de 500 m² repartidos en al menos cinco viviendas no destinadas al uso habitacional de sus propietarios sino a la extracción de renta vía alquiler. Tras el estallido de la burbuja inmobiliaria del 2008, eso que llamamos economía en este país, esto es, un negocio basado en despojar a las casas de su valor de uso (casas-hogar) para transformarlas en puro valor de cambio (casas-negocio), afila sus herramientas especulativas para sustraer el mayo beneficio posible de los alquileres. La LAU de 2013 y las leyes que eximen a SOCIMIS y SICAVS del pago de impuestos, sientan las bases para un episodio de especulación ensañado, ahora, con el inquilinato. Las instituciones financieras, los fondos de inversión y las empresas inmobiliarias se frotan las manos. En el caso de Argumosa 11, el gran tenedor-persona jurídica es Inversión en Proindivisos S. L. que compra un tercio del edificio y marca la estrategia especulativa a los Aguado. Se trata de vaciar el edificio de sus inquilinos de toda la vida, para ofrecerlo a otros con mucho más poder adquisitivo (capaces de pagar alquileres 300% más altos) o para explotarlo como viviendas de uso turístico.
Las verdaderas protagonistas de esta historia son las vecinas afectadas por una operación especulativa de libro
Pero las verdaderas protagonistas de esta historia son las vecinas afectadas por esta operación especulativa de libro. Unas vecinas que, con todo en su contra, deciden resistir y organizarse con otros para imaginar y llevar a la práctica un nos quedamos colectivo. Cualquiera que haya vivido la metamorfosis de convertir un problema individual en una experiencia de abordaje colectivo de respuesta entiende que estamos hablando de una aventura que transforma tu vida para siempre. La aventura de la política. La política real, no la de la representación. Esto es, un fallo en el programa neoliberal destinado a explotarnos desde su imperativo de felicidad basada en el consumo, a arrojarnos a las soledades impotentes de unas vidas aisladas las unas de las de las otras e incluso enfrentadas entre sí (la famosa guerra entre pobres). Por eso cuando Pepi, Rosi, Juani, Mayra y todas las vecinas de Argumosa 11 rescatan su malestar particular del ámbito privado de lo doméstico (me quieren echar de mi casa) para situarlo en la arena pública del asunto colectivo (la economía de la casa-negocio nos afecta a todxs), se abre un camino capaz de ensanchar continuamente los horizontes asfixiantes de lo posible. Un camino que la PAH lleva recorriendo desde 2009. Un viaje que empieza tejiendo alianzas inesperadas (gitanas y payos, españoles y extranjeras, jóvenes y viejos) para demostrar que el vínculo social no solo es posible, sino absolutamente imprescindible. Imprescindible para sobrevivir en situaciones vitales de precarización galopante y para resistir ante los procesos de vaciamiento especulativo de los barrios. Imprescindible para revelar que es mucho más importante lo que nos une que lo que nos separa y que el mundo es más cálido, valiente, habitable y mejorable juntxs que separadas.
Hasta aquí esto parece una historia de buenos y malos... ¡y esto es exactamente lo que es! A veces las cosas son así de sencillas. Pero no estamos hablando de un mal moral, sino de un mal político, un mal institucional. De un modelo social y económico que prioriza la acumulación de beneficio sobre la vida de las personas. Por eso en Argumosa 11 lo más sangrante ha sido la actuación o inacción, según los casos, de todas las administraciones. Del gobierno de un ayuntamiento que lleva un año sin ofrecer alternativas habitacionales a las vecinas (a día de hoy, Pepi, Rosi, Juani y Mayra están provisionalmente alojadas en pensiones) y sin responder a nuestras demandas de expropiación. De un gobierno de la autonomía madrileña, una comunidad con más de 250.000 casas vacías, incapaz de legislar una ley que, como la 24/2015 catalana, impida que haya desahucios sin alternativa habitacional. De un gobierno del Estado que en vez de defender a su población más vulnerable (regulación de alquileres, ley de vivienda que asegure el acceso a la misma) se dedica a criminalizarla y atacarla con todos los recursos de su monopolio de la violencia: en el cuádruple desahucio del viernes 22 en Argumosa 11, el impresionante despliegue que se llevó a cabo desde las 2:00 de la madrugada contó con siete furgones policiales, un helicóptero y más de 30 efectivos de la UIP durante y terminó con 6 personas detenidas.
Pepi: "estamos en un momento en el que sabemos que hemos perdido y a la vez, que vamos ganando"
El viernes 22 fue un día triste, un revés duro. Pero como dice Pepi estamos en un momento en el que sabemos que hemos perdido y a la vez, que vamos ganando. Porque hemos perdido una partida, es cierto, en un tablero en el que la avaricia especuladora nos lleva ventaja desde hace mucho tiempo. Pero la fuerza colectiva de la Asamblea de Bloques en Lucha y de todo el movimiento de vivienda no solo no se rinde, sino que ha salido reforzada. No solo continúa y redobla el envite de su apuesta por lograr que el derecho a la vivienda se haga efectivo, sino que aspira, además, a cambiar las propias reglas del juego. A transformar el juego de la especulación y el desprecio por las vidas, en otro mucho más alegre y emancipador en el que estas sean lo central: las vidas, sus condiciones materiales de posibilidad, de dignidad, de reproducción.