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Municipalismo
Montserrat Galcerán: “Sería un error que no volviera el municipalismo”
Monsterrat Galcerán (Barcelona, 1946) habla desde la experiencia que acumuló siendo concejala del Ayuntamiento de Madrid como parte de la candidatura ciudadana de Ahora Madrid, que llegó a gobernar —con el apoyo del PSOE— la ciudad de Madrid de 2015 a 2019. En su libro Activistas en Cibeles (Ed. Traficantes de sueños, 2022) hace recuento de lo que vio, escuchó y sintió durante esos años bajo la figura dominante de Manuela Carmena y su peculiar estilo de gobernar. Galcerán, todavía una reconocida activista además de catedrática emérita de Filosofía en la Universidad Complutense de Madrid, es de las pocas personas que han sistematizado su paso por un gobierno municipal. Al reconocer no la derrota pero sí los posibles errores de aquella candidatura, concluye que el municipalismo es posible desde la radicalidad democrática y asume que sería un error no volver a intentarlo.
La exconcejala de los distritos de Tetuán y Moncloa participó en los Diálogos Municipalistas 2022 el pasado septiembre. De ese encuentro nació una red con un grupo que ha realizado una investigación sobre experiencias municipalistas en diversas partes del territorio español y pronto saldrá en forma de libro con el título De lo imposible a lo posible. Transformando desde lo local, en el que Galcerán es una de las compiladoras.
El Salto ha conversado con la catedrática, en su barrio, en el distrito de Tetuán, y nos confiesa que la siguen parando en la calle para pedirle que haga cosas en el distrito.
¿Cuáles han sido o siguen siendo los límites de la institución para una candidatura ciudadana?
En la red municipalista hemos hecho una investigación sobre las experiencias municipales a través de una serie de entrevistas y análisis de documentos en torno a los límites. Hay varios. Hay un primer límite que son las competencias, es un cosa muy técnica de lo que se puede y no se puede hacer. Esto es muy importante, desde mi punto de vista, porque la ley de régimen local es una ley muy antigua, del siglo XIX incluso, que habría que cambiar. Es una ley en la cual la administración local se contempla como el último escalón de la estructura estatal. Se entiende más bien como un ámbito de gestión en el sentido más pobre del término que es trasladar a la acción decisiones que se toman en otros sitios, es decir implementar en la práctica determinadas medidas que se han tomado en el Parlamento, el Ejecutivo, el autonómico, etcétera. Eso se convierte, en muchos casos, en gestionar los múltiples conflictos y marrones que hay en todas las ciudades y municipios pero sin tener la capacidad decisiva o decisoria para poder tomar alternativas porque todo te viene dado. Es verdad que hay competencias que no son tan rígidas como servicios sociales que es como una práctica incluso anterior al franquismo que es como una práctica caritativa, socorrer a los débiles es tarea de los poderes locales. Entonces ahí tienes bastante campo; en cambio en, por ejemplo, la regulación del territorio tienes menos.
El poder local se entiende como un ámbito de gestión en el sentido más pobre del término que es trasladar a la acción decisiones que se toman en otros sitios
Como resultado de nuestra experiencia y de este análisis que hemos hecho el tener el tema de la competencias claro, qué es lo que puedes hacer sin caer en prevaricación, es una de las cuestiones más importantes.
¿Segunda limitación?
Los funcionarios, siento decirlo así porque sé que hay funcionariado que está por la labor y son aliados potenciales o directos. Un amigo que es funcionario en el ayuntamiento dice “el funcionario por definición es conservador pero no lo sabe”, porque tienen una mentalidad técnica, es decir, yo estoy aquí para hacer mi trabajo me da igual quien gobierne. En el fondo, esa actitud lo que hace es tender a conservar lo que hay, y en cuanto planteas cuestiones innovadoras se mueren de miedo, cosa por otra parte lógica, porque ellos firman los proyectos y los informes, y pueden ser acusados de prevaricación o de efectos indeseados. Por tanto, los proyectos municipalistas tendrían que tener en cuenta esta cuestión, con escuelas de formación y una política activa de cara a este sector para que entiendan la importancia de alguien que te ayude no que te ponga dificultades.
Lo que hemos visto en las entrevistas y analizando algunas experiencias innovadoras como en Madrid, el proyecto de las tarjetas de alimentación que hicimos aquí en Tetuán que nos costó muchísimo, en A Coruña con el proyecto de la renta municipal que les costó otro tanto, los proyectos en Barcelona de municipalización del agua, que además perdieron, todos estos proyectos chocan con el primer paso con una fuerte resistencia de personal municipal porque no lo ven, tienen miedo, no es lo que se ha hecho siempre, no lo entienden... es un paso difícil.
Otra limitación, sobre todo para los municipios más pequeños, son las diputaciones. Estamos viendo que si hay candidaturas en estos pueblos sus competencias no las tienen ellos directamente sino las diputaciones y mancomunidades que son las que tienen las competencias sobre lo que en las grandes ciudades las tiene el municipio. La práctica de los grandes partidos ha sido tener mayoría en esas mancomunidades y entonces dictar sus políticas e impedir que concejales no alineados a esas directrices puedan hacer nada en sus pueblos. Entonces, las únicas personas que se presentan a la alcaldía o las concejalías se alinean a uno de esos dos partidos como única manera de seguir adelante con sus proyectos.
Hay caso que conocí, el de la alcaldesa municipalista de San Pelayo, en Valladolid, que ha estado estas dos últimas legislaturas por Valladolid Toma la Palabra. Nos contaba que los primeros cuatro años como que no se dieron cuenta o la dejaron hacer, pero en la segunda lo que han hecho desde la diputación es quitarle a la secretaria del pueblo, que es una funcionaria. Así, ella no puede tramitar nada porque le falta ese apoyo técnico, por tanto no ha podido aprobar sus presupuestos porque no ha podido convocar prácticamente al Pleno, no puede hacer actas, ella misma personalmente tiene que empadronar a la gente del pueblo, etcétera. Esas son triquiñuelas que te hacen la vida imposible.
Hay cosas que atraviesan la política práctica en todos los lugares del país, y que limitan la acción política de millones de personas que quisieran hacer algo por sus pueblos y no pueden
Todas estas cosas nos impiden hacer un análisis simplón y decir que el país se ha vuelto de derechas o que el bipartidismo es el que prima, sin darnos cuenta de que realmente todas estas cosas están atravesando la política práctica en todos los lugares del país, y que limitan la acción política de millones de personas que quisieran hacer algo por sus pueblos y no pueden, porque no tienen medios técnicos, recursos, dinero y todo está sujeto a esa máquina tan increíble.
Por tanto, ¿habría que cambiar esa ley del siglo XIX?
En un futuro en el cual pudiera haber plataformas municipalistas o una red de ellas más activa, el tema de cambiar la ley de régimen local tiene que ser una tarea fundamental. Porque no me parece aceptable la manera en que, a día de hoy, se están tratando las elecciones municipales y autonómicas como si fueran simplemente una cuestión a nivel nacional cuando es mucho lo que se debate a nivel local, municipal y regional, donde se pueden decidir políticas públicas de apoyo a las personas.
Hay muchas iniciativas que chocan con la rigidez de las normas locales, que están vistas simplemente como una implementación de normas generales para la plebe. Tienen un contenido elitista y clasista muy fuerte que choca con la composición de las poblaciones actuales y sus necesidades. Esto tendríamos que tenerlo en la cabeza y pensar la importancia de la política municipal en sí misma, como un poder local cercano a la ciudadanía, y un poder que puede ser muchísimo más abierto, participativo, cogestionado, inclusive, mucho más autónomo.
Tribuna
Tragedia y farsa en el municipalismo madrileño
El concejal de Ahora Madrid, Pablo Carmona, denuncia el abandono de las estructuras colectivas, la democracia interna y el programa político por parte de la alcaldesa de la capital, Manuela Carmena.
Si tú lo ves el ayuntamiento como una instancia jerárquica en la que arriba está la alcaldesa que toma las decisiones y el que está abajo las tienen que implementar, pues estás equivocado. Pero esas es la manera tradicional de gestionar los entes locales
Esa visión verticalista del poder atraviesa las instituciones municipales y locales, desgraciadamente algunas compañeras se sienten cómodas en esta lectura del poder: “Yo tomo las decisiones y otros las implementan”, en vez de entender que la práctica política tiene que ser muchísimo más horizontal y a la vez más reflexionada colectivamente, es decir que tu también aprendes en la práctica. A mí me parece que esa dimensión participativa, horizontal, creada colectivamente es fundamental para el municipalismo. Si tú lo ves solamente como una instancia jerárquica en la que arriba está la alcaldesa que toma las decisiones y el que está abajo las tiene que implementar, pues estás equivocado. Pero esas es la manera tradicional de gestionar los entes locales. Una concepción de uno manda y todos los demás obedecen , una concepción, como digo, clasista y anacrónica.
Todo lo contrario al Mandar obedeciendo de Ganemos Madrid, ¿no?
Claro, era nuestro lema, que luego se dulcificó con el mandar escuchando y luego al final se transformó con el mandar gestionando.
En tu libro Activistas en Cibeles haces un recuento desde tu diario como concejala. Entre muchas cosas que narras es la desilusión, casi desde el principio del mandato, del personaje de Manuela Carmena, y que estableció una relación tirante para el resto de la legislatura, ¿no?
Sí, fue demasiado pronto. Ahí hubo elementos quizás de ingenuidad por parte de algunas de nosotras que teníamos una imagen de la figura de Carmena la abogada del despacho de abogados de Atocha, una persona que había estado en el Partido Comunista, que había sido antifranquista... quizá teníamos una imagen poco contrastada de los últimos años de su práctica política. Tal vez también las personas que estaban más cercanas a ella y que podían conocer ese pasado reciente no lo informaron, porque era su baza. Ahí el secretariado de Podemos jugó un papel muy importante. Luego, sus características personales, es muy simpática, muy cercana, agradable, que la hacían un poco fetiche. Una campaña electoral que estuvo en manos de Rita Maestre, la actual candidata de Más Madrid, que se centró mucho en su figura, ahí eso ya a algunas no nos acabó de gustar porque queríamos una campaña más plural no tan centrada en una figura... pero, desde el punto de vista comunicativo no estaba claro que fuera un error porque daba una buena imagen en los medios, era una buena contrincante frente a Esperanza Aguirre, entonces no era exactamente lo que nosotras querríamos pero tiramos para adelante.
Sin embargo, sus prácticas desde muy al inicio fueron muy despóticas y personalistas. Yo cuento en el libro alguna experiencia, como cuando se levantó de la mesa de coordinación de Ahora Madrid y no tuvimos capacidad de respuesta. En cambio, lo que se generó fue un ambiente de sospecha, de mirarnos unos a otros diciendo qué pasa aquí, y además quedó clarísimo que la mesa de Ahora Madrid no iba a servir absolutamente para nada. La mesa estaba compuesta por todos los concejales y concejalas de Ahora Madrid y había una serie de vocales que habían sido propuestos por las diferentes asambleas territoriales de los distintos distritos que funcionaron durante toda la legislatura. La mesa de coordinación era como la protoorganización de bases que podría haber acompañado el proceso. Eso choca con la estructura vertical del ayuntamiento tan vertical, y choca con el horizonte más horizontal y transversal del proyecto. Fue descabezarnos totalmente.
Ahora Madrid
Carmena impone su ley en el Ayuntamiento de Madrid
Nunca hubo una discusión política o estratégica, ni podría haberla, porque toda la capacidad de decisión estaba en la alcaldía
Lo que Carmena no consiguió, en principio, fue que Ahora Madrid se diluyera en una especie de proyecto personal suyo, que acabó pasando cuando creó con Errejón Más Madrid. Una especie de plataforma suya y de su gente como Marta Higueras y Luis Cueto. Ese objetivo no lo consiguió porque Ahora Madrid siguió existiendo y porque esos núcleos en los distritos siguieron reuniéndose. Pero no cejó en su empeño y hubo una política muy directa de criminalizar a la gente que estábamos más cercanos a estos núcleos y privilegiar a la gente que estaba más dispuesta a aceptar lo que ella dijera, el caso del concejal de Urbanismo fue clarísimo. Rita Maestre, como presidenta portavoz del grupo, lo digo en algún momento del libro, era más portavoz de Manuela que del grupo municipal. Normalmente nos reuníamos el día antes de los plenos y por decreto, punto uno, a favor, punto dos, nos abstenemos, punto tres, en contra... y si alguien levantaba la mano y preguntaba, aquí por qué nos abstenemos, pues porque la alcaldesa ha dicho que ... o sea, no había una discusión política. Cuando salieron los temas de las Cocheras de Cuatro Caminos, el Taller de Artillería, el Paseo de la Dirección, Operación Chamartín, o cuando se votó lo de la sede del antiguo Patio Maravillas, es decir, cuando había algún problema de este tipo, o cuando había alguna cuestión de tipo político ideológico como Venezuela y Guaidó, porque no olvidemos que Manuela apoyó a Guaidó, nunca hubo una discusión política o estratégica, ni podría haberla, porque toda la capacidad de decisión estaba en la alcaldía.
Cuando el tema del PEF, los presupuestos, Hacienda, la destitución de Carlos Sánchez Mato, aquello fue un horror porque la cuestión era cómo conseguimos mantener esto y que no fuera una claudicación, la verdad fue muy difícil. El chantaje de Manuela era, si no se hace lo que digo yo me voy, que lo hizo varias veces. Ante esa presión, la posición de gran parte de los compañeros y compañeras era “Manuela es el alma del proyecto y tenemos que hacer lo que ella diga”. No entender que el alma del proyecto era toda la movilización que había habido, toda la campaña, toda la inteligencia colectiva para poner en marcha los foros, el programa, el proyecto, el nombre, las candidaturas. No entender eso y pensar que el alma del proyecto es una persona que simplemente le ha puesto su cara es no entender nada, desde mi punto de vista. Mis contrincantes dirían “Montse, la que no entiende nada eres tú porque la política funciona así”.
Ayuntamiento de Madrid
Así no, Manuela
El anuncio de Manuela Carmena de presentarse a la reelección con una plataforma de notables y una corte homogénea escogida por ella misma liquida la esencia de las candidaturas de unidad popular y da carpetazo al proceso de Ahora Madrid como alternativa al bipartidismo y al régimen del 78.
Tendemos a pensar que no necesitamos líderes o que cualquiera puedo serlo, y eso tampoco es así exactamente porque necesitamos caras públicas. Pero tenemos que tener claro la diferencia entre un liderazgo que compone y un liderazgo que destruye
¿La política de los liderazgos?
Con algunas compañeras he debatido sobre si necesitaríamos líderes o no. La gente que venimos de colectivos autónomos tendemos a pensar que no necesitamos líderes o que cualquiera puede serlo, y eso tampoco es así exactamente porque necesitamos caras públicas, personas que se pongan al frente. Pero tenemos que tener claro la diferencia entre un liderazgo que compone y un liderazgo que destruye. Te pongo un ejemplo, y no quiero hacer aquí una mitificación de su persona, pero un liderazgo como el de José María Gonzalez, el Kichi, es un liderazgo que compone. La prueba es que estuvo los primeros cuatro años, revalidó con mayoría absoluta, se va a los ocho años, como había pensado hacer y ha conseguido en Cádiz lo que ningún alcalde. Va a quedar como el referente de ocho años de gestión municipal en otro sentido. Una política de compromiso con los trabajadores de allí, incluso en un caso tan difícil como fue el de las fragatas, y consiguió poner sobre la mesa que el trabajador de astilleros es como un trabajador de cualquier otro sitio, y no puede cargar con la geopolítica mundial sobre sus espaldas. Supongo que tendrá sus cosas y algún gaditano no estará de acuerdo conmigo, pero a mí me parece que siendo Cádiz un lugar donde había habido dos candidaturas, él logró componer, y en cambio Manuela logró descomponer. Fue un liderazgo absolutamente destructivo. El ayuntamiento acabó como acabó y no pudo revalidar su cargo de alcaldesa. Más Madrid se quedó como el grupo mayoritario pero ha hecho una oposición de pena, y vamos a ver qué pasa.
Esto no es blanco o negro, total horizontalidad de que cualquiera puede ser alcalde, o solo determinadas personas pueden tener el protagonismo político, sino ser capaces de apoyar liderazgos constructivos a la vez de ser capaces echar abajo liderazgos destructivos. Cuando se ve que ese liderazgo lo que hace es descomponer lo que ha sido el proyecto, pues ser capaces de ponerle cortapisas cuando menos. Eso lo discutimos muchas veces en Madrid, el tener que marcharnos y poner en cuestión el ayuntamiento o seguir, pero igual se pueden encontrar formas de poner límites. La Operación Chamartín era claramente un límite, por aquí no pasamos, así obligas a la otra parte a repensarse. Yo creo que esa es la línea y más desde posiciones feministas porque también vemos eso de tener una alcaldesa que es mujer, y luego resulta que no tienen una política feminista.
Ayuntamiento de Madrid
Operación Chamartín: 25 años de historia sin auditar
De la última representación pública del “desbloqueo de la Operación Chamartín” ha quedado un documento sin firmar y una declaración de intenciones poco concreta que choca con las propuestas y reivindicaciones de la mayor parte del tejido social de la ciudad.
Después de toda esta reflexión, ¿hay futuro para el municipalismo?
Yo pienso que a lo mejor exagero, pero la deriva en esta campaña municipal de convertirla solo y únicamente en una especie de previa de la campaña nacional tiene que ver con un cierto miedo a la potencia de estas candidaturas de las redes municipalistas. Porque otra de las conclusiones a las que hemos llegado es que la red es fundamental. Uno de los errores que tuvimos fue dejar que cada proyecto municipalista en las diferentes ciudades, anduviera por sí solo y no hubiera una estrategia común. Esto es lo que estamos intentando paliar con ese proyecto de red municipalista, que va más allá del Estado español porque hay iniciativas municipalistas en otros países también.
De repetir, hay que tener una red de apoyo mutuo entre las diferentes candidaturas de manera que todas las enseñanzas de unos puedan servir para otras
A lo mejor resultó prematuro, pero lo cierto es que muchas de las candidaturas, incluyendo Madrid, no pensábamos ganar. Nuestros escenarios eran que no gobernaríamos, que estaríamos en la oposición. De repente, ganamos suficientes votos y nos encontramos rebasadas por todo aquello. En el informe que estamos por publicar he visto que las compañeras de A Coruña, las de Zaragoza algo menos, y nosotras, tuvimos esa sensación de “dios mío, en qué lío me he metido”. Un compañero decía que habíamos hecho un máster acelerado durante cuatro años. Y es verdad, aprendimos muchísimo pero no sabíamos nada, además nos enfrentábamos a unos contrincantes que se saben todas las triquiñuelas. Ese aprendizaje fue muy duro. Es decir que, de repetir, hay que tener una red de apoyo mutuo entre las diferentes candidaturas de manera que todas las enseñanzas de unos puedan servir para otras. Yo recuerdo que cuando en Madrid hablamos de la renta básica y pedimos ayuda a la gente de A Coruña que nos envió hasta un informe, pero si a lo mejor si la relación hubiera sido más estrecha hubiéramos podido tener más herramientas. La idea sería crear como un repositorio de buenas prácticas, cosas que se han podido hacer en un sitio y en otro no, y por qué, ya que en un sitio tocaron una tecla que en otro desconocíamos, o que a lo mejor los funcionarios en cuestión estuvieron más por la labor, o que el equipo municipal estuvo más unido y dijo “esto lo vamos a hacer sí o sí”, por ejemplo, en A Coruña cuando pararon el tema del puerto.
Sí tengo la convicción de que el municipalismo va a volver. O al menos sería un error que no volviera. Dejar en manos de los poderes institucionales existentes el poder local y municipal, a mí me parece un error
Esas buenas prácticas son los elementos que necesitamos para poder construir una esfera municipalista potente y que es lo que creo puede animar el proyecto, no solamente esperar una coyuntura propicia, sino saber que tienes herramientas como para poder entrar en los ayuntamientos con una estrategia, y con un proyecto. Esas herramientas tienen que ser una red municipalista construida o relativamente ya hecha, una idea clara sobre la organización que se necesita y un repositorio de buenas prácticas. Así como, desde mi punto de vista sería importante contar con profesionales capaces. Tener un listado de abogados, arquitectos, urbanistas, personas de servicios sociales, sociólogos, psicólogas... de las que echar mano, de manera que pudiéramos tener unas asesorías que apoyaran. Son recursos que tienen los grandes partidos pero nosotras no teníamos.
Esas son enseñanzas importantes para un futuro porque sí tengo la convicción de que eso va a volver. O al menos sería un error que no volviera. Dejar en manos de los poderes institucionales existentes el poder local y municipal a mí me parece un error. Creo que ahí hay un espacio para que se puedan implementar nuevas políticas.