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Economía social y solidaria
La Zona: construyendo alternativas emancipadoras al capitalismo de plataforma
Uno de los efectos de la COVID-19 y del confinamiento derivado de la situación de pandemia ha sido el aumento de la virtualidad. Internet nos ha permitido mantener las relaciones sociales, laborales, afectivas, comerciales, etc. y las empresas del capitalismo de plataforma (Amazon, Netflix, Microsoft, Facebook, etc.), han salido beneficiadas de ello. Lo cierto es que las restricciones aplicadas para contener el avance de la pandemia han fortalecido este capitalismo, con su ánimo por acumular, procesar y comercializar datos, y han intensificado aquello que entendemos como uberización de la economía. Los riesgos asociados son evidentes: invisibilización de los procesos de producción, destrucción del tejido comercial local, aplicación de mecanismos para reducir costes laborales y desarticulación de las trabajadoras, monopolios en la logística y en los sistemas de distribución, aumento de la huella ecológica, evasión fiscal, etc. Con la crisis de la COVID-19, la venta digital, que ya estaba en fase expansiva, no ha parado de crecer: las personas hemos continuado necesitando proveernos de aquellos que necesitamos; las empresas han necesitado continuar buscando canales de venta y de distribución. Solo por poner un ejemplo, y según informa EFE, durante los nueve primeros meses de 2020, Amazon tuvo un aumento del beneficio neto del 69% respecto al mismo período del año anterior.
La posibilidad de proveernos por internet de aquello que necesitamos tiene una serie de impactos a muchos niveles que no podemos pasar por alto.
El comercio de plataforma puede llevar asociada la compra compulsiva y el alejamiento respecto del proceso de producción del producto: con pocos clics nos hacemos llegar a casa el producto que deseamos y nos desvinculamos de su proceso de producción y de distribución: desde casa y hasta casa en 24 horas, anulando el concepto de espacio y tiempo, anulando etapas del proceso como son la distribución y la relación con la tendera. Tampoco podemos pasar por alto el impacto ambiental que genera la compra virtual: por el tránsito de datos que generamos, por las emisiones de más que se emiten por el hecho de hacérnoslo llevar el producto a casa y por los residuos del empaquetado del producto. De hecho, todo aquello relacionado con la logística es uno de los puntos más críticos de este tipo de comercio. Estas plataformas de comercio son altamente rentables cuando la logística es externalizada, las empleadas son autónomas y las compañías se evitan asumir las obligaciones sociales derivadas de un contrato laboral. Y la subcontratación de la logística lleva asociada, a menudo, la precarización de los puestos de trabajo. En este sentido, podemos recordar el recorte a la mitad de la tarifa base de los riders de Globo, producida durante los meses de pandemia.
La búsqueda de rentabilidad de todas estas grandes empresas del capitalismo de plataforma lleva asociada, también, la evasión fiscal. Repasando los datos de 2018 nos damos cuenta que, en el Estado español, Facebook, Amazon y Apple pagaron, entre todas ellas, un total de 14,7 millones de euros en concepto de impuesto de sociedades, prácticamente lo mismo que la empresa más pequeña del Ibex 35.
Ante esta economía de plataforma alejada de la comunidad, ¿qué podemos hacer desde la Economía Social y Solidaria? ¿De qué manera podemos llevar el consumo consciente al comercio digital?
Podemos digitalizar el mercado social siguiendo los valores de la ESS y los criterios de proximidad. Para hacerlo es necesario el debate y la reflexión constante que nos han de permitir desplegarnos con cuidado en este mundo que es la digitalización de la economía, intentando siempre no caer en las mismas prácticas que hemos visto la acompañan, y reproducir y perpetuar las situaciones de injusticia. No podemos pasar por alto los cambios en el consumo y en la distribución, y podemos participar de la oportunidad que nos brindan las plataformas digitales para llevar a cabo las prácticas democráticas y emancipadoras, de propiedad colectiva y que generen impactos positivos. Desde Opcions vemos que esta digitalización de la economía es una ventana de oportunidad y aceptamos el reto de crear un espacio digital donde comercializar y adquirir productos y servicios alineados con los valores de la ESS.
Y es desde aquí que creamos La Zona, un espacio donde comprar productos y contratar servicios que, además de permitir un consumo digital consciente, nos ha de permitir informar sobre el impacto de nuestro consumo, facilitar y motivar los cambios a las alternativas de consumo, comprometernos con la gente vulnerabilizada y hacer red para poner nuestro consumo al servicio de la transformación social. Un espacio comprometido con los valores de la ESS: intercooperación y solidaridad, fomento de la proximidad, impacto medioambiental positivo, apuesta por una logística lo más enraizada con el territorio posible, etc. Y hacerlo asegurando y dando visibilidad a todas las fases del proceso, desde que el producto se produce hasta que llega a nuestra casa, asegurando que en todas las fases se garantizan los derechos laborales, los impactos medioambientales positivos, los criterios de transparencia y de participación, etc.
¿Y como compradoras? A menudo, cuando paseamos por las calles de las grandes ciudades, tenemos que hacer esfuerzos para no caer ante los estímulos constantes que nos llegan para provocarnos el consumo desenfrenado. En la red, también, podemos continuar hablando de consumo responsable y, antes de efectuar la compra, hacernos las tres preguntas clave: ¿Lo necesito? ¿Lo puedo conseguir sin comprarlo? ¿De qué manera lo puedo comprar para generar el menor impacto negativo posible?