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Obituario
Mike Davis, un sociólogo inusual (1946-2022)
Mike Davis no fue un sociólogo al uso. Antes de dedicarse de lleno a la carrera académica, había sido obrero metalúrgico y conductor de camiones y autobuses. Como él mismo contó en alguna ocasión, su retorno a los estudios estuvo influenciado, entre otras cuestiones, por la necesidad de construir pensamiento político crítico y alejar a militantes, activistas y sindicalistas de aquellas respuestas rápidas y contundentes, muchas veces violentas, que tantas veces surgían automáticamente durante los conflictos sociales que presenció. Las clases populares no debían, por tanto, centrarse en soluciones inmediatas, sino pensar a largo plazo en cambios estructurales. Davis, por tanto, no era un profesor al uso, era un trabajador, un obrero devenido en sociólogo, un intelectual que se interesó por la cuestión urbana, con base en las ciudades de su estado de origen, California, pero que también se acercó a la política internacional, al papel del imperialismo o a la crítica a la forma en que estaba desarrollándose la globalización capitalista. También escribió ficción, así como un sinfín de artículos, reseñas y breves notas militantes.
Su análisis sobre las posibilidades de aparición de una pandemia de alcance mundial, con la publicación del libro The Monster at Out Door: The Global Threat of Avian Flu en 2005, anticipó 15 años lo que supuso, con posterioridad, la llegada del covid-19 (de hecho, publicó una actualización de este libro con motivo de las novedades aportadas por el coronavirus, el cual tuvo traducción al castellano por Capitan Swing bajo el título Llega el monstruo: covid-19, gripe aviar y las plagas del capitalismo). En este texto ofreció, a aquellos interesados, un marco de razonamiento de la situación desde las ciencias sociales, en un momento en que las respuestas ofrecidas por los poderes públicos de todo el globo estaban centradas en el desarrollo de las vacunas, el control sanitario y el aislamiento. El dedo de Mike Davis, señalando las políticas de recortes públicos y repliegue nacionalista de Donald Trump que impidieron controlar, por ejemplo, este tipo de casos allí donde surgieran, o el acento puesto en el desarrollo capitalista global bajo el que opera la industria agroalimentaria, resultaron de enorme interés para desmontar tópicos, bulos y aproximaciones superficiales a aquella realidad.
La gran obra de Mike Davis, La ciudad de cuarzo. Arqueología del futuro de Los Ángeles, de 1990, advertía también del desarrollo acéfalo de las ciudades guiadas por la lógica del beneficio. Partiendo del caso de la gran urbe californiana, Davis retrató en su libro un espejo deforme de lo que debería ser la realidad urbana, advirtiendo, además, que los movimientos sociales que en ella se desarrollan, tantas veces proyectados como vanguardia de políticas progresistas, pueden albergar sentimientos y propuestas altamente reaccionarias. Algo que, hoy día, no puede sorprendernos.
Planeta de ciudades miseria, de 2006, otro de sus grandes libros, fue también una llamada de atención a la proliferación de un mundo urbano, esta vez periférico físico y simbólicamente (por primera vez era mayor el porcentaje de población que vivía en ciudades que en el medio rural, a nivel global), que veía alejarse la posibilidad de instituir políticas democráticas que evitaran el desarrollo desigual y la explotación, algo que Davis mostró, no como efectos colaterales inesperados, sino como la constitución misma de su ADN.
En definitiva, se ha ido Mike Davis, alguien que con su labor activista y con sus obras se mostró como un trabajador, un intelectual radical lejano a las políticas reformistas más propias de la política actual, un sociólogo inusual.