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Movimiento obrero
Pérez del Villar y el primer anarquismo extremeño. La Mano Negra en Extremadura (II)
No era la primera vez que Francisco Pérez del Villar estaba preso en la cárcel de Villanueva de la Serena. Ya la había conocido apenas dos años antes, entre el 11 de noviembre de 1880 y últimos de enero de 1881, acusado de haber firmado en un documento privado sin la voluntad de su dueño, caso del que fue absuelto por considerarse la acusación falsa. Contradicciones de la vida: si por aquel entonces le defendió quien era alcalde del municipio, el abogado Agustín García Borreguero, ahora recalaba con sus huesos en la trena de la mano de otro alcalde en ejercicio, Julián Muñoz García, en compañía de otros 127 vecinos, acusados de pertenecer a una sociedad secreta[1].
El 7 de marzo de 1883 la existencia de una ramificación de La Mano Negra en Extremadura saltaba a la prensa nacional. La fuente partía de un telegrama enviado desde Don Benito. Su remitente y autor, Ramón Hermida Romero, no era, ni mucho menos, periodista, sino catedrático de matemáticas y director del Colegio Libre de Segunda Enseñanza “Hispano Lusitano”, situado en la calle de La Corte, 24, de Don Benito, con capacidad para 50 internos[2].
Movimiento obrero
La Mano Negra en Extremadura: El montaje que acabó con el primer anarquismo obrero
Ramón Hermida se movía en el ambiente de las familias burguesas de las Vegas Altas, a cuyos hijos se encargaba de preparar para acceder a los estudios universitarios. Antes de ser director del “Hispano Lusitano”, había sido profesor en el Instituto oficial de Segunda Enseñanza de Baeza. Allí leyó la Memoria de apertura del curso académico de 1876 a 1877. En ella recomendaba a sus alumnos que observaran estrictamente las reglas de Dios y guardaran obediencia a la Patria, así como les conminaba a alejarse del positivismo, pues “nada hay más fatal que esa cosa bárbara designada con un nombre bárbaro”. El positivismo del siglo XIX surge como continuidad del krausismo, ligado al avance industrial y tiene en cuenta tanto el desarrollo de la ciencia basada en la comprobación de los hechos como la repercusión sobre la sociedad de las nuevas ideas.
A su ideario, Ramón Hermida unía su filiación a Izquierda Dinástica, el partido político de tintes liberales que acataba la constitución de 1869 al mismo tiempo que defendía la monarquía en la real persona de Alfonso XII[3]. Uno de los prebostes de esta formación, presidente de la misma a resultas de las mezcolanzas de la época entre partidos liberales, era Segismundo Moret Prendergast, sempiterno participante en numerosos gobiernos que se prolongan hasta entrado el siglo XX y muy relacionado con Extremadura por la explotación de las minas de fosfatos en Cáceres, que ya en esa fecha eran de su propiedad.
A pesar del mucho predicamento que siempre ha tenido el señor Moret en tierras extremeñas, donde abundan plazas, calles, bustos e incluso toda una barriada de Cáceres que toma el nombre del poblado que se organizó en torno a las minas que le hicieron rico, no era muy apreciado entre la masa obrera del momento, que le tenía por otro plutócrata burgués. Aquellas minas de Aldea Moret, fuente de pingües beneficios para su bolsillo, vivían en el mes de marzo de 1883 un conflicto por el despido de cuatro trabajadores que, debiendo trabajar de sol a sol, se habían negado a comenzar la jornada 40 minutos antes de que el sol saliera, tal y como pretendía el capataz, siendo despedidos por ello[4]. La riqueza de Moret, que le llegaba a manos llenas desde Europa, destino de exportación del mineral cacereño llevado por vía férrea desde Cáceres a Lisboa, donde embarcaba para ultramar, amenazaba con mermar ante la organización de sociedades obreras que reivindicaban mejores salarios y condiciones laborales, entre las que estaba la jornada de las ocho horas.
A pesar del mucho predicamento que siempre ha tenido el señor Moret en tierras extremeñas, donde abundan plazas, calles, bustos e incluso toda una barriada de Cáceres que toma el nombre del poblado que se organizó en torno a las minas que le hicieron rico, no era muy apreciado entre la masa obrera del momento, que le tenía por otro plutócrata burgués
No es de extrañar que en el periódico Bandera Social, Semanario Anárquico-Colectivista, se reprodujeran las siguientes palabras de Segismundo Moret dichas en el Congreso de los Diputados en referencia a los hechos de agosto de 1883 en Badajoz, cuando el pronunciamiento de Ruiz Zorrilla:
“Ahora que presido la información obrera y estoy más en contacto con el elemento trabajador, puedo afirmar que todo ese núcleo popular que era antes el nervio de las agitaciones, se compone de anarquistas y socialistas, es cierto, pero enemigos de todos los partidos políticos, incluso el que manda el Sr. Ruíz Zorrilla”[5].
Prendida la mecha por el periodista amateur Ramón Hermida, acólito de Moret, la pólvora del noticierismo sobre La Mano Negra corrió veloz por toda Extremadura. El Diario de Badajoz, en su edición del 8 de marzo, fue el primer periódico extremeño en dar la noticia de las detenciones practicadas en Olivenza y Villanueva como consecuencia de haber sido hallado un foco internacionalista. El diario abundaba en el sensacionalismo al informar que un italiano que se daba el título de uno de los héroes de Marsala recorría varios pueblos de la provincia de Badajoz, “difundiendo ideas terroríficas”. Todo parece apuntar a que aún resonaba en Extremadura el eco de la llegada a España en 1868 del enviado de Bakunin, Giuseppe Fanelli, cuando reunió al núcleo fundador de la AIT para hablar a sus miembros, con riqueza de detalles, de la desesperación de la miseria: “¡Cosa horríbile! ¡Espaventosa!”[6].
El Gobernador Civil de la provincia y el fiscal de la Audiencia de Don Benito se desplazaron el 8 de marzo a Villanueva de la Serena. El Gobernador fue recibido en la estación de ferrocarril por el griterío de cientos de mujeres, en compañía de sus hijos, quienes pedían perdón y la liberación de los hombres detenidos.
La Guardia Civil de Don Benito y Castuera custodiaba a las autoridades. Así lo narró el Diario de Badajoz en su edición del 9 de marzo, periódico de tintes republicanos que ya adelantaba que ni lo de Villanueva ni lo de Olivenza tenían nada que ver con el asunto de La Mano Negra, tal y como concluyeron el fiscal y el Gobernador Civil tras su inspección, una vez instruidas las primeras diligencias. Sí coincidían, sin embargo, en que lo que había en Villanueva era una sociedad obrera ilícita, animada por Francisco Pérez del Villar, no reconocida por no disponer de estatutos o reglamentos autorizados, cuyos miembros, que eran muchos, se disponían a iniciar una huelga con intención de lograr un aumento de salarios para el campo, estando previsto no salir a trabajar [7].
Tanto el Diario de Badajoz como La Crónica anunciaron que esa misma tarde se produciría la liberación de algunos presos.
A pesar de que las mismas autoridades habían certificado que la sociedad obrera descubierta en Villanueva no pertenecía a La Mano Negra y la historia olía ya a pufo, el profesor Ramón Hermida siguió erre que erre con su invención. El 9 de marzo volvió a enviar otro telegrama a la prensa nacional en el que sostenía su falsa acusación, añadiendo de su propia cosecha, además, que las mujeres e hijos de los presos que esperaban en la estación al Gobernador: “pedían clemencia para aquellos, protestando de que habían sido vilmente engañados. Era tal su indignación contra Pérez del Villar, que pretendían se le pusiera en libertad con objeto de matarlo”[8].
A pesar de que las mismas autoridades habían certificado que la sociedad obrera descubierta en Villanueva no pertenecía a La Mano Negra y la historia olía ya a pufo, el profesor Ramón Hermida siguió erre que erre con su invención
Muy en su línea, la noticia de Ramón Hermida volvía a mencionar al tal Juan Titos, perseguido aún a caballo por la Guardia Civil. Ningún otro medio que no siguiera esta fuente dio noticia de la existencia de este personaje al que se le atribuía la posesión de dinamita.
En los días siguientes la prensa nacional fue echando en el saco del olvido el asunto de Villanueva y de Olivenza, que daba por zanjado y en el que no encontraba relación con La Mano Negra, atribuyendo el episodio al trastorno de Pérez del Villar, a quien calificaban de “descerebrado”. Del tal Juan Titos y de la supuesta dinamita no se volvió a saber nada. Se lo tragó la tierra.
La liberación de los detenidos comenzó el mismo día 9 de marzo por la tarde. En la cárcel de Olivenza no quedó ninguno, pero en la de Villanueva de la Serena quedó al completo el núcleo organizador de la sociedad obrera, considerada ilegal. Dicho núcleo lo integraban Francisco Pérez del Villar, Manuel Vicioso, Miguel Gutiérrez, Eusebio Gil, Juan Lozano, Antonio Calderón, Fermín Carmona, Antonio Cabanillas y Alfonso Hidalgo Benítez[9].
La liberación de los detenidos comenzó el mismo día 9 de marzo por la tarde. En la cárcel de Olivenza no quedó ninguno, pero en la de Villanueva de la Serena quedó al completo el núcleo organizador de la sociedad obrera, considerada ilegal
La solidaridad no se hizo esperar. La FTRE, en su sesión celebrada el 31 de marzo de 1883, denunció la información falsa vertida por Ramón Hermida en El Imparcial (citaba al profesor de matemáticas con nombre y apellidos), aclarando que lo único que se pretendía era crear una sociedad obrera adherida a la Federación, y dado que el alcalde Julián Muñoz Gutiérrez (también se citaba su nombre, en mayúsculas) no había permitido la reunión pública, la comisión organizadora no volvió a reunirse, si bien sus miembros fueron detenidos “como si fuesen empedernidos criminales”. La noticia finalizada haciendo “un llamamiento a los trabajadores para que sus familias no padezcan de hambre”, pudiendo enviar los donativos a la cárcel de Villanueva de la Serena a nombre de Francisco Pérez del Villar[10].
Apenas tres semanas después, la Revista Social, Eco del proletariado, publicó:
“Villanueva de la Serena. - Han recibido los compañeros de esta localidad algunos socorros, y el efecto producido ha sido tan grande, que algunos prorrumpieron en copioso llanto de alegría. Entre los detenidos los hay que tienen cuatro de familia, y se hallan atendidos al mismo socorro del encarcelado”.
Es decir, el apoyo mutuo se extendía a las familias de los presos. Se denunciaba también las pésimas condiciones de la cárcel y se lamentaba que la prisión de quienes eran labradores les impidiera atender a lo poco que tenían sembrado, echándose a perder la labor.
El escrito finalizaba del siguiente modo:
“De los compañeros presos de este pueblo hemos recibido un extenso comunicado que nos vemos precisados a extractar por su mucha extensión. Después de desmentir párrafo por párrafo el telegrama que Ramón Hermida dirigió a El Imparcial, desde el pueblo de Don Benito, -y por cierto que el escrito que nos ocupa ha sido remitido también a dicho periódico y no ha dicho esta boca es mía- concluye afirmando que se reservan el derecho que les corresponde ante los Tribunales de justicia sobre la persona y bienes de aquel que firma el referido telegrama.
Mucho celebraríamos que fuesen puestos pronto en libertad”[11].
La FTRE, a través de la Revista Social, intensificó la campaña de apoyo a los presos. En el número del 24 de mayo de 1883, se decía que Francisco Pérez del Villar, “atacado por la burguesía de su pueblo”, “continúa preso y en medio de la mayor desesperación, pero a la vez firme en sus ideas de Anarquía, Federación y Colectivismo”. Desde la cárcel de Villanueva, a donde había que enviar los socorros, se informaba de que se habían recibido ya de la Sección de obreros en lanas de Alcoy, de la Sección de obreros en cueros de Lora del Río y de la Sección de obreros de Aznalcóyar.
Finalmente, la Revista Social, en su número del 14 de junio de 1883, anunciaba la liberación de los presos con el siguiente texto:
“Villanueva de la Serena. - Aquella terrible Sociedad de La Mano Negra descubierta en Villanueva de la Serena, que con tan negros colores nos describió El Imparcial, resultó sin duda que ni era sociedad ilícita ni Cristo que lo funde, porque a los presos, y nuestro querido compañero Francisco Pérez del Villar entre ellos, les ha sobreseído la causa el juzgado competente, por lo cual les felicitamos con toda sinceridad. ¿Qué apuestan Vds. a que el corresponsal de El Imparcial, que tan solícito fue en aturdir al mundo, con la sorpresa de dicha Sociedad, no hace saber el sobreseimiento y libertad de los procesados? Ya verán Vds. como se calla y no dice esta boca es mía”.
Los nueve presos salieron libres el 6 de junio, fecha en la que tuvo lugar el juicio en la Sala de lo criminal de Don Benito. Fueron absueltos por no encontrarse delito en el que hubieran incurrido, resultando la causa sobreseída. La Revista Social, del 12 de julio de 1883, volvía a dar la noticia de su liberación después de tres meses de encarcelamiento, si bien denunciaba el tormento empleado, pues antes de ser liberados sufrieron una paliza en la cárcel, a mano de autores desconocidos[12].
A pesar de la absolución, ningún periódico de los que habían denunciado la falsa existencia de La Mano Negra en Villanueva y Olivenza se retractó de las noticias dadas. Tampoco lo hizo Ramón Hermida, quien abandonó su exigua carrera como periodista, limitada a aquella “sorpresa con la que aturdió al mundo”. No volvió a publicar nada en la prensa, dedicándose a su carrera política y profesional. Con el tiempo se convertiría en folclorista.
Los tejemanejes de la oligarquía pacense, auspiciada por lo que la Revista Social llamaba caciquismo de campanario, no acabó con los intentos de asociacionismo de Pérez del Villar y del resto de compañeros, quienes finalmente lograron su propósito de que se reconociera la Sociedad anarquista. En la Revista Social del 30 de agosto de 1883, página 4, se publica una solicitud de los compañeros federados de Villanueva de la Serena al Consejo de la Unión de Trabajadores del Campo (UTC) para que su próximo Congreso nacional, previsto para 1884, se celebre en algún punto de Extremadura, con el fin de que sirviera de propaganda.
Mientras tanto, hay constancia de que al Congreso Regional de la FTRE, celebrado en el Teatro Apolo de Valencia entre los días 4 y 8 de octubre de 1883, acudió la Federación Local de Villanueva de la Serena, con la credencial número 94[13]. A dicho Congreso -que inicialmente estaba previsto realizarse en agosto, pero que el pronunciamiento zorrillista obligó a cambiar a octubre-, asistieron 152 delegados, en representación de 88 federaciones locales y 62 secciones. El hecho de que asistiera una Federación Local de Villanueva de la Serena, con acta de credencial, demuestra que, a pesar de la represión ejercida, finalmente se había reconocido y constituido dicha sociedad obrera anarco-colectivista en la ciudad pacense.
Los tejemanejes de la oligarquía pacense, auspiciada por lo que la Revista Social llamaba caciquismo de campanario, no acabó con los intentos de asociacionismo de Pérez del Villar y del resto de compañeros
Tras el reconocimiento de las credenciales de los asistentes, este Congreso se abrió con la lectura de comunicaciones y telegramas, entre los que destacaba uno enviado por los “compañeros detenidos en Córdoba y Villanueva de la Serena”[14]. Dichas detenciones, realizadas a principios de octubre, son corroboradas, además, por el breve que aparece en la Revista Social, del 4 de octubre de 1883, donde se da noticia de que en Villanueva de la Serena “han comenzado de nuevo las persecuciones, siendo detenido un compañero”.
No sabemos quién o quiénes acudieron desde Villanueva a Valencia. Tal vez el detenido de nuevo fuera Pérez del Villar y quien acudió era Alfonso Hidalgo Benítez, quien vivía en la calle Matías Cortés[15], dado que aparece en reiteradas ocasiones en diversas revistas ácratas como suscriptor de Villanueva y despliega cierto activismo. Lo que sí es cierto es que la Federación existió y asistió. De ello queda constancia en los votos dados por la misma a favor o en contra de diversos acuerdos adoptados en aquel Congreso, donde ya se vislumbran las grandes fisuras que empezaron a abrirse en el seno de la FTRE, entre las que destacaban las disputas entre anarco colectivistas (seguidores de Bokounine) y anarcomunistas (seguidores de Kropotkine)[16].
Francisco Pérez del Villar estaba de nuevo entre rejas. En esta ocasión la excusa era haber realizado una denuncia falsa contra el alcalde Julián Muñoz Rodríguez. La Comisión federal de la FTRE, en su sesión celebrada el 25 de noviembre de 1883, informa:
“Un compañero que se hallaba detenido en Villanueva, ha sido trasladado a la cárcel de Don Benito. Remite 3,15 pesetas, importe de 25 folletos del Congreso regional celebrado en Sevilla el año 1882. Ruega a todos los compañeros se sirvan remitirle algún recurso con el fin de hacer más llevadera su precaria situación. Los compañeros que así lo deseen hacer, podrán dirigirse a Francisco Pérez del Villar, cárcel de Don Benito, provincia de Badajoz”[17].
El 27 de noviembre de 1883 fue juzgado y dictada la sentencia por la Sala de lo criminal de Don Benito: 21 meses de correccional a cumplir en el Penal de San Agustín de Valencia[18].
Con la exorbitada condena y lejanía del lugar para su cumplimiento se pretendía acabar, de una vez por todas, con la militancia y activismo anarquista de Francisco Pérez del Villar, a quien no se le perdonaba su implicación en la Federación Local de Villanueva. La Revista Social daba por hecho que la condena respondía a su condición de federado, y anunciaba que el condenado apelaría ante el Supremo.
Pérez del Villar fue recluido en el Penal de San Agustín de Valencia, antiguo convento del mismo nombre, convertido en cárcel tras la desamortización de Mendizábal, en 1834. Entre 1834 y 1835 el cólera diezmó la ciudad.
Por la carta enviada al nuevo alcalde de Villanueva de la Serena desde el Penal de San Agustín con fecha del 8 de marzo de 1885, sabemos que Francisco Pérez cumplió íntegra su condena. El preso comenzaba su carta presentándose como “mártir de la libertad” y deseando al regidor municipal (que ya no era Julián Muñoz), “paz e instrucción dejando que la practique el proletariado”. En la carta-oficio solicitaba certificado del censo como vecino y otros documentos que le permitieran afincarse, cuando saliera libre, en la ciudad de Valencia. Pedía tales documentos tanto para él como para su esposa, a la que siempre llama “mi compañera”, y para sus cinco hijos, cuyos nombres eran Vicente, Juan, Juan Francisco, Calista y Rosa Pérez del Villar Tejeda Murillo. Da, como ya hemos señalado en una nota, seña de su domicilio en Villanueva, en la calle Concejo.
En el documento, en poder del Archivo Histórico de Villanueva de la Serena, narra la causa que le llevó a prisión, como si deseara dejar testimonio sobre la injusticia y persecución que sufrieron quienes solo pretendían mejorar sus condiciones de vida. Hacia la mitad del oficio, Pérez del Villar reitera que la acusación sobre asociación ilícita fue sobreseída, resultando absueltos y libres, e insiste en que se haga constar en el certificado que solicita que la causa por la que está preso “en este penal es por el delito de denuncia falsa hecho a Julián Muñoz”, es decir, no por tratar de constituir una sociedad obrera, razón real y última de su infortunio.
En el documento, en poder del Archivo Histórico de Villanueva de la Serena, narra la causa que le llevó a prisión, como si deseara dejar testimonio sobre la injusticia y persecución que sufrieron quienes solo pretendían mejorar sus condiciones de vida
El remitente finaliza su escrito deseando al alcalde “conciencia moralidad y Justicia para obrar en pro de los proletariados, o sea, los desheredados”, en clara referencia a la que fuera la escisión sufrida por la FTRE del mismo nombre, Los Desheredados, que abogaba por una radicalización del modus operandi de la Asociación y en la que algunos autores y autoras han querido ver, sin un claro fundamento, la marca real de La Mano Negra.
Durante su tiempo en prisión, Pérez del Villar no renunció a sus principios ni abandonó su militancia. El Congreso comarcal valenciano de la FTRE celebrado en Alcoy los días 18, 19 y 20 de junio de 1885, comenzó leyéndose las felicitaciones enviadas por Francisco Pérez del Villar desde el penal de San Agustín, en compañía del preso Manuel Sanz Termiño[19].
Entre septiembre y octubre de 1885, una vez cumplidos los 21 meses de correccional, Francisco Pérez del Villar salió libre del Penal de San Agustín. La Bandera Social anunció su salida en su número del 4 de octubre de 1885.
Aquí perdemos su rastro, si bien es de suponer, por el escrito que dirigió al alcalde de Villanueva solicitando documentos que le permitieran afincarse en Valencia, que finalmente se pudo reencontrar con su familia y fijó su residencia en aquella ciudad. Dada su perseverancia, intuimos que siguió trabajando “en pro del proletariado”, como él mismo recomendaba al alcalde de Villanueva que hiciera.
Valencia contaba con una federación local de la FTRE bastante consolidada, integrada por anarquistas que practicaban la solidaridad y el apoyo mutuo, más allá del ámbito del trabajo. En esa comunidad participaba gente como Bernardo López, “quien, al ir a inscribir a un hijo con el nombre de Federación en el registro civil de uno de los distritos de aquella capital, tuvo la necesidad de toda la energía de un hombre de ideas antirreligiosas para hacer valer su derecho, pues en el juzgado se le manifestó que no podían hacer la inscripción bajo aquel nombre”[20].
Valencia contaba con una federación local de la FTRE bastante consolidada, integrada por anarquistas que practicaban la solidaridad y el apoyo mutuo, más allá del ámbito del trabajo
Los anarquistas solían celebrar el 18 de marzo, en conmemoración de La Comuna francesa. El de 1885 fue muy especial, pues se reunieron en su sede valenciana -que contaba con salón de sesiones y salón de cotizaciones- infinidad de compañeros. Hombres y mujeres abarrotaban el local que estaba adornado con alegorías y retratos de los comuneros. Sobre una gran mesa se colocaban artículos y proclamas que quien quisiera podía leer y declamar en público. Entre los oradores destacaban jóvenes entre 18 y 20 años, “prueba evidente que las ideas revolucionarias se encarnan en la temprana edad como ideas redentoras del género humano”. Aquel 18 de marzo de 1885, “en medio del entusiasmo que causaban las conclusiones de los discursos”, irrumpió una comisión del partido obrero, es decir, del ala socialista (PSOE) de los obreros valencianos, la cual manifestó que, (citamos textualmente) “si la Asamblea era gustosa, venía dispuesta a unirse con nosotros para conmemorar y participar de la fiesta que estábamos celebrando, a lo cual unánime la Asamblea, contestó que sí, y fraternalmente realizamos tan grande Acto”. Terminada la asamblea, a las diez de la noche, se representó una obra de teatro, escrita por un compañero, de título El 18 de Marzo en Valencia, “el cual fue admirablemente ejecutado, terminando a las doce tan fausto acontecimiento”[21].
Allí, en Valencia, acompañado por su familia, debió de morir Francisco Pérez del Villar, oriundo de Villanueva de la Serena, provincia de Badajoz, impulsor del movimiento obrero extremeño. Dejemos volar al albur la imaginación y consideremos que su entierro debió de ser como el de Francisco Vilalta, reconocido compañero en la Federación Valenciana, quien (cita textual) “se distinguió siempre por su amor a la gran causa del Proletariado militante, profesando con verdadero fervor las ideas anárquico colectivistas”[22].
Tras rehusar a los auxilios religiosos y recomendar “la más estrecha unión entre todos los anarquistas”, Francisco Vilalta murió dejando desamparadas a su compañera y una hija de 5 años. Su entierro fue de carácter civil, “siendo conducido a hombros por cuatro compañeros de la Sección de zapateros, a la cual pertenecía. De la caja pendían cuatro cintas, dos negras y dos encarnadas, que fueron llevadas por cuatro compañeros de la Federación Valenciana”.
Así fue o debió de ser el último viaje de Francisco Pérez del Villar, miembro de La Humanidad, lejos de su Extremadura.
STTL. Sit Tibi Terra Levis. Que la tierra que te acogió te sea ligera.
[1] Documento manuscrito de Pérez del Villar dirigido al alcalde de Villanueva de la Serena con fecha del 8 de marzo de 1885, Archivo Histórico de Villanueva de la Serena.
[2] Sobre el colegio: Daniel Cortés González, Grupo de Estudios de las Vegas Altas, Apuntes históricos sobre los centros de enseñanza de Don Benito (1885-1897), consulta en línea.
[3] Ramón Hermida era vocal del comité directivo provincial de Izquierda Dinástica en Badajoz, El Debate, diario liberal, Madrid, 3-01-1883, p2. Hemeroteca Digital de la Biblioteca Nacional de España (HDBNE).
[4] Revista Social, Eco del proletariado, 22-03-1883, p 3. Biblioteca Pública Arús, Barcelona (BPA).
[5] Bandera Social, Semanario Anárquico-Colectivista, Año 1, Nº 2, Madrid, 22-02-1885, p. 2. HDBNE. Segismundo Moret fue también Ministro de Gobernación con el Gobierno de José Posada Herrera. Fue nombrado por Real decreto el 13-10-1883. Los Ministros de Gobernación ejercían el caciquismo provincial a través de su Gobernadores civiles, puestos y depuestos a su antojo.
[6] Anselmo Lorenzo, El proletariado militante. Memorias de un internacional, Solidaridad Obrera, Madrid, 2013, p. 48.
[7] Diario de Badajoz, 9-3-1883. Manuel Pecellín publicó una referencia a esta noticia aparecida en el Diario de Badajoz y en otros periódicos extremeños en la revista Alminar, nº 46, de junio de 1983, bajo el título “¿La mano negra en Extremadura?”. Son pocas las referencias que aparecen a este asunto de La Mano Negra en Extremadura entre los historiadores extremeños. Aparte de Pecellín, Ángel Olmedo Alonso se detiene sobre el episodio en su libro El anarquismo extremeño frente al poder, Cáceres, El Brocense, 1997.
[8] El Siglo futuro, Diario Católico, 10-03-1883, p 3, noticia firmada por Ramón Hermida, mediante telegrama enviado a la redacción del periódico desde Don Benito el 9 de marzo.
[9] Revista Social, Eco del proletariado, 12-07-1883, p4. BPA.
[10] Crónica de los Trabajadores, Libro I, 1883, página 86.
[11] Revista Social, Eco del proletariado, 19-04-1883, p4. BPA.
[12] La fecha de la liberación la sabemos por el escrito de Pérez del Villar en el Archivo Histórico de Villanueva; los sucesos de torturas y nombres de los absueltos, por La Revista Social del 12-07-1883, p. 4. BPA.
[13] Crónica de los Trabajadores, Libro I, p. 182.
[14] Idem, p. 182.
[15] Conocemos su domicilio porque en el acta de pleno municipal de 26-02-1883 pide al Ayuntamiento su inclusión en la lista de electores. Aparte del domicilio de Pérez del Villar, que vivía en la calle del Concejo, sabemos también el de otros detenidos en calidad del núcleo organizador, como Juan Lozano Ramos, en la calle Almoharín.
[16] Para saber más sobre la evolución de la FTRE y las fisuras mencionadas, ver el capítulo titulado “La Federación de Trabajadores y el anarco-comunismo (1881-1888), en Antología documental del anarquismo español. Volumen I. Organización y revolución: De la Primera Internacional al Proceso de Montjuic (1868-1896), FAL, Madrid, 2001.
[17] Crónica de los trabajadores. Libro II, p. 8.
[18] Testimonio del mismo Pérez del Villar en documento del Archivo Histórico de Villlanueva de la Serena.
[19] Bandera Social, Semanario Anárquico-Colectivista, 12-07-1885, p 2. HDBNE
[20] Bandera Social, Semanario Anárquico-Colectivista, 22-07-1886, p 4. HDBNE
[21] Crónica recogida de los números de Bandera Social de 29-03-1885 y de 17-06-1886. HDBNE.
[22] Su entierro se narra en la Bandera Social del 06-09-1885, p 4. HDBNE.