La mirada rosa
Aún puede salvarse el Orgullo

Este año no habrá carrozas que desvíen la atención de nuestros mensajes reivindicativos ni partidos que acudana  ocupar la cabecera. Con la imaginación suficiente podemos coordinar innumerables actividades más allá de la libertad online.

Orgullo 2015
Tres participantes en la marcha del Orgullo de 2015 se hacen un 'selfie'. Álvaro Minguito

Ha comenzado el mes de junio y, si las circunstancias fueran otras, estaría todo el mundo ultimando ya los detalles para llevar a cabo el sinfín de actividades que tienen lugar en torno a la conmemoración del Orgullo. Pero este año la realidad se impone: no hay manera de organizar con las medidas de seguridad necesarias una manifestación que puede llegar a convocar algunos cientos de miles de personas. Y, aunque se trate de actividades secundarias —al menos para quienes seguimos creyendo que el Orgullo es una reivindicación, no solo una verbena—, más difícil resulta aún que puedan tener lugar las fiestas y conciertos a los que nos hemos acostumbrado durante esas fechas. 

En su lugar las entidades que convocan marcha y festejos han decidido hacerlo todo en línea. Se confirma ya una manifestación online, un manifiesto online y, supongo que en breve, conciertos online. No estoy muy seguro de qué público tendrán —si lo tienen— todas esas iniciativas tan interesantes —que podrían serlo, al fin y al cabo—, cuando hayamos llegado a la futurible nueva normalidad. No sé si a primeros de julio alguien querrá quedarse en casa, tras tanto tiempo confinados en el sofá, en lugar de salir a dar un paseo, a ver a sus amistades, a sentarse en una terraza (quien consiga una mesa).

No es posible hacer manifestaciones, claro está, ¿pero no se nos ocurre otra cosa que hacer lo mismo de siempre, ahora a través de una pantalla?

Lo que sé y me preocupa es que este quédate en casa se nos aparezca como una solución posible al mismo tiempo que sigue existiendo alguna gente que nos dice con insistencia que no tiene problemas en que seamos lesbianas, gais, bisexuales, trans, “o lo que se nos antoje”, siempre que lo seamos en privado, en la intimidad de ese hogar en el que ya hemos pasado tanto tiempo, ya sea por el confinamiento motivado por la seguridad frente a un virus o por la reclusión necesaria para la supervivencia frente al odio. No es posible hacer manifestaciones, claro está, ¿pero no se nos ocurre otra cosa que hacer lo mismo de siempre, ahora a través de una pantalla?

No cabe duda de que la falta de una marcha real tendrá sus ventajas. No habrá carrozas que desvíen la atención de nuestros mensajes reivindicativos, ni responsables de la organización que nos azucen para seguir avanzando porque esa parte festiva resulta ser imprescindible, sobre todo para las arcas de algunas empresas y entidades. No habrá partidos políticos que acudan para ocupar la pancarta de cabecera y hacerse la foto pertinente de suerte que los líderes de nuestro movimiento parezcan tan interesantes como para salir en los periódicos (¡ojalá otra portada!), ni partidos que se quejen de que no son invitados a blanquear sus desdenes. Ni siquiera habrá partidos que se contramanifiesten, sin comprender en absoluto de qué trata la cosa, como quien va a un entierro con una pandereta.

Tampoco es que les importe, unos y otros siempre encontrarán quien aplauda cualquier gesto hipócrita creyendo que así asegura una subvención, y que seguirá dirigiendo entidades con toda la dignidad que puede conservarse después de ponerle ojitos a la extrema derecha. En definitiva, evitar la manifestación, por motivos de seguridad, no deja de tener sus ventajas, pero tiene un gravísimo inconveniente: dejamos que los espacios públicos sigan siendo ocupados únicamente por quienes han sido tradicionalmente sus propietarios. 

Opinión
Cuando el activismo LGTB se convirtió en religión

Las estrategias organizativas del activismo LGTB federado en España y las lógicas del gaypitalismo impiden el planteamiento de alternativas, lo que se traduce en reproducir las exclusiones que se dan en la sociedad, acallar las voces discrepantes y convertir el activismo en un nicho de minorías.

Urge pararnos a pensar, aunque “urge” y “pensar” parezcan antónimos. Si no nos es posible manifestarnos, si no debemos hacerlo para cuidar de nuestras vidas, imaginemos otras formas de estar, otras herramientas para tomar los espacios que se nos niegan. Con la imaginación suficiente podemos coordinar innumerables actividades más allá de la libertad online. ¿Por qué no se emplea el dinero público que riega tradicionalmente nuestros eventos durante estas fechas en que en cada balcón de nuestra ciudad esté bien visible una bandera arcoíris? ¿Por qué no repartimos mascarillas con esos mismos colores? ¿Por qué no enviar a cada integrante del alumnado que este año se enfrenta a la selectividad más extraña de la historia un estuche con nuestra bandera, un bolígrafo al menos que la enseñe orgulloso? ¿Por qué no organizar un recorrido histórico por los lugares de nuestra ciudad más significativos para nuestro movimiento y que quien quiera pueda recorrerlos en su paseo diario siguiendo las explicaciones de nuestras páginas web? 

No solo este Orgullo será diferente a todos los Orgullos que hemos conocido; también el mundo venidero será diferente a todo mundo conocido hasta ahora. Nuestras propuestas deben ir más allá de trasladar la realidad que trabajamos por conquistar al plano virtual al que siempre han pretendido relegarnos. Si no puede haber manifestación, pensemos qué podemos proponer para garantizar que se nos ve tanto como pretendemos, para garantizar también la socialización necesaria entre todas esas lesbianas, gais, bisexuales y trans que han pasado solas estos meses mientras hay quienes han pasado el confinamiento sarasolas. Con imaginación y buena voluntad, este Orgullo puede ser el primero de muchos otros que vendrán, diferentes y puede que más eficientes a la hora de hacer llegar nuestro mensaje. Solo tenemos que echarle ganas. Aún puede salvarse el Orgullo.

Archivado en: La mirada rosa
Informar de un error
Es necesario tener cuenta y acceder a ella para poder hacer envíos. Regístrate. Entra en tu cuenta.

Relacionadas

La mirada rosa
Opinión Leer a cara des-cubierta
Roca Editorial acaba de publicar un libro de temática LGTBI... pero no quiere que lo sepas.
La mirada rosa
La mirada rosa Faltan activistas
Nos faltan activistas; nos sobran fascistas. El amor que defendía Roberta en su última nota —“I love you all”— corre un serio peligro, aunque aún no queramos admitirlo.
Palestina
Genocidio Israel sigue atacando hospitales, la ONU habla del peor momento en los 18 meses de asedio
No hay tregua en Gaza, donde Israel ha recrudecido las matanzas y sigue sin permitir el acceso de alimentos y productos de primera necesidad. La ONU denuncia asimismo el asesinato de más de 70 civiles en Líbano.
Grecia
Grecia Frontex pone de nuevo la mirada en Grecia
En enero de 2025 el Tribunal Europeo de Derechos Humanos acusó a las autoridades griegas de llevar a cabo devoluciones forzadas de manera sistemática.
Comunidad de Madrid
Memoria histórica Contra la basura y el olvido: tras la pista de los cuerpos y de la memoria de los brigadistas internacionales
El Salto acompaña a un contingente internacional de políticos, políticas y activistas en una ruta en memoria de los brigadistas internacionales que acudieron a luchar a España contra el fascismo, en un ejercicio inspirador para el presente.
Opinión
Opinión La coherencia de las políticas de Trump
No se pueden entender los aranceles de Trump sin su lucha por el control de los recursos minerales, sin Groenlandia, Ucrania o la República Democrática de Congo.
El Salto n.78
El Salto 78 Nueva revista, viejas injusticias: hablemos de Violencia Institucional
En el último número de la revista de El Salto dedicamos la portada y nuestro “Panorama” a una de las violencias que sufren las mujeres solo por el hecho de serlo, la que aún a día de hoy emana de un sistema irracional y patriarcal.
Crisis climática
Balance climático El Mediterráneo se consolida como zona especialmente vulnerable al cambio climático
Las víctimas de la dana suponen dos tercios de las muertes por fenómenos extremos en Europa en 2024, según un informe conjunto de Copernicus y la Organización Meteorológica Mundial que hace un balance climático del continente el pasado año.

Últimas

Eventos
Taller de podcast El Salto invita a estudiantes a explorar las posibilidades del formato audiovisual
Proponemos un taller de guion y producción de programas para estudiantes de comunicación y periodismo los días 24 de abril y 8 de mayo.
València
València CGT denuncia graves incumplimientos del plan de inundaciones en la dana de València
Un informe incorporado a la causa judicial señala la falta de seguimiento de los propios protocolos autonómicos en el día de la tragedia y la víspera.
Partidos políticos
CIS de abril La ultraderecha recorta votos al PP arrastrada por el efecto Trump
El barómetro de abril vuelve a situar al PSOE como fuerza más votada. La izquierda española sigue su contienda por todo lo bajo.
Comunidad de Madrid
Educación El Gobierno de Ayuso deberá pagar 1.000 euros a una profesora por el exceso de horas lectivas
Según CCOO, hasta 6.500 profesoras y profesoras se podrán acoger a esta sentencia que supone una penalización a la Comunidad de Madrid por el exceso de horas extras que realiza el profesorado.
Laboral
Laboral El sindicato ELA alerta sobre la salud mental de las trabajadoras en intervención social
“Somos un instrumento de contención porque tratamos con población muy dañada, estamos en mitad del sándwich”, explica la educadora social Vanesa Núñez Moran.

Recomendadas

Poesía
Culturas Joan Brossa, el mago que jugó con la poesía para reinventar el poder de la palabra
Casi inabarcable, la producción creativa de Joan Brossa se expandió a lo largo —durante medio siglo XX— y a lo ancho —de sonetos a piezas teatrales, pasando por carteles o poemas objeto— para tender puentes entre el arte, la política y el humor.
República del Sudán
Sudán Cara a. Un Sudán en guerra
Se cumplen dos años de una guerra que ya deja más de 13 millones de personas desplazadas y más de ocho millones de sudaneses al borde de la inanición.
Andalucía
Memoria histórica La inanición de la memoria andaluza
Las políticas públicas de memoria en Andalucía se encuentran en un estado de paralización que pone en duda la voluntad de la Junta por la reparación efectiva.